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LA SOLEDAD DE LAS FLORES CARMESÍ por karenka sutcliff

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Recién recibió el cuerpo, le miró detenidamente por un largo rato, el tipo aún era joven, quizá unos 32 años, se veía de buen estatus social. Lo encontraron en un terreno baldío, el informe policial alega un ajuste de cuentas entre mafiosos. Eric gira el cuerpo, recargándolo sobre el brazo de este en la mesa de acero frio. Al regresar el cuerpo a su posición original, una tijerilla salió de la nariz del cadáver. Con mano enguantada Slingby aplasto al insecto, su diminuto exoesqueleto reventó bajo aquella presión, el ruido del crujir de este acabó con el silencio mortal en aquella habitación, la piel de Eric se erizó, aquel sonido le causó un poco de nauseas, era tan fácil terminar con una vida sin importar de quien se trate.

Alistó todo para el embalsamamiento, diseccionó al hombre y comenzó a drenar el cadáver, enjuagó su interior, una y otra vez hasta dejar limpias las venas, una vez listo inyectó el formol además de otros líquidos para aquel trabajo “sucio”.

Recordó aquella tarde en la que Grell escapó de sus obligaciones de oficina en la funeraria para visitarle en la morgue, la pelirroja estaba realmente entusiasmada, Eric le miraba feliz hasta que en una distracción la locura se apoderó de Grell Sutcliff.

Ella deslizó el bisturí desde la garganta hasta el bajo vientre desprolijamente dañando la piel y quizá algún intestino al profundizar su puñalada en la carne más blanda del estómago. Estaba extasiada, el rojo intenso de la sangre que brotaba sin control. Este recuerdo le hizo estremecerse con desagradable sentir.

También rememoró la noche en que tuvo horas extra con su nuevo aprendiz y colega “Alan Humphries”, el pobre chico no era de estómago fuerte, sudó frío y casi se vomita ante su primer muerto. Al fía siguiente Eric no paró de reír, fue toda una experiencia para ambos. Eric se mostró en desacuerdo desde un principio, no quería ningún compañero, no estaba de humor para entrenar a ningún pelele.

Todo cambiaria el día en que Alan casi sufre un ataque y resultó herido, la última semana resultó ser de emociones fuertes para Humphries, el cambio de ambiente, de la seguridad del hogar dio un giro de 180° a la realidad de la vida cotidiana.
Alan comenzó con su segundo cadáver, todo pintaba bien hasta que una taquicardia comenzó, sus manos temblaban y se le dificultó el respirar, apretó con fuerza sus puños y se desvaneció.

–¡Alan! – gritó Eric y corrió en auxilio de su compañero.

Cuando el chico volvió en sí, había mucha sangre, nuevamente se sintió alarmado, pero sus preocupaciones se disolvieron al ver que a su lado Eric le abrazaba protectoramente, el escoses ató con gasas y vendas el corte profundo de la mano derecha de Alan. Desde ese día ambos hombres se volvieron más unidos con el paso del tiempo. Pero sería un cambio drástico en la vida de los dos.

–Embalsamar es el arte de embellecer cadáveres– dijo Undertaker con seriedad mientras deslizaba la punta de sus dedos desnudos entre los cabellos resecos de aquel cuerpo sin vida.

Eric le miró con un poco de desagrado, este hombre era algo perturbador en ocasiones, pero al fin y al cabo le respetaba, todos lo hacían, ya sea por temor o por veneración.
–¿No piensas ir a la fiesta?, la noche no es eterna ni tampoco nosotros, sal y únete a los demás– dijo Adrian.

–Aún hay trabajo pendiente, la muerte no descansa ni en días festivos– Eric habló con desgano sin dejar de atender al cuerpo frente a él.

Se trata de la fiesta anual del empresario de pompas fúnebres, cada año el dueño de la funeraria festeja que todos sigan con vida además de ser una muestra de agradecimiento a sus empleados por las jugosas ganancias obtenidas durante el año pasado. Aunque si le preguntan a Sebastian Michaelis, no se trata mas que de un disfraz para lavar su dinero mal obtenido tras la venta ilegal de órganos y partes humanas.

Todos bailan hasta desfallecer, todos menos 2, William se mantiene atento a su Tablet y junto a él está Grell con cara de pocos amigos, ella quiere bailar, muere de deseos por que alguien la saque a bailar, pero eso no sucederá. No es que tengan algo en contra de Grell, pero ya es un secreto a voces que aquel que muestre interés en la pelirroja, bien le puede decir adiós a su tranquilo trabajo.

No están peleados, pero tampoco mantienen una muy buena relación, desde la última moche que pasaron juntos, todo se volvió más tenso entre ellos.


Sus labios se unieron fugazmente, la primera vez en alguna vida pasada, fue un acto desesperado lleno de temor y ansiedad, que culminó con dos corazones rotos y dos enamorados muertos, la segunda fue una muestra de amor puro entre dos chiquillos inocentes. Grell se metió a hurtadillas a la cama de William por segunda ocasión, la primera vez fue arrojado groseramente junto con su muñeco de trapo, pero no se daría por vencido, sería su última noche a su lado. Grell se acomodó en el pequeño espacio disponible. La pequeña pelirroja junto sus manos a su boca y sonrió feliz, trato de encoger su cuerpo de forma en que cupiera mejor, ante aquella acción, William se movió un poco, Grell se paralizó un segundo, todo vuelve a la calma, el carmín suspira aliviado y se acomoda para dormir.

–Grell– dice William con voz soñolienta, Grell abre mucho los ojos y contrae todos sus músculos, guarda silencio.

–Grell regresa a tu cama– ordena el niño mayor.

–¿No estabas dormido? – pregunta Grell con el ceño fruncido.

–Tienes los pies helados Grell, me tocaste con tus pies y me despertaste– explica William mientras gira para ver de frente a su invitado no deseado, la cara de Grell se ruboriza intensamente, afortunadamente está muy oscuro y Will no puede verle.

–Vete a tu cama, quiero dormir– murmuró con los ojos cerrados, el sueño comenzaba a apoderarse nuevamente de William.

–Te quiero Will– susurra Grell y besa tiernamente a William en la comisura de los labios, para acto seguido correr hasta su cama y dormir nuevamente.

–Hasta mañana– responde el pequeño Spears sin imaginarse que no volvería a ver a Grell.

–Volveré– prometió Grell, pero William ya estaba dormido.


En esta ocasión, ese beso fue una mezcla de emociones y pasiones. Fue un beso lento, se miraron a los ojos por segundos para después cerrarlos y saborear el momento, sus manos curiosas exploraron tierras nuevas. William acaricio la espalda de Grell, era tan suave, más de lo que había imaginado.

–Will– gimió Grell interrumpiendo así el beso, por instantes William reconsideró sus actos, ¿Quería a Grell?, no, no le quería, lo mas inteligente era salir en ese instante, pero no podía, lo intento pero le fue imposible, si no era amor, entonces ¿Qué era? Lastima. William no quería a nadie, no tenía buenos sentimientos hacia ningún ser humano, pero al ver a Grell, todo pensamiento lúcido se desvaneció.

Lo siguiente de lo que fue consiente es de que se encontraba sobre Grell en la cama de este, aun vestían sus ropas. William acarició el costado de la pelirroja, sintiendo sus costillas hasta las caderas estrechas, sus huesos eran algo sobresalientes, Grell no se alimentaba adecuadamente. La mano de William se trasladó hacia la parte superior de la pijama de Grell exponiendo así el vientre de este, un pequeño diamante rojo adornaba el ombligo de Sutcliff, al notar esto William, el hombre mayor hizo una mueca de desapruebo, aunque no podía decir nada, su padre también tenía tres argollas en la concha de la oreja. Grell sonrió con picardía y acarició el rostro del moreno, William posó su rostro ante el gentil tacto.

Nuevamente se besaron, la lengua de Grell acarició los labios del moro pidiendo acceso a la caverna húmeda. William accedió a la petición, se sentía bien y hasta cierto grado era liberador, necesitaban esto. Se recostó a un lado de Grell, ambos se miraron con sonrisas bobas en sus rostros.

William acarició con el pulgar el carnoso labio inferior de Grell, este le besó la mano y los nudillos. Pronto las caricias sutiles subieron de tono, Grell deslizó su manó hasta los pantalones de su acompañante, le acarició por encima de la tela, las mejillas de Spears se coloraron tan intensas como el cabello del chico afeminado, Will subió nuevamente a Grell y se acomodó entre sus piernas. Molieron sus caderas una contra la otra.

Todo era perfecto hasta que el móvil del hombre de cabellos oscuros comenzó a sonar, William trató de ignorarlo, incluso Grell se aferró más a él y le besó con más pasión en un intento en vano por distraerlo de sus obligaciones, pero nada es eterno.

–Diga– contestó William algo agitado tratando de recobrar la compostura, se trataba del trabajo, Spears se frotó la frente con frustración, intercambió algunas palabras y colgó molesto, Sebastian se presentó nuevamente en la funeraria junto con un oficial y con una orden de aprensión para Adrian Crevan.

Grell hizo un puchero decepcionado, su cuerpo estaba caliente, necesitaba atención. ¡Ahora!.

William miró en dirección hacia Grell, este le sonrió, en los ojos de ambos existía una promesa de continuar después. El Smartphone del pelirrojo comenzó a sonar con una estridente melodía.

–¿Hola? – Grell respondió de inmediato, al ver de quien se trataba, su rostro se iluminó olvidando por momentos con quien se encontraba. William se percató de esto y una punzada en el corazón le obligó a arrebatarle el celular a Grell.

“SexySebby” se lee en el identificador de llamadas, la persona al otro lado de la línea sigue hablando sin darse cuenta de lo que acontece. En un arranquen desenfrenado el siempre tranquilo William arrojó el teléfono contra el muro, con fuerza tal que logra destrozarlo. Grell queda boquiabierto, está a punto de quejarse pero la mirada de Spears le sentencia guardar silencio. Ella enmudece espantada.

–Lloras por un “amor perdido”...– acusa entre comillas con molestia.

–Me arrastras hasta tu cama, pero te sigues revolcando con ese maldito ampón que intenta hundir a mi familia– de tanta rabia, William comienza a hiperventilar.

–No tienes derecho William– Grell habla con tranquilidad, algo raro en él.

–Tú, tú Grell Sutcliff, tú no tienes derecho, cada que me topo contigo, arruinas mi vida– William salió del cuarto azotando la puerta y dejando a Grell solo, como siempre lo ha estado. La puerta de la entrada de su casa se escucha azotar con violencia, William se ha ido, finalmente lo perdió para siempre o quizá no.



–Tú no quieres que esté contigo, pero tampoco quieres que esté con nadie más– murmura Grell mientras mantiene la mirada gacha.

–¿Qué dices? –William finalmente aparta la mirada de su Tablet. Grell no le sostiene la mirada.

–¿Me concede esta pieza señorita? – Eric finalmente decidió unirse a la fiesta. La cara de Grell se ilumina y de inmediato se pone de pie pero William le toma por el brazo regresándolo bruscamente a su asiento.

–Eric Slingby, eres un buen empleado, por favor no te metas en problemas, serías una perdida lamentable– William soltó a Grell y le permitió retirarse, Eric enarcó una ceja y por un instante sintió que las palabras de su patrón no eran mas que una amenaza recordándole lo que le pasó a Richard, el antiguo enamorado de Grell. Ambos se dirigieron a la pista de baile tratando de olvidarse de los problemas, pero la mirada penetrante de William jamás se apartó de ellos.

–Ten cuidado Eric, te puedo morder– se burló el carmín– ganándose un tirón de cabello por parte de William.

¿Qué demonios fue eso Roja? – preguntó el escoses, Grell simplemente se encogió de hombros restando importancia al asunto.

–Nunca antes vi a Spears tan celoso– se burló Eric.

–¿Celoso?, está loco…

–Pero aún así, yo lo amo– Grell dijo cual colegiala enamorada.

–El primer amor nunca se olvida ¿cierto? – dijo Eric.

–El primer amor de mi vida siempre es el último, cariño– la pelirroja le guiñó el ojo a su compañero de baile.


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