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LA SOLEDAD DE LAS FLORES CARMESÍ por karenka sutcliff

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Notas del capitulo:

HOLA MIS CORDEROS DEL AMORTS, SIGO SIN INSPIRACIÓN, PERO YA ES HORA DE ACTUALIZAR, YA HOLGAZANEÉ DEMACIADO.
ALGUNOS CÁNONES PRESENTADOS SON SÓLO RUMORES DE LA RED PUES NO HE ENCONTRADO BASES PARA SUSTENTARLOS PEROOO, YA QUE ME PARECIERON, GENIALES, LOS USARÉ. DESPUES DE TODO ESTO SÓLO SON FANFICTION.

 

 

 

.

….

¿Amor, celos?, no conozco la definición de estas palabras, ni mucho menos sé ponerlas en práctica, sólo sé que no deseo por nada del mundo sentirlas. Duelen. nunca hubo palabras afectuosas ni muestras de amor. Ya ha olvidado los abrazos de su padre y los besos de su madre. Le fueron arrebatados a una tierna edad.



Te miro desde la ventana, te espero, pero no lo entiendo. Llegas con otra fragancia, otro aroma. Eres gentil y cortés con otros, les saludas y sonríes. Inaceptable, ridículo, buscas la compañía de extraños cuando yo estoy aquí esperándote, te brindo más de lo que mereces, eres un malagradecido, oportunista.


Te odio, pero sé que me necesitas, a veces siento lástima por ti, ¿no lo ves?


Prisionero, me siento reo de tu desprecio, pero en tus brazos encuentro mi libertad, soy libre de atarme a tu lado, soy pleno y consiente, me entrego en cuerpo y alma, completamente. No me sueltes, no me dejes, secuestra mis miedos, deséchalos.


Decido abandonar mi soledad para compartir mi espacio a tu lado, extasiado de saberme tuyo. Me someto y me entrego pues a tu lado soy eterno.


–¡Aléjate! – William empujó el rostro de Grell con la palma de la mano, en su rostro se dibuja una mueca de asco. Grell está borracho y comienza a tornarse imprudente, ya le ha robado un casto beso en los labios. Esto no le molestó al estoico hombre que en más de una ocasión ha degustado aquellos labios, pero en la intimidad de la alcoba. William no tolera las muestras de afecto públicas.


Grell frunce el ceño y se pone de pie, ya encontrará a alguien que si lo tome en serio y se lo demostrará a William.


–¡Grell Sutcliff! – llama Spears pero es ignorado. William toma la tela de sus pantalones y la estruja con fuerza, teme que su pelirroja arme un lio.


Grell se tambalea entre la multitud de empleados que bailan en descontrol, cegado por el alcohol el carmín avanza hasta chocar con otro cuerpo, escupe alguna maldición y alza la mirada.


–Eric~– sonríe lasciva mientras que el chico grande le sujeta por la cintura evitando que se caiga.


–¡Roja!– Eric se muestra feliz de encontrar a otro amigo más finalmente, dudó mucho antes de abandonar la morgue para unirse a sus colegas, pero Alan fue muy insistente.
–Será divertido Eric– Alan estrechó el brazo del mayor, Humphries había sido de los primeros en unirse a la fiesta de la funeraria, pero al no tener muchos amigos el chico regresó por su mentor, de cierto modo, Eric le hacía sentirse seguro.


–Sólo lo hago por ti Al, sabes que no me gustan estas reuniones tontas de jefes y subordinados– Slingby aceptó, aunque no opuso mucha resistencia, cada vez le era más difícil negarle algo a su “amigo”, sentía que ese instinto protector por Alan crecía día con día.


–¿Sabes?, podríamos irnos de aquí y disfrutar de la noche, ¿Qué te parece? – invitó el escoces, de inmediato Alan se entusiasmó, sería su primer salida nocturna, el chico tenía tantos planes en mente. Eric se levantó de su mesa para traer un refresco para Alan y una cerveza para él, pero regresó con más que eso, una roja sorpresa para el castaño. –Grell– saludó Alan, el menor imaginó que la pelirroja estaría donde el patrón de todos pero estaba equivocado. Grell saludó distraídamente y tomó asiento en las piernas de Eric, Alan prefirió mirar hacia otro lado, Grell estaba muy tomado, “que incómodo”.


….
Copa tras copa, el ambiente se vuelve tenso. Las carcajadas se escuchan al otro lado de la pista de baile. Unos ojos recelosos les observa, que de ser dagas, ya les hubiera apuñalado hasta la muerte.


El reloj marca las 12:00 am, – Eric, será mejor que me marche a mi casa, tengo dolor de cabeza y no creo conveniente desvelarme más– Alan se puso de pie. –Vamos Alan, la noche es joven aún–el carmín tomó al castaño por la muñeca y le hizo sentarse nuevamente. Eric y Grell siguen hablando, en un principio Alan también participó en la conversación, de verdad había sido muy entretenido, pero por su salud, lo más conveniente era volver a casa y dormir un poco. El rubio notó que el ánimo de Alan comenzó a decaer drásticamente, era hora de partir. Las escandalosas siluetas se mueven en la oscuridad y abandonan el jolgorio.


–Gasolina y fuego– murmura William quien ahora yace a espaldas de Alan quien se dispone a partir también.


–¡Señor William!– Alan saludó con sorpresa


–Esos dos son peligrosos juntos. Cuídate Humphries– advirtió Spears.


–¡Alan! Date prisa– gritó Eric quien hacía señas con la mano izquierda y con la otra cerraba la puerta trasera del auto que Grell ya había abordado.


–Nos vemos señor– se despidió de Spears, el auto arrancó.


….
–Por favor descansa– Eric abrazó con fuerza al delgado castaño, lamentaba tener que dejarlo sólo, pero Grell insistió en seguir la fiesta y Alan necesitaba un ambiente más relajado.


–No te preocupes, saldremos en otra ocasión, por ahora, lo más inteligente de tu parte será dejar a Grell en su casa o William te colgará– se rio Alan y cerró la puerta, con un suspiro desanimado el chico se preparó un poco de té y se metió a su cama caliente. Eric necesitaba a alguien con quien divertirse y tristemente no sería con él. Alan se quedó dormido soñando con algún día encontrar a alguien especial con quien pasar sus días aunque fuese en casa y sin salir todas las noches.


Grell insistió en ir a un bar nuevo de la zona, pero Eric prefirió visitar aquel al que Ronald y él suelen frecuentar, es barato y no son tan quisquillosos. Bebieron hasta que sus cuerpos pidieron tregua.


–Debo ir al tocador, cariño– Grell guiñó un ojo y se puso de pie. Eric siguió bebiendo. Por lo general, la pelirroja prefiere ir al sanitario de damas, pero este lugar no cuenta con uno.
–¿No crees que te equivocaste? Muñeca– un tipo alto detuvo a Grell a la salida de los baños, la pelirroja sonrió



Una cerveza más y Grell no ha regresado, de pronto el móvil de Eric comienza a sonar, “ayúdame” se lee en un mensaje, Eric sale corriendo en busca de su rojo acompañante, pero Alan se lo advirtió.


Eric mira con horror la escena, un hombre yace aparentemente muerto en el estacionamiento, Grell sostiene un revólver en sus temblorosas manos.


–¡¿Pero qué demonios Grell?! – Eric tomó a Grell por los hombros y lo sacudió con fuerza. Grell lloró y le contó una historia donde ella era la victima de un cruel hombre ebrio. La verdad era otra.

–¡Eres hombre! Gritó su acompañante, el muy atrevido metió las manos en el pantalón del chico amanerado, Grell comenzó a reír. –¡Que asco, eres un enfermo, una abominación! – Grell le perdió la gracia al asunto. Nadie se burlaría de “ella” NUNCA MÁS.


Dicho bar se encuentra fuera de la ciudad, lo cual era una ventaja, de cierto modo. Llaman una ambulancia y las llantas queman el asfalto al emprender la huida.
La adrenalina le bajó considerablemente los niveles de alcohol en el organismo de Grell, la pelirroja se deja caer en la cama ajena, se frota el rostro, mira el techo y su mente divaga, –estúpido– murmura, de pronto la puerta de la recamara se abre el delgado cuerpo se estremece aún con resquemor de lo que acaba de suceder en el bar. Eric entra y se sube a la cama, mira a Grell y sonríe, el mayor le acaricia la mejilla y roza el labio inferior de este con el pulgar. Grell se tensa de inmediato, acostumbrado a ser usado por sus amantes, Grell imagina lo peor, pero olvida algo, Eric no es uno de sus amantes.


–Duérmete ya–ordena Eric y se recuesta a un lado de la pelirroja, pronto sus ronquidos llenan la recamara. Grell suspira y se abraza al cuerpo fuerte, el sueño tarda en llegar.
...


–No lo sé, suelo alejar a la gente, hay algo en mi que los hiere– dijo la pelirroja encogiéndose de hombros con tristeza mientras terminaba de trenzar el último mechón de cabello de Eric.


–No es verdad.


–Will no me tolera a su lado por más de 5 minutos.


–Yo no soy William, yo no quiero alejarte– el escoses sonrió cálidamente.


–Tarde o temprano Eric– Grell, cepilló los cabellos de Eric y se puso de pie. –Solo falta teñir de rubio el demás cabello– dijo Grell y se marchó, era hora de volver a su casa. Eric se observa en el espejo, le gusta su nuevo look, sonríe y va tras de Grell. Aún hay trabajo por terminar.



–Grell Sutcliff– William llama con tono severo, Eric y Grell llegan juntos. Imperdonable. Grell llega en un santiamén ante aquel llamado, Spears cierra la puerta con seguro, una larga charla respecto ala relaciones entre empleados tiene lugar. Después de Sutcliff, Slingby es citado para recibir la misma plática.


Eric y Grell se vuelven más cercanos. A William esto no le parece, está confundido, no cree amar a Grell, por lo menos no de la forma en que el pelirrojo desea, pero ciertamente, le incomoda en gran medida el hecho de que otro muestre interés en su pelirrojo. Porque Grell era su compañero de toda la vida, antes que de cualquier otro, Grell fue suyo.



Unas rosas aparecen en el escritorio de Grell, no hay nadie en el pasillo, las flores rojas, tan rojas como la sangre no tienen nombre, ¿son de algún admirador secreto?. –Will– Grell corre a la oficina de su patrón.


–Yo sabía que estabas arrepentido– llora Grell y abraza a su amado William. – No te preocupes mi amor, yo te perdono– se besan.

 

–Idiota– escupe William y acorrala a Grell contra la pared, su mano derecha sube hasta la garganta de este y comienza a apretar suavemente como queriendo estrangularlo, Grell respira agitado, está excitado, las largas y rojas uñas despeinan el cabello antes perfecto y un salvaje beso tiene lugar, pero no pasa de eso, tocan sus cuerpos con desesperación, la ropa les estorba pero no la hacen a un lado, es mejor esperar. –Esta noche– William susurra al oído de Grell.


Grell acomoda su ropa y sale de aquella oficina, Eric está frente al escritorio de la roja, le espera muy sonriente.


–Oh Eric– chilla con emoción el carmín.


–Mira, que hermosas rosas me ha regalado mi Will querido– Eric perdió todo el color. Las rosas, esas malditas rosas, las compró él y ahora ese desgraciado se cobraba todo el crédito. Eric no dijo nada, Grell se veía tan feliz. Era mejor así.

 

 

 

Notas finales: .


….
JUSTO EN LA FRIEND ZONE XD.
LAMENTO MUCHO ESTE CAPÍTULO DEL ASCO, PERO ES QUE NO TENGO NADA DE INSPIRACI”N. NO QUIERO EMPEZAR CON PROBLEMAS CON ESTE FIC QUE ME GUSTA TANTO. PROMETO ESCRIBIR ALGO MEJOR PARA LA SIGUIENTE ACTUALUZACI”N.
PERD”N OTRA VEZ.
COMENTARIOS PLISUUU.

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