En el tercer piso, Tony observó cada sombra que se inclinaba por el suelo, apenas atreviéndose a parpadear. Cada rincón oscuro parecía tener un par de ojos siniestros y manos pálidas y huesudas, y con frecuencia tuvo que recordarse respirar. A su lado, la postura y los pasos de Thor resonaban como los suyos.
La sangre de Tony zumbaba en sus venas con una emoción que se situaba en algún lugar entre la feroz alegría y el terror que le recordaba volar y las carreras de autos, y que había llegado a amar y a desear. Irónicamente, se sentía más vivo en estos momentos, cuando su vida estaba en mayor peligro, y por el brillo en sus ojos, para Thor también era igual. Tony se preguntó si esto era lo que realmente separaba a los supuestos superhéroes y villanos de la población general: la constante necesidad de perseguir momentos de estupidez indeleble y su falta de precaución, que la mayoría de las personas confundía con valentía.
Los Vengadores ciertamente nunca podrían ser acusados de pensar las cosas en exceso.
Tony imaginó a Loki burlándose y llamándole idiota, y su tenue sonrisa se tornó amarga. No sabía cuánto tiempo tenía Loki o si estaba seguro solo en el laboratorio, y se dio cuenta de que esta persecución no era tan divertida después de todo.
Thor lo vio primero.
—Ahí.
El deslizamiento apenas perceptible de negro sobre negro, el jirón de humo familiar que onduló cerca de una esquina, más adelante.
Entonces, Tony lo escuchó, el siseo tartamudeante como una fuga de vapor. El latido de su corazón palpitó en sus oídos.
—Síguelo —dijo Tony, dándole a los planos otro vistazo—. Giraré del otro lado para que podamos flanquearlo.
Thor asintió y corrió por el pasillo, capa y cabello ondeando tras él mientras Tony zanjó la curva más cercana.
Tony levantó el contenedor en su mano y el sudor cubriendo sus palmas hizo que sus guanteletes se deslizaran y se pegaran incómodamente contra su piel. Cuando escuchó más adelante el siseo tartamudeante, se agachó en un rincón y esperó, con una mano lista sobre el gatillo del contenedor.
Parpadeó el sudor de sus ojos. Pensó en Loki y exhaló un tembloroso suspiro.
—Más te vale que aprecies esto, bastardo —murmuró.
El siseo aumentó y un jirón de humo se arrastró hacia él. Tenía que sincronizar esto perfectamente...
Tony salió de su rincón y apuntó hacia la humeante e inexpresiva criatura, solo para saltar sorprendido mientras un gran rugido anunciaba la presencia de Thor. Tony vislumbró el cabello rubio por encima de la indefinida forma del Jinete, y luego un martillo balanceándose dividió el humo. El Jinete chilló y Tony maldijo, apartando su dedo del gatillo.
Entonces el Jinete, ileso incluso del poderoso Mjolnir, giró hacia Thor.
—¡Retrocede! —gritó Tony. Thor se tambaleó hacia atrás a tiempo para evitar las manos como garras del Jinete, pero se vio obligado retroceder aún más cuando cada golpe del Mjolnir oscilaba inofensivamente a través del humo. Tony vio la mirada exaltada de Thor y maldijo entre dientes.
—¡No funciona! —gritó Thor, y Tony nuevamente aplaudió su perspicacia para lo obvio. Frunció los labios y siguió al Jinete persiguiendo a Thor, dedo índice descansando nuevamente sobre el gatillo del contenedor.
—Thor, escúchame —gritó Tony por encima de los chillidos y siseos ensordecedores del Jinete—. Necesito que te tires al suelo. ¡Ahora!
—¡Tony, yo—!
—¡Ahora, Thor!
El Dios del Trueno de seis pies de altura cayó al suelo, extremidades extendidas y rostro presionándose contra la piedra. Tony apretó el gatillo.
Nitrógeno líquido roció desde el contenedor, congelándose al contacto con la criatura semi-corpórea. El humo negro se mezcló con el vapor blanco, y los chillidos furiosos del Jinete se volvieron trastornados y doloridos. Cuando Tony soltó el gatillo, Thor se incorporó sobre una rodilla y balanceó el Mjolnir hasta la criatura con sus dos manos. Lo que quedó del Jinete se hizo añicos en un rocío de polvo congelado.
El contenedor cayó al suelo con un ruido sordo, y Thor observó a Tony con admiración.
—Solo una precaución, ¿eh? —jadeó, sus labios se arquearon en una sonrisa irónica.
—Sí —dijo Tony con una risa trémula—. Supongo que a veces vale la pena ser un nerd.
Thor sonrió, aunque Tony dudaba que hubiese entendido lo que le había dicho.
****
—Ya falta poco, querido —murmuró Doom, sonriendo sombríamente hacia un todavía silencioso Loki. Digitó de memoria una combinación de botones en la máquina a la izquierda del dios; un gabinete se abrió y una bandeja de frascos se deslizó a la vista.
—No tengo ningún deseo de enfrentarme a la famosa ira de tu hermano.
Cogió la bandeja y se volvió para mirar a Loki por última vez. Tenía un jet privado esperando para llevarle lejos de Latveria y de un par de dioses nórdicos vengativos. Solo por unos cuantos días.
—Hasta la próxima.
****
Los ojos de Tony estaban irritados de tanto mirar fijamente, y de nuevo se sintió agradecido por el piloto automático. Según las leyes del tiempo, de alguna manera, el viaje de vuelta parecía ser más rápido; pero el saber que Loki estaba en la parte de atrás, inconsciente y apenas respirando, no hizo el viaje de regreso más fácil para sus nervios.
El recuerdo de la liberación de Loki de aquellas máquinas todavía estaba fresco en su mente, y recordó el alivio que había sentido en su alma al advertir el débil aleteo del pulso de Loki bajo sus dedos.
Tony miró sobre su hombro hacia la parte de atrás, donde Thor montaba vigilia sobre el otro dios.
—¿Cómo está? —preguntó.
Thor frunció el ceño hacia su hermano, una larga y pálida mano se sostenía en la suya.
—Igual.
Tony asintió, queriendo decir algo más pero sin saber qué.
—¿Tony?
—¿Sí?
Una pausa capciosa, y luego:
—¿Cómo sabías que Loki necesitaba nuestra ayuda en primer lugar?
Tony se encogió. Sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que Thor comenzara a sospechar, pero deseó que Doom no hubiera comenzado a formular todas las malditas preguntas correctas.
—Ya te dije —dijo de manera apacible, con neutralidad—. J.A.R.V.I.S. me lo dijo—
—¿Pero por qué J.A.R.V.I.S incluso estaba buscando a Loki en primer lugar?
Tony sintió la mirada de Thor perforando su cabeza. Resistió el impulso de retorcerse.
—Tony —dijo Thor, su tono era más duro que antes, pero todavía era —por suerte— amigable—. He inquirido suficientes mentiras y verdades a medias de parte de mi hermano. No te haces ningún favor escondiéndome la verdad.
Tony tragó saliva pesadamente.
—Mira, Thor —dijo—. No estoy «escondiéndote la verdad». Solo estoy... Las cosas se han complicado entre Loki y yo desde todo el, ya sabes, incidente del gato. Yo... realmente no estoy seguro de cómo responderte. —Levantó unos cuantos granos de polvo del tablero de mando.
Sonidos de pasos y después Thor estaba en el perímetro de su visión. Situó una mano en la parte de atrás del asiento de Tony y se inclinó para observar a su nervioso amigo.
—Inténtalo —dijo. Sonrió, pero había un indicio de frialdad en su expresión.
—Tú, uh... tú realmente deberías permanecer sentado, Thor—
—Tony.
—... Está bien. —Tony consideró estrellar el avión solo para finalizar esta conversación. Se aclaró la garganta y miró en dirección de Thor, pero evitó el contacto visual—. Tú... te enteraste de toda la situación de rehenes del otro día, ¿cierto?
—En efecto —respondió Thor lentamente.
Que sea lo que Dios quiera.
—Bueno... Es posible que Loki y yo hayamos, uh... —Tony hizo un movimiento vago, suspendido con su mano. Se aclaró la garganta—. Es posible que hayamos dormido juntos. Por favor, no me hagas daño.
Tony se tensó, esperando un rugido de furia y el impacto de un martillo o un puño contra su cráneo. Todo lo que obtuvo fue tenso silencio, que, en cierto modo, fue peor. Finalmente, Tony reunió el valor para mirar a Thor a los ojos. El rostro del dios estaba severo, pero pensativo.
—¿Por qué te haría daño? —preguntó.
Tony parpadeó.
—¿Por qué—? Bueno, eres su hermano mayor, ¿no?
Una sonrisa torcida dividió el rostro de Thor.
—Él difícilmente es una tímida doncella, Tony —exhaló—. Créeme, pudo ser —y ha sido— mucho peor. —Thor hizo una mueca y miró hacia el cielo.
Tony guardó silencio por un momento para procesar esto.
—Um, ¿gracias?
Thor se cruzó de brazos y miró a Tony de nuevo.
—Así que entonces, ¿qué significa él para ti?
Tony tragó saliva y sacudió la cabeza.
—Ojalá supiera.
Thor lo miró por un momento más. Tras un tiempo, sus labios se arquearon en algún pensamiento personal.
—Creo que sí lo sabes —dijo—. O no habrías arriesgado —¿cómo dijo Doom?— «Una Tercera Guerra Mundial» por él.
Thor palmeó el hombro de Tony y se giró para regresar hacia donde Loki.
—Ah, ¿y, Tony? —Su mano se demoró demasiado tiempo y sus dedos se hundieron demasiado para ser un gesto completamente amigable—. Si le haces daño... —se interrumpió significativamente, amenazadoramente.
—Sí —respondió Tony tímidamente—. Sí, lo sé.
Aunque, era probable que tuviera que temer más de parte Loki en este asunto. Thor se rio y soltó el hombro de Tony.
Tony agradeció a cualquier dios que estuviera escuchándole el que hubiera logrado sobrevivir a esta conversación.
****
Loki estaba seguro de que estaba gritando. Sus oídos zumbaban con el sonido y su garganta se sentía en carne viva. Pero no podía sentir sus labios o su lengua o cualquier parte de su cuerpo, por lo que «seguro» probablemente no era la mejor palabra. Estaba flotando en un mar blanco, negro, de todos los colores y de ningún color... flotando, nadando y ahogándose.
Ahora que pensaba en ello, ni siquiera estaba seguro de que estaba respirando.
El pánico creció donde sabía estaba su pecho, aunque sus entrañas se sentían vacías, huecas y ni siquiera estaba seguro de tener un pecho para sentir.
Algo —todo— era incorrecto. Alguien, de alguna manera, había cruzado los cables en su cerebro. Podía saborear la elasticidad de un colchón bajo él, podía oír los remolinos de color a su alrededor y podía ver la vibración del sonido detrás de sus párpados.
Estaba seguro de que estaba gritando... o de que al menos lo haría si pudiera.
Tras vidas de confusa nada, Loki registró una nueva sensación, el roce de algo, como piel sobre piel. Dedos, comprendió con esfuerzo. Frío helado contra su mejilla. Se estaba ahogando y quemando a la vez y no podía, quería—
Una nueva vibración de sonido, esta vez en sus oídos, gracias a las Nornas, y sintió partes de su podrido cerebro realineándose, finalmente, por fin.
«Ayúdame —quería decir—. ¡No puedo respirar! El fuego me quema y el humo me está asfixiando, asfixiando, asfixiando...»
Otro sonido. Familiar, dos sílabas. Un nombre.
Su nombre.
Otra pieza encajó en su lugar y reconoció los sonidos de «Lo» y «ki» y recordó cómo encajaban juntos para crearlo.
Otro roce de dedos, esta vez contra su frente. Agua goteó por sus entradas. Sudor, se dio cuenta. Su piel picaba tanto que quemaba. Se sentía como si lo hubieran vuelto del revés.
—Loki.
Su nombre, después más sonidos. Sus oídos tardaron años en traducir: «puedes» y «escucharme». Una pregunta.
Sintió regresar el resto de su ser, y se dio cuenta que sus labios se estaban moviendo y que sus ojos estaban abiertos. Pero no podía ver, y no podía inhalar suficiente aire para hablar.
Más piel contra piel, esta vez una palma en su mejilla, el roce de un pulgar hacia atrás y hacia adelante a través de su pómulo, sorprendentemente fresco. Repentinamente, recordó cómo era respirar, e inhaló una profunda, jadeante y rota respiración, ya que se había estado ahogando.
No se dio cuenta de que se había sentado hasta que hubo manos presionándolo hacia abajo. A Loki le maravilló cómo había olvidado lo que «abajo» significaba. Más agua —sudor— corría por su cuello y espalda, y sintió su cuerpo temblando, sus dientes tiritando.
Entonces parpadeó y sus ojos recordaron que eran los encargados de ver. Los colores se sacudían y daban vueltas, y Loki apretó los ojos hasta que su estómago dejó de agitarse.
—¿Loki?
Abrió los ojos y su cerebro registró «Tony» antes de que los colores siquiera regresaran a sus formas correctas. Miró fijamente y se esforzó por concentrarse, observando las líneas de preocupación atenuándose en una sonrisa torcida en el rostro del humano. Los labios de Loki finalmente se detuvieron, y recordó cómo era tener control sobre su cuerpo.
Tenía fiebre, se dio cuenta, temblando y cubierto de sudor.
—Hola —murmuró Tony—. Qué bueno que te nos unas.
«Tony» trató de decir, pero todo lo que pronunció fueron sílabas sin sentido.
—No trates de hablar, solo... resiste, ¿de acuerdo?
Tony comenzó a desvanecerse, y las líneas y colores empezaron a doblarse y a hacerse borrosas. «No te vayas», quiso decir Loki, pero su voz todavía no cooperaba.
Regresó a la nada.