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Entre sombras por Syarehn

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Notas del capitulo:

Mi amado mundo, gracias por estar aquí en este nuevo cap ¿Alguien se preguntaba qué había pasado con Stark Industries y el WinterIron? 

CAPÍTULO IV

Sombras de venganza

 

Stark sorbía un poco de whiskey en las rocas que le había llevado BABAS. Esta vez, sonrió satisfecho, ya que ahora el robot casi no cometía ninguna falla a pesar de lo adorable que lucía cuando le reprendía. Su paladar disfrutaba del dulce alcohol que se colaba por su boca y refrescaba su garganta. Sonrió, e hizo un ademán de triunfo con su copa por lo que había logrado ese día; se había deshecho de sus ataduras y ahora podía disfrutar de la libertad.

 

«Siéntete libre de hacer las modificaciones que creas convenientes.» Le había dicho Ophelia al llevarlo a uno de los pisos superiores. Estaba dos pisos debajo de la pelinegra y cinco del imbécil de Wegner, pero al igual que ellos, el radio completo de aquel piso le pertenecía.

 

Aun le sorprendía la carencia de cámaras de vigilancia o micrófonos ocultos. Y vaya que era experto buscando. HYDRA estaba dándole desde ya libertad y privacidad completas. Aquello le producía una sensación de comodidad pero también de curiosa extrañeza; él siempre había estado en constante vigilancia, nadie confiaba en que fuese capaz de hacer lo correcto, desde su padre hasta Pepper y Los Vengadores.

 

HYDRA sin embargo, estaba dándole pie a hacer y deshacer a su antojo. Sería tan fácil traicionarlos…

 

Entonces comprendió de verdad por qué nadie lo hacía.

 

Marcharse de allí no estaba en sus planes, así que observó la decoración; era exquisita, aunque faltaba su toque personal, por supuesto. Pero ya habría tiempo de acondicionar todo. Lo único de lo que no podía quejarse era de la hermosa vista que poseía. Era sin duda un regalo a sus pupilas; el bosque nevado, el cielo claro, saberse dentro de un volcán…

 

—¿Por qué le dijiste que habías usado los códigos? —Preguntó James directamente, sacándolo de su ensoñación. Tony chasqueó la lengua, molesto por la interrupción y sin la menor intención por ocultarlo.

 

—¿Querías acaso que él los usara en ti? Si es así puedo decirle que haga contigo lo que le plazca. Y dudo que te mate —dijo con un tono divertido que rayaba en lo sádico.

 

—¡Fuiste tú quien me trajo aquí! —explotó, acercándose a Tony para tomarlo por las solapas del abrigo. Inmediatamente Visión se acercó y cerró su puño en la mano de Bucky, apartándolo del castaño sin medir su fuerza. James gruñó de dolor y coraje; juraba que ese agarre le había tronado la muñeca. ¡No tenía ninguna necesidad de pasar por todo eso!— ¿¡Qué es lo que quieres de mí, Stark!? ¡Si vas a vengarte por lo de Howard, hazlo de una vez! —Gritó frustrado.

 

Tony no había dejado de sonreír ni un segundo y aquello sólo provocaba más al soldado.

 

—Howard —repitió, y la manera en que pronunció el nombre de su padre sonaba a burla. Avanzó hacia él de forma relajada pero segura. Visión hizo el amago de acercarse también pero un gesto suave de la mano del ingeniero bastó para que el androide permaneciera en su lugar—. A sus ojos yo no era más que un estorbo. No importaba qué hiciera, jamás cumplí con sus expectativas por mucho que lo intenté. He pasado toda mi vida tratando de ser lo que supuse que él quería que fuera. Qué estupidez. —James notó la molestia mezclada con pensar en los ojos castaños; Tony estaba siendo tan sincero que por un momento el soldado dudó, tal vez escucharlo no era lo que necesitaba para acallar sus culpas.

 

»Me encantaría decir que su muerte sólo significó la carga empresarial con la que ningún adolescente quería lidiar. Pero lo que me arrebataste aquel día fue la posibilidad de probarle que soy más de lo que él pensaba. Quizá mientras destrozabas su cara con tu puño de Terminator  también estabas acabando con el intento de una buena relación padre e hijo. —James no pudo sostenerle la mirada. Sabía que escucharlo sería como dagas apuñalando su consciencia—. Pero hablamos sólo de Howard. Él no representó en mi vida ni la milésima parte de lo que fue mi madre. —Tony ensanchó su sonrisa al percibir la evasiva mirada de James—. Dime, soldado, ¿recuerdas a tu madre? —Bucky se mantuvo en silencio, mirando un punto muerto en el suelo. La voz del ingeniero se había suavizado considerablemente, era casi un murmullo dulce y, en algún punto, Tony se había acercado tanto que podía sentir su aliento contra la piel de su mejilla.

 

Al no recibir respuesta Stark se apartó un poco, buscando hacer contacto con la mirada azul de James. Éste giró más el rostro pero Tony inclinó el suyo hasta que sus ojos se encontraron. Bucky tragó en seco cuando, contrario a lo que esperaba, los irises avellana lo observaban con genuina curiosidad, tenían un brillo especial que distaba mucho del reproche con el que lo atravesaba momentos atrás.

 

—¿Cómo era?—Volvió a preguntar, pasando con sutilmente sus yemas por la mejilla ajena. James se tensó. ¡Hacía décadas que nadie lo tocaba así! Que nadie le miraba de aquella forma; sin miedo y con una ternura casi palpable.

 

—Basta —pidió él, apartándose con suavidad del toque, demasiado aturdido por sus acciones y el repentino cambio de actitud de Tony.  

 

—¿Heredaste sus ojos? ¿Tal vez su piel blanca?—continuó, esta vez permitiéndose delinear los pómulos del soldado con el dorso—. Debes recordarla, soldado. 

 

«Sus manos están tibias.»  Fue lo primero que James pensó ante el gesto.

 

Entonces se permitió asentir. Porque claro que la recordaba. Sólo su lapsus inducido por HYDRA se lo impedía pero de otra manera, ¿cómo podría olvidar a la mujer que más amó en el mundo?

 

Sin embargo hacía tanto que no le dedicaba un pensamiento…  

 

—Cierra los ojos—pidió Tony, esta vez deslizando sus dedos hasta llegar a sus parpados, obligándolo dócilmente a acatar la petición. Sin mencionar que su voz sedosa le producía sentimientos encontrados, sin embargo, la calidez comenzaba a ganar terreno—. ¿Cómo se llamaba? —Susurró en su oído.

 

—Winifred —contestó en un murmullo.

 

—Apuesto a que te pareces más a ella. —James sonrió involuntariamente; todo el mundo solía decirle que era idéntico a su madre.

 

—Pero ella tenía los ojos verdes —dijo sin pensar, atrapado en su pasado, en su infancia y su etapa previa al ejército—, y su cabello era muy claro, casi rubio. 

 

—Suena como una mujer hermosa. —James asintió aun con los ojos cerrados pese a que las manos de Tony ahora se colaban entre su abrigo aunque manteniendo la efímera distancia que su camisa blanca podía significar—. Recuerda su voz, la calidez de sus abrazos —pidió. Aquellas manos se detuvieron en sus hombros mientras la sedosa voz de Tony continuaba resonando en su mente ahora llena de memorias—. Recuérdala sonriéndote en tu primer día de escuela, acariciando tu cabello y diciéndote que todo estará bien, que no hay nada de qué preocuparse. Que volverá por ti en cuento las clases terminen.

 

Y James pudo verse a sí mismo como el niño inquieto que fue, pidiéndole a su madre que no lo dejara allí, que la escuela era para perdedores y que él deseaba enlistarse en el ejército.

 

Winifred, en efecto, le había sonreído, enternecida y llena de cariño. Había acariciado su mejilla antes de decir: «Para ser un buen soldado, antes debes asistir a la escuela, cariño. Entra ya y por la tarde iremos por caramelos. ¿Te gustaría?»

 

Sonrió lleno de melancolía, de amor hacía aquella mujer.

 

—Imagínala llegando a casa —dijo Tony, consciente de la ensoñación en la que se encontraba el soldado—. Imagínala abriendo la puerta, pensando en las cosas que tiene pendientes en casa y en que tiene que terminarlos antes de que llegue la hora para volver por ti a la escuela. —El rostro de Bucky lucía apacible; casi podía oler el estofado que su madre solía preparar con tanto amor, lo saboreó—. Ahora  imagina su hermoso rostro desfigurándose en una mueca de dolor y miedo mientras la mano metálica de mi traje le arrebata el aire de los pulmones, haciendo crujir su blando y delgado cuello. —James abrió los ojos de golpe, tratando de apartarse pero Tony siguió hablando—. ¡Imagínala rogando por su vida con los ojos empañados!, ¡Piensa en la desesperación que siente mientras es asesinada sin saber por qué!

 

—¡Basta! —Bucky lo tomó por el cuello nuevamente, con la furia extendiéndose otra vez por sus venas. Su mirada destilaba odio, sus ganas de asesinar a Tony aumentaron drásticamente al imaginarlo matando a su inocente madre. Miró a Visión a unos metros de ellos, sin moverse, en posición de ataque y tal vez esperando una señal por parte de Tony para ir tras él.

 

—Me alegra que al menos puedas hacerte una idea de lo que yo sentí. —La seriedad con la que lo dijo provocó que James relajara su rostro y lentamente deshiciera el agarre. Tenía razón, no podía culparle por lo que hizo; no fue sino hasta ese momento, en que Bucky comprendió un poco el dolor que cargó el castaño todo ese tiempo sin el cariño de su madre.

 

Tony se arregló el abrigo con una elegancia natural y se marchó, dejando a Bucky  a mitad de un espasmo de añoranza al pensar en su madre y en que ni siquiera supo qué había pasado con ella después de que partiera a la guerra. Sin embargo, también estaba esa maldita culpa hacia Stark que le cortaba la respiración y lo llenaba de frustración.

 

Detestaba que lo llevara al límite, que jugara con su mente como si no hubiesen jugado ya suficiente con ella. Pero detestaba más sentir que era lo menos que se merecía por todo el dolor y la muerte que había causado; de hecho, a su parecer, era un pequeño precio a pagar.

 

«No eras tú.» Le había dicho Steve para reconfortarlo todas esas veces cuando habían tenido ocasión de charlar sobre el tema.

 

Y aun así miraba sus manos y veía sangre.

 

Y aun así, el hombre que veía en los espejos le seguía recordando que era un asesino.

 

.

. »« .

.

「Una semana después

 

Pepper se arregló el cabello sin siquiera mirarse al espejo ya que cada vez que lo hacía se veía como la persona más vil del universo. Colocó el labial rojo sin ganas y acomodó el cuello de su saco negro. Las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas, de forma involuntaria, llevándose el rímel y el rubor a su paso; le otorgaba un aspecto desfavorable, nada adecuado para la CEO de Industrias Stark. Pero ni siquiera pensar en eso le devolvía las ganas de mejorar su imagen, no cuando los trozos de su roto corazón también se escapaban en forma de gotas saladas.

 

Su cuerpo temblaba ligeramente por los espasmos del llanto y un terrible dolor de cabeza la hacía desear ser decapitada desde hace ya varias noches. Sin embargo, era el dolor de la pérdida lo que la quebraba en realidad. La muerte de Rhodey había estrujado su alma, pero la de Tony… La de Tony había arrasado con todo lo bueno que ella conocía, había cavado un profundo foso en su corazón, traspasando su alma  y continuando de largo haciéndole saber que el fondo del dolor no conoce límites.

 

Tony no había sido únicamente su jefe, su mejor amigo y el amor de su vida; Tony lo había sido todo y más. Ella era huérfana y por ello comprendía bien la pena oculta en los ojos castaños, a pesar de que ella apenas si recordaba los rostros de sus padres y ellos ni por asomo fueron la mitad de severos y fríos de lo que fue Howard.

 

Se había prometido a si misma cuidar del niño perdido que era Tony Stark, ayudarlo y ser su soporte, evitar que se hundiera. Pero Tony tenía un don para atraer el caos y un deseo autodestructivo tan amplío que Pepper sencillamente no pudo lidiar con tanto. No podía con la angustia, el estrés y las preocupaciones al por mayor. Era un constante desgaste físico y emocional para el que no se sintió preparada. Aunque lo intentó. No una, ni dos ni diez veces, lo intentó cuanto pudo y cómo pudo.

 

Y había fallado patéticamente.

 

No supo ser un soporte para Tony, no cuando ella se quebró primero. ¿Cómo darle consuelo cuando ella necesitaba ser consolada? ¿Cómo perdonar tantos arrebatos cuando eran vidas humanas las que Tony ponía en riesgo cada día?

 

«Recordando que sigue siendo tan sólo un ser humano que lucha por hacer lo correcto.»

 

Eso le había dicho Happy una vez y  era tan cierto que sentía la cara arder de vergüenza. Tal vez Tony no hiciera siempre lo correcto, pero lo intentaba, se forzaba a sí mismo a hacerlo; tenía la mala costumbre de querer cargar con el peso del mundo sobre sus hombros. 

 

¿Y dónde había estado ella? No a su lado, eso era seguro. Pero debió estarlo. Debió darle los brazos cálidos que necesitaba y la fortaleza que requería.

 

—Señorita Potts, el auto está abajo —anunció Happy con un obvio nudo en la garganta.

 

—Debí morir con él —dijo seria, tratando de no temblar—. Debí estar a su lado y recordarle sobre el mantenimiento del reactor, llevándole café y obligándolo a comer. Debí estar ahí para… —Rompió en llanto de nuevo.

 

No podría vivir con eso. Tony era lo único que tenía y ahora ya no lo tendría más. Era tarde para enmendar su error.

 

Happy la miró, enternecido por el pensamiento culposo que ella cargaba sobre sus hombros, el mismo que él tenía; se acercó para abrazarla pero ella negó con un gesto suave.

 

—Aún tengo una responsabilidad con Tony —decretó ella, secándose las mejillas con torpeza y de forma algo brusca.

 

Ambos se encaminaron sin decir más hasta el auto. De ser por Virginia, pasaría el resto del día metida en su cama, llorando minuto a minuto, maldiciéndose por ser una persona nefasta… pero no lo haría; después de todo, tenía el resto de su vida para lamentarse y no era suficiente. Colocó unos lentes de sol sobre sus ojos para disimular sus grandes ojeras  y caminó a lo largo de todo el departamento que rentaba en Nueva York desde hace un par de días; bajó por el ascensor y se subió al coche que le indicó Happy.

 

Cuando se sintió más cómoda dentro del vehículo, se quitó los lentes y tomó una botella de agua que se encontraba a la mano. Se sentía acalorada y, sin querer, recordó el día que hicieron el funeral de Tony; a pesar de no tener un cuerpo al cual orar o velar, Industrias Stark decidió hacer una ceremonia conmemorativa para acallar los medios y los chismes, claro, a esos idiotas no les importaba realmente honrar a Tony, ellos sólo querían que se hablara de lo buenos que eran al recordarlo.

 

 

«Su mirada estaba fija en el ataúd vacío que se encontraba en el centro de aquel panteón, provocándole una sensación de miedo y vaciedad que la aterraba. En realidad, no había asistido mucha gente, sólo los accionistas mayoritarios y miembros del consejo de Industrias Stark –los medios no estaban allí gracias a la férrea negativa que impuso al ver las cámaras merodeando–, además de Happy y ella.

 

Nadie más.

 

El simple pensamiento la entristeció de sobre manera, ya que, por lo menos alguno de sus ‘amigos Vengadores’ debía de haber estado con Tony en aquellos días. Alguno debió haber estado con él en momentos difíciles como la muerte de Rhodey o siquiera, vigilándole que no hiciera nada y…

 

Sintió el terror corriendo por sus venas; Tony no tenía a nadie en esos momentos, se encontraba solo. Tuvo náuseas de ella misma y el impulso de vomitar se hizo presente. La situación en sí era deplorable, nauseabunda, y de pronto un neonato pero creciente odio hacia todo el mundo comenzó a formarse en su interior, ese mundo que le había dado la espalda a su mejor amigo, incluyéndola.

 

Después del ritual establecido por el padre, todos le dieron las condolencias por ser de las personas allegadas al difunto; vaya tontería, ella le había abandonado en los últimos ocho meses.

 

El ataúd comenzó a descender mientras cada uno de los momentos que  vivió junto a él se amontonaban en su mente. Limpió sus lágrimas, evitando que éstas empañaran la vista de lo último que Tony había dejado sobre la tierra, despidiéndose simbólicamente de su jefe, de su amor.

 

Sonó su pequeña nariz, y normalizó su respiración con ayuda de Happy, quien la sostenía para que no cayera en aquella fosa al intentar arrojar una rosa blanca; sentía sus piernas débiles, faltaba poco para que Happy sostuviera por completo su peso. Arrojó la rosa como si al hacerlo pudiese tocarlo una vez más y sentir en sus dedos su calidez y la cosquilleante sensación de su cuidada barba.

 

Cerró los ojos deseando que todo fuese una pesadilla pero al abrirlos lo único que había terminado era la ceremonia. Dio media vuelta para marcharse, resultándole imposible continuar un segundo más allí –prefería llorar su dolor en la privacidad de su departamento y no ante un sepulcro vacío–, y entonces lo divisó a la distancia; una silueta que conocía y que más de una vez vio deambular en lo que fue la torre de Los Vengadores. Enfocó mejor su vista y corroboró lo que ya intuía: se trataba de Steve. El Capitán se hallaba detrás de un árbol; vestía totalmente de negro, con mezclilla, lentes oscuros sobre sus ojos y una gorra cubriendo la mayor parte de su cabello dorado, tenía entre sus manos un pequeño ramo de flores de colores, las cuales contrastaban enormemente con toda la decoración de rosas blancas que tenían.

 

Caminó con firme determinación hasta dónde él se encontraba mientras la tristeza comenzaba a convirtiéndose en furia, supuso y casi podría jurar que el otro ya se había percatado de su presencia, sin embargo, no se movió ni un ápice cuando la tuvo de frente, mirándolo fijamente con los ojos hinchados y anegados en lágrimas.

 

Un golpe sonó por todo el panteón.

 

—¡Maldito seas tú y todos los Vengadores! —dijo Pepper con voz seria. Su tono era cautelosamente cuidado pero destilaba resentimiento. La palma de su mano estaba adolorida por la cachetada que había dado pero su asombro aumentó cuando Steve permaneció estático, manteniendo su rostro serio como acostumbraba, sin algún indicio de protegerse; eso sólo acrecentó su valentía—. Ya no tienes nada que hacer aquí, Tony está muerto.

 

—Lo sé —susurró Steve—. No he logrado dormir desde entonces… Desde que Tony no está junto a mí. —Pepper lo miró confundida—. Él no murió ayer —explicó, tratando de no demostrar cómo a una semana de distancia, seguía quebrándose por dentro—; yo mismo lo maté hace ocho meses al abandonarlo, pero tardé demasiado en darme cuenta de mi error. 

 

—Al menos lo reconoces. —No pretendía ser dura, ella había hecho lo mismo, pero a su vez, sentía que con esos reproches, podía sentirse mejor y encontrar perdón o al menos algo de consuelo a través de sus auto-reclamos—. Se supone que eres un prófugo de la justicia, bien podría marcar a la policía y vendrían por ti. ¿Por qué venir hasta ahora?, ¿por qué arriesgarte?

 

Steve soltó un suspiro.

 

—No me importa lo que pase conmigo, yo sólo… —Notó que su mirada azul se perdía en el sepulcro lleno de flores blancas recién cavado—. Sólo quería decirle adiós a Tony, saber dónde podré venir a verlo. —Verdaderamente, aquella persona no parecía el valeroso Capitán América, a ojos de Pepper era tan sólo Steve Rogers, un humano común y corriente, con penas y debilidades, así como errores y defectos…, mismos que costaron la vida de Tony. Suspiró, bastante confundida. No podía ser tan dura con él; lo vio agachar la mirada, quizá no soportando la suya—. Yo… lamento mucho hacerte pasar por esto. Rhodey, Tony… todo se pierde por mis decisiones.

 

Y Pepper realmente no esperaba eso. No estaba preparada para recibir a un Steve Rogers doblegado. Cruzó sus brazos, enterrando sus uñas en su piel para disminuir su ansiedad. Tal vez…, tal vez era justo que él supiera lo que Tony tenía tanto empeño en mantener en secreto. Sólo una vez había hablado de ese tema con él. Una vez y había bastado para que fuera el inicio del fin entre ambos, pero aquel día le juró que no lo diría nunca…

 

—Tony te amaba —dijo sin medir las consecuencias de lo que salía de su boca. Observó cómo Steve levantaba la vista del piso y la miraba fijamente—. Nunca fue especialmente expresivo como para demostrar sus sentimientos, tú y yo sabemos que el tipo de relaciones que aprendió a desarrollar gracias a sus padres… —rió un poco, aunque sin ganas de hacerlo, más bien para aligerar la tensión—, no fueron las mejores. Él no tuvo el mejor ejemplo para saber cómo vincularse con los demás. —Pepper se acercó hasta Steve y tomó su mano libre—. Pero a su forma, él te amaba. Creo que es justo que lo sepas.

 

Guardó para ella la escena en que Tony se lo había dicho, completamente involuntario y obligado al calor de la discusión que se gestaba entre ellos. Pero la espontaneidad en sus palabras y la manera en que sus ojos castaños brillaron al decirlo, bastaron para que Pepper supiera que Tony no mentía.

 

El silencio imperó entre ellos y se tornó un momento incómodo. Ella no podía negar que desde siempre se había sentido celosa de Steve, de su capacidad para pasar a través de todas las barreras de Tony, para hacerlo flaquear tanto y desequilibrarlo, para mover su corazón y reorganizar por completo las prioridades del castaño. Era algo que ella siempre quiso provocar y aunque había logrado un increíble avance comparado con el resto, no podía igualar a Steve Rogers. Y aprendió a base de lágrimas que en el corazón no se manda.

 

Apretó sus manos en sus delgados brazos, aun cruzados y dio media vuelta. No podía seguir frente a Steve, no quería, así que comenzó a caminar lejos de él, buscando refugio, como siempre, junto a Happy, que la esperaba a varios metros de distancia dándole suficiente privacidad pero sin dejar de vigilarla.

 

—¿Desde cuándo? —Steve preguntó, moviéndose rápido para alcanzarla.

 

Pepper no volteó a verlo ni se detuvo; la emoción en la voz de Rogers eran cuchillas de doble filo.

 

—Tal vez —se obligó a contestar—, todo comenzó después de la batalla contra Loki y los Chitauri, pero él era demasiado terco y obstinado, se negó a reconocerlo si no hasta lo sucedido con Ultrón. —Detuvo su andar, encarándolo nuevamente y viendo con sus propios ojos el rostro tan distinto que tenía el rubio ante la confesión que hizo—. Tú y Los Vengadores eran su máximo motor, su verdadero reactor ARC para hacer todo lo que hizo, para formar un mundo donde ustedes no corrieran peligro. Eran su familia y tenía miedo de perderlos. Pero lo que más le aterraba, lo que desató el terror en la visión que le mostró Wanda, fue la posibilidad de perderte a ti, Steve.»

 

 

Pepper salió de sus recuerdos al escuchar la puerta del coche abrirse; acomodó su cabello y su ropa nuevamente, decidida en asistir a la junta pendiente en Industrias Stark.

 

«No te preocupes, Tony. Voy a proteger todo lo que creaste, velaré por el patrimonio de toda tu familia». Pensó, aunque no se refería al legado de Howard, sino a los fondos que Tony siempre dijo que destinaría a Los Vengadores si algo llegaba a ocurrirle.

 

Sus tacones resonaron por el piso de mármol y cuando el ascensor se abrió en el último piso, donde se realizaría la junta, le sorprendió ver a todos ya reunidos a puerta cerrada. Miró su reloj para corroborar la hora; había llegado con quince minutos de anticipación. Algo no estaba bien.

 

A paso firme y con la mirada afilada, abrió la puerta sin anunciarse, tomando desprevenidos a todos los miembros del consejo. Algunos casi brincaron de sus asientos por el sonido, otros por el hecho de verla a ella. Sólo un hombre cuyo apellido no recordaba pero que era el tercero en número de acciones se mantuvo tranquilo y casi sonriente al verla llegar.

 

—Buenos días, señorita Potts —dijo aquel hombre—. No la esperábamos tan pronto —agregó con cinismo, levantándose en señal de ‘respeto’ para que ella tomara asiento. Pepper tomó su lugar a la cabeza de la junta y el hombre retiró un poco la silla para que ella se sentara, un gesto caballeroso que por la situación a Pepper le resultó casi grosero.

 

—¿Señorita Potts, ha visto usted los estados de cuenta de la empresa en el último trimestre? —preguntó uno de los accionistas. Virginia enarcó una ceja, ¡Por supuesto que los había visto, ella personalmente revisaba las finanzas!

 

—¿A qué viene esa pregunta? —Rebatió ella, seria.

 

—Desde el accidente en Manhattan y el anunció de la muerte de Tony, las acciones de la empresa han bajado considerablemente de forma paulatina. Estamos perdiendo ganancias y, por supuesto, la junta necesitaba conocer los números de la empresa —explicó el hombre sentado a su lado. Todos asintieron—. Y encontramos algo que no nos gustó, señorita Potts. Quizá usted lo sepa, pues es la cabeza de esta empresa.

 

—Habla claro —exigió Pepper. Sus manos estaban ya sobre la mesa de cristal, como si se tratase de una fiera que se siente amenazada y esperara el momento para abalanzarse.

 

—¿Por qué no lo ves por ti misma? —El hombre ‘caballeroso’ deslizó un folder hasta ella. Pepper lo tomó, corroborando que fueran válidos al tratarse de los estados de cuenta de Industrias Stark. Sus manos comenzaron a temblar después de un rápido análisis de los documentos.

 

—¿Qué es esto? —Cuestionó confundida, casi aterrada—. ¡Esto no tiene sentido!

 

—¡Lo mismo pensamos nosotros, señorita Potts! —bramó otro hombre, sentado a su izquierda—. ¿¡En qué momento desaparecieron mil millones en sus narices sin que lo notara?! ¿O es que acaso los tomó usted para irse de compras?

La acusación hizo que Pepper se levantara de la mesa y estrellara ambos puños en ella. Pero antes de que pudiera defenderse otro hombre tomó la palabra.

 

—Y más allá de los terribles desvíos de fondos, está la pérdida paulatina de inversores. ¡Hace meses que a esta empresa no ingresa capital nuevo! Y ahora, sin el genio detrás de ella, ¿cómo espera que los incentivemos a invertir?

 

—¿Puede explicarnos cómo llegamos a esto, señorita Potts? —Volvió a decir el ‘caballero’ a su derecha—. ¿Puede explicarnos como es que de la noche a la mañana Industrias Stark, la empresa más grande a nivel nacional, está ahora en quiebra?

 

—Necesito corroborar estos datos —dijo, antes de levantarse y casi correr hasta la computadora central. VIERNES así como todo sistema tecnológico creado por Tony había dejado de funcionar desde la explosión –lo cual era normal pues la central de todo estaba en la torre y sólo Tony era capaz de trasladar datos de una inteligencia artificial a otra– de modo que toda la información que tenían eran los archivos físicos que se conservaban y los que provenían de entidades financieras.

 

Las manos le sudaban mientras buscaba, leyendo y releyendo archivos hasta que sintió que el mundo a su alrededor se detenía. De acuerdo a los documentos en sus manos, en efecto, la empresa no tenía fondos suficientes ni siquiera para liquidar a sus empleados. Lo que los miembros de la junta decían era verdad: desvío de fondos, falta de inversores, caída en la bolsa de valores y sobre todo, habían perdido al hombre que proveía de certidumbre e inventos a la empresa.

 

Sin Tony, aquella empresa era nada.

 

—Esta misma noche daremos la noticia de la disolución de Industrias Stark —dijo uno de los miembros de la junta, que la observaba desde la puerta—. Nos evitaremos los gastos legales referentes a su mala gestión y no levantaremos cargos en honor a la memoria de Tony. —La voz del sujeto estaba impregnada en burla—. Le sugiero que recoja sus cosas y se marche antes de ser innecesariamente despedida.

 

Pepper tardó unos minutos en reaccionar. Era de verdad, Industrias Stark, el legado de Tony, estaba en la ruina. ¿En qué momento había pasado? ¿Cómo? ¿Cuándo, si ella lo supervisaba todo? ¿Había sido Tony antes de morir? No, no pudo haber sido él. Y si así fuera, ¿para qué?

 

Las lágrimas habían vuelto; le había fallado a Tony aun después de muerto. ¿Cómo podría vivir con eso?

 

En algún punto ella había terminado en el suelo junto a un montón de cajas con papeles regados por el piso. Entonces, levantó la vista observando cada uno de ellos y lo vio; el título de compra-venta de la propiedad de Tony en Malibú firmada por el genio y una persona llamada Frederick Collins.

 

¿Qué diablos era aquello? Ella manejaba absolutamente toda la cartera de Tony desde hacía años y ese nombre no figuraba en ninguna parte de su memoria; además, ¿Quién había vendido esa propiedad si Tony se encontraba recluido en la torre? Sacudió su nariz y frunció el ceño bastante molesta y frustrada por no lograr comprender todo aquello.

 

Salió presurosa del lugar tomando su bolso y aquellos papeles que había encontrado, evidenciando que algo raro estaba sucediendo incluso antes de que todo aquello sucediera. Buscó su celular y tecleó algunos números, necesitaba averiguar qué estaba ocurriendo.

 

Debía contactar a Steve.

.

. »« .

.

「Dos meses después

 

Bucky miró al hombre a su derecha, parecía un niño viendo su programa favorito, sin embargo, lo que contemplaban eran los efectos de la nueva arma que Tony había diseñado. El castaño sonreía de una forma tan esplendida que parecía un sol, uno cuyas llamas eran letales. Detalló su rostro con la mirada y se repitió que no podía creer todo lo que había ocurrido en ese par de meses.

 

Él había seguido a Tony con la intención de saber qué pretendía –y al parecer no era asesinarlo como había pensado– para, llegado el momento, notificar a Steve sobre sus planes y ubicación. Después de todo aún se sentía en deuda con el hijo de Howard, según su perspectiva HYDRA le había lavado el cerebro aprovechándose de su dolor y su soledad, así que ahora sentía que tenía por obligación sacarlo de las sombras en que se encontraba y devolver a Tony a con sus amigos. Con Steve.

 

Pero no todo es lo que parece. Eso fue lo que aprendió con el paso de los días.

 

Él no había conocido realmente al hijo de Howard, pero admitía que siempre le pareció que el hombre vivía tras una máscara para resguardarse de lo que en verdad sentía. Sin embargo, el Tony Stark con el que ahora convivía era más que sonrisas falsas para la prensa y egocentrismo exacerbado, era más que el hombre con un profundo complejo autodestructivo del que todos solían hablar. Incluso era más que el genio y héroe detrás de Iron Man. Este hombre que lo había arrastrado fuera de Wakanda, era demasiado autentico, tanto que lo deslumbraba y lo cohibía de cierta forma. Por un lado, seguía siendo sarcástico y orgulloso, altanero y jodidamente seductor, pero también había notado que se permitía ser más expresivo en todo sentido: si estaba molesto no se preocupaba en ocultarlo o moderarse, simplemente explotaba; si quería reír a carcajada suelta o llorar, lo hacía.

 

De igual forma, James también era consciente de la naturaleza casi sádica del castaño, una que al parecer siempre se mantuvo oculta y que ahora salía a flote, y prueba de ello era la forma en que probaba sus armas sin importarle los daños colaterales. Además, Bucky no era tonto, sabía por qué Tony no empleaba los códigos de control sobre él: estaba quitándole la excusa de actuar siendo manipulado por alguien más. Aunque aquello no era del todo cierto, pues Tony ejercía cierto control sobre James a través de la culpa y los remordimientos que sabía que el soldado sentía. En realidad ambos lo sabían y a Tony, lejos de causarle algún malestar, parecía divertirle. 

 

James apretó los labios. Por alguna enferma razón, esa nueva oscura actitud le resultaba confusa pero atrayente.

 

 

«—¿Cuándo se volvió tan… ‘frío’? —Le preguntó una noche a Visión mientras recolectaban un mineral blanco con destellos plateados por orden de Tony. Al parecer no había quedado convencido con las pruebas de su nuevo invento y deseaba añadir un componente más. Poco le importaba que aquel elemento fuese radioactivo.

 

En realidad James no esperaba que el androide le respondiera,  sin embargo detuvo todo movimiento para mirarlo cuando éste habló.

 

—No fue una decisión impulsiva si es lo que está pensando, Sr. Barnes —dijo, extrayendo de la corteza terrestre los fragmentos de aquel mineral gracias a sus poderes—. Hubo ciertos… cambios progresivos y sutiles después de la propuesta de HYDRA. —Bucky enarcó una ceja en busca de una mayor explicación así que permaneció quieto y atento a cada palabra de Visión—. Al Sr. Stark no le gustan las metáforas pero creo que no hay mejor manera de explicarlo, así que pongámoslo así: la señorita Sarkissian abrió la jaula de un tigre cautivo y esperó a que el resto ocurriera solo.

 

“¿Qué diablos se supone que significa eso?” Iba a preguntar James, sin hallar sentido a las palabras del androide, pero éste continuó hablando.

 

—El tigre no salió al instante, después de todo, no es sencillo tomando en cuenta su estado habitual de miedo y desconfianza ante un mundo que siempre lo ha sometido. Pero con el paso del tiempo la curiosidad suele ganar terreno, así que el tigre, con cautela, asoma la cabeza fuera de la reja. Él espera el castigo habitual pero éste no llega y al ver que puede ir más allá, comienza a salir despacio, alerta a todo cambio —dijo. Y para ese momento, James tenía todos sus sentidos puestos en el relato.

 

»El condicionamiento al que el tigre está acostumbrado lo obliga a ir y venir de la jaula, sintiéndose incapaz de dejarla por completo pues no conoce nada más allá de esos límites. No conoce la libertad y el miedo todavía lo ata a los barrotes. Pero el tiempo le da seguridad y la seguridad le brinda la osadía para ir cada vez más lejos. Por lo que el tigre aprende a conocer el terreno que pisa, a reconocerse a sí mismo, así como su lugar en la cadena alimenticia, y el miedo queda atrás cuando por fin logra deshacerse de los hábitos pasados para reemplazarlos por la consciencia de su nueva naturaleza, su verdadera naturaleza. De modo que el hombre que hoy conoce, Sr. Barnes, es el verdadero Tony Stark. Es el tigre en su hábitat —concluyó son una sonrisa sutil antes de volver a su trabajo de recolección.

 

James había continuado quieto un poco más, analizando la metáfora. Su mirada se perdió de manera involuntaria en el cielo nocturno mientras resonaba en sus oídos el murmullo de las hojas en aquel bosque apartado donde se hallaban los túneles que proveen el mineral.»

 

 

Aquella noche Visión acertó con la metáfora, pues Tony en verdad se movía dentro de HYDRA como si siempre hubiese pertenecido allí, lucía tranquilo, cómodo, disfrutando de lo que hacía sin siquiera era vigilado o controlado como él alguna vez lo fue. Tony gozaba de privilegios que sólo los altos mandos y los agentes de élite –como la serpiente pelinegra con la que Stark parecía llevarse de maravilla– poseían.

 

Además, también estaba la actitud altanera y por completo irrespetuosa con la que Tony se dirigía al nuevo Barón Von Strucker. Esa era una de las razones por las que comenzó a sentir autentica curiosidad por el hombre impredecible e indómito, tan brillante como cruel que, al parecer, Tony siempre había sido. Y aunque los remordimientos de saber que en gran medida él había propiciado ese cambio en el castaño –lo cual representaba sin duda una potencial amenaza para el mundo–, se encontró también replanteándose si en verdad era algo incorrecto. Él no le debía nada al mundo, en cambio a Tony… a él le debía más que eso pues había contribuido a «encerrar al tigre», propinándole quizá los golpes más certeros sin saberlo. Lo justo era que ahora lo acompañara y se asegurara de que nadie más volviera a encarcelarlo. Cuidaría de él y velaría por la felicidad que él mismo había empañado aquel diciembre del 91. Lo haría por saldar su deuda, por honrar la memoria de Howard y María cuya amistad había traicionado. Lo haría por Steve, pues él querría que Tony fuera feliz.

 

«Steve.» Repitió Bucky en su mente, con los remordimientos arañándole el alma mientras reingresaban al  volcán y se dirigían a las habitaciones que Tony ya había adaptado para ellos.

 

VIERNES los saludó amable, diciéndoles que la cena estaría servida en cuanto Tony lo ordenara.

 

James observó a Visión desaparecer entre las paredes llevando la nueva creación de Tony al taller mientras el castaño se dirigía al ventanal. James había descubierto que la vista del volcán era la favorita de Tony, pues siempre que podía se detenía a mirar al exterior con aquella sonrisa apacible que le daba un aire encantador.

 

Él se dejó caer en el cómodo sofá de la sala, exhalando pesadamente.

 

Cerró los ojos repensando la situación. Era capaz de hacerse una idea clara de lo mucho que su amigo debía estar sufriendo tanto por él como por Tony, a quien el mundo daba por muerto. Casi podía verlo derrumbándose al enterarse de que la Torre se había desplomado arrastrando consigo cientos de casas y edificios y miles de vidas. Le dolía pensar en que al volver a Wakanda seguramente habría deseado hablar con él, desahogarse y liberar aunque fuera un poco el dolor que debía estar matándolo, para encontrarse con que él ya no estaba allí.

 

Con certeza diría que Steve continuaba buscándolo, y no lo pensaba por vanidad o ego, sino porque él sabía que su amigo se ensimismaba en misiones riesgosas tildadas de imposibles cuando había sentimientos de culpa de por medio. Pondría su mano humana al fuego afirmando que un gran porcentaje de todo lo que hizo Steve por él era porque se culpaba por aquel accidente en el tren más de medio siglo atrás.

 

Y sí por él, que era su amigo, había enfrentado a Naciones Unidas, no se imaginaba lo que podría hacer por recuperar a Tony.

 

Soltó un largo suspiro dejando caer su cabeza hacia atrás. Lo correcto sería contactarlo y decirle la verdad, después de todo, Steve había sacrificado muchas cosas –sus posibilidades con Tony entre ellas– por salvarle la vida. No podía ser tan egoísta ni tan miserable. Debía llamarlo y terminar con el infierno que Steve debía estar viviendo.

 

—Ey, Robocop, deja de dormirte y mueve tu trasero al comedor.

 

Bucky abrió los ojos al escuchar las palabras de Tony, que ahora le daba la espalda al inmenso cristal para mirarlo a él. Su tono era demandante pero con una cadencia lenta que lo hacía sonar firme y a la vez cautivante. No tenía sentido. Entonces, cuando levantó la vista y sus ojos azules se cruzaron con los avellana, por primera vez James no vio en ellos al Tony de Steve, al que actuaba por los demás bajo una máscara de pedantería que lo resguardaba de dolor; vio al tigre del que hablaba Visión.

 

Pasó saliva con dificultad.

 

Era la primera vez que contemplaba a Stark siendo consciente de quién era en realidad y de lo que eso representaba, pues ni siquiera cuando le construyó un nuevo brazo o cuando se acercaba para incomodarlo con palabras a veces hirientes y otras tantas insinuantes, se había detenido a mirarlo de verdad. Y ahora que lo hacía, le provocaba sensaciones que había dejado de percibir mucho tiempo atrás.

 

Tony enarcó una ceja al notar los ojos de James fijos en él. Cruzó los brazos, observándolo, sosteniéndole la mirada, pero había algo distinto en aquella forma de mirarlo; parecía que el soldado debatía consigo mismo sobre algo importante.

 

Y en efecto, Bucky había tomado una decisión importante: se quedaría.

 

Lo haría, pero no sólo por culpa u obligación, sino porque se mentiría a sí mismo si dijera que no sentía cierta fascinación al ver al «tigre» asechando a sus presas. Tony parecía destilar algo que creaba un campo magnético hacia él, la atracción que comenzaba a sentir era impresionante y placentera.

 

«Lo siento, Steve, pero tu Tony sí murió en aquella explosión.» Se dijo sin lamentar realmente aquello –aunque deseaba hacerlo–. Levantó su cuerpo del sillón, poniendo una diminuta sonrisa en su rostro mientras se acercaba al castaño. 

Notas finales:

A veces me pregunto si es buena idea dejarles spoilers al inicio del cap, creo que no debo hacerlo xD

Y Steve sigue y seguirá sufriendo un rato~ ¿O ya no lo merece? ¿Ustedes qué opinan? ¿O quieren un poco más de WinterIron antes de la inminente llegada del Stony?

Lo siento, soy muy preguntona :P así que ya no  los atosigo más. Gracias por llegar hasta aquí y que pasen una hermosa noche y tengan un precioso inicio de semana.

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PD: Perdonen la demora en contestar sus comentarios tan lindos, en verdad son el alimento para nuestras almas fujoshis.

¡Los adoramos! 💕 

Cadiie & Sya 


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