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MI MASCARA por kura

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Notas del capitulo:

Disclaimer: Todos los personajes de One  Piece le pertenecen al mangaka Eichiro Oda.

 

Primeramente agradecerles de antemano por darse el tiempo de leer este fic.

Para  leer el titulo recomendarles que las “x” no se pronuncia

ANGUSTIA X FELICIDAD X DESESPERACION

 

 

“Este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca  no esconderá  un ojala, esta ceniza no jugará  con fuego, este ciego no mirará hacia atrás”

 

Joaquín Sabina

 

 

 

Sus ojos secos se negaban a parpadear. Las lágrimas se  evaporaron de sus ser. Su corazón tenía que endurecerse o simplemente desaparecer.

 

Una evidente desesperación se asomaba en el rostro de Zoro. Cada centímetro de su cuerpo era recubierto por un sudor frio que le helaba hasta los huesos. Sus miembros aparentemente entumidos lo tambaleaban de un lado a otro a medida que corría, como si la superficie de la cubierta se hubiese transformado en un  sendero sinuoso de graba y arcilla ya que cada una de sus pisadas así lo sentía.

 

Apretando los dientes de pura rabia, Zoro tenía que drenar de alguna manera esa impotencia que lo carcomía destruyéndolo por dentro. Sujetando los mangos de dos de sus espadas, las blandió con una brutal violencia, cegando al instante la vida de varios enemigos invasores.

 

La sangre viva se derramaba a un extremo de su camino y los cuerpos inertes caían por el otro. Las múltiples explosiones a su alrededor no eran suficientes para lograr detenerlo, y los sonidos resonantes de destrucción tampoco evitaban que su mente reprodujera una y otra vez la escena que lo marcaria por el resto de su vida. Una maldita imagen que por casualidad del destino tuvo que contemplar cuando su cuerpo se camuflo en una pared de llamas, humo y cenizas.

 

Sanji, la persona que posiblemente lo amo como nadie más lo hizo en este mundo, y mismo al que rechazo hace poco tiempo atrás; era besado, estrechado ¡mancillado! por los labios y las manos del médico aliado, sin que este ponga algún tipo de resistencia o exprese reclamo de cualquier índole.

 

Se besaban con tal intensidad que parecían ser los únicos seres que habitaban en este basto mundo, sin importarles   los demás.

 

Ante tal hallazgo, Zoro no sabía qué hacer, ¿Cómo proceder? Algo que no sabía que existía dentro de él se había quebrado en un segundo, produciéndole un dolor muy profundo e indescriptible. Un dolor jamás experimentado. El dolor de haber perdido a la persona a la que siempre había amado.

 

Law había hecho lo que él no pudo ni se atrevió a hacer por el miedo y la confusión. El medico declaro vencedor al amor de Sanji sobre el de Luffy en la guerra que de seguro libro en lo recóndito de su corazón. Se decidió por uno sabiendo que no podría tenerlos a los dos, y por lo que Zoro contemplo, Sanji había tomado la misma decisión.

 

¿Qué más podía hacer? Él perdió y lo perdió todo por no saber comprender a su propio corazón. Lo tuvo para él, Sanji lo amaba solo a él, y él lo humillo y lo desprecio de la manera más ruin, y no fue hasta que Sanji decidió olvidarlo y alejarse, que Zoro pudo valorar ese amor que existía en su ser.

 

— ¡Ahhhhh! —los gritos de Zoro rebalsaban de dolor y culpa a cada ataque que asestaba.  Los hombres invasores lo veían con un mortificante terror. Muchos soltaron sus armas por el nerviosismo que los asediaba al ser testigos de cómo un verdadero demonio emergía de entre las llamas para descargar su odio y saciar su sed asesina.

 

Con sus cuerpos temblorosos por el pánico y el espíritu de lucha que poseían pisoteado, la mayoría opto por huir del lugar, pero, darles esa opción no cruzo por la mente cegada del cazador de piratas. Al ser ellos los invasores debían pagar por la osadía de verlos como una presa débil y fácil de erradicar.

 

Para Zoro no estaba permitido dudar. No podía darse el lujo de perder. No existía la misericordia para perdonar. Ya no sentía miedo en su ser.

 

 Se convirtió en alguien a quien nadie podría detener.

 

 

 

O O O O O

 

 

 

Law rápidamente se unió a su aliado en la lucha de primera línea. Entre ambos realizaron una danza coordinada de espadazos y puños llenos de ira. El enemigo caía como fichas de dominó; uno tras otro y uno después de otro.

 

El corazón de Law estaba hinchado y lleno de vigor. Se hallaba contento aunque en su rostro solo se dibujara una pequeña sonrisa en la  que desbordaba toda esa alegría. Se creía súper hombre, invencible e inmortal, capaz de superar todos los obstáculos que se le cruzasen en el camino y de acabar con todas las monstruosidades que pudiesen existir sobre la tierra.

 

No le importaba si era un Yonkoi o la marina, el mismísimo Doflamingo o Kaido el supuesto rey de las bestias. Él sentía que podría derrotar a cualquiera, porque tenía el poder y la fuerza, la motivación y la energía. Lo tenía a él y él era su fuente de vida.

 

Law sabía que no se arrepentiría de haber elegido a Sanji ante todo. Se lo decía ese calor reconfortante que rebalsaba por todo su ser. El sabor dulce que dejaron esos labios sobre los suyos, y la sensación de haber encontrado aquello que busco desesperado durante varios años en un viaje sin rumbo.

 

Si, así se sentía estar enamorado y ser correspondido.

 

Una decena de hombres se formó como una barrera humana en frente de ellos.  De entre sus ropajes sacaron varias armas de fuego apuntándolos de manera directa y mortífera. A la orden de uno dispararon todos al mismo tiempo, y el objetivo fijado era nada menos que el medico aliado.

 

— ¡Torao! —Luffy sin vacilar se puso en frente de Law y expandió su cuerpo con la ayuda de la habilidad de su fruta.

 

 Logrando alcanzar  una gran cobertura de defensa,  las balas rebotaron de su elástico cuerpo impactando de retorno contra el mismo enemigo, eliminando a una gran mayoría de ellos.

 

Law elevo la mano y creo una habitación que cubrió parte del Sunny  y también de la flota enemiga.

 

—Esto termina aquí —dijo Law con sequedad, y ante un ligero movimiento de su mano los piratas tendidos en el suelo aparecieron sobre la cubierta del buque, formando entre todos un gran cerro de puros cuerpos tiesos.

 

Law y Luffy no se detuvieron en ningún momento y arremeterían con todo en caso de que los piratas  que  yacían de pie aun estén dispuestos a enfrentarlos.

 

— Mmmm, no debimos venir —el segundo al mando del hombre desconocido, meneo la cabeza y se retiró el monocromo que traía en el ojo izquierdo para limpiarlo con un pequeño pañuelo blanco.

 

— ¡Cállate! —Estallo el capitán sin nombre—. ¡No estoy de humor para escuchar tus estúpidos comentarios! —Desde su posición podía ver las diferentes batallas que se libraban en el barco de los Mugiwara, y con irritación presenciaba la derrota rotunda de la mayoría de sus hombres.

 

Entrecerrando los ojos, algo de todo aquel caos logro llamar su atención, y creyendo haber encontrado un eslabón débil en esa cadena de guerreros, su sonrisa demencial no se dejó esperar.

 

 — ¡Rápido inútil, trae mi arma!— ordeno sin perder de vista el objetivo en el cual descargaría su furia vengativa—.Acabo de encontrar a un indefenso patito acorralado entre las llamas.

 

 

OOOOO

 

 

Usopp corría entre las flamas cubriéndose la cabeza con ambos brazos. Traía la frente fruncida intentando escudriñar entre la humareda oscura que lo rodeaba. Ansiaba hallar a alguno de sus amigos y brindarles algo de ayuda si continuaban en la lucha, y para su gran suerte no tardó mucho en captar a su Nakama de cabello verde luchando aisladamente.

 

— ¡Hey Zoro! –grito contento, elevando una mano  y abanicándola mientras corría hacia él. Pero, su paso se hizo lento hasta casi detenerse  y su sonrisa alegre fue reemplazada por un gesto de suma preocupación en cuanto  percibió un  estado extraño, casi catatónico que parecía revestir a su amigo  —. ¿Zoro?

 

—P-Por favor, perdóneme la vida —rogaba entre tartamudeos el ultimo pirata invasor que aun permanecía de pie. Tembloroso y con los ojos llorosos, retrocedió hasta quedar acorralado contra el barandal del barco. Aquel individuo podía ver el cruel destino que el ensangrentado filo de la espada del espadachín le regalaría, y aceptando que no existían más alternativas de supervivencia, cerró los ojos y se resignó a lo inevitable.

 

Con una mezcla de terribles emociones, Zoro perdió los sentidos que comunicaban su mundo interior con el exterior. Al no oír ni ver, no podía considerar perdonar. En su cabeza se plantó firme aquella terrible escena. Y sin saberlo, Zoro estaba experimentando en carne propia  ese dolor invisible que una vez golpeo a Sanji cuando los observo a él y a su capitán en una escena similar.

 

El sudor en el rostro de Usopp no era producto del calor infernal que lo envolvía, sino, esta era causada por una sensación inevitable de terror, al ser testigo de una matanza sin sentido, causada nada menos  que por uno de los suyos. Un Mugiwara.

 

—Zo-Zoro… ¡¿Zoro, estas bien?! —Grito Usopp y su inquietud se transmitió en el sonido dubitativo de su voz.  Zoro pareció no haberlo oído, y embriagado  totalmente por el olor de la sangre, estaba dispuesto a acabar con un enemigo que ya perdió hasta el último rastro de hostilidad.

 

Apretando los puños, Usopp trago fuerte y se limpió el sudor que traía en la frente, retomando así un nuevo trote.

 

Algo andaba mal y definitivamente no podía dejarlo pasar. Aparentemente en ese momento su amigo necesitaba  ayuda. ¡Su ayuda!

 

Zoro elevaba el brazo sujetando  su espada en lo más alto. Sus ojos marrones y sin brillo se disponían a terminar con todo.

 

— ¡Zoro!

 

De un salto,  Usopp logro sujetarlo desde la espalda usando todo el peso de su cuerpo ligero y evitando con eso que se consuma toda una masacre.

 

 — ¡Déjalo Zoro! ¡Ya no puede pelear! ¡Ya no puede pelear! — Usopp le gritaba cerca del oído, rogando que su voz logre encontrar   y  alcanzar la conciencia perdida de su Nakama.

Zoro se removía con violencia tratando de quitarse el peso extra que lo envolvía. Usopp  cerró los ojos y continuaba llamándolo usando toda la fuerza de su garganta.  El segundo de distracción fue aprovechado sin dudar por aquel individuo, quien logró huir entre tropezones sin mirar atrás.

 

— ¡Por favor Zoro, reacciona! ¡Nuestros amigos necesitan nuestra ayuda! ¡Luffy y Sanji necesitan de tu ayuda!

 

Zoro, al oír los nombres de aquellas personas que hacían palpitar su corazón, atormentándole y enloqueciéndolo al ya no saber a cuál le debía su amor, se detuvo de golpe dejando de forcejear.

 

Con su respiración agitada y el cuerpo tembloroso, dejo caer su espada al suelo antes de bajar su brazo a un extremo. Usopp lo libero de sus brazos lentamente,  y sin dejar de mirarlo se posó al lado suyo.

 

Zoro bajo la cabeza,  y deshecho más de espíritu que de cuerpo, se dejó caer de rodillas y manos al suelo.

 

—Zoro… —Murmuro Usopp agobiado.

 

—Usopp, yo… lo perdí —Zoro cerró los ojos, y con las manos cerradas en puños tensos, grito con fuerza lo que sentía en ese momento— ¡Lo perdí para siempre! El cocinero me dejara ¡Nos abandonara! —Con la garganta doliéndole al respirar, no podía liberar esa opresión  que lo asfixiaba  sin dejarlo respirar. Incapaz de reprimir esa ola de dolor que lo inundaba, permitió que todas sus emociones fluyeran al exterior a través de gruesas lágrimas.

 

—Tranquilo Zoro. ¿Por qué dices eso? ¿Qué te hace pensar que Sanji nos dejara? Sanji no abandonara el grupo, él nunca lo haría…

 

— ¡El médico me lo dijo! —Interrumpió Zoro en una especie de gemido— El maldito  me dijo que se decidió en amar al cocinero, ¡a ese estúpido cejudo! El bastardo tiene pensado hablar  con Luffy para poder llevárselo muy lejos de nosotros, y lo peor de todo es que estoy seguro que el cocinero aceptara esa petición, porque ese idiota al parecer… lo ama también —. Gruño entre dientes golpeando con un puño el piso abajo de él.

 

Usopp se quedó sin habla, no hallaba palabras que decir porque no sabía que pensar.

 

¿Sanji y Law realmente se correspondían? ¿En verdad Sanji los abandonaría?

                                                             

Imposible, aquella información solo podía ser una gran mentira, un ridículo  chiste, una falsedad repulsiva. Sanji era uno de los suyos, y aunque fuese verdad que Law quiera llevárselo, Sanji se negaría, ¡Nunca los dejaría! pero…rápidamente la discusión que Usopp presencio en el desayuno llego a su mente. El momento justo cuando Sanji se sentó frente a Luffy. Cuando se disculpaba una y otra vez rogando por su perdón alegando no ser un buen amigo. La cara que puso Luffy al oír como Sanji solicitaba dejar la tripulación y el golpe que se ganó  tras decir aquella estúpida petición

 

 Usopp  jamás olvidaría lo que paso ese día.

 

La tripulación entera  parecía desmoronarse física y emocionalmente y todo debido a una extraña y reprobable relación.  Porque para Usopp esa rara relación no tenía razón de existir. Él no creía y mucho menos aceptaba que lo que existía entre Law y Sanji sea verdadero amor. Él era de las personas que pensaba en el amor como una semilla que  se sembraba y se cosechaba en un determinado tiempo, siendo el producto del cuidado y la devoción. Lo que Law y Sanji formaron en un par de semanas no lo convenció en absoluto, todo parecía indicar ser una simple ilusión. Un engaño que se convencieron en creer para aceptar el rechazo y  tolerar más fácil el desamor.

 

—Se acabó, todo se acabó— Gimoteo Zoro encogiéndose más y más para cualquier ojo que se atreviera a verlo.

 

Usopp deseaba buscar a Sanji en ese mismo momento para sacarle algún tipo de explicación a todo lo que estaba pasando entre él y Zoro. Exigirle respuestas y  soluciones antes de que el equilibrio de su equipo sea  desmantelado. Sea como sea Sanji tenía  que ordenar sus sentimientos respecto a Zoro y   asumir la responsabilidad de sus descuidados actos. Pero no podía permitirse dejar a Zoro, solo en esa agonía sentimental. Como ansiaba encontrar las palabras adecuadas para aligerar esa pena. Cuánto deseaba poder hacer algo para mitigar un poco ese dolor.

 

¿Una simple mentira podría curar un corazón roto?

 

Claro que no, en cosas del corazón solo los involucrados podían encontrar alguna solución.

 

Limpiándose las lágrimas que no supo en qué momento se le escaparon, Usopp se puso de pie.

 

—Levántate Zoro. Tú no eres así —La voz que empleo Usopp era firme, porque lo que tendría que decir debía hacer que ese hombre este firme nuevamente—. Escúchame, si Torao se decidió por querer a Sanji y dices que Sanji siente lo mismo por él, entonces debes aprender a respetar esa decisión. Aunque lo desearas, no puedes obligarlo a amarte, no puedes obligarlo a renunciar a quien él quiere. Si realmente lo amas, su felicidad tiene que ser la tuya y la nuestra también. Sin embargo,  eso no significa que él deba marcharse y dudo que lo haga. Él está con nosotros porque cree firmemente en que Luffy se convertirá en el rey de los piratas, tal y como lo hacemos nosotros,  y de igual manera luchara hasta el final por la felicidad y el bienestar de nuestro capitán. O ¿Dudas de eso?

 

Zoro miro a su amigo de la nariz larga con sorpresa e incredulidad al oír  palabras tan profundas, dignas de un buen orador.

 

Usopp le ofreció la mano para ayudarlo, y Zoro sin pensarlo la sujeto  y se puso de pie.  Con un brazo Zoro se limpió el rostro y después su expresión habitual revistió su semblante nuevamente.

 

—No— respondió— no lo dudo. Todos creemos en Luffy y luchamos por él.

 

—Exacto. Y todos conocemos a Sanji. Sabemos que el antepondría la felicidad de Luffy sobre todas las cosas, al igual que lo harías tú, yo y los demás —Usopp aun sosteniendo la mano de Zoro la apretó con mayor fuerza— Por favor, no vuelvas a decir que esto acaba aquí para ti. Sé que cometiste un gran error y  hagas lo que hagas no podrás volver atrás, jamás. Así que considera esto como un nuevo desafío a enfrentar.  Olvidar a Sanji y demostrarte que esto no te detendrá, o,  intentar conquistarlo de nuevo y demostrarle que todos podemos cambiar.

 

Zoro elevo la cabeza y observo como el humo negro parecía disolverse en el extenso cielo azul.

 

Por un momento recordó toda su vida pasada, y no importo cuan oscura haya sido una experiencia, el sabía que al final el dolor siempre desaparecería.

 

 Siempre.

    OOOOO

 

 

— ¡Franky, debemos apagar el fuego antes que alcancen las velas! —Gritaba Sanji mientras corría cargado de cubetas de madera llenas de agua entre las manos.

 

— ¡Déjamelo a mí! — Franky se dirigió hacia las velas, al mismo tiempo en que de sus hombros se abrían pequeñas compuertas de donde sobresalieron dos tubos grandes que de inmediato expulsaron agua a una gran presión — ¡Desaparece fuego de mierda, que el Sunny aún tiene mucho que dar!

 

Sanji quiso seguirlo y corrió a pasos largos paran alcanzarlo, siendo retenido por una agresiva llamarada que le bloqueo el camino con sus garras intangibles.  El ardor extremo hizo que retrocediera sobre sus mismos pasos, y un repentino viento empujo una capa de humo sobre él, asfixiándolo por un instante, obligándolo a cubrirse la boca y a cerrar los ojos con fuerza.

 

El aire se encontraba sucio y caliente. El humo era tan espeso que le irritaba los ojos y era tan oscura que le impedía ver más allá de un radio de dos metros a la redonda. Levanto la mirada y una sensación  relajadora lo inundo cuando vio como el fuego que por un momento abrazabas las velas del barco, habían sido apaciguadas por su amigo ciborg. Sin embargo,  poco le duro la calma, puesto que las llamas a su alrededor se hicieron más voraces y gigantes. Las velas fueron salvadas pero el barco en si, tal vez no cruce con la misma suerte.

 

— ¡Muchachos! —Exclamo Sanji y una fuerte quemazón lastimo su garganta —Joder… ¡Mu-Muchachos!—insistió, pero su voz no recibía respuestas.

 

La humareda y el fuego le impedían encontrar a alguno de sus amigos. Ni siquiera veía a Franky que hace un instante hablo con él.

 

 El piso bajo sus pies crujió ligeramente. La madera del suelo podía ceder en cualquier momento si permanecía ahí por más tiempo. No podía avanzar  para unirse a la batalla con los demás, así que debía retornar a la parte trasera e intentar apagar el fuego y salvar por lo menos el barco desde ahí.

 

Pero….

 

La preocupación le socavó el pecho.

 

¿Y si alguno de sus amigos estaba en problemas? ¿Si Luffy necesitaba ayuda?

 

No, meneo la cabeza despabilándose de los pensamientos negativos. No pienses eso, lo importante es calmar este fuego de mierda y evitar que el barco se consuma. De seguro ellos están bien, Luffy está bien, además tiene a esos dos espadachines cerca de él, y lucharan por él.

 

Sin darse tiempo a dudar Sanji corrió con dirección contraria a donde de seguro aún existía pelea. Pero el impasible fuego no lo dejaría huir con facilidad. Una ola de llamaradas rojas se echó sobre él, alcanzando la sensible piel de su mano izquierda, provocando que soltara irremediablemente la cubeta de madera que traía en la mano, misma que en un segundo fue cubierta por las llamas infernales.

 

— ¡Mierda! —Se quejó llevando sus dedos a la boca —un reflejo que tenía desde que era un niño— calmando así un poco el dolor producido.

 

 

¡Sanji-ya!

 

Sanji con evidente sorpresa, elevo la cabeza creyendo haber oído la voz de Law tras de él, De inmediato y sin poder evitarlo, giro esperando hallar a ese muchacho, y al hacerlo lo único que encontró fue un muro de llamas flameantes que le mostraban el infierno que le esperaba si continuaba albergando sentimientos por aquel hombre prohibido.

 

—Law.

 

Sujetándose la mano lesionada, la llevo cerca de su pecho, y cerrando los ojos recordó inevitablemente una situación similar.

 

Aquella noche en que el medico había pronunciado su nombre por primera vez y la noche donde su corazón se rompió por segunda vez.

 

Una velada sacada de un bello  sueño que unía dos mundos paralelos. El encuentro de dos corazones confundidos reunidos por similares propósitos. La luna en lo más alto del cielo y una ligera brisa  cruzando el trecho que existía entre ellos.  Los ojos de Law puestos en él, y él atrapado en los de Law.

 

El ligero dolor que la insignificante chispa que su cigarrillo provoco, y que los ojos de Law vieron como un peligroso accidente, ya que corrió hacia él con tanto interés y preocupación, que él mismo no pudo evitar sentirse vulnerable e indefenso. En ese instante Sanji deseo con  todo su corazón a que Law lo alcanzara lo más rápido posible y que lo estreche entre sus grandes brazos, reconfortándolo con su calor y ofreciéndole toda su protección.

 

Sin duda si toda aquella ilusión fantástica se hubiese realizado, el destino habría cambiado a tal punto que los hechos y los actos, las confesiones y las mentiras, las desilusiones y las lágrimas, nunca, nunca hubiesen pasado.

 

Pero las espinas del destino serpentearon abruptamente, arrastrándolo a un mundo desconocido lleno de trabas y emociones tortuosas, en el momento en que su capitán los interrumpió con una pequeña cubeta rellena de agua fría.

 

 La magia se destruyó en una ola frígida y la ilusión se perdió en una cascada borrosa seguida de una gran risa.

 

Si tan solo hubiese predicho aquella interrupción, ahora tal vez Law y él…

 

Law y él…

 

De repente los ojos de Sanji se abrieron ampliamente, quedando atrapado en el espejismo de recuerdo creados por el color naranja con matiz rojo que le regalaba el fuego a su alrededor.

 

Imagen tras imagen, recuerdo tras recuerdo saturaron sin contemplación su mente al punto de pausar su respiración. Su boca semiabierta quedó seca y sus ojos brillosos se nublaron cuando en ellos, se asomaron las lágrimas.

 

—No puede ser —negó con la cabeza y una culpa horrorosa  lo embargo, al percatarse de algo que su corazón ignoro hasta ese momento, y que a estas alturas ya no podría decirse que era una casualidad ni mucho menos un extraño error.

 

Cada vez con más fuerza, con más dolor. Uno  tras de otro las remembranzas impactaban su cabeza como si se tratasen de balas de un arma de grueso calibre, disparadas a quemarropa. El dolor intenso recreaba escenas tan nítidas  donde su capitán se presentaba en momentos cruciales, en donde Law y él estaba a punto de cruzar la línea que separa la amistad, del entendimiento y el amor.

 

— Como no pude verlo— Sanji se llevó las manos hacia la cabeza y enterró sus dedos en sus propios cabellos —. ¡¿Cómo diablos no pude verlo?!

 

Idiota, iluso y ciego.

 

Un pequeño juego en la cocina. La noche bajo la luz de la luna en una fiesta de bienvenida. El los arboles de mandarinos durante una confesión inconclusa…

 

Las sonrisas únicas que Luffy le regalaba, la necesidad automática de su capitán  para estar bajo esa mirada plateada. El seguirlo y buscarlo de noche y de día. Posiblemente Luffy no era tan consciente de ello, su inocencia no le hacía percibir ese amor por completo, pero su corazón de seguro lo sabía. Tal vez todos lo sabían. De seguro solo él no lo comprendía.

 

¿Qué fue lo que hizo? ¿Cómo pudo ser tan tonto para entrometerse en un amor que ya estaba escrito? ¡Sin darse cuenta destruyo las páginas de una hermosa historia!

 

¡No, él cambio esa historia el momento que se encontró con ese hombre!

 

Luffy correspondió a Law desde el principio. ¡Desde siempre!

 

El cuerpo de Sanji comenzó a temblar y sus rodillas a flaquear ante la horrible verdad. Se mordió el labio inferior con tal fuerza que sintió el sabor salado y acido de su propia sangre. Con las piernas inestables se tambaleo desesperado, y como perdido miraba a su alrededor en un estado de pura confusión.

 

Con un crujido seco, sus rodillas chocaron el suelo. Las cenizas incandescentes junto con las flamas arremolinadas lo envolvieron poco a poco, amenazando por convertir su infierno emocional en algo físico y más real. Sus cabellos flotaban ligeramente ante el aire caliente, pero sus lágrimas eran tan heladas que no se evaporaron cuando brotaron de sus ojos y se dejaron caer hasta tocar el suelo del infierno.

 

—No, tranquilízate y respira —con brusquedad se limpió las gruesas lagrimas que cubrían sus mejillas sucias de carbón excedente— ¡Concéntrate! —se ordenó a sí mismo.

 

Ya no podía permitirse más lamentos. Ya no podía albergar más dudas. No podía hacer nada para borrar sus errores. Pero tampoco podía evitar que el dolor y la culpa le taladraran el pecho sin contemplaciones. Si deseaba que esta ridícula historia termine, debía permitir que esas emociones negativas lo invadieran, hurgándole el interior hasta arrancarle el corazón y extirpar de ahí el amor que llego a tener hacia Law.

 

Un amor que nunca debió existir. Una mentira que tomo forma. Una ilusión que debía desaparecer sin duda alguna. La lista de errores podría seguir y seguir, y a la única conclusión a la que llegaría, era la de haber sido un idiota. Un genuino idiota.

 

El sonido rotundo de un disparo invadió el aire, rompiendo su confusión mental, estremeciendo su alrededor y su corazón. Sanji se agacho rápidamente, abrumado por lo que ese sonido podía significar.

 

— ¿Qué paso? Ese no fue un  disparo normal —murmuro parpadeando varias veces—. No sonó para nada bien. Y los muchachos… debo encontrar a los muchachos— una tensión inquietante lo invadió, erizando cada centímetro de su piel.

 

El retumbar de un  nuevo disparo acallo preocupantemente cualquier sonido o voz en la atmosfera. El silencio durante una lucha siempre  auguraba un acontecimiento terrible. Sanji se alarmo de inmediato, estaba seguro que los disparos que oyó tenían como objetivo a alguno de sus amigos, se lo decía su intuición. Era seguro que el enemigo aprovecharía la espesura del humo para acabar con todos ellos desde las sombras.

 

Poniéndose de pie y estando prácticamente a ciegas entre las brumas negruzcas, corrió con dirección donde alcanzo a oír el ultimo disparo.

 

— ¡¿Muchachos, están bien?!

 

No hubo respuestas.

 

— ¡Muchachos!

 

De pronto logro oír un nuevo retumbar justo a sus espaldas, pero esta no era la de un disparo, esta se oía muy fuerte y diferente, como la de un relámpago azotando la tierra en una noche de tormenta.

 

Sanji giro la cabeza sin detener el paso, y al hacerlo fue cuando en un segundo, una estela luminosa golpeo sus ojos, obligándolo a cerrar sus parpados. La sensación extraña de que su cuerpo había sido elevado y que un dolor físico aquejo su cuerpo, presionando su pecho y rasgando su garganta, lo estremeció por dentro. Y antes de darse cuenta el mundo a su alrededor se alejó de él y la oscuridad lo envolvió para siempre.

 

 

 

O O O O O

 

 

—Torao, hay mucha diferencia entre amistad, admiración y amor.

 

Las palabras de Nico Robín por fin parecían cobrar algún sentido en la vida de Law.

 

Luffy y Sanji siempre fueron dos caras diferentes de una misma moneda. Los dos significaban algo muy importante para Law, y no fue hasta que los sostuvo entre sus manos que pudo notar la gran diferencia que existía entre ellos dos. Y ahora, que había puesto sus sentimientos en orden, y sabiendo que con ello solo podría pulir uno de esos lados, resolvió en dar todo de sí para que esa cara esté dispuesta a mostrarle siempre, un hermoso resplandor.

 

Ajeno totalmente al drama emocional por el que cruzaban sus amigos de cabello verde y ceja en espiral, Luffy se sentía aliviado y porque no decirlo, feliz. Él percibió el cambio radical que sufrió Law, y el hecho de que sus ataques y técnicas estuvieran tan bien sincronizados con los suyos, que incluso parecían compartir el mismo cuerpo y la misma mente, contribuían también a su felicidad.

 

Entre cinco a diez individuos exhaustos de atacar y no lograr reducir a sus supuestas presas, arrastraron los pies y retrocedieron percatándose de que no tenían posibilidad alguna de ganar.

 

Soltando sus armas y mirándose nerviosos entre ellos, optaron por retornar a trote hacia su propia nave. La lucha estaba decidida ya.

 

Tanto Law como Luffy no mostraban signos visibles de agitación ni cansancio. Mientras observaban como su barco era abandonado con un excesivo terror por parte de los piratas enemigos quienes se llevaban a arrastras a sus colegas heridos, ninguno bajo la guardia ni rompieron la posición ofensiva.

 

Luffy elevo su mirada  retando al capitán  sin nombre que se mantuvo como espectador todo el tiempo sobre lo alto del buque.

 

— ¡Estas acabado y tus hombres derrotados! ¡Sera mejor que te retires si no quieres ser eliminado por completo y morir! —advirtió Luffy por última vez. El crepitar del fuego y las chispas volátiles que ascendían a sus espaldas junto con el humo negro y espeso, lo hacían ver como un pitara temible pero justo.

 

El hombre ignorando al joven capitán, sujeto un arma  de mango café y cañón negro, que fue alcanzada sobre una bandeja plateada por uno de sus sirvientes. Era algo grande pero perfecta para su mano gigante. Abriendo la recamara inserto varias balas que brillaban ante la luz del sol con un tono inusual de negro  petróleo. Sin duda se trataban de  balas hechas de Kairoseki.  Acomodándolas en cada celda vacía, término la carga al apuntar hacia Luffy,  centrando su rostro en la mira.

 

— ¡El único acabado aquí eres tú, Mugiwara! —El hombre sonreía con arrogancia mientras su dedo presionaba el gatillo de su arma. El disparo agito su brazo pero no logro borrarle la sonrisa engreída del rostro, y mucho menos el brillo de confianza que poseían sus ojos negros.

 

La bala paso por un extremo de la cabeza de Luffy, silbando al romper el aire y  ondeando sus cabellos por el cercano roce.

 

—Tú y tus hombres merecen conocer el miedo y la derrota por la que tuvieron que someterse los míos —el hombre disparo nuevamente y el proyectil paso por el otro  extremo del rostro del joven capitán, sin incitar ningún cambio en su fachada— ¡Así que recuerda esto, lo último que veras de mí en esta lucha, será mi sonrisa frente a tu rostro sumido en la mismísima desesperación!

 

El capitán sin nombre deposito su arma en su mismo cinturón. Con una mano se sujetó la ajustada chaqueta y se la retiro desgarrándola de un solo tiro, dejando su torso al descubierto. Sin perder de vista a los dos jóvenes capitanes,  retrocedió varios metros, y tomando aire profundamente, tomo impulso antes de empezar a correr  correr. Dando un gran salto, salto fuera de su propia nave desapareciendo ante la vista de todo ojo abierto,

 

— ¡¿Desapareció?! —grito ansioso Luffy, quedando con la boca abierta.

 

— ¡Mugiwara-ya! —exclamo Law, lanzándose sobre su aliado, cubriéndolo con su cuerpo para protegerlo justo cuando observo una pequeña irregularidad en el aire y una punzada en su instinto advirtiéndole del peligro.

 

Sobre ellos una gran y poderosa ventisca cruzo silbando y ahuyentando el humo por casi toda la cubierta, logrando  apagar las vigorosas llamas en el recorrido que realizaba.

 

Es  muy rápido. Demasiado rápido para ser visto.

 

Law se puso de pie ayudando a Luffy desde el brazo.

 

— ¿Estas bien?

 

—Sí, ¿Dónde se metió el tipo rosa? —Luffy meneo la cabeza a varias direcciones intentando hallarlo.

 

—Y bien Mugiwara ¿Quieres saber lo que se siente que acaben y masacren a tu gente frente a tus ojos?

 

Al oír la voz enemiga a sus espaldas. Los dos capitanes giraron al mismo tiempo en un plano ralentizado. Al hacerlo los ojos de ambos se dilataron con la tremenda y desagradable escena que encontraron.

 

—No,  no  puede ser cierto.

 

Los ojos de Law no creían lo que veían. Su cuerpo sintió una mezcla espeluznante de emociones que hizo flaquear todas sus extremidades. Inconscientemente dio unos cuantos pasos inseguros mientras su respiración se dificultaba. La valentía que había experimentado minutos atrás se desvanecía.

 

— ¿Qué pasa Mugiwara, te comieron la boca los ratones?

 

Algo se estremeció dentro del corazón de Law al ver como ese malnacido sujetaba desde el cuello a nada menos que a Sanji,  su amado. El maldito lo tenía pendiendo en el aire, enterrando sus asquerosos dedos en su garganta imposibilitándolo de hablar o gritar, y presionándolo  con una fuerza bruta en contra del mástil más alto y grueso de la cubierta.

 

Sanji tenía sus ojos fuertemente cerrados. Sus labios moviéndose ligeramente dando bocanadas de un aire que no le llegaría, Sus manos temblorosas a punto de soltar el brazo que lo aprehendía.

 

Sanji-ya…

 

¿Cómo fue que  ese desgraciado se atrevió a tocar al cocinero de entre todos sus aliados? ¿Cómo pudo tener el descaro de posar esas repugnantes manos sobre ese delicado cuello de ganso? Los brazos de Sanji sucumbieron por la falta de energía y cayeron oscilando a sus extremos. Law sabía que Sanji no resistiría por más tiempo. Tenía que hacer algo rápido. ¡Tenía que ayudarlo y salvarlo!

 

— ¡Suéltalo maldito! —exclamo Luffy salvajemente, corriendo de inmediato a defender a su amigo con sus puños cerrados y pisadas potentes.

 

— ¡Detente ahí, Mugiwara! —Ordeno el capitán sin nombre, colocando el cañón de su arma en la frente del cocinero— o el muere.

 

Luffy se detuvo tan abruptamente que término por tropezarse con sus propios pies, derrapando hasta quedar tendido en el suelo. Law por otra parte estaba congelado, solo imaginar en que Sanji estaba en un peligro latente de muerte, su corazón parecía haber dejado de latir, y estupefacto por la última advertencia ni siquiera cruzo por su mente en usar su habilidad.

 

— ¡Suéltalo y pelea conmigo! —grito Luffy con la furia en la punta de la lengua.

 

En respuesta el capitán enemigo se puso a reír. Las carcajadas en su boca se oían demenciales y poco naturales. Maldición, de entre todos los piratas en el mar se cruzaron con uno que no mostraba cordura alguna.

 

—Sabes Mugiwara, entre los piratas y los marines se habla de que cada uno de tus hombres equivale a un centenar de personas —usando el arma movió el cabello de Sanji a un extremo para provocar la ira del joven capitán—. Tú acabaste con trecientos  de mis hombres. ¿No te parece que ahora como retribución, debería cobrarme mínimamente con la vida de tres de tus Nakamas?

 

— ¿Qué intentas decir?

 

 

—Pues bien, veras… con los disparos que esquivaste hace unos momentos, condenaste a dos de tus amigos a que padecieran bajo el fondo del mar.

 

Luffy quedo en blanco y sin palabras.

 

—Ahora solo debo acabar con esta mosca para que estemos a mano, y luego me retirare sin rencores. Debes admitir que es un trato muy justo.

 

— ¡No, espera! —clamó Law, forzando a su cuerpo a moverse cuando no encontró en los ojos enemigos ningún rastro de duda,  y  si el brillo rojizo de un asesino listo para matar.

 

Pero su voz se perdió entre el tremendo rugido que el disparo provoco cuando el gatillo había sido presionado. El humo que escapaba del cañón del arma ascendía onduladamente hacia el cielo, mientras que el cuerpo de Sanji ante los ojos de sus amigos caía inerte al suelo, y la sangre roja y espesa flotaba en un pausado espacio tiempo.

 

El impacto de la caída del rubio pareció dejar paralizados a Luffy y a Law hasta incluso dejar que sus ojos quedasen sin parpadear por un largo momento, mientras poco a poco en el piso se extendía un charco de  sangre roja y viscosa.

 

—No… ¡No! —Law grito rompiendo su voz, ahogándose después con un amargo sollozo que se le anudo en lo profundo de la garganta.

 

 

—Sé que no significo nada para ti. No significo nada para nadie.

 

No, eso nunca fue  cierto, tú siempre significaras mucho para esta tripulación, y también terminaste convirtiéndote en lo más importante que existe para mí, por esa razón,  te suplico que… no te atrevas a dejarnos.

 

¡Sanji!

 

 

 

 

Notas finales:

Hola a todos. ¿Cómo están?  Yo estoy muy bien. Bueno, primeramente decirles… Perdón, perdón, perdón, perdón, perdón, ¡perdón! Ya ha pasado un año desde la última vez que publique un capitulo, el tiempo es tan efímero (mirando al horizonte). Aun espero tener lectores, aunque es comprensible que se aburrieran de esta autora tardona :,v


Pero como dije, no olvidare esta historia hasta terminarla. Se suponía que solo me quedarían dos capítulos para terminarla, pero tuve que extenderlo a cuatro o posiblemente cinco más. Jajajajajajajaja (risas a la nada).


Se preguntaran ¿Cómo Sanji no percibió al enemigo, si él es tan fuerte? *-* pues mucho le afecto ese caos interno que lo agobio por un momento.


El enemigo no tiene nombre, y no creo que sea relevante a estas alturas ponerle uno  :v


¿Leyeron los últimos mangas? Todo es tan triste, Oda es un loquillo. Pero joder, todo lo que está pasando me inspiro a retomar esta historia TTwTT


Bueno, como siempre si tiene alguna, duda o sugerencia, estaré más que feliz de recibirla. Nos vemos el próximo viernes, chausito :v


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