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Until you fall por Marion_SxN

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Notas del capitulo:

Después de chotocientos miles de millones de años (no, pero si fue mucho tiempo) actualizo el fanfic. Un año que empezó medio choto y sigue siendo bastante malo para mí, por eso odio el años bisiesto.

Pero bueno, voy a tratar de tardar menos de un año en actualizar el que sigue.

Entonces, las dejo con la lectura.

-¿Adelantaron las muestras institucionales?- Joey estaba guardando sus útiles mientras su profesor de escultura estaba parado junto a él.

 -Parece que el director quiere hacerlas antes de terminar el año lectivo- su profesor se rascó la nuca y lo miró consternado- Con el problema del robo de tus pinturas el director no quiere que se vuelva a repetir.

-Claro- bajó la mirada y cerró el cierre de su morral- De todos modos las pinturas ya las di por perdidas. Solo me queda por hacer sus trabajos y estoy con todo en el tiempo justo.

Hacía aproximadamente un mes que no sabía nada de sus pinturas y nadie en la escuela parecía tener una pista de los cuadros. Creían que iban a aparecer cuando comenzaran los finales y aún no había ni un indicio. Cuando los de primero comenzaron con los exámenes se fijaron meticulosamente en cada cuadro y no los encontraban.

-Yo sé que cada pintura es importante para el artista pero ¿Cuán importante es esa pintura para ti?- el profesor se inclinó ligeramente prestándole atención.

-Son las que hice después de que rompí con mi novio, cada cuadro tiene una flor y cada una un significado. Había muchos sentimientos en ellos.

-Tienes examen mañana ¿verdad?- se apresuró a preguntar el docente cuando el rubio comenzó a caminar a la puerta del taller.

-Solo el suyo. Pero no se preocupe que ya tengo todo preparado.

-Correcto- afirmó y lo saludó con un ligero gesto de su mano- Nos vemos mañana entonces. Te cuidas.

Lo saludó y salió del salón. A fuera estaba Mokuba que lo miraba completamente entusiasmado, mientras andaban por el pasillo le platicaba lo bien que le había ido en el examen final de historia, que tenía que presentar una tesis final y la preparación para la audición que iba a tener como actor en una famosa obra de teatro.

-¿Qué vas a hacer cuando termines la carrera?- Mokuba se cruzó de brazos mientras bajaban las escaleras-Yo quiero trabajar en alguna obra de teatro, quizás Seto apruebe mi idea de ir a Estados Unidos y probar suerte en Broadway.

-¿Y despegarse de su hermanito? Sigue soñando, Mo-chan- se cubrió la mano cuando una ruidosa carcajada se le escapó.

-Joey...- susurró despacio pero con advertencia.

-Yo voy a dedicarme a la docencia y mientras tanto probar suerte en los festivales de arte. Con suerte alguna galería se interesa en lo que hago- sonrió confiado.

-¿Señor Wheeler?- ambos chicos voltearon y se encontraron con una de las profesoras más respetadas junto al director. Los dos estaban parados en la puerta con unas caras difícil de adivinar. Tanto Mokuba como Joey se miraron y se detuvieron frente a los docentes.

-¿Si?- se acomodó el morral nervioso mientras trataba de acomodarse la corbata y estar lo más prolijo posible- ¿Ocurre algo?

-Debemos hablar sobre los cuadros que desaparecieron- el rubio tragó saliva. Las actitudes de los dos profesores eran tensas y eso lo puso nervioso.

-Claro- se giró un poco y le susurró a Mokuba que tenía el rostro contraído en temor- Ve yendo, cuando termine voy para la oficina y después a casa.

El moreno afirmó suave y después salió por la puerta. El blondo se giró hacia los adultos y aspiró para enfrentar esta situación que no esperaba, los tres caminaron hacia la oficina del director que se encontraba en planta baja. Joey sentía que cada paso era una condena, cuando llegaron a la puerta la abrieron y dentro del enorme privado estaban todos los docentes del colegio y un par de personas que no conocía.

“OH, mierda”

Tragó saliva y dio un paso adelante. Con la espalda recta y un gesto rígido se concentra en el docente que caminó hacia él, el hombre tenía una carpeta en la mano que parecía un archivo. Volvió la mirada al frente y la rodó por las personas ahí, todos eran evidentemente académicos, camisas, polleras de tubo, pantalones de vestir y sacos. Uno de los que se acercó a él no era asiático y eso lo atemorizaba aún más, no podía imaginar que era lo que tenían que decirle.

-No se asuste, Wheeler. Solo queremos hacerle unas preguntas.

Tuvo un repentino flashback pero en esta ocasión, el estaba mentalmente lucido y sin duda era más grande. Podía manejar la situación mejor que cuando era más joven. Aspiró profundamente cuando su mente comenzó a regresar al pasado. Una pesada pero suave mano tomó su hombro, uno de los extranjeros estaba parado frente a él con un gesto inescrutable.

-De acuerdo, estoy para servirles- trató de sonar lo más relajado posible.

-Nosotros somos de Brera, los directivos nos mandaron para poder calificar los trabajos que serán merecedoras de las becas- la mujer que tenía los archivos en las manos se acercó a ellos- No solo observamos las obras por fotos si no que debemos verlas en persona.

Eso le parecía correcto pero aun no entendía que tenía que ver con él. Deslizó los ojos por los presentes y tragó saliva. Había algo en la escena que no entendía, aparentemente quería hablar sobre los becados pero eso no tenía que ver con él ya que nunca entregó ninguna para participar. La mujer se paró a su lado y abrió el archivo mostrándole una serie de fotografías, pasó una por una y finalmente a las del final, el estómago de Joey se estremeció y sus manos comenzaron a sudar. Reconoció las últimas pinturas, sin ninguna duda era las que había desaparecido del colegio.

-¿Wheeler?- el director pareció haber notado el cambio en su rostro porque se detuvo frente a él con un gesto preocupado- ¿Reconociste algo?

Ellos sabían que las pinturas desaparecidas estaban ahí, pero como sabían no tenía ni idea. Miró alternando la mirada entre todos, con un torbellino de sentimientos estaba tratando de no comenzar a sudar. Relajó los hombros lo más que pudo y tomó una profunda inspiración.

-Evidentemente saben que hay pinturas mías entre las fotografías y me llamaron para comprobar si efectivamente lo eran.

-Es exactamente como dijo, señor Wheeler- el extranjero movió las manos a su espalda- ¿Son esas las pinturas que desaparecieron?

-Están todas, señor- se frotó la nuca, la tensión estaba haciéndole doler- No esperaba que trataran de participar en—Un segundo ¿Cómo sabían que eran mis pinturas?

-¿Usted no postulo sus pinturas para ganar la beca?- el otro sujeto que no había hablado murmuró con un sutil acento ruso. Joey lo vio rápidamente, el sujeto eran más joven que los demás y más atractivo. No quiso seguir mirando, sabía que las personas no encontraban agradable que los ojearan fijamente.

-Ya había hablado con mis profesores y les dijo que no quería participar- se frotó el codo- No porque no me interesara la oportunidad de ir a Brera, las oportunidades de ganar la beca eran remotas, hay más de mil alumnos y cualquiera de ellos tiene más talento.

El hombre con acento ruso, sonrió de lado y caminó hasta él. A la distancia a la que estaba sabía que el tipo era grande pero a un metro de distancia se notaba enorme, le llevaba más de diez centímetros en altura.

-¿Aun te considerarías sin talento si te dijéramos que estas entre los favoritos?

Joey se quedó atónito, deslizó la mirada hacia las personas alrededor suyo y todos lo estaban mirando fijamente, esperando su respuesta. Trató de controlar el furioso rubor que empezaba a sentir calentar sus mejillas, tragó duro y carraspeó.

-¿Aunque no hubiera participado apropósito?

-Joey- el ruso lo tuteó, lo tomó de un hombro y lo sacudió para llamar su atención- Cuando vi tus pinturas, me transmitieron tanta melancolía y sé entiende a la perfección que era lo que sentías en que cada pincelada.

Los ojos azules del sujeto lo estaban haciendo sentir agitado por alguna razón que no entendía. Joey simplemente asintió suavemente sin desviar la mirada, siempre le dijeron que mantener la mirada era una marca distintiva de una persona fuerte. Con un último apretón en el hombro el extranjero se retiró del todo.

-Solo necesitábamos confirmar este hecho- la mujer le sonrió- Desde luego aun no está decidido los ganadores de la beca pero queremos que sepa, señor Wheeler, que usted está entre los más destacados.

-Gracias, señora- miró a los demás- Señores, por darme esta oportunidad a pesar de las circunstancias ¿Necesitan algo más?

-No, señor- el director se acercó a la puerta- Puede retirarse y nosotros lo mantendremos al corriente de la decisión.

-Muchas gracias, director, señores. Me retirare- dio una educada reverencia y se marchó.

Cuando salió al pasillo su profesor de pintura estaba parado al lado de la puerta. Sus miradas se encontraron, Joey estaba seguro que los únicos capaces de presentar un trabajo en nombre de otro eran los profesores.

-¿Usted presentó las pinturas en mi nombre?- el rubio caminó hacia el docente que se separó de la pared.

-Sé que tienes talento, Wheeler. Un gran conocimiento y más técnica que algunos de los más grandes no tienen y es frustrante que no seas consciente de ello, solo necesitabas que alguien te de una mano- llegó a él y revolvió su cabello- Ahora vas a tener la oportunidad de poder ser incluso mejor de lo que eres y ser apreciado por ello.

-No debió pero estoy agradecido por ellos- con una enorme sonrisa agradecida se giró para poder irse- Nos vemos la semana que viene, profesor.

-Claro, Wheeler.

 

                                                                             

.                              .                              .

 

 

Hideki estaba sentado en la cocina con las manos alrededor de la taza de té, se había despertado con un extraño presentimiento, no sabía que era pero no estaba para nada cómodo. Suspiró y observó la fotografía que Ryuji y él se habían sacado en la playa hacía muchos años atrás, era su fotografía favorita. No había maquillaje, ni editores, fue sacada por un turista cuando fueron a Hawái. Se levantó de la mesada en la cocina donde desayunaba y se giró para dejarla en el lavavajilla cuando el timbre sonó, imaginando que era Ryuji que se había olvidado algo en la casa. Fue hacia la puerta que da al pasillo y miró por la mirilla.

Se sacudió de la sorpresa, Daniel estaba del otro lado. Parecía estar parado relajadamente, tenía las manos en los bolsillos y miraba el suelo, luciendo casual como siempre. Hideki tenía dudas si abrirle la puerta o no, Ryuji se pondría furioso si lo dejaba pasar, aunque no habría ningún motivo por el cual se enojara. El nunca le había dado motivos por el cual celarlo. Tomando una profunda aspiración abrió la puerta le dio cara al norteamericano, el sujeto lo miró indeciso y tímido.

-¿Daniel?- trató de sonar sorprendido, como si al abrir la puerta lo hubiera encontrado- ¿Necesitas algo?

Era obvio que Daniel le había pedido la dirección a alguien más ya que él nunca se la había dado. Pero no necesitaba decirle lo desubicado que le parecía la inesperada visita. No se apartó de la puerta para cederle el paso, ni siquiera la abrió para indicarlo. Esperó que el norteamericano hablara para poder entrar nuevamente, aun recordaba la última vez que se habían encontrado y no había acabado bien para él. Daniel seguía teniendo una hermosa cara, como si fuera la reencarnación de Marlon Brandon en “Un tranvía llamado deseo”, la perfecta altura y los músculos correctos que un jugador de la NFL debería tener. Al parecer tenía que cederle la entrada ya que no parecía tener la intención de irse, dio un paso atrás y dejó la puerta abierta permitiéndole entrar en silencio. Se giró para caminar hasta el living en silencio, tratando de controlar sus nervios mientras esperaba que Daniel le dijera que era lo que quería, una vez en el salón, Hideki se sentó en el sillón de un cuerpo y le indicó al norteamericano que se sentara frente a él.

-La otra vez en la sesión de fotografía no pudimos hablar...- acomodó las manos en sus rodillas frotándolas en los muslos- Yo sé que fue muy problemático el que venga a Japón y te contactara, pero es por negocios, te lo juro.

-Te creo, Daniel- Hideki siempre sabía cuando una persona estaba mintiendo y nunca se equivocó. El yankee estaba nervioso, quizás asustado de que lo rechace pero Hideki nunca podría hacer eso, no estaba en él tener resentimiento- Me dijo Minekazu que tu hermano y tú ahora eran socios ¿Renunciaste a la NFL?

-No... Estamos en descanso de la liga y me tomé algunos días fuera de la cancha. Quería descansar un poco.

-Por fortuna para ti...- Hideki le sonrió más cálidamente ya que no había nada sospechoso en la actitud de Daniel- Era obvio que la NFL no iba a liberarte tan pronto y menos cuando estás saludable ¿Con quién firmaste?

-Con Falcons de Atlanta, conseguí un buen contrato- sonrió tímido, Daniel siempre tuvo esa actitud cambiante, tímido y al segundo atrevido, eso siempre le había parecido fascinante. El no era controlado o estoico, siempre fue transparente. Totalmente opuesto a él- Mis padres están viviendo en una casa que les alquilé en Atlanta, mi hermana acaba de tener familia y en si ellos vivían lejos no podía ayudarlos si necesitaban algo.

-Tus padre siempre estuvieron pendiente de ti, era lo más cómodo para los cuatro ¿Cómo está Julie? ¿Se casó con Patrick finalmente?- Hideki siempre le tuvo especial cariño a la familia de Daniel, ellos siempre fueron gentiles con él y lo trataron como a un hijo.

-Sí, hace cuatro años. Tuvieron algunos problemas para concebir pero finalmente pudieron y no creo que haya otra pareja más feliz que ellos- compuso una sonrisa incomoda- ¿Y tú, Hideki? ¿Finalmente... Pudiste...?

La puerta del frente se abrió, Ryuji entraba visiblemente decaído, como si hubiera recibido una mala noticia, Hideki apenas pudo ver su expresión ya que se giró para colgar su saco. El teutón estaba parado dándole la espalda al living por lo que no notó la presencia de ninguno de los dos, soltó un suspiró y se giró mirándolos directamente. Su expresión abatida fue rápidamente reemplazada por confusión y después pasó a rencor, arrojó la llave en el cuento junto a la puerta y dio tres zancadas hasta estar en la misma sala que ellos.

-¿Qué diablos hace Daniel en MI casa?- los ojos normalmente castaños de Ryuji parecían tomar un tono chocolate cuando estaban encendidos por la ira- ¿Porqué lo dejaste entrar?

-Santo cielos, Ryuji. Solo vino a hablar- el rubio estaba calmado, Daniel estaba rígido en el sillón con las manos en sus rodillas.

-Como si eso fuera posible... Seguro que solo iban a hablar- el ex modelo parecía irritado, mucho más de lo común. Solo cuando estaba bajo mucho stress era que tenía reacciones tan exageradas. 

-¿Cuándo te di motivos para que estés celoso de esta manera? ¿No confías en mí?- Hideki se paró tratando de entrometerse en caso de que su pareja pierda el control, últimamente Ryuji parecía estar muy alterado, tenía picos de emociones totalmente fuera de lo normal- Daniel solo vino a hablar pacíficamente.

Ryuji se quedó en silencio, parecía estupefacto por algún motivo. Se frotó la frente con un gesto alterado y su labio inferior temblando. Hideki estaba preocupado, hacía cerca de tres noches que el ex modelo parecía estar pasando por un mal momento, no sabía que podía ser ya que Hideki odiaba interferir, si necesitaban ayuda el siempre esperaba que acudieran a él antes de convertirse en un entrometido. Evidentemente era algo que él no sabía y que Ryuji no quería decirle, quería con todas sus fuerzas preguntar pero no podía.

-Lo siento, Hideki, por venir sin avisar, solo quería hablar... Como viejos conocidos- Daniel estaba triste, metió las manos en su bolsillo caminando hacia la puerta. Antes de irse se volvió hacia él para decirle algo, pero se arrepintió y finalmente salió al pasillo.

-Ryuji... ¿Qué es lo que te pasa?- Hideki finalmente preguntó, peinó su flequillo hacia atrás y se acercó a su pareja- ¿Esta el trabajo de scouting dándote muchos problemas? ¿Puedo mandar a--?

Sus labios estallaron en dolor cuando la boca del moreno se estrelló contra la suya. La violencia con la que Ryuji lo estaba besando era inusual, éste no era el tipo de brusquedad que lo apasionaba, este Ryuji lo asustaba. Trató de alejar con sus manos el torso del teutón para alejarlo, tratando de poner distancia, temía perder en fuerza y que Ryuji hiciera algo peor. Entonces el puño de éste arrancó todos los botones del frente de su camisa, desagarrándola. Los recuerdos más tortuosos de Hideki comenzaron a florecer y eso le dio la fuerza para que una de sus palmas aterrice sobre la mejilla derecha del moreno, que abrió sus ojos sorprendido. Con los ojos totalmente desenfocados y vacios levantó su mano y golpeó con el revés de su mano en la mejilla derecha a Hideki con tal fuerza que lo tiró en el sillón. Cuando el eco del golpe dejó detrás de sí el silencio del reconocimiento es cuando Ryuji se giró, tomando su saco y huyó del departamento sin siquiera darle una última mirada a Hideki que estaba tanto atemorizado como atónito.

Con la mano en su mejilla se dirigió a la cocina, donde tomó el teléfono y luego a la heladera para agarrar una bolsa de hielo del refrigerador, con una mano marcó el número al que quería llamar y conectó.

-Agencia Starlight ¿En qué puedo ayudarlo?- la voz de Yugi sonó profesional y madura.

-Soy Hideki- aspiró antes de continuar y recargó la espalda en la mesada de mármol en la isla de la cocina- Necesito ir a buscar algunas cosas ¿Vas a estar ahí?

-Sí, hoy no tengo que entregar ningún documento, es día de regresar llamadas- Yugi no parecía sospechar porque lo llamaba, era mucho mejor ya que no quería contestar ninguna pregunta.

-Perfecto... Entonces voy para allá- Hideki tomó las llaves de su auto, una campera y se marchó.    

      

 

                                                               .                              .                              .

 

 

Yugi miró el teléfono, hacía veinte minutos Hideki había cortado y por el extraño tono de voz estaba convencido de que le había pasado algo. Miró el escritorio con un gesto de inquietud una nueva tanda de fotografías de Ryuji había llegado hace dos horas, miró las siete fotografías y en ellas nuevamente encontró al vicepresidente con esta mujer morena y la niña. Los tres lucían tan cómodos, parecían un matrimonio, los tres parecían tan acostumbrados, como si... No, él sabía que Hideki y él se conocían hace más de quince años, no era posible que Ryuji pudiera ocultar una familia viviendo con el rubio. Se apoyó en la mano derecha y suspiró, se sentía mal por Hideki, él estaba tan ciegamente enamorado de Ryuji.

-Ey, Yugi ¿Cómo--?

La voz de Joey lo hizo sobresaltarse, el auricular con el que tomaba las llamadas se cayó y los ojos de ambos se encontraron en el aparato comunicador que terminó sobre las fotografías, Joey estaba tan sorprendido que sus cejas parecían haberse unido con el inicio de su cabello y los ojos dorados estaban súbitamente estáticos justo sobre la foto donde Ryuji parecía besar a la mujer.

-¿Qué... es... esto...?- Joey se acercó componiendo un gesto tan descompuesto como lo haría el propio Hideki si lo viera- ¿Yugi? ¿Qué son estas fotos?

-Espera, Joey, antes de que saques conclusiones equivocadas quiero que sepas exactamente que pasó- Yugi aspiró profundamente y exhaló- Hace unas semanas la agencia está recibiendo sobres con estas fotos.

Joey tomó una de las que más lo impactaron y la vio fijamente mientras se sentaba en el banco junto a Yugi, las manos le temblaban mientras sus pupilas viajaban de rostro a rostro. Yugi se sentía avergonzado, como si él mismo hubiera cometido la traición, miró de reojo a Joey que todavía estaba impávidamente atónito.

-¿No piensas decirle a Hideki?- Joey parecía haber finalmente reaccionado- Sabes lo que es pasar por esto pero que nadie te lo diga, es horrible ¡Yugi! ¿Qué estás haciendo?

-Te juro, Joey, que tengo la intención de contarle todo pero no sé cómo- Yugi juntó sus manos y comenzó a jugar con el anillo en su dedo anular- Es como decirle a alguien que su ser amado se está muriendo.

-Pero Yugi... ¿Por qué las guardas? Podrías simplemente dejarlas en el escritorio de Hideki- Joey frotó su espalda con pequeños círculos tratando de calmarlo, solo allí se dio cuenta que estaba temblando.

-Es que... No quiero que sufra, Joey- sus ojos empezaron a arder, el calor que sentía en sus mejillas estaba indicándole que iba a comenzar a llorar- Dice el refrán “Ojos que no ven corazón que no siente” ¿No es mejor dejarlo así?

-Tú serías feliz con la mitad del corazón de Yami ¿Lo serías?- lo tomó suavemente de la mejilla para que lo mire. Sabía que no sería justo para Yami que tuviera la mitad de su corazón. Los ojos color caramelo de Joey detuvieron su corazón en un latido ¿Qué le estaba pasando con Joey?

-No, no, Yami no sería feliz. Él merece algo más que la mitad- la más dulce sonrisa curvó los abultados labios de corazón de Joey y Yugi se sintió perdido una vez más ¿Qué le estaba pasando con el rubio?

-Entonces... ¿Vas a decirle o no?- el blondo dio un paso hacia atrás y dejó que la potente presencia de éste dejara de lavarle los pensamientos.

-No lo sé- Yugi levantó la mirada en el momento en que Hideki entraba por la puerta automática, con los ojos dilatados en pánico, manoteó el montón de fotos y con ayuda de Joey las guardó en el primer cajón.

Hideki entró con la mirada baja y su cabello ligeramente largo cubriendo el lado derecho de su mejilla. Sus ojos grises estaban clavados en el suelo, concentrados en cada cerámica del piso. Cuando llegó al escritorio donde estaban Yugi y Joey sentados se giró hacia ellos con una sonrisa ensayada y los saludó:

-Buenas tardes, chicos- la comisura de los labios le temblaron y se notaban los ojos vidriosos. Joey y Yugi compartieron una mirada de entendimiento, ninguno de los dos iba a decir nada hasta que estuvieran solos.

-Buenas tardes, Hideki- el primero en hablar fue Joey, acomodó su mochila y se paró- ¿No deberías estar en tu casa?

-Vine a buscar algunos papeles que me dejé en la oficina- la voz de Hideki salió suave y cansada. Se acomodó el pelo detrás de su oreja y vieron la mejilla hinchada y de color carmesí.

Ninguno dijo nada acerca del golpe, cuando Hideki caminó hasta su oficina, Joey tomó a Yugi de los hombros y con el gesto contraído de preocupación le dijo:

-¿Viste la marca en su mejilla?- Yugi la había notado pero no quiso decir nada- Tenemos que decirle, Yugi. Hay que decirle.

-Pero no sabemos si fue Ryuji el que lo golpeó- Yugi se zafó del agarre del rubio, esto se estaba poniendo un poco más complicado. El podía ocultar las fotos hasta que dejaran de llegar pero si había signos de tensión entre Hideki y Ryuji iba a tener que objetar.

-¿Crees que Hideki va a permitir que algún desconocido le levante la mano? Es más alto que cualquier japonés promedio, nadie nunca va a golpearlo.

-¿No crees que Hideki ya lo descubrió y lo enfrentó?- Yugi estaba comenzando a dudar. La mirada de Joey le decía que sospechaba lo mismo, estaban parados uno frente al otro esperando que se dijeran algo.

-¿Habrán llegado las fotos también al departamento?- Joey comenzó a masticase la uña del dedo pulgar- Solo allí no habría manera de ocultarlas, a menos que Ryuji las encontrara antes de que Hideki las vea.

-¿Yugi?- la voz de Hideki sobresaltó a ambos. Miraron el comunicador en el cuello del más chico. Joey le sonrió un poco incómodo y se sentó en la silla junto a él, con un suspiro caminó hacia la oficina de Hideki, abrió la puerta e ingreso. Ni bien cerró la puerta detrás de él la sorpresa lo volvió a agobiar cuando notó el sobre en la mano de Hideki, sobre que era idéntico al que contenía las fotos- ¿Tú dejaste esto sobre mi escritorio?

-N-no...- el más bajo estaba paralizado ¿Cómo había llegado el sobre al escritorio? El había recogido todas las cartas en la mañana y dejó solo las que el rubio podía ver.

-Habrá sido Ryuji- Hideki gesticuló con la boca, abrió el cajón junto a él y sacó el abrecartas. El corazón de Yugi estaba latiendo con fuerza, él no quería presenciar las malas noticias, no quería ver el rostro del rubio totalmente descompuesto. Lentamente vio como éste metía las manos dentro y deslizaba las fotos, la vio fijamente y Yugi estaba en momento donde su cara se descomponía- ¡Finalmente llegaron los posters promocionales de Kokorico!

La sonrisa de Hideki lo tomó tan de sorpresa que se mareó, se sostuvo de la puerta mientras dejaba escapar el más largo suspiro de alivio en toda su vida.

-¿Son las fotos que se sacó Joey para Gaultier?- Yugi se acercó mientras Hideki se corría hacia atrás para permitirle ver.

Yugi se tragó un gemido, si Joey era precioso en su entorno natural, con el maquillaje, las luces y la sutil edición estaba impactante. Los ojos dorados parecían más intensos e iluminados, con las preciosas pestañas rubias rodeando sus ojos y los lunares perfectamente repartido en su atlético torso. El más joven cruzó las piernas para tratar de controlar la reacción de su cuerpo.

Se aclaró la garganta y decirle a Hideki que tenía que prepararse para irse. El rubio le dijo que llamara a Joey, seguramente quería mostrarle las fotos y hablar de negocios. Fuera, Joey se acercó preocupado pero con una sonrisa conocedora Yugi le sonrió y le dijo que Hideki lo estaba esperando.

 

 

                                                               .                              .                              .

 

 

Joey estaba radiante, acababa de ver las fotos que eligieron para la campaña del nuevo perfume y se sentía exultante de dicha, en fotos se veía diferente, y eso lo hizo sentirse atractivo. Hoy solo había recibido buenas noticias, primero sus pinturas no estaban desaparecidas, y no solo eso, había sido elegido entre miles de estudiante para tener la oportunidad de obtener la beca para Brera, Hideki le dijo que ya tenía dinero en su cuenta corriente y que podía retirarla cuando quisiera. Entró corriendo por la puerta de entrada saludando al hombre de seguridad y abriendo la puerta del hall, Kyoko se acercó a él y lo saludó con una efusiva sonrisa.

-¿Kaiba-san está arriba?- Joey quería darle las noticias a Kaiba, quería que fuera la primera persona en saber lo de Brera. Subió las escaleras de dos en dos y se acercó a la oficina. Con una sonrisa enorme abrió la puerta encontrándosela vacía- ¿Dónde estará?

Su celular comenzó a sonar, removió su morral hasta que lo encontró debajo de una foto de la publicidad, observó la pantalla y vio que era su hermana llamándolo, deslizó el dedo por la pantalla y contestó:

-Hola, hermanita- Joey cerró la puerta de la oficina mientras salía al pasillo- ¿Cómo has estado?

-Bien, Joey- parecía estar sonriendo del otro lado. Más feliz de lo que estaba Joey espero que le contara el motivo- Acá acaban de empezar las vacaciones escolares por lo que voy a tener una verano ligeramente largo con los gemelos.

-Debe ser difícil cuidar un chico y dos aun más- Joey se rió y abrió la puerta de su habitación tirando el morral sobre la cama- ¿Hay campamentos allá como aquí?

-Sí. No son tan variados como en Japón pero los chicos pueden entretenerse bastante pero ya tenemos planeas- ahora sonó más entusiasmada, lo que lo hizo sonreír.

-¿Qué planes si se puede saber?- se sentó en el borde de la cama mientras se quitaba los zapatos.

-Estamos a punto de abordar un avión- se rió suavemente- Con destino a Japón.

Dejó de moverse cuando las palabras penetraron su cerebro. Su hermana estaba volando a la isla, Joey tenía la esperanza de que viniera a verlo, estaba tan feliz. Después de tantos años por fin iba a poder verla, apretó con un poco más de fuerza el celular tratando de calmar su entusiasmo.

-¿Cómo--?

-Kaiba-san- el nombre lo sorprendió- Me dijo que cuando te llamara hablaras con él. Ya estamos por abordar. Cuando esté llegando a Japón te llamare nuevamente.

-Ajah- Joey estaba sin palabras. Una mezcla de alegría y desconcierto se arremolinaban en su interior- Entonces... Buen viaje, Shizuka. Te amo.

-Yo también, Joey. Nos vemos dentro de un día.

El rubio tomó una profunda aspiración y volvió al pasillo andando directamente a la habitación de Kaiba. Abrió la puerta lentamente procurando no hacer ruido y se encontró a Seto de espalda a la puerta mirando su celular. Joey lo recorrió de arriba abajo con alimentándose de su presencia, aparentemente acababa de ducharse porque solo vestía un ajustado slip. Una pequeña toalla rodeaba su cuello absorbiendo el agua que caía de su cabello mojada.

Con pasos lentos se acercó casi hasta tocarlo y aspiró profundamente el almizclado aroma de su cuerpo que se mezclaba con el del jabón. Joey quería pegarse a él, tocarlo, besarlo y hacerle cientos de cosas, solo para que Kaiba reciba una compensación por el gentil que era, por lo generoso.

-Sé que estás detrás de mí, Joey- el blondo se sobresaltó y con un giro rápido fue envuelto por los poderosos brazos del castaño. Le llevaba casi un cabeza por lo que tenía el lugar perfecto para caber debajo del mentón de éste- A puesto a que tu hermana te llamó.

-Sí, me dijo que fue tu idea- se acomodó en el abrazo y lo miró con una sonrisa radiante- Eres tan generoso y gentil ¿Cómo es que la gente no se da cuenta?

-Quizás sea porque no quiero que nadie más lo sepa- con una sonrisa de lado, se inclinó y tomó los labios de Joey en un beso lento- Y también puede ser que solo tú y Mokuba son los únicos que despiertan mi lado más suave.

-Entonces me alegro- Joey elevó los brazos y rodeó los hombros de Kaiba tirándolo hacia abajo dejando sus labios a un palmo de distancia- Porque no hay nada más agradable que saber que despiertas en lado amable de un tipo duro.

Sus labios nuevamente se encontraron dando rienda suelta a sus deseos.

 

 

                                                               .                              .                              .   

 

 

-Entonces descubro que mi compañero de clases, el que pensamos que era el más tímido de todos estaba saliendo con la chica más linda del salón- Yugi y Mokuba comenzaron a reírse estruendosamente.

Yugi quería hablar con Joey por las fotografías que estaban en su casa, Mokuba tuvo que enterarse ya que si necesitaban un plan sin duda iban a requerir de la ayuda de alguien que no trabajara en la agencia. Ambos estaban caminando por el pasillo en dirección a la habitación de Joey.

Un golpe seco que provenía de la pieza de Kaiba los detuvo, Mokuba miró a la puerta y juego a Yugi. Sin entender que era ese sonido que se repetía ambos se detuvieron frente a ésta, Mokuba tocó a penas la puerta y se entreabrió, en el espacio que les permitió observar en el interior vieron una escena que los hizo retroceder hasta casi golpearse por la pared detrás de ellos.

Yugi aún estaba en shock, Mokuba pudo juntar valor, dio un paso seguro hacia la puerta y la cerró lo más silenciosamente posible. Luego se giró y agarró la mano de Yugi llevándolo a su habitación. Una vez en el interior los dos se apoyaron en la puerta tratando de recuperarse de la impresión.

-Yo no sabía que tu hermano era gay- comentó Yugi sin poder creerlo.

-Ni yo y eso que vimos no era lucha grecorromana- Mokuba se detuvo unos segundos y un intenso sonrojo subió a sus mejillas- Nunca me hubiera gustado presenciar algo como eso...

Yugi estaba igual de sorprendido pero sus emociones distaban de la impresión ahora. El estómago se le revolvió, la lengua le crepitaba y el sabor inconfundible de los celos comenzaban a confundirlo. Cuando vio a Joey con Kaiba, la sensación más intensa de posesión y odio lo llenó. Quería poner ese gesto contraído de placer en el rubio. Las manos le temblaban y no podía concentrarse en nada más que en la sensación de aprensión que le provocaba no ser Kaiba.

 

 

                                                               .                              .                              .

 

 

Después de estar en la oficina hasta las dos de la mañana con la esperanza de que cuando volviera Ryuji se haya calmado o incluso mejor se haya ido a dormir. Hideki quería hablar de lo que le molestaba a su esposo, el motivo por el cual parecía tan deprimido y alterado pero eso solo iba a ser posible si ambos descansaban y tenían un tiempo para pensar las cosas a solas. Solo volvía para agarrar su bolso de emergencia y alquilar una habitación en algún hotel cerca de la agencia. Salió del elevador y caminó por el pasillo del edificio hasta llegar a su departamento. Sacó las llaves y abrió la puerta lentamente preparado para esquivar la presencia de Ryuji pero lo encontró vacío, suspiró aliviado e ingresó tranquilamente. Encontró todo exactamente igual que como lo había dejado, no era el momento de deprimirse, tenía que tomar al toro por los cuernos y tratar de calmarse él.

Fue a la habitación que comparte con Ryuji y se acercó al ropero para agarrar el bolso que siempre dejaba entre las valijas vacías. Sacó una remera del ropero y se cambió la que tenía, había llevado la remera todo el día y ya empezaba a sentirse incómodo. Se puso las zapatillas más cómodas que tenía y agarró otro suéter.

Llegó al baño y tomó su rasuradora, un cepillo de dientes de viaje y el dentífrico. Lo guardó todo el su bolso de viaje caminó hasta el living. Dejó el bolso para agarrar la chequera que tenía en la cocina, sacó el block y frente él vio su foto favorita, se inclinó sobre la mesa. Su mente divagó tratando de comprender porque todo se había ido en picada en algunas semanas, durante quince años no tuvieron problemas y en poco tiempo todo se fue abajo.

Tenía que salir para que su mente deje de dar vuelta sobre el asunto. No tenía al susodicho para discutir el asunto y tampoco el valor para hacerlo.

Fue al comedor ya marchándose cuando vio un paquete en el suelo de la entrada, con curiosidad se agachó y lo giró buscando el código de procedencia pero solo de remitente tenía su nombre. Dejó el bolso sobre el mueble junto a la puerta de entrada, caminó hacia el living mientras abría el extremo del sobre, metió su dedo y lo rompió evitando rasgar el contenido. Unos papeles se deslizaron del interior y cayeron al suelo, chaqueando la lengua se agachó para tomarlos. Al girarlas su garganta se cerró y sus ojos se abrieron de sorpresa, en la foto estaban Ryuji, Kaede y una niña, sus manos comenzaron a temblar ¿Qué significaba esto? Se detuvo, sabía que las otras eran más fotografías así. Giró la segunda imagen y vio a su esposo con la misma niña, la llevaba en brazos mientras caminaban por la calle con la mujer a su lado.

-Lo siento, Hideki- la voz de Ryuji le rogó- No sé por qué lo hice.

Hideki tuvo una regresión a un momento de su juventud. Las lágrimas se agolparon incontrolables en sus ojos, el nudo en su garganta se hizo más duro y la saliva más espesa.

No otra vez ¿Por qué?

Giró otra fotografía y esta fue tomada en el parque cerca a su departamento. La niña no estaba en la toma pero Ryuji y Kaede si, ambos estaban sentados en los bancos de madera, abrazados, abrazados como un viejo matrimonio. Arrojó las fotografías como si quemaran, pero era una quemadura tan profunda e irreparable.

Finalmente Hideki se quebró, dejó escapar el más amargo gemido de dolor. Cayó de rodillas en el suelo completamente derrotado, se sentía estúpido, sucio y avergonzado, no podía creer que después de tantos años Ryuji volvió a cometer la misma traición. No una vez, dos veces Ryuji lo engañó con la misma persona.

Arrodillado en la alfombra de su living dejó escapar toda la amargura que la traición del hombre que amaba le traía. Después de unos minutos de dejar salir su dolor, pudo recomponerse un poco, se enjuagó las lágrimas con el suéter dejándose las mejillas irritadas por el roce y respirando profundamente tomó una solida decisión.

La apertura de la puerta de entrada le indicó que Ryuji había vuelto. Acomodó las fotos y las dejó sobre la mesa de té entre los sillones, el estaba en el suelo aún destruido pero decidido. El ruido de las llaves en el cuenco le dijo que el ex modelo había cerrado la puerta.

-Hideki...- la voz suave de éste le provocó resentimiento, tanto rencor. Tan impulsivo como era, en estas circunstancias se volvía una persona frívola e irreconocible- Necesit--

-No necesitamos hablar nada- agregó secamente sin mirarlo- No voy a volver aquí y a partir de mañana, ya no vamos estar juntos.

-¿Qué?- Ryuji parecía estupefacto, su voz salió en un murmullo apenas audible.

-Desde mañana, no vamos a ser socios, no vamos a ser nada más porque no quiero saber más nada de ti- solo cuando terminó con esa frase tuvo el valor para levantar la mirada y clavarla en la mirada oscura de su esposo. Ryuji parecía tener la edad que le correspondía- Y nunca más, desde este momento voy a dirigirte a palabra.

Agarró el bolso del mueble y se encaminó hacia la puerta de entrada sintiendo los pasos de Ryuji detrás, agarró las llaves de su automóvil y las desprendió del juego de llave del hogar que ya no sería suyo.

-¿Por qué, Ryuji?- gimió con dolor el teutón.

-Porque creí que me había casado con una persona con la que valía la pena pasar el resto de mi vida. Y ahora descubro que todos tenía razón, los hetero son la peor elección para amar- rió con amargura mientras tenía la mano en el picaporte de la puerta- Mañana mandare a alguien a que se lleve mis cosas y comenzaré a tramitar el divorcio.

Hideki abrió la puerta y salió al pasillo, sin lágrimas que derramar corrió por el pasillo hasta las escaleras, alejándose del hombre que había amado por años, y que aún amaba, para siempre.       

Notas finales:

UFF! Creí que no lo terminaba más, me caigo de sueño pero quería hacerlo antes de que aparezcan distracciones. Verán que estoy con lo del inktober pero ya tengo algunas cosas adelantadas y ya estoy con eso ja ja ja.

P.D: Voy a tratar de actualizar más seguido (menos de seis meses aunque sea XD)

Dondiego: Esperanzas perdidas.

Gardenia: Amor secreto.

 


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