Catorce años...
—Deja de ser infantil, por el amor a dios, Irene.
—Pero es que... no me parece justo. Se supone que ambos tomamos las decisiones aquí, pero tú solo te preocupas en ti mismo y en ese mocoso.
Eso... había sido suficiente.
—Bien, como quieras. Está perfecto, haz lo que te venga en gana, me harté de rogarte y hacerte entrar en razón. A la mierda —giró, queriendo salir de la cocina.
—¿Ahora soy yo la culpable?
—Sí —Irene le miró indignada.
—Es mi casa.
—Y la mía también. Si es que no quieres quedarte, está bien.
—¡¿Pero tú de qué vas?! También mando aquí. Y si quiero puedo pedirle al escuincle que se largue.
Jimin apretó sus puños.
—Deja de escupir mierda, ¿quieres?
—No, hasta que se vaya.
—No le voy a echar, entiende. Vete tú si quieres.
—¡¿Qué está mal contigo, Park?!
—Tú eres la histérica.
—Pero es que... ¡aish! —despeinó su cabello y Jimin vio aquel acto muy inmaduro—. S-soy tu esposa... esto no es justo —dijo empezando a llorar.
Había colmado la paciencia de Jimin y no estaba dispuesto a lidiar con su actitud de adolescente.
—Deja de armar un escándalo, ¿sí? Me estoy hartando de tu jueguitos.
—¡¿Cómo que juegos?!
—Eso de llorar y hacer pataletas. Por dios, se supone que ya estás grande para eso.
—¡Eres un imbécil!
—Yo no soy el que está haciendo el idiota.
Dicho eso salió y se dirigió al espacioso living donde se encontraba el pequeño. Este, al notar su presencia rápidamente se puso de pie y fue a abrazarle. Luego le miró desde su altura, con sus ojitos brillantes y profundos, pidiendo disculpas por algo de lo que no era responsable.
—Descuida.
—H-hyung, yo... podría irme, ¿sabes? No hay ningún problema —de hecho sí que lo había, porque estaba enfadado con su esposa y porque volverse significaba aguantar a su madre ebria. Pero no quería darle más problemas a Jimin.
—No, claro que no. Te quedas y punto.
Sonrió agradecido. Aunque en el fondo sabía que Jimin le pondría primero a él antes que a la rubia teñida.
Ella salió de la cocina, enfadada, y se dirigió a la segunda planta, a la habitación matrimonial para revolver un par de cosas y luego de unos minutos salir con una pequeña maleta en las manos. Jimin rodó sus ojos. A Irene le gustaba llamar la atención de manera extraña, pero se lo dejaba pasar porque la quería y ella a él, así que lo resolverían pronto, en cuanto se les pasara el enojo. Aunque eso les llevase algunos días.
Pero esa noche... tal vez el que se marchase no había sido una idea del todo buena.
Una vez se fue dando un portazo Jimin se dirigió al salón y se dejó caer con pesadez sobre uno de los sillones, Jeongguk le miraba tímidamente aún de pie. Se notaba su nerviosismo y Jimin se sintió culpable. Luego razonó: ¿qué se supone que hacía?, debía haber escuchado y hecho caso a Irene. Pero es que no podía, no si estaba Jeongguk por en medio. Se frotó la cara con frustración y se apoyó con los codos en sus rodillas. Aquello estaba mal, no sabía en qué momento se había encariñado tanto con su sobrino, y en qué momento eso cambió a algo más. Le preocupaba, estaba bien que le quisiese mucho, que le cuidase y todo eso, pero estaba mal también, pues Jeongguk ya no tenía la edad como para que alguien estuviera al pendiente de él todo el día, sin embargo Jimin no podía dejar de hacerlo; y hasta había abusado de esa confianza, demostrando su afecto de forma física e indebida. En un inicio aquella relación paternal había capturado la atención de Irene, sí, pero ahora parecía molestarle. Eso no le preocupaba mucho, lo que le tenía comiendo la cabeza era que Jeongguk había desarrollado mucha resistencia con ella. Namjoon les había explicado que era porque estaba celoso de Irene, como cualquier hermano menor con un hyung, y era aceptable teniendo en cuenta lo mucho que significaba Jimin para Jeongguk. Pero Jimin sentía ese odio muy fuertemente, la tensión entre ambos se podía palpar. Y sabía que era más grave de lo que parecía porque ahora él y Jeongguk tenían un tipo de relación más complicada y prohibida.
Sintió peso a su lado, Jeongguk había tomado asiento.
—No era mi intención que peleasen.
Jimin estiró su mano y le acarició la cabeza, luego sus mejillas. Terminó por atraerlo a sí mismo y rodeándole la cintura con un brazo. Besó su frente y pegó su rostro a su cabeza, aspirando en sutil aroma de Jeongguk. Luego besó sus ojos cerrados, y sus mejillas y su nariz y el mentón. No supo cuándo había colocado a Jeongguk en su regazo, pero ahora le tenía ahí, aprisionado entre sus brazos y llenándole de besos en el rostro. Así lo hizo hasta que en un descuido rozó sus labios ligeramente.
Jeongguk se tensó, pero no dijo nada.
Jimin se acercó nuevamente, pero no le besó, solo se quedó allí, sintiendo el cálido aliento de Jeongguk chocar contra el suyo. El pelinegro abrió sus ojos, mirándole espectante. Ninguno se movió.
El corazón de Jimin dio un vuelco cuando el pequeño se relamió y se acercó un poco más, ahora sus narices chocaban.
Las cosas parecían planeadas. La situación era tan ideal... Irene no volvería hasta dentro de unos días y Wendy le dejaba quedarse sin problemas. Sentía que era hoy. Él lo quería, bunny también. ¿Qué habría de detenerlos?
«Y pensar que prometí cuidarle...».
—Necesito un trago —soltó poco a poco a Jeongguk.
El pelinegro se incorporó e inmediatamente fue a servirle vino en una copa a su hyung. Se la tendió tímidamente y cuando Jimin la tomó sus dedos se rozaron causando un agradable cosquilleo.
Jimin bebió bajo la intensa mirada de Jeongguk; luego, sin saber por qué, se relamió y eso le hizo soltar un jadeo a bunny. El mayor palmeó su regazo insinuante y el pelinegro se acercó sin dudar, aún con la botella en sus manos. Se colocó en su pierna derecha y se dejó rodear la cintura. Su respiración estaba agitada y eso que ni siquiera se habían besado... o jugado como habían acostumbrado desde aquella vez.
Jimin tomó la botella y bebió de ella. Fue un trago largo y profundo. Cuando estuvo satisfecho se la tendió a Jeongguk, quien quiso negarse.
—Es dulce.
Vacilante bebió un poquito. Jimin no mentía, era dulce, pero aun así no le había agradado demasiado.
Jimin dejó sus manos deliberadamente sobre los muslos de Jeongguk, acariciando como si no se diera cuenta de ello y al ver que el chiquillo no se negaba ni protestaba se tomó el atrevimiento de subir un poco más. Esta vez quería ir lento, quería hacer durar el momento.
Nadie lo pidió, pero se habían acomodado de tal forma que Jimin terminó recostado ligeramente en el espaldar del mueble y Jeongguk a horcajadas sobre él. Y contrario a lo que imaginaron, era muy cómodo. Jimin le acarició los muslos, subiendo y apretando sus ingles de adrede y dirigiéndose hacia su trasero.
—U-uh~ —fue un resoplido casi inaudible.
Pronto se encontraron en la habitación matrimonial, casi sin ropas y completamente cegados por el placer, el morbo y lo prohibido. Porque ambos sabían que esto... esto estaba muy mal. Sin embargo eso no los detuvo. Daba igual, no importaba si cedían al deseo de la carne, no había nada que pudiese salvarlos porque no importa qué tanta fuerza de voluntad tuviesen si es que, pese a que lo reprimían, lo pensaban sin remordimientos. No eran hipócritas, e iban a dar paso a lo que sea que fuese a suceder porque ya estaban condenados, y como condenados decidieron ir aun más lejos... sin importarles el futuro y sus consecuencias.
—Mi amor, vamos a intentar algo, ¿sí? —dijo y el pelinegro asintió frenéticamente—. Pero necesito saber si algo de lo que haga te molesta o incomoda.
—¿P-por qu-...?
—Shh —puso un dedo en sus labios —. No digas nada. Te voy a dar un par de reglas que quiero que sigas, ¿está bien, baby?
Jeongguk asintió más preocupado por saciarse que concentrado en sus palabras.
—Bien, si algo no te gusta me dirás —pensó unos momentos—... soap. Sí, dirás eso y en cambio si algo te gusta mucho dirás bubble, ¿entendido? Pero debes decirlo, porque así sabré qué te gusta que haga.
—Bien.
—Ok. Si te pido algo y te crees capaz de hacerlo obedecerás de inmediato... pero no aceptaré más de cinco "no" o "peros" durante todo este tiempo, así que piénsalo bien antes de responder, porque me enfadaré.
Jeongguk le escuchaba atento, cada vez más interesado en sus palabras.
—Puedes gemir, gruñir, gritar y todo lo que te apetezca solo si es que te lo permito, si digo Silence Game, ¿qué tendrás que hacer?
—Callar.
—Daddy, siempre termina tus frases con daddy.
—De acuerdo, daddy.
—Otra cosa. Si quieres más rápido, tendrás que pedirlo, si quieres más lento o más profundo igual. Porque si no me lo dices yo seguiré a mi ritmo y no me importará lo demás.
—Tsk, ¿no puedo solo hacerlo y ya? M-me avergüenza.
—No —dijo severamente—. Tendrá que salir de tu boquita.
—Ok, daddy.
—Oh, y casi lo olvidaba. Nada de reproches ni berrinches. No quejas ni malas palabras porque sino recibirás un castigo.
—¿C-castigo, dadd-y?
—Sí. Una nalgada en tu lindo trasero y lavaré tu boca con jabón. Cualquier norma incumplida será merecedora del castigo.
Jeongguk asintió temeroso.
Jimin quitó suavemente el polerón de Jeongguk dejándolo a un lado y seguido le tomó con delicadeza de la cintura y se inclinó para besar detrás de su oído derecho, le sintió temblar ligeramente pero sin decir algo. Hizo lo mismo con el otro pero esta vez recibiendo una palabra de seguridad.
—B-bubble.
Sonrió ladino y se separó.
—Buen chico.
Siguió bajando hasta sus pezones y con su lengua experta comenzó a juguetear con ellos. Jeongguk se contrajo abruptamente y apretó las sábanas entre sus deditos, pero no dijo nada y eso a Jimin le fastidió.
—Bunny... —advirtió.
—Bubble. Bubble, daddy.
—Debes avisarme, cariño. Porque no soy adiv-... —fue interrumpido por los labios de Jeongguk.
Se besaron intensamente y Jimin tuvo que contener sus ganas de voltearlo y darle todo lo suyo.
Jeongguk era un poco atrevido, besaba con bastante agilidad. Pero no hacía nada más... eso hubiese sido aburrido para Jimin, de no ser que lo compensaba sucumbiendo a todos y cada uno de sus actos. Realmente no se quejaba. No cuando había tomado con fuerza de sus muñecas, o cuando había tirado de su cabello con rudeza para tener más acceso a su pálido cuello. Hasta había gemido bubble en la segunda ocasión. Y decir que eso le encantaba se quedaba corto.
Bajó por su ombligo, dando pequeños besitos y lamidas fugaces, y se detuvo en sus pantalones del pijama. Con sus dientes lo bajó de a poco y lo dejó hasta las rodillas. Luego besó el bulto escondido es su bóxer de IronMan.
—B-bubble.
Jimin mordió ligeramente la punta y las piernas del chiquillo se contrajeron abruptamente.
—¡Ah, bubble, daddy!
Quitó la infantil prenda y bajó también los pantalones. Una vez el miembro de Jeongguk quedó liberado, pudo observar maravillado la húmeda punta. Besó suavemente desde la base hasta la cabeza, donde chupó con ahínco.
Jeongguk dio un gemido ahogado mientras encorvaba la espalda y echaba si cabeza hacia atrás. Se corrió de inmediato en su boca y Jimin dedujo el sabor como dulce y agradable. Se levantó y sonrió con suficiencia.
—¿Te ha gustado?
—S-sí.
—Sí, ¿qué?
—Sí, daddy.
Jimin le levantó delicadamente y le beso con suavidad. Jeongguk se dejaba hacer, nada más, y correspondía con timidez y un poco de picardía también. Mordió su labio con fuerza, sacándole sangre y Jimin gimió complacido. Le gustaba que supiese qué hacer y cómo hacerlo... aunque sean todavía cosas pequeñas.
—Bunny, ve a darte una ducha, quiero que estés muy limpio.
—¿Y-ya acabó?
—No. Tú ve y hasme caso.
Jeongguk asintió y corrió a la regadera para darse un rápido aseo.
Jimin se tomó un tiempo para pensar. Maldición, él quería llevar las cosas más lejos... y Jeongguk parecía muy dispuesto y encantado... pero estaba muy mal. Demasiado. Y no se creía capaz de mirar a los ojos de nuevo a Wendy luego de lo que ocurriese esa noche.
Debía parar, pero no podía. Jimin lo deseaba tanto... y Jeongguk también. Y la situación estaba tan a su favor que por un momento pensó que lo soñaba. Jeongguk correspondiendo, él aceptando de nuevo aquellos demonios que creyó eliminar de su cabeza, esos que le transformaban en ese ser sin moral que era ahora. Porque cuando vio a Jeongguk salir todo húmedo y brillante, se rindió. Lo hizo y se dijo que esa noche cometería el mayor pecado de su vida... y no se arrepentía en lo más mínimo.
—Acércate —exigió con voz profunda.
Jeongguk dio pasitos tímidos hasta quedar frente a él. Se bajó los pantalones y el bóxer hasta los tobillos, dejado ver su poderosa polla al descubierto. Bunny se tragó un gemido de sorpresa, gesto que no le pasó por desapercibido a Jimin.
—De rodillas y abre la boca —el pelinegro acató sus órdenes de inmediato—. Voy a follarte la boca... y quiero que cuando me corra te lo tragues todo, ¿entendido? Porque como dejes caer algo tendré que darte una nalgada.
—Lo entiendo, daddy.
Jimin tomó del cuello a Jeongguk y lo acercó a su erección. Metió la punta en la cálida cavidad del pequeño. Se preguntó si podría esposarlo, pues mientras más se le dificultara la tarea más le tentaba. Pero dejó de pensar cuando Jeongguk comenzó a succionar.
Era muy obvia la inexperiencia en bunny, pues no sabía qué hacer o que tanto. A Jimin le causó un poco de gracia y ternura. Le ordenó cuidar sus dientes y se enterró en él un poco más, haciendo que Jeongguk se apoyara en los muslos contrarios. En el bochorno, le apretaba las piernas con delicadeza y había cerrado sus ojos, tratando de dejarse llevar. Quiso pensar que succionaba un caramelo, una piruleta, pero parecía más un polo de helado caliente y sin sabor... así que hizo lo que hacía con los helados cuando Taehyung le retaba a hacerlos derretir en la boca. Se decidió por abrir un poco más la mandíbula y meterlo tan al fondo como su garganta se lo permitió, ganándose un gruñido que le hizo sonreír. Su lengua empezó a curiosear, delineando las venas con la punta a la par que movía su cabeza de atrás hacia adelante. Jimin estaba perdido en sensaciones, con la respiración pesada y la mandíbula apretada; tiraba de los cabellos de bunny agilizando los movimientos y profundizándolo un poco también. Jeongguk recordó que la punta es un lugar sensible, por lo que no se preocupó ahora mucho de llevársela hasta el fondo, sino de meterla hasta donde podía y concentrarse en la húmeda cabeza, succionando, lamiendo, presionando con sus labios. Jimin estaba en el cielo. Así que no pasó mucho antes de que le advirtiera que estaba a punto. Jeongguk sumó ahora caricias en sus testículos mientras se concentraba en el glande... hasta que sintió grandes chorros de semen caliente llenarle la boca. Hizo caso a lo que Jimin le había ordenado y se tragó todo, y limpió con su lengua lo poco que había avanzado a escurrirse por la polla de Jimin y sus comisuras.
Miró a su daddy, buscando la aceptación. Este le miraba con ojos oscurecidos, los labios hinchados de tanto morderlos y la respiración agitada.
De un tirón le puso de pie y lo sentó sobre él, con su hombría entre sus blanquecinas nalgas, y le besó ferozmente, metiendo su lengua, tomándole de las mejillas para agilitar el movimiento de sus labios.
—Ahora daddy va a hacerte sentir muy bien.