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Algodón de Azúcar (YoonSeok) por Futuristic lover

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El coche de Samantha era parecido al de Yoongi, aquel deportivo gris que utilizó cuando le acercó al aeropuerto antes de volar hacia la Isla Jeju; era igualmente amplio, lujoso, de último modelo, que supuso ser un capricho de la chica o un regalo al igual que lo era el de Yoongi. No era raro que los coprotagonistas les obsequiaran unos presentes tan distintivos a sus compañeros pues el agradecimiento de esta forma parecía ser algo usual en este mundo, o eso creyó Hoseok.

 

—Me gustaría invitarte a este restaurante. —dijo la joven actriz una vez detenido el coche frente a un gran edificio plateado y brillante, en cuya entrada yacía una gran puerta rotatoria de cristal. —Déjame darte ese capricho.

 

¿Tanto cobraban los actores de esta industria? Sabía que Samantha tenía dinero, pero aquel lugar —que parecía ser otro mundo—, dejaron a Hoseok totalmente atónico. Solo los ricos más significativos del país podían consentírselo. Pero ahí estaba Hoseok, un chico de clase media maravillado y disfrutando de las ostentaciones que Samantha le había ofrecido para experimentar.

La boca del camarógrafo se abrió inconscientemente al ver el recibidor de aquel restaurante, y como si se tratase de un impulso, detuvo a la menor delicadamente del brazo.

 

—Hey, Samantha. N-no podemos. De verdad, no hace falta estos lujos, me conformo con un restaurante casero o algo de...

 

—Oppa, quiero invitarte. Además, acostumbro a comer en estos sitios, quiero que pruebes la grandiosa comida que se prepara aquí.

 

Atrajo el brazo de Hoseok y volvió a guiarle hasta el recibidor donde les esperaba un refinado camarero.

 

 

 

 

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Tras ver al moreno desaparecer por el ascensor con aquella actriz que tan bien conocía, Yoongi sintió una pequeña molestia inexplicable en el pecho. Desde ayer estaba tan confuso por las acciones de Hoseok, pensó que todo era diferente después de lo que había ocurrido en su casa. ¿Qué estaba pasando con el chico leal y consciente de sus actos que mantenía fuerte unos principios tan importantes?

Yoongi decidió adelantarse y volver a casa sin la compañía de Jimin que se quedó estático en su sitio. Su amenaza había resultado todo un éxito y ahora por fin Hoseok mostraba tener cabeza para alejarse de Yoongi, para pensar por el bien de este y permanecer más apartado de él. El castaño volvió sus pasos al camerino con cautela formando una curvatura pícara en sus labios.

 

 

 

 

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—Oppa, pero deja de contar anécdotas tan graciosas. —soltó una débil carcajada tras haber reído y captado la atención del resto, cosa que no le importó en demasía pues el chico le transmitía tanta seguridad y confianza que le cegaba del mundo real. — Sigo sin creerme que te hayas ido de plató después de haberle dicho eso a Suga. —murmuró separando sus manos en alto totalmente asombrada de lo que el contrario había hecho al chico quien se cabreaba con facilidad.

 

—S-sí. Así es y fue un milagro que no me despidieran. Tuve que pedirle perdón a la regidora y a Victoria. —continuó Hoseok dándole vueltas al tenedor sobre el pequeño monto de pasta que reposaba sobre su plato ya frío.

 

—A Vic no le habrá molestado tanto, pero sí a Sujong, es muy nerviosa en cuanto a estos temas. Lo tiene tan organizado que, si algo falla, puedes despertar el propio mal en la empresa.

 

—Wow, ¡y qué mal! —mostró una sonrisa ladina el opuesto antes de comer tranquilamente, recordando, a su vez, el trato que habían establecido hace un tiempo.

 

—¿Te sientes a gusto trabajando en esta industria? He notado que te manejas muy bien con las diversas cámaras. Debe ser un trabajo realmente complicado, ¿verdad?

 

—Mmm… —reflexionó, bajando el par de orbes de vuelta a su plato. — Me es difícil ya que es un mundo totalmente nuevo y distinto a todo lo que he grabado. Cierto es que tengo experiencia con los planos y los movimientos de cámara que exigen, pero he visto una gran evolución desde que empecé a como estoy ahora. Es un gran avance.

 

—Trabajarás muy bien esta noche, oppa. —habló Samantha en voz baja, inclinándose hacia él mientras portaba una tierna sonrisa. Su mano dejó el tenedor con el que había comido el primer plato y viajó hacia la impropia dejando una extensa caricia por todo el dorso de esta. —No suelo decir esto, pero te echaré una mano para conseguir buen resultado en tu trabajo.

 

Hoseok se paralizó mirando las débiles acciones que ejercía la pelirroja en su piel. Su mirada osciló desde las caricias hasta el par de ojos que le observaban fijamente sin apenas pestañear. Se quedó embelesado en las facciones atractivas y seductoras de una Samantha fascinante y buena en lograr cautivar a las personas que le rodeaban. Parecías entrar en un hechizo impuesto por solo su mirada en el que Hoseok era totalmente incapacitado a cavilar sobre sus palabras. Para qué mentir, era realmente tentadora y una buena seductora.

 

—Me gusta aprender de los buenos trabajadores y que ellos aprendan de mí. —musitó tranquila y continuando con sus caricias. —Soy profesional. No temas en trabajar conmigo, oppa. —continuó bajando esta vez la mirada hacia las yemas de sus dedos. — No entiendo la personalidad de Suga. Nunca la he entendido. Cómo puede haberte tratado así cuando tú solo das lo mejor de ti en este duro trabajo. Le conozco desde hace unos años y aunque sé que él lleva más tiempo en la industria y no es una persona fácil de llevar, su actitud con los trabajadores es distante y arisca, ¿por qué contigo es así? —suspiró pesadamente. — No debería pagar su mal humor contigo. No te lo mereces. Es un chico raro y debes mantenerte alejado de él. No es buena persona o eso dicen las malas lenguas. 

 

Hoseok salió del hechizo impuesto por la mirada de Samantha tras escuchar dichas palabras que le venían como lanzas incómodas. Era cierto que Yoongi era una persona reservada, no tan comunicativo ni social y que por ello podían malinterpretar sus reacciones como algo malo, pero Hoseok sabía que no era así. No era así y nadie tenía el derecho de afirmar lo contrario pues no habían contemplado las encantadoras facetas que él sí tuvo la oportunidad de apreciar con sus propios ojos.

 

—¿Malas lenguas?

 

—¿No lo sabes? Dicen que ha caído en este mundo porque le abandonaron cuando era pequeño y no tenía otra alternativa que aceptar vender su cuerpo, pero eso no es todo, dicen que intentó matar a sus padres una noche. Decían también que era abusado por su progenitor y los amigos de estos, o que simplemente se dejaba follar por los viejos drogadictos del barrio. —susurró Samantha con el cuerpo sobrecogido para evitar que en aquel sitio le escucharan.

 

¿Eso era cierto? ¿Realmente la gente daba credibilidad a unos rumores que rozaban lo extremo?

 

Era improbable.

 

Hoseok guardaba la compostura mientras seguía escuchando en silencio, sus labios se formaron en una fina línea esperando por otro rumor que no dejaba de decir la opuesta, ni siquiera, podía sentir el contacto caliente que antes había percibido con nerviosismo cuando su mano se encontró con la ajena. Nada. Su mente estaba confusa, pero todavía tranquilo.

 

—¿Será por eso que es así? ¿Por eso no habla con nadie en las reuniones? Creo que se merece una vida solitaria, me es hasta incómodo saludarle.

 

Hoseok apartó su mano de encima de la mesa e intentó esconder el ceño fruncido que inevitablemente apareció en su rostro. Samantha alzó una ceja confusa de su reacción.

 

—¿Piensas que es así? ¿Piensas que se merece estar solo por tener esa personalidad? ¿Y no puede ser también que esté pidiendo un poco de ayuda o apoyo?

 

Hoseok comenzaba a cabrearse poco a poco. No tenían voz ni voto para hablar tan fácilmente de él.

 

—O-Oppa.

 

—No deberíais juzgar a una persona por solo fríos y estúpidos rumores. Detrás de esas apariencias, hay un ser humano que necesita ser acompañado —. El camarero llegó con el segundo plato que habían pedido anteriormente, a lo que Hoseok se levantó de su sitio y le detuvo antes de que las dejara sobre la mesa. —Puede devolver mi plato, perdón por las molestias. Nos vemos en la grabación de esta noche. —Tras decir eso, el moreno dejó un par de billetes en la mesa y salió hacia la puerta principal siendo captado por los clientes extrañados de las mesas de su alrededor.

 

 —¡Oppa! ¡OPPA! —llamó la chica intentando detener al nombrado antes de verle partir.

 

 

 

 

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La situación que había experimentado con Samantha no fue nada buena, pues había descubierto con sus propios ojos una faceta que odiaba de una persona y que iba en contra de sus principios. ¿Por qué criticar a las espaldas de alguien quien no podía defenderse? No sentía decepción, ni tristeza, ni tan solo rencor hacia ella, al contrario, Hoseok se dio cuenta de lo estúpido que fue por haberle dejado solo el día de hoy por simple miedo a la realidad.

Era un estúpido.

 Yoongi necesitaba ayuda y solo estaba haciendo lo contrario; apartarse de él tal como Jimin le había encomendado. Estaba cabreado consigo mismo. Sabía que Yoongi era un chico peculiar con una personalidad difícil de llevar, pero que, aunque se llevara mal con él, Hoseok le ayudaba.

 

“No vuelvas a irte como aquella vez.

No me gusta la soledad.”

 

Admitió el actor los días anteriores. Lo dijo. Se abrió ante él, le expuso sus sentimientos y el deseo de no querer estar solo.

 

¿Iba a darle el gusto a Jimin manteniéndose lejos de la persona que le gustaba?

 

Recordaba el día de ayer, sí, había visto ese brillo en la mirada de Yoongi; tan diferente, tan vulnerable, tan inocente. Tenía otro significado y todo eso lo había producido él. ¿Por qué ahora le estaba abandonando? ¿Por qué se alejaba más si Hoseok le había dado un momento de completa felicidad y esperanza que era lo que necesitaba el chico con total urgencia? ¿Por qué es tan jodidamente idiota?

A su mente vino la imagen de Yoongi de esa misma mañana, queriendo hablar con él de lo que había pasado el día anterior, la imagen de encontrarle nuevamente y salir por el ascensor dejándole otra vez. Incluso recordó lo ocurrido en la isla Jeju, el momento cuando decidió apartarse de él por contestar una llamada cuando Yoongi pedía a gritos que se quedase a su lado.

 

Claramente, Min Yoongi necesitaba ayuda.

 

Y comenzó a correr hacia la casa del mayor sin un pensamiento premeditado, sus pasos eran ágiles, fuertes y pesados, sin temor a caer o tropezar, evitaba a las personas que caminaban sorprendidos por verle tan nervioso, pero eso apenas le importaba al moreno. Nada de lo que ocurría a su alrededor era de mera importancia, no le interesaba en absoluto. Su deseo por verle cuanto antes aumentaba a la vez que sus pasos eran más rápidos. Sin embargo, y lo que no se esperaba encontrar en aquella calle que ya bien conocía, era a Yoongi dirigirse a una furgoneta oscura aparcada frente al portal de la casa del aludido. Hoseok paró en seco, sin percatarse si quiera de la respiración agitada que sus alocados latidos del corazón ejercían en él.

¿Qué hacía ahí y por qué un par de hombres le escoltaban hacia aquella furgoneta?

Sabía que el mundo de Yoongi era un total misterio, que no debía acercarse a ese ambiente que podía perjudicar hasta su propia vida, que era peligroso estar alrededor de él, que había recibido amenazas e incluso algún golpe por acercarse demasiado, pero en ese momento sus ojos no podían creer lo que estaba viendo; Yoongi cerca de esas personas que le llevaban de vuelta. No podía permitirlo, estaba harto de quedarse mirando, o que el miedo impidiera la capacidad para ejercer algún movimiento dejándole en un estado de parálisis, tal como aquella vez cuando le vio desaparecer en la entrada trasera del local Violeta de Prada, la primera vez que descubrió los posibles asuntos peligrosos que rodeaban la vida del actor.

 

—¡Yoongi! —bramó con fuerza al tiempo que cruzaba la calle y captaba la atención de los del alrededor.

 

No podía soportar esa forma de trato, no podían ni tenían el derecho de tratarle así. No se lo merecía.

 

Hoseok volvió a gritar estando cada vez más cerca de los tipos que cogían a Yoongi con fuerza y le metían en el interior de la furgoneta al darse cuenta de las intenciones del menor. Corría dejando de lado el temor mientras que el aludido se daba la vuelta para visualizar al chico confuso, vio lo que estaba a punto de hacer e intentó deshacerse del agarre de los tipos olvidando su actitud sumisa.

 

—¡¿Qué haces aquí?! ¡Aléjate!

—¡Soltadle! —. Hoseok cogió con fuerza el brazo de uno de los guardias queriendo tirar para que le soltara, pero este le dio un empujón alejándole de ellos al instante. —¡No! ¡Yoongi!

—¿Eres idiota? ¡Vete, Hoseok!

—¡¿Por qué te vas con ellos?!

 

Yoongi le miraba con el ceño fruncido, pero no estaba enfadado con él, al contrario, percibía la preocupación en su mirada y el tono de su voz. Temía a las consecuencias que repercutirían la intromisión de Hoseok.

 

—¡Vete, idiota! ¡VE! ¡No deberías estar aquí! ¡Te han visto!

 

El guardia cerró de un portazo la puerta y se giró a Hoseok para estamparle su puño en su mejilla izquierda, este cayó directamente al suelo sujetándose la zona adolorida, sintiendo el fluido de sangre bañar la comisura de los labios, a continuación, y lo que no se esperaba era el siguiente golpe en su estómago que le hizo encogerse en el suelo, ahogando un gemido de dolor. Yoongi gritaba dentro de la furgoneta, pero su voz apenas era perceptible para el oído de algún ambulante al igual que sus golpes sobre la ventanilla. El guardián salió hacia el asiento del copiloto, pero Hoseok le detuvo a tiempo sujetándole del tobillo, intentando parar a Yoongi como su último esfuerzo, pero como respuesta recibió otro golpe en su estómago.

 

 Recibió una paliza por intentar defender al actor, pero no se arrepentía. Fue inútil su presencia pues además de que le notaran no hizo nada para detener a los guardias. Se encontraba mal mental y físicamente. No por el hecho de haber sido golpeado vilmente sino por haber dejado una vez más que Yoongi se fuera a ese lugar, porque sabía a donde se iba e intuía con quienes estaría. ¿Por qué no podía ser de utilidad una vez?

 

Y ahí estaba, con su frente contra la dura y fría acera de aquella calle poco transitada, intentando levantarse como podía. Su corazón marchaba rápido y su respiración se le iba de las manos. Temía a pasar otro ataque de ansiedad en esas condiciones. No podía tranquilizarse si no paraba de pensar en Yoongi y en lo culpable que se sentía. Se sentó y apoyó la espalda en la pared mientras agachaba su cabeza entre sus rodillas encogidas. Empezó a perder el calor en su cuerpo y las pequeñas convulsiones comenzaron a hacer acto de aparición.

 

Y de repente, se acordó de una persona que le podría ayudar a superar esos ataques. Aquella que le aconsejó coger su contacto por si volvía a pasar por ese momento. Se llamaba Daniel y le conoció el día anterior, exactamente en las ferias que se celebró en Gwangju, le ayudó a tranquilizarse tras su ataque de ansiedad, fue buena persona y esta vez podría ayudarle. Sí, se acordaba de él. Pero, ¿él le recordaría? Sin embargo, no era buen momento de llamarle ahora, necesitaba apaciguarse y volver al trabajo.

 

 

 

 

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Los bares y pubs en Seúl eran tan populares que las personas quienes no llegaban a entrar por aforo completo concurrían a otros métodos para pasar una buena noche. El alquiler de locales para conseguir tu fiesta más deseada era la opción más elegida por las empresas privadas, famosos o personas de prestigio. Gozaban del lujo para preparar las mejores fiestas de todo tipo, alquilaban un completo y lujoso catering junto a buenos meseros, barmans, bailarinas de barra, camarógrafos y DJs para armonizar el ambiente. Varios ricos se gastaban cantidades desproporcionadas de dinero para el disfrute de todos, de la buena cara de la vida.

 

Hoseok llegó a aquel local privado dentro de una gran finca en donde sucedían más fiestas lujosas tras conseguir tranquilizarse y recuperarse de los golpes. Su impresión fue mayor cuando vio el sitio a donde debía ir. Algo fuera de su alcance y que claramente no podía permitirse acudir independientemente del trabajo, pero si estaba ahí era por la empresa contratada para el ámbito audiovisual de aquella fiesta programa por y para el cliente.

 

Sus compañeros ya estaban modificando las cámaras, las televisiones y la mesa de luces para conseguir el mejor espectáculo deseado. Hoseok seguía las indicaciones de sus superiores tras acabar los recados exigidos, posteriormente leía y repasaba la lista de sus planos y movimientos de cámara totalmente concentrado. Su trabajo no era difícil, pero sí denso en recrear los planos y no obtener ningún fallo pues todo se haría en vivo y directo. No debía tener ningún mínimo error en su trabajo y así lo haría.

 

Pasaban los minutos y más era la incertidumbre por saber el paradero de Yoongi y aunque mantenía su mente entretenida con el trabajo, su corazón se encogía segundo a segundo. Sus heridas sanaban después de haber conseguido una pomada, pero la angustia era más dolorosa que algún golpe.

 

—¡Hoseok, por aquí!

 

Su compañero volvía a llamarle para ayudarle con otro recado, sacándole de sus pensamientos, algo que agradeció internamente. Salió corriendo, prestando una vez más su ayuda con una media sonrisa, amabilidad que nunca perdía Hoseok. La noche caía al tiempo que la fiesta ya estaba a punto de comenzar. Los invitados ya abordaban el local al igual que el anfitrión, quien llegaba acompañado de chicas ligeras de ropa, una de ellas era Samantha que portaba un vestido de encaje que conjuntaba bien con esos largos y puntiagudos tacones y su cabello pelirrojo recogido de lado. Estaba bellamente atractiva, pero desde esa tarde, Hoseok no podía verla de la misma manera.

 

Repentinamente cruzó miradas con la fémina, quien sonrió de medio lado y volvió a saludar a los llegados. Hoseok no podía comprender cómo podía estar acostumbrada a sobrellevar aquel ritmo de trabajo. Él sería incapaz de soportar tantas caras falsas y personas que solo requerían a ti por placer, pero Samantha podía y ahí estaba, agarrándose del brazo del cliente que le sobrepasaba por veinte o treinta años.

 

Su nieto, quien iba a tener su despedida de soltero, llegaba junto a sus amigos que también se beneficiarían de los lujos de una buena fiesta erótica, regalo por parte de su querido abuelo. Hoseok observaba las personas importantes que llegaban mientras hacía las ultimas preparaciones del primer set de rodaje, aquel que protagonizarían un par de bailarinas profesionales teniendo entretenidos y majestuosos bailes de barra. Un espectáculo visual que era necesario grabar con delicadeza y mimo.

 

Su compañero se dedicaría a grabar el primer corto en directo, Hoseok capturaría bien la maestría con la que lo haría como base para su siguiente trabajo. El moreno sería el siguiente en grabar por lo que debía abstenerse en sentir nervios e inseguridades. Luchaba para no pensar en Yoongi, ni siquiera en Samantha que no la volvió a ver, debía concentrarse y terminar todo cuanto antes. Quería volver a casa y saber cómo podía ayudar al actor. Era su objetivo primordial.

 

Hoseok agitó su cabello y visualizó detrás del escenario al público que comenzaba a animarse por la música, las bebidas y las chicas que se movían con esfuerzo y elegancia. Claramente iban ligeras de ropas que cada vez que ejecutaban trucos en el que sus piernas se abrían, las voces y gritos de lujuria estallaban en el local. Él nunca había presenciado una fiesta como esas, ni siquiera las había visto en algún corto ni película porno, era algo nuevo. Definitivamente su fiesta de soltero sería más calmada.

 

Las luces de los gobos viajaban iluminando cada rincón, cada persona y zona de bar que podía existir. El lugar no era nada pequeño, poseía dos plantas llenas de mesas y barras donde yacían varias chicas bailando de tal manera erótica. Los flashes acompañaban a las luces restantes dando una iluminación epiléptica que a muchos le gustaban, le adentraban en un estado lejos de cualquier pensamiento consciente. Las pantallas no faltaban pues en cada pared había una televisión que mostraba el baile provocativo y experto de las bailarinas profesionales entre enfoques de los invitados desatados por darlo toda esa noche, de sentirse jóvenes que podían comerse el mismo mundo a su antojo.

Hoseok tomó una gran bocanada de aire antes de expulsarlo con lentitud. En breve empezaría su turno, el momento más importante de la noche y no estaba del todo preparado, no estaba preparado para tener algún fallo. Trabajaría con Samantha que era la joya de ese lugar, el regalo real que el cliente había preparado a su nieto. Hoseok aún no sabía qué haría la pelirroja esa noche exactamente —un striptease corriente y común— pensó. Su planilla solo había indicado algunos primeros planos y detalle en cámara en mano. Solo estaría él y Samantha o eso creía.

La música bajó dos tonos y las luces se apagaron ya que empezaba el siguiente espectáculo. El presentador guio a los invitados a las mesas indicadas con sus nombres y dio un aviso a los amigos del novio y el propio para que formaran una fila cerca del escenario. Sí, estaba a punto de ocurrir la guinda del pastel y Hoseok presenciaba los nervios y excitación de aquellos que yacían más cerca de donde se encontraba. ¿Tanto les ponía nervioso un simple striptease? ¿Nunca habían ido a uno? ¿Por qué estaban tan deseosos de que llegara el momento? ¿Solo iba a ser un striptease simple verdad? De esos que había visto visto en internet alguna vez en su vida.

 Su compañero salió del escenario portando su cámara y asintió a Hoseok para que subiera y comenzara su trabajo. Echando un suspiro al aire contaminado se colocó bien los cascos en la cabeza y, a continuación, se llevó la cámara al hombro con dificultad ya que el dolor no había desaparecido aún y subió por las escaleras mientras se situaba en el sitio prefijado en las preparaciones. Vio por el reflejo de los grandes ventanales que su cámara ya se visualizaba en las inmensas pantallas de toda la sala y decidido guio su mirada al visor de esta.

“Tú puedes, Hoseok. Ya has grabado varias veces en tu vida y no es la primera vez que haces este tipo de trabajo.”

 

Unas débiles palabras de ánimo para sí mismo.

 

El presentador dio paso a Samantha que yacía detrás del escenario y la gran ola de aplausos y gritos de euforia aparecieron con ella. El foco se detuvo en su esbelta figura siguiéndola en cada ligero movimiento. Su poca vestimenta consistía en una ropa interior de encaje, pero mucho más ligera y apretada que la que llevaba antes, si bien, para el público era gozoso de ver, para Hoseok quien solo se dedicaba a ejercer su trabajo concentrado en enseñar el cuerpo de la chica de arriba y abajo, enseñando los atributos marcados de la joven, era incómodo de grabar.

Al ritmo de la música, Samantha hizo un baile en un banco preparado solo para ella con varios movimientos de pelvis, de caderas y pechos, todo capturado por la cámara de Hoseok. La mirada de la fémina se dirigía a su lente mostrando sonrisas y gestos provocativos, olvidándose del resto, algo que inquietaba a Hoseok pues era difícil mantener la mente fría en esas ocasiones tan obscenas.

 

—¡Samantha. nuestra chica favorita, bailará para nosotros! Peeeeero, los más afortunados serán ellos quienes gozarán en primera persona el placer que puede ofrecer nuestra bonita pelirroja. —animó el presentador, señalando a la cola que yacía inquieta a unos pocos metros. —¿Sabéis que significa fuck jumping, verdad? ¡¿No lo sabéis?! —preguntó ganándose una rápida afirmación por parte del resto de personas que solo se dedicaban a aullar como desesperados de buen sexo en directo. —Para los más despistados, el fuck jumping consistía en una follada rápida que concebirá nuestra chica a cada uno de los presentes en esta cola, deteniéndose en nuestro novio que merece una atención más especial. ¡¿Estáis preparados?!

 

¿Cómo?

 

La música se hizo más ruidosa, callando los ruidos de la gente que aclamaba el espectáculo que a punto iba a realizarse. Bien, ahora comprendía porqué la cola de personas estaba tan excitada por el momento. No era un simple striptease que se hacía frente al rostro de la persona sentada. Hoseok iba a presenciar el continuo momento de sexo que haría Samantha con cada uno y las náuseas por lo que iba a ocurrir en ese instante ya flotaban en su interior. Tragó saliva, colocándose mejor la cámara a su hombro y parte del rostro. No estaba preparado para sobrellevar el trabajo que era un reto de fuego para él, no tenía la opción de negarse y salir de ahí, podría habérselo pensado mejor antes de aceptar dicho extra, pero la insistencia de la actriz no le dejó cavilar adecuadamente.

El presentador dio paso al primero de la cola, quien rápidamente y portando una amplia y brillante sonrisa se quitó los pantalones junto a sus calzoncillos delante de todas las personas maravilladas, luego se sentó en el único banco que había en el escenario y del techo bajaron dos largas tiras de sujeción donde podía aferrarse para ayudarse a penetrar mejor a la chica. Esta, contenta y sonriente, empezó a masturbarle con la mano enseñando la hombría desnuda al público. Suciamente la chupaba y se la llevaba hasta lo que su garganta se podía permitir, mantenía la respiración y volvía a ejercer esa mamada que el chico disfrutaba con delicia.

Hoseok tragó saliva y caminó hacia los chicos para grabar y no perderse ningún detalle que la profesional chica trasmitía con solo unos toques, además de las facciones del invitado que se derritió en gemidos y suspiros roncos silenciados por la ruidosa música electrónica y palabras del presentador que no dejaba el micrófono ni para respirar.

Lentamente, Samantha se colocó a horcajadas del chico, guio el glande hacia su entrada y comenzó a marcar círculos con sus caderas mientras se hundía el falo en el interior al tiempo que soltaba un gemido fingido por todo el lugar. Comenzó a cabalgar rápidamente sin darse tiempo a la intromisión que podía perjudicar su bienestar. Estaba acostumbrada y no podía hacer otra cosa que autopenetrarse hasta que el opuesto se viniera en su interior, sin embargo, y después de varias estocadas que incluso el chico tuvo que agarrarse a las cuerdas, Samantha salió de él y le masturbó con casi desesperación, que al poco tiempo se vino en el rostro de la chica y así terminaba con el primer sujeto para seguir con el segundo. Era un sin parar, un trabajo que para Hoseok era inhumano; aguantar tantas penetraciones, llenarse de semen y ahogar sus quejidos de dolor mostrando una reacción placentera para su cámara, porque eso era lo que notaba el sobrio del camarógrafo. Sabía que Samantha disfrutaba de su trabajo y no había ninguna queja, pero ¿realmente se encontraba bien consigo misma? Después de esta fiesta, ¿tendría más trabajos que hacer esa misma noche? Seguramente debía marchar hacia otra fiesta que se celebraba en la misma finca donde se encontraba porque estaba seguro que esa no era la única celebración que se daba en el lugar y había más parecidas a estas alrededor.

 

—¡Ahora damos paso al novio que se verá agraciado por un servicio especial dedicado por su abuelo! ¡Adelante!

 

No sabía cuánta gente podía estar ahí atentos a las reacciones del par de personas que ya consumaban en el escenario de manera rápida y salvaje cual animales en su periodo más vivo de celo. No soportaba estas fiestas tan frías y solo buscando el pasarlo bien sexualmente, Hoseok no conseguía mantenerse tranquilo siendo rodeado por todo ese ambiente, su forma de pasárselo bien estaba miles de kilómetros luz de lo que consideraban “fiesta” estas personas, sin embargo, no estaba ahí para juzgar sino para ejecutar de forma maravillosa su trabajo y así fue, no recibió ninguna queja, ni una molestia de sus superiores que le guiaban a través de los cascos que portaba junto a la cámara. Todo marchaba bien para él, cliente, invitados, equipo técnico, restauración, entre otros, todo era perfecto, ¿que podría marchar mal? Terminaría su trabajo impecable como las otras veces y volvería a casa con su hermana para disfrutar de su última noche en Seúl pues por la mañana ya se marcharía tranquila a casa. Le dolía mucho el corazón por haberle mentido de esa forma tan descarada, incluso esa misma mañana, pero no tenía otra escapatoria. Fue un pensamiento egoísta y aunque sabía que pronto pagaría las consecuencias o que el mismo karma se lo haría pagar como otras tantas veces, continuaría con su plan hasta que no le viera embarcar en el aeropuerto.

Sin embargo, lo que no se esperaba y por el cual su alma se heló por un crudo momento fue visualizar entre el público a la protagonista de sus pensamientos. Pensó que sus deseos por verla en casa se habían transformado en un espejismo que se mostraba ante él. Sus ojos se entrecerraron para observar mejor a esa persona que se parecía a Jiwoo. Era imposible que estuviera ahí pues la chica nunca alternaba estos ambientes, podía estar equivocado y solo ser una jugarreta de su imaginación, así que no le prestó atención y siguió grabando.

Cuando el presentador dio por finalizado el espectáculo de Samantha tras bajar el nieto del cliente del escenario, Hoseok hizo un primer plano al semen esparcido por toda la comisura de sus labios y grabó el momento en el que se limpiaba con los dedos los restos de saliva y flujos viscosos.

 

—¿Os lo habéis pasado bien? ¿Si? ¿Queréis más? ¡Pues en unos momentos llamaremos a nuestra siguiente joya que bailará para nosotros! —. Alzó el único brazo libre que tenía señalando a Hoseok quien le grababa con detenimiento. —¡Nuestro equipo técnico ha hecho el mejor trabajo posible para nosotros! ¡Dadle un gran aplauso!

 

Hoseok grabó a todo el público que aplaudía eufórico, agradeciendo el trabajo realizado, pero entre toda la multitud, había una persona que no aplaudía, la única que se mantenía en silencio y expectante, esa persona portaba una cara de total sorpresa e indignación.

 

Esa persona era Jiwoo.

Su espejismo convertido en realidad.

 

Hoseok ya empezaba a pagar las consecuencias de sus actos.

 

 

 

 

 

 

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Continuará…


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