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Algodón de Azúcar (YoonSeok) por Futuristic lover

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Jugaba con el filtro del cigarro, rebotándolo contra su pulgar y hacer saltar las cenizas por el ambiente. Su mirada recaía sobre las piernas opuestas subiendo hasta el par de ojos entrecerrados de Hoseok.

 

Woonyeok, quien le citó en esa habitación y que resultó ser el ex de Samantha, se levantó tras enterrar el cigarro en el cenicero de bronce que yacía sobre la mesa de cristal. El olor era una mezcla afrodisíaca e inexplicable que incomodaba a Hoseok quien nunca había experimentado una densa fragancia como la que se había encerrado en esa habitación. Se frotó las manos mientras caminaba con total cautela sobre la alfombra de piel de león hacia un armario empotrado en la pared, sacó de este un látigo con empuñadura y hebras de cuero que azotó en primer lugar en la palma de su mano antes de volver a su lugar.

 

 

—Tu estimada putita ha faltado a su palabra por ir a jugar contigo. —soltó dando un par de pasos ojeando los finos filamentos del objeto que descansaba entre sus manos. — ¿Sabes la deuda que tiene que pagar? ¿Sabes lo que cuesta una reunión conmigo? ¿Sabes las veces que se ha ausentado por estar con un estúpido como tú? Tiempo y mucho dinero, pero sobre todo tiempo, lo que no me sobra.

 

—¿De qué mierdas hablas?

 

—¿Que de qué hablo? Tu putita va a pagar por su irresponsabilidad y por esto. —se señaló el ojo dañado antes de atizar las hebras contra el sofá más cercano, sobresaltando a Hoseok al escuchar el gran estruendo. — ¿Quién te crees que eres para aparecer por este lugar y dártelas de superhéroe? ¿Piensas que esto se resolverá como aquella vez en la jodida discoteca? ¡Nadie te defenderá esta vez! ¡Te has metido con el equivocado y no creas que podrás defender a tu zorra!

 

—¡Cállate! ¡Cierra la puta boca! ¡No hables así de é...!

 

 

Wooyeok le dio un azote en la mejilla tras decir esas palabras provocando el desgarrador grito de Hoseok.

 

 

—¡Maldito imbécil! ¡Jodido bastardo! Suga va a pagar por lo que ha hecho y qué mejor que desfogarme contigo. ¡Con su puto perro faldero!

 

—¡Eres un cabr…!

 

 

A partir de ahí, Hoseok presenció varios flashes que aparecieron en su mente sincronizados a los constantes golpes que sin tapujos el contrario ejercía en él sin parar. Desconocía los asuntos que ellos debían tratar y los negocios a los que atender. Woonyeok indicó la ausencia ajena en sus reuniones por estar con él, por cumplir su trato de no faltar a las responsabilidades como novio. ¿Por qué Yoongi fue tan estúpido de rehuir los asuntos de ese matón? ¿Tan importante era el trato que tenía con Hoseok que dejaba de lado la importancia de su propia vida?

 

Su mente recaía en esos pensamientos confusos mientras aguantaba el frío y rígido contacto de las cuerdas contra su cuerpo, aguantaba como podía, una y otra vez, ahogaba gemidos de completo dolor. En parte, se lo merecía después de haber conseguido partir el corazón de su hermana y no poder ayudar a Yoongi.

 

 

—¡Esto es por los puñetazos de la otra vez!

 

Otro azote más.

 

—¡La próxima jodida vez que ese cabrón me intente tocar, volveré a joderte!

 

Una vez más.

 

 

Hoseok no lloraba, ni jadeaba, ni se movía un pelo. Sus manos se convirtieron en dos fuertes puños, sus ojos se cerraron con fuerza y su belfo inferior fue atrapado entre sus dientes llegando a percibir el peculiar sabor metálico de su propia sangre. Woonyeok le atizaba en los costados, en el rostro, en el estómago, cabeza y pecho, intentaba que los golpes fueran directos a puntos débiles estratégicos.

 

Estaban solo ellos dos. Sin Amber, sin las prostitutas, sin ningún guardia que pudiera presenciar la dura escena de paliza que le estaba dando. Nadie quien pudiera escuchar el sufrimiento que intentaba callar Hoseok entre patadas contra su mejilla, reventándole la herida que sus matones —anteriormente— le habían hecho, y estampándole contra la fría pared de mármol. Woonyeok atrapó un palo de golf que escondía en la habitación, lo alzó al aire para darle otro golpe, pero en ese momento, Amber le interrumpió al entrar en la habitación al tiempo que sujetaba el teléfono comunicándole a su jefe sobre la llamada importante que tenía.

 

 

—Dile a la zorra de Suga que, si no tiene la droga a tiempo, le cortaré los putos dedos de la mano a su perro faldero delante de sus narices.

 

 

Tiró el palo lejos y salió de la habitación cogiendo rápidamente la llamada completamente furioso. Dio unas indicaciones a Amber quien asintió y acabó cerca de Hoseok. Esta lo levantó de un rápido movimiento y le volvió a vendar los ojos dirigiéndole como podía por la debilidad del chico fuera del local. El moreno apenas podía caminar, apenas podía respirar, su cuerpo no respondía y la inestabilidad física era nefasta para poder siquiera dar un paso. Amber le dio un empujón contra la pared de hormigón ya en la calle, haciendo que el cuerpo de Hoseok resbalara, cayendo al suelo ágilmente. Aún respiraba, pero no tenía fuerzas ni para abrir los ojos, tosía sin parar intentando abrazarse para combatir con el frío que calaba sus huesos.

 

—¡Maldito hijo de puta! ¡Has hecho enfadar a mi jefe! Eres un idiota inútil. —le insultó, le escupió y terminó dándole una patada en su hombro dejándole nuevamente contra el asfalto. De repente, cogió su teléfono e hizo un par de fotos para mandarla a un teléfono — ¡Puta asquerosa!

 

Amber marchó nuevamente al interior del local sin percatarse del mal estado en el que dejó a Hoseok. El escozor, como si se tratase de quemaduras, no le dejaba ni respirar adecuadamente. Atinó a coger el teléfono de su bolsillo y marcó un número entre la tembladera de sus frías y lastimadas manos. Tiritaba, sentía escalofríos y el dolor parecía aumentar continuamente. No podía ir al hospital, no podía aparecer de esa manera en casa. No quería que Yoongi se enterase, ni mucho menos Jiwoo.

 

Los tonos aparecieron tras un silencio incómodo, aquellos que ni Hoseok pudo escuchar.

 

 

 

—¿Diga?

 

—Ho...Hola Daniel, so...soy Hoseok. No sé si...si me recuerdas, pero ¿P...puedes... hacerme un favor?

 

 

 

 

<<<. . .>>>

 

 

 

 

 

—¿Cómo pudiste pegarle un puñetazo a Woonyeok, hyung? ¿En qué estabas pensando?

 

Jimin se encontraba en el apartamento de Yoongi tras llevarle la cena al saber lo poco que comía el mayor, incluso peor que los perros abandonados del barrio más pobre de Seúl. Este no había probado un bocado desde esa mañana o posiblemente desde ayer y dudaba que lo hiciera por el resto del día.

 

—El muy mamón llamó a sus guardias para sacarme a rastras de mi casa y obtener una explicación por el que he faltado estos días a nuestras reuniones. —murmuró molesto mientras encendía un cigarro y se lo colocaba elegantemente entre los labios.

 

—¡¿Faltaste a las citas?! Eso es imperdonable, hyung. Tú nunca faltas, ¿qué te llevó a hacerlo?

 

—Eso no es asunto tuyo, pero el cabrón se lo merecía.

 

—Está bien, pero en qué habéis quedado. ¿Te ha golpeado en alguna parte? —soltó Jimin como si no fuera la primera vez que el impropio recibía palizas por parte del productor. Dio por hecho que le había golpeado como otras tantas veces hizo debido a su actitud o formas de faltar el respeto; algo que odiaba Woonyeok.

 

—No, no me tocó ni un pelo y eso me pareció extraño. Antes de que sus guardias me hicieran algo, Woonyeok les detuvo. —dijo el actor posando sus piernas en la mesa de cristal y terminando el cigarro entre largas y placenteras caladas. —No sé qué bicho le habrá picado, pero me dejaron marchar después de cruzar amenazas.

 

—Entonces debes seguir las reglas y no saltártelas esta vez. Hyung, eres responsable y te conozco bien, sé que cuando algo te importa eres capaz de mantenerte callado recibiendo golpes. Así que haz bien tu trabajo. Falta poco para salir de esto. Ya verás. —habló Jimin en un tono de voz dulce, tranquilo y delicado al tiempo que se colocaba detrás del mayor y le sacaba la chaqueta de cuero con total cuidado, tal como si Yoongi fuera la pieza más delicada del mundo. — Te he preparado un baño relajante, hyung. Ha sido un día largo y qué mejor que suavizar el ambiente, ¿hm?

 

El aludido asintió y le ayudó a sacarse la chaqueta dejando el cigarro apagado sobre la mesa. Se levantó siguiendo a un Jimin que daba pequeños saltos de felicidad camino al baño para compartir un momento íntimo con el ajeno. Yoongi se desnudó sin sentir timidez o algún ápice de vergüenza por verse expuesto ante la mirada de otra persona. Estaba tan acostumbrado a los cuerpos desnudos en la industria que no le dio importancia cuando Jimin hizo lo mismo y ambos se adentraron juntos a la bañera. Ninguno musitó ni una palabra, nadie recayó en la irregularidad del momento que podría parecer extraño para el mundo, pero algo normal y usual entre ellos. Se complementaban y buscaban juntos momentos de relajación y desconexión como estos, en el que Jimin se colocaba detrás de Yoongi y arrastraba la esponja húmeda y bañada en jabón por la espalda del mayor, de arriba y abajo, con delicadeza y lentitud en no lastimar las zonas cicatrizadas, mientras que el contrario cerraba sus ojos, bajaba la cabeza y se dejaba llevar por las sensaciones que producían los movimientos suaves de Jimin.

 

El castaño sabía cómo ambientar la habitación consiguiendo una iluminación apagada y suave que evocaban las velas y el olor del incienso conjuntos. Así conseguía la completa desconexión de la mente de Yoongi, lo notaba, lo sentía al verle relajar los músculos y dejar descansar su cabeza. Sus manos se elevaron posándose en los hombros del chico, olvidándose de la esponja dejada en algún lugar y comenzó a masajear sus tensados músculos.

 

 

—Hyung.

 

—¿Hm?

 

—¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos?

 

Yoongi asintió débilmente relajado por el masaje que le estaba haciendo sobre la zona de los costados.

 

 

—¿Recuerdas el primer masaje que te hice hace ya unos años?

 

—Tenías apenas 15 años. Para no acordarme.

 

—Todo un caballero. —sonrió el castaño y siguió sus lentos rodeos en la cabeza que provocó un sutil jadeo en Yoongi. — ¿Recuerdas por qué te di el masaje?

 

—Porque sufrí una crisis y no paraba de temblar, llorar y hacerme heridas en los brazos.

 

—Desde esa noche cada vez que te sientes mal acudo a tu lado para hacer lo mismo, siempre.

 

—Si piensas que no te he dado algo a cambio, no es la primera vez que te lo he agradecido como deseas.

 

—¿Hablas de sexo? —inquirió dudoso. Jimin bajó tímidamente sus pequeñas manos recorriendo la zona lumbar del chico dentro del agua, acariciando la piel de forma lenta. — Hace mucho que no lo hacemos. —dijo en un leve puchero introduciendo la mano por la entrepierna del mayor sutilmente.

 

—No ha surgido el momento. —murmuró indiferente esperando el momento en que Jimin alejaría su mano de esa zona.

 

—¿Y qué te parece si…?

 

—Jimin.

 

—Puedo complacerte como siempre. —susurró cerca de su oído haciéndole estremecer al contrario, pero no por placer precisamente. El menor acarició los bajos opuestos con lentitud, ejerciendo una masturbación con solo dos dedos. — Sabes lo bien que te gusta follar mi culo, hyung.

 

—Jimin.

 

—Mi culo será mejor que cualquier otro que hayas follado. —continuó mostrando esa voz persistente y sensual. —Solo déjame darte una mamada. —hizo pequeños círculos en el glande aumentando levemente el ritmo.

 

Yoongi se dio media vuelta, enfrentándole con el ceño fruncido. Le detuvo antes de que continuara con esas acciones obscenas y le alejó empujándole fuera de la bañera ocasionando que Jimin saltara hacia el exterior totalmente aturdido.

 

—¡Hyung! ¿Qué haces? Es que… ¿Acaso ya no me deseas?

 

—Nunca te he deseado, Jimin. Follamos por placer y desfogue, no por deseo por el otro. No por mi parte. Entiéndelo.

 

—Dices eso, ¡pero eres capaz de abrirte de piernas para un maldito desconocido a la primera de cambio! ¿Dónde has dejado la dignidad?

 

—¿Cuándo tuve dignidad, Jimin? ¡¿Cuándo?!

 

—¿Te gusta ese chico, hyung? ¿Es eso? —. El silencio de Yoongi sirvió como respuesta clave para Jimin quien no dejaba de observar las facciones del opuesto. Yoongi bajó la mirada fijándose en el mármol de las paredes y volvió a conectar su mirada con la del menor. Jimin asintió y sonrió de medio lado sarcástico. —Sigues siendo tan ingenuo como siempre. Ese chico está jugando contigo.

 

Tras decir eso, Jimin se fue de la habitación cubriéndose con un albornoz y más que enfadado. Yoongi suspiró y después de buscar otro albornoz, siguió los pasos de Jimin con el fin de pedirle perdón pues el chico no se merecía aquellas palabras, sin embargo, al pasar el umbral de la puerta del baño, se encontró con el rostro sorprendido de Jimin mientras miraba una imagen en el móvil del mayor, aquel que había cogido al escuchar el sonido de un nuevo mensaje. Yoongi no tardó en acudir a su lado y fijarse en una fotografía con más claridad.

 

 

 

Su corazón se detuvo.

 

¿Ese era Hoseok?

 

 

Tiró el teléfono cuando visualizó la fotografía del moreno golpeado y encogido en el suelo, bajo la fotografía destacaba un mensaje amenazante de Woonyeok. Llevó sus manos a su cabello disgustado, impotente y con ansias de darle una paliza al autor de ese hecho. Hacerle pagar con creces. Ahora entendía el porqué ese hombre no le había golpeado esa mañana como tantas veces había hecho.

 

Su víctima no era él.

 

Sabía que después de golpearle en el ojo aquel día tendría sus consecuencias. Ahora cometía su venganza pagándolo con el moreno. ¿Cómo consiguieron atraparle?

 

Tenía que buscar y encontrar a Woonyeok, exigir respuestas para darle su merecido. Se vistió lo más rápido que pudo, se colocó una camiseta sin mangas, su chaqueta de cuero, unos pantalones apretados negros y sus botas oscuras, a continuación, cogió las llaves del coche y fue a buscarle al local pues podría encontrarle ahí aún.

 

Jimin no sabía si sentir felicidad o temor por lo que pudiera pasarle a Yoongi, volvió a ver detalladamente la fotografía fijándose en los golpes que el camarógrafo había recibido. Se asustó pues ya intuía lo que pasaría días después. No era nada bueno para Hoseok, pero sí para él, aunque en ese momento no estaba tan feliz como pensaba.

 

 

 

 

 

<<<. . .>>>

 

 

 

 

 

 

La casa de Daniel era simple, sin objetos ostentosos, ni muebles lujosos y caros a primera vista. Solo tenía lo esencial para vivir. Recibió la llamada de Hoseok cuando estuvo a punto de hacerse la cena una vez vuelto del trabajo. Tras encontrarle, llamó a su amigo médico para que le atendiera en casa y le curara lo más rápido posible, puesto que, Hoseok se negaba acudir a urgencias. Respetó su decisión educadamente.

 

El doctor le limpió la sangre, luego curó las heridas vendándole los brazos y terminó dándole una pastilla para soportar el malestar mientras estuviera descansando.

 

 

—Recuéstate ahí, Hoseok.

 

 

El chico con ayuda de Daniel se acostó en el sofá como había mandado. Suspiró e intentó aguantar el dolor de sus heridas que sobresalían específicamente en su rostro y brazos por intentar defenderse. Daniel no hizo ninguna pregunta, no quería meterse en la vida ajena ni molestarle con desagradas cuestiones pues sentía que de lo que menos quería hablar Hoseok era sobre lo ocurrido.

 

—Eres un chico fuerte. Lo supe desde el día que nos conocimos.

 

Asintió Hoseok como respuesta evitándole mirar, posando su rostro en el sofá por el lado bueno, le dio la espalda a Daniel quien ordenaba las medicinas para colocarlos de vuelta al botiquín, no le importó dicha acción pues entendía la situación del chico. No debería ser fácil asumir los golpes con mente fría, ni las duras palabras que le podría haber dedicado el autor de aquella paliza. Aun así, él se mantendría a su lado para ayudarle en lo que fuera, aunque en ese momento prefirió dejarle solo y poder descansar esa noche.

 

Tenía pocas esperanzas de volverle a ver después de lo que pasó en el festival, le quería ayudar y dar a conocer la clínica de su amigo por otras zonas, ese fue el motivo por el que le dio la tarjeta de contacto. Podía serle útil y ayudarle a pasar los ataques de ansiedad de la mejor manera, cree que eso es lo que necesitaba el chico cuanto antes.

 

Le dejó solo y continuó terminando el papeleo que tenía para toda la semana. Sin embargo, Hoseok se mantuvo despierto toda la noche. 

 

 

 

 

 

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Yoongi caminó por aquellos pasillos tan familiares muy enfadado. Sabía que en pocos segundos perdería el control y ya estaba impaciente por encontrarse con el cabrón de Woonyeok. Vio a Amber entretenida con el móvil y le dio un fuerte empujón desplazándola a unos metros de la puerta que escoltaba. Nunca antes habían visto a Min Yoongi tan furioso. El rumor de que Yoongi tenía pareja y que a esta le habían golpeado por su culpa corrió como la pólvora, entendían el estado en el que se encontraba y por el que buscaba al autor de aquel delito.

 

Antes de escuchar el grito de Amber por haberla atacado, Yoongi pegó una patada a la puerta, estampándola y abriéndola de un solo golpe. Segundos después encontró a Woonyeok follando con dos tailandesas vírgenes. El aludido y las chicas pegaron un sobresalto topándose con un furioso e incontrolable Yoongi. El productor mandó a las chicas salir de la habitación y se levantó para colocarse una bata con el fin de cubrir su desnudez.

 

 

—No te esperaba tan temprano por aquí y hoy no trabajas.

 

—¡ERES UN JODIDO CABRÓN!

 

 

Totalmente fuera de control, Yoongi estampó un fuerte puñetazo a Woonyeok en el rostro, ni llegando a lo que se merecía realmente. El hombre cayó entre la cabecera y el colchón de la cama tras el impacto. El menor se acercó intentando arremeterle su puño nuevamente en la boca, pero fue detenido por Amber y otro guardia que se abalanzaron para alejarle de su jefe quien mostraba una sonrisa al tiempo que se levantaba y se limpiaba la sangre de sus labios.

 

—Ni siquiera cuando pegué a tu jodido Jimin te pusiste así. —rio sin dejar de sonreír y acercarse a un Yoongi controlado por sus guardias. —¿Tan importante es ese muchacho para ti? Puta zorra. —susurró cerca de su oído, dejando una suave caricia en su mentón.

 

 

El ceño fruncido y la rabia por no poder moverse fue una imagen sublime para Woonyeok, la fiera queriendo atacar estando entre sus manos como un sucio e inútil muñeco que podía usar cuanto le diera la gana. Porque Yoongi estaba desgraciadamente atado a Woonyeok y no podía hacer nada, algo que excitaba al hombre; una fuerte sumisión.

 

 

—Hijo de puta. ¿Dónde coño está? ¡DONDE!

 

—¿Qué pasaría si te dijera que hemos follado en esta misma habitación después de su merecida paliza?

 

 

Aquellas palabras ardieron en el interior de Yoongi provocando el grito de impotencia y rabia por no poder moverse y matar a la persona que se regocijaba en su mala suerte.

 

 

—¡Qué mierdas quieres! ¡Qué coño has hecho con él, pedazo hijo de puta! ¡Te dije que no te metieras con Hoseok!

 

—Culpa por haberme faltado el respeto. Todo lo que hagas lo pagará tu perro faldero. Si sigues adoptando esta actitud de niño pequeño en vez de asistir a nuestras reuniones, no tardaré en enviar una ficha de recomendación a Ace. ¿O debería decir nuestro jefe?

 

 

Las fichas de recomendación era la última carta que podía cometer esa persona para acabar con la vida de Hoseok completamente. Aquella ficha era el billete de entrada a ese mundo sin salida. Así fue cómo Jimin entró para acabar en manos de cada pez gordo de la mafia con mentalidad de profanar algún agujero de un joven chico tras someterle a un lavado de cerebro, a prostituirle, a destruir su vida, a darle motivos para pensar en lo inútil que es, hasta llegar a un estado de costumbre, porque eso era lo que hacían con cada niño, niña, jóvenes que terriblemente su destino acababa ahí.

 

Sabía perfectamente lo que intentaba decir Woonyeok. No podía estar hablando en serio. No podía condenar a Hoseok a ese agujero de negro porque sabía que luego de eso, no volvería a ser él. Perdería su forma de ser, desconocería sus principios que se borrarían de su mente, incluso su sonrisa se perdería al igual que sus sueños estancados. Se resistiría como todos, pero luego de años y juegos sucios, acabaría rindiéndose finalmente.

 

Solo bastaba con una llamada, un envío de una ficha completa de Hoseok para que al día siguiente las principales noticias del país mostrasen un suicido sin pruebas, un caso cerrado, ocasionando que poco a poco el mundo olvidara la vida de ese pobre chico.

 

 

—¿Qué…qué quieres?

 

—Mi droga y mi respeto. Lo que hagas, lo pagará él y, tú y yo sabemos que ese chico cumple con todos los requisitos que Ace busca en alguien. Si le entrego a Ace, está acabado.

 

—En menos de 48 horas tendrás tu jodida droga.

 

—No. En menos de 24 horas tendré mi jodida droga. —rectificó. —Soltadle. No hace falta que lo busques, tu perro faldero no está aquí.

 

 

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Continuará.

Notas finales:

***

 

¡Nos vemos en el siguiente capítulo! 

 

Gracias por vuestros comentarios. Sois lo mejor. 

 

También me podéis encontrar en Wattpad como @errbody_say


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