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Las puertas que no deben abrirse, no pueden cerrarse por BocaDeSerpiente

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"Sobre el tiempo que vas a estar aquí…"

—Estás temblando.

Harry negó con fuerza, sin mirarlo.

—Sí, estás temblando —Observó Malfoy, en tono calmo, que sólo varió al expresar lo siguiente—:. Merlín, de verdad eres un niño.

Alzó la cabeza para fruncir el ceño en su dirección, encontrándose con que le resultó imposible, porque Malfoy tenía una débil sonrisa, y una oleada de paz lo invadió con suficiente intensidad para hacerlo pestañear y preguntarse por qué estuvo tan alterado un momento atrás. ¿Él no iba a maldecirlo?

—Yo…—Intentó de nuevo, encogiéndose al no saber qué decir. Malfoy, sin embargo, asintió, como si hubiese escuchado la explicación más detallada que era capaz de otorgarle.

—Eres un Harry más pequeño —No le gustó el término, aunque tenía un deje de diversión, cuando el hombre dejó los papeles a un lado y presionó las palmas a sus costados, echándose hacia atrás, sin dejar de examinarlo; pensó que parecía buscar diferencias en su aspecto—, eso explica mucho.

¿Qué quería decir eso? ¿Fue muy sospechoso? ¿Actuó raro? Él creía haberlo hecho bastante bien, si obviaba el ser delatado por su hijo de siete años. Tal vez había sobrevalorado sus propios esfuerzos.

—Es- quiero decir, tú- —Hizo un gesto hacia él, otro hacia sí mismo, buscando una manera de expresarse.

—Oh, ¿esperabas algo como esto? —En un giro de muñeca, Malfoy tenía la varita en la mano y lo apuntaba. Harry se tensó y buscó, en vano, en sus bolsillos, alejándose del punto de mira tanto como podía— ¿y un Avada? —Repitiendo el movimiento, la guardó; no estaba seguro de si la ponía dentro de su pijama o la hacía desaparecer de algún modo—. Soy más de Crucio, Harry, tranquilo. No ataco a mi familia jamás. ¿Te sorprende todo esto?

Él sólo pudo asentir, demasiado aturdido para hacer algo más. Malfoy emitió una risa suave, vibrante, y sacudió la cabeza.

—En todos estos años, no es la primera vez que intentas hacer algo sin que lo note, te descubro y lo arreglo por ti —Ladeó la cabeza, con una expresión pensativa—; no es que yo no cause problemas, es que tú eres el Gryffindor entre los dos —Agregó, como si fuese algún tipo de explicación que lo abarcaba todo. Tal vez, a esas alturas, sí lo fuese.

Harry sabía que lo estaba observando boquiabierto, mientras este, a su vez, daba una ojeada al fajo de papeles, pero no podía evitarlo. Cuando los ojos grises volvieron a encontrarlo, continuaba tan rígido y callado, bajo el umbral del baño, como en el momento en que había salido.

—¿Te vas a quedar ahí parado toda la noche? —Mencionó, con esa voz tersa, que carecía de burla, por lo que no podía evitar pensar que el tono del Malfoy de su época, resultaría también muy agradable, si dejase de ser tan petulante. Era extraño considerar "agradable" y "Malfoy" en una frase afirmativa de cualquier índole.

—Yo- yo- —Intentó gesticular con las manos, también en vano. Apenas era capaz de utilizar su voz, y Draco esbozó una media sonrisa, que lo estremeció desde adentro, en el pecho, de un modo que no sabía que era posible sentirse.

—¿Te pongo nervioso?

Harry boqueó, el ardor en el rostro cuando apartó la mirada, probablemente, fuese sólo suyo y no de su versión adulta. Draco volvió a reírse, para su pesar.

—Harry, ven aquí —El aludido, cruzado de brazos, de una forma que parecía que más bien se abrazaba sí mismo, aislándose de todo mal, lo miró de reojo, de nuevo. Malfoy palmeó el colchón, a su lado, y él negó, por una especie de instinto—, ¿crees que te haría algo, cuando mis hijos están dormidos?

Era una buena lógica. Por otro lado, estaba seguro de que la puerta tenía algún encantamiento, así que frunció el ceño y señaló en esa dirección. Malfoy arqueó una ceja y siguió el movimiento de su mano, hasta dar con la salida del cuarto. Asintió, despacio.

—Para que no se oiga nada afuera —Explicó, encogiéndose de hombros—, tú lo pusiste por…ciertas razones —Harry luchó para no hacerse ideas. No necesitaba esa imagen mental tampoco—, yo le puse uno para saber cuándo los niños están cerca por la noche. Sus cuartos tienen encantamientos también, protecciones, avisos de cuando se despiertan, si salen a determinadas horas. Te sorprenderá, pero eres tú quien dice que nunca somos demasiado cuidadosos.

Él arrugó la nariz; no sonaba a algo que pudiese decir, ni creer, aunque a la larga, seguro que le ahorraba un par de problemas que solía tener.

Al ver que Malfoy tenía una apariencia tranquila, con la varita escondida en alguna parte, y aguardaba que se acercase, dio un paso vacilante hacia él. Como no recibió la maldición que, una parte de sí, todavía se esperaba, caminó hasta posicionarse frente al hombre. Por la manera en que lo hizo, lo miró desde arriba, pero Malfoy echaba la cabeza hacia atrás, con aires relajados, que dejaban en claro que no tenía ventaja de ningún tipo. Como si no lo supiese ya.

—¿En serio...no estás molesto? —Cuestionó, dubitativo, porque a decir verdad, sentarse junto a un Draco Malfoy enojado, mayor y con más experiencia en la magia, no estaba en sus planes, ni por muy Gryffindor que se considerase—. Podría- haber sido alguien más, podría haberle hecho daño a Cissy, a Lily, a Jaimie, o incluso a…

Calló cuando lo observó negar, imperturbable.

—No hubieses tratado así a mis hijos si hubieses querido lastimarlos; no habría sido la primera vez que lidiamos con pociones multijugos, metamorfomagos e idiotas. Tú mismo me lo acabas de confirmar diciéndoles "Cissy", "Lily" y "Jaimie" —Ladeó la cabeza de nuevo, mostrando un amago de sonrisa más suave—, los miras igual que mi Harry.

Él parpadeó, desorientado, preguntándose si era un efecto del cambio de cuerpo, que le confería ese aspecto también.

—…podría haberte lastimado a ti —Musitó, con un hilo de voz. Le pareció que Malfoy lo consideraba un momento.

—¿Lo habrías hecho? —Los dedos que le presionaron la barbilla, a pesar de ser tersos y fríos, le quemaron con el tacto. Tuvo que reprimir un estremecimiento. Draco meneó la cabeza—. No, no lo habrías hecho, demasiado noble. Y esa también es la forma de mirar de mi Harry —Apuntó, con su mano libre, a la altura de sus ojos que carecían de lentes—, un poco cambiados, pero todavía suyos.

Él sintió curiosidad de saber a qué se refería, pero Malfoy se apartó y no le dio más respuestas. Un vacío repentino se mezcló con un anhelo que no le pertenecía, de acercarse y que lo volviese a tocar. Tuvo que tomar una profunda bocanada de aire.

—¿Así que no estás molesto? —Insistió, mordiéndose el labio inferior.

—Bueno, sí, claro —Reconoció, lento, medido—, no más de lo habitual.

—¿Siempre…te molesto?

—Es algo así como tu pasatiempo, nunca dejamos de pelearnos por las cosas más tontas —Esa vez, fue el turno de Harry de sonreír. Malfoy se la devolvió.

Se dejó caer a un lado de él, flexionando las piernas por debajo del cuerpo, y echando un vistazo a los papeles. Draco se los entregó.

—¿Qué fue exactamente lo que pasó?

Y aunque le resultaba extraño que Malfoy le dirigiese una mirada inquisitiva y serena, él comenzó a hablar, explicándole todo, desde lo que los llevó al Ministerio aquella noche, ahora tan lejana en quinto año, hasta las sensaciones que no le pertenecían. Lo único que omitió, y que pareció innecesario mencionar para que lo comprendiese, fue el por qué lo apartó de forma tan brusca y huyó.

Sólo cuando terminó de hablar, alrededor de unos diez minutos más tarde, respiró profundo y se percató de que el impulso que lo llevó a contarle la situación, con detalle, ni siquiera había sido suyo. Pero una paz inexplicable lo abordó, y se preguntó si sería así como se solía sentir el otro Harry, al hablar con su esposo; de ser cierto, tal vez entendiese cómo ese matrimonio peculiar había durado tanto tiempo. Incluso tuvo la absurda sensación de que podría decirle lo que fuese, hasta lo que pensaba del comportamiento de su padre y padrino en el colegio, las clases de Occlumancia, Snape, Umbridge, Voldemort. Todo lo que se negaba a mencionar a otros, de pronto, parecía al alcance de su lengua, a una frase de distancia, y tuvo que reprimirse para no empezar a desviarse del tema que les concernía.

Malfoy permaneció en silencio, al menos por otro minuto, antes de liberar un suspiro pesado y largo.

—Bueno, esto es un poco más extraño que lo que generalmente te pasa —Admitió, en voz baja.

—¿Sólo un poco?

—Un unicornio negro de África intentó que te unieras a su manada en una expedición a la que me acompañaste —Mencionó, de pasada, como si fuese lo primero de dicha forma que se le pasaba por la cabeza—, eso sí fue extraño.

Harry frunció el ceño. Estaba a punto de hacerle preguntas al respecto, cuando Malfoy lo silenció con un gesto.

—Podemos deducir que se arreglará solo, la reliquia del Ministerio tendrá que regresarte a tu época cuando su efecto cese, y me traerá a mi Harry, donde sea que esté metido ahora.

—¿Cuánto tiempo durará el efecto, entonces?

Malfoy se encogió de hombros.

—¿Lo viste girar? —Él asintió— ¿cuántas veces?

—Creo que dos.

—Suponiendo que es un giratiempo enorme, con la cualidad de hacerte sentir lo que tu otro "yo" siente, y su efecto se prolonga, en vez de dos horas —Él simuló girar el objeto entre sus dedos, de un modo tan preciso que le hizo preguntarse si no tendrían un giratiempo oculto, en alguna parte de esa casa—, yo diría que son dos días. Pensar en semanas es demasiado, y nada te transporta por meses o años a otro tiempo. Digamos que unas cuarenta y ocho horas, más o menos.

—Llevo aquí apenas un día…

—Un día no, si dices que llegaste de madrugada, a punto de amanecer —Puntualizó, señalando en dirección al balcón—, menos de veinticuatro horas todavía.

Harry se dejó caer hacia atrás, con un dramático resoplido. Aún le quedaba otro día de extrañezas en ese lugar.

No sabía por qué la idea no le desagradaba tanto como, probablemente, debería.

—Tendremos que pensar en algo —Le escuchó decir después, por lo que giró de costado para observarlo—, sería absurdo hacerte desaparecer un día completo, así como así. Mientras tengas estas notas de Harry, y yo esté cerca, podrías hacerte pasar por él, sin que alguien más tenga que notarlo.

Malfoy se recostó a su lado, boca arriba, con mayor cuidado. Intentó ignorar el modo en que los latidos de su corazón se aceleraban por la cercanía.

—¿De verdad me quedaré aquí? ¿Puedo? —Las preguntas le ganaron un ceño fruncido, por lo que no insistió más al respecto.

—No te voy a echar a la calle, por Merlín —Sacudió la cabeza, como si no pudiese creer que siquiera lo hubiese considerado. Luego se quedó en silencio unos segundos, para después volver el rostro hacia él—. Quince años, ¿cierto? No tengo buenos recuerdos de esa época, hasta el final del año, al menos.

Harry acababa de abrir la boca, dispuesto a hacerle una de las muchas preguntas que le rondaban la cabeza desde que llegó, cuando percibió un cosquilleo en el aire de la habitación y un débil resplandor en el marco de la puerta.

—Esa es Lily —Le comentó Malfoy, que en un parpadeo, ya estaba de pie y caminaba hacia la salida. Una vez la abrió, se volteó para señalarlo de forma acusatoria, indicándole que no fuese a hacer nada estúpido, y luego desapareció por el pasillo a oscuras.

Harry continuó observando en esa dirección, incluso un poco después de que se hubiese perdido por completo. Cuando procesó, a solas, que todavía tenía un día prestado en esa vida, no hubo más que tranquilidad.


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