Una cálida mañana de marzo se colaba entre las cortinas de la habitación del conde Phantomhive.
Entraba su perfecto mayordomo con una charola de plata brillante albergando una tasa de te y unos panecillos para su Bocchan, la cual dejó encima de una pequeña mesa de madera junto a su cama. Se dirijo a las cortinas y mientras las habría decía:
- Buenos días, Bocchan. Es hora de levantarse, tiene una agenda que cumplir el día de hoy.
El dueño y señor de la fábrica de juguetes sintió los rayos del sol sobre su rostro, a lo cual solo atino a darse la vuelta y cubrirse con las sábanas. Sebastian sonrió ante tal acto y volvió a repetir la misma frase anterior pero esta vez haciendo énfasis en “agenda” y “hoy”.
El joven de 12 años, se levanto de manera muy perezosa de la cama, como nunca antes se había sentido... Sebastian miraba confundido por las acciones tan lentas de su joven amo. Ciel pregunto:
- Cuáles son los planes para hoy Sebastian?
Su mayordomo respondió mientras le daba la tasa de te:
- A las 9.00 am vendrá el duque Víctor ya que quiere hablar con usted de negocios. A las 11.00 esta programada su clase violín y luego el almuerzo con la señorita Elizabeth.
Ciel hizo una mueca de disgusto cuando escucho la última parte del programa para aquel día. Termino su te y le dio la tasa a Sebastian. Seguidamente se acerco a su armario, escogió un traje elegante para recibir al duque y se acerco a Ciel para vestirlo. Quitó los botones de su pijama y mientras la doblada en sus rodillos miró de reojo a Ciel, quien tenia la mirada hacia la ventana.
Bocchan se siente bien?- pregunto Sebastian algo preocupado- Hoy lo noto algo ausente, incluso se tardo en levantarse, sucede algo?.
Ciel regreso su mirada hacia su mayordomo quedándose inmóvil cuando encontró las orbes carmesí de aquel demonio, recordando el contrato que hizo un día, el cual terminaría cuando cumpla su venganza y su alma sería devorada por aquel demonio que lo servía fielmente.
Nada, no ocurre nada – dijo fríamente Ciel, mientras se levantaba ya vestido de su cama – Mientras llega el duque estaré en mi despacho revisando algunos papales.
Sebastian se quedo solo lo miró, mientras su joven amo pasaba junto a él dirigiéndose a la puerta de la habitación. – hoy es un bonito día, pero… algo le pasa al joven amo… que será? – Sebastian arreglo la habitación y una vez limpia salió de la misma verificando que todo estaba en su lugar.
De camino al despacho se encontró con Meirin, que llevaba un gran jarrón con flores recién cambiadas. Ella al ver a Sebastian, se puso algo nerviosa y se tropezó con su bota que tenia un cordón desamarrado. El jarrón voló por los aires y antes de que tocara el suelo, Sebastian lo tomó y en un movimiento rápido tomo las flores y el agua antes de que se cayeran sobre la alfombra.
Meirin ten mas cuidado – Dijo algo molesto Sebastian a lo que ella solo asintió, se levanto del suelo, tomo el jarrón y siguió caminando.
Sebastian continuo con su camino, y antes de entrar al despacho golpeó la puerta.- Adelante- dijo Ciel desde el Interior. Sebastian entro en la habitación y observo a Ciel mirar por la ventana. Estaba actuando de una manera muy extraña – Sebastian, cancela mis clases de hoy, no tengo ganas para el violín… Atenderé rápidamente al duque y lo despacharé tan pronto pueda… En cuando a Lizzy…
Bocchan… - Sebastian interrumpió a Ciel – cancelare las clases, pero deberá recibir a la señorita Elizabeth. – el mayordomo no entendía el comportamiento de su amo.- Bocchan de verdad que se encuentra bien? -
Sebastian! – Dijo Ciel alzando la voz mirándolo de manera desafiante – Retírate, es una orden – finalizó.
Esta última palabra sorprendió a Sebastian y de manera triste respondió: Yes, my lord. Hizo una reverencia y salió del despacho.
Sebastian se sentía confundido, ¿será que esta enfermo?, ¿cansado?, ¿molesto?, ¿hambriento?... se detuvo después de pensar completamente sorprendido a lo que sus ojos se abrieron como platos.. - ¿Por qué me siento así?- se dijo a sí mismo. ¿Por qué me preocupo tanto por el?, quizá solo sea un capricho suyo, pensó.
Durante los últimos días Sebastian hizo lo posible por pasar tiempo con su Bocchan, no se había percatado que se deseo se acrecentaba cada día más, sobretodo después de aquel día que Ciel le había regalado una sonrisa muy tierna, cálida y verdadera.
Sin darse cuenta Sebastian había puesto la mano en su pecho a la altura del corazón, cuando se percato de dicha acción, se rió un poco y dijo: como si tuviera un corazón, ¿qué será lo que me sucede?