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Lluvia furiosa. por ChiiNerak

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Notas del capitulo:

Al fin tuve un poco de tiempo, asi que paso a dejarles la tercer pareja del AllTsuna jajajajaja; para ustedes un 2718. Disfruten ^^

Capítulo 3.

 

El té que Lal Mirch ha servido está en su punto.

 

Apenas le doy un trago, pero es suficiente. Poco a poco, el sabor me devuelve la serenidad que tanto anhelo.

 

Es una tranquilidad momentánea.

Dejo pasar aproximadamente una hora para terminarme el pequeño vaso de té verde, y salgo de esos aposentos especiales que recuerdan a templos japoneses.

 

Ha llegado la hora que más espero.

 

 

Abro mi caja-arma, y la hago atacar. La habitación donde me encuentro es especialmente diseñada para resistir golpes y llevar a cabo una buena batalla, aunque ya luce una grieta enorme. Es la silueta delineada con un cráter.

 

Sawada Tsunayoshi.

El que antes era un hombre, ahora es un niño que aprende a controlar sus nuevas armas.

 

Los golpes que sueltas tienen potencia. Tienen resolución y una convicción demasiado poderosa. Pero aún te hace falta más. Aunque no lo expreso ni dejo que nadie lo note, por dentro me invade una satisfacción poderosa al ver tu rostro centrado, tus gritos de furia, tus ojos decididos.

 

Nadie jamás podrá notar que eres la única debilidad que poseo.

Ni siquiera tú.

 

Lal Mirch se ha largado. Quieres seguir entrenando, y yo no tengo problema alguno. Mientras mejores, por mi está bien. Aún no eres lo suficientemente fuerte para combatir, pero avanzas en gran medida.

 

Aunque siempre haces que pierda la calma.

 

- Aumentaré mi velocidad.

 

Los ataques de mi caja aumentan, y llega un momento en que yo comienzo a soltarte rápidos golpes. No me llena la furia o la desesperación. Pero ardo en deseos de violarte salvajemente, allí donde nadie podría escucharnos o vernos. La puerta se ha cerrado desde dentro, gracias a un código especial secreto que poseo. Te sorprendes, pero no cedes en tu defensa. Sin darte cuenta, me sigues prendiendo.

 

De pronto, no puedo soportarlo.

 

Hago que mi caja-arma lance pinchos que apagan las luces del lugar, y la oscuridad no tarda en devorarnos. Sorprendido, bajas tu defensa, intentando averiguar la razón de aquel ataque tan evasivo y fuera de momento.

 

Sawada Tsunayoshi.

 

Sigues siendo un niño, después de todo.

Tu inocencia te traiciona, incapaz de creer que puedo aprovecharme de la situación.

Que terrible equivocación.

 

 

El gemido abraza la oscuridad, pero no es capaz de desaparecerla. Al contrario, logra expandir el sonido que me saca de control.

No pusiste ninguna clase de resistencia cuando me arrojé sobre ti, mordiéndote la garganta. El grito que dejaste salir fue más de nerviosismo que de susto. Tu cuerpo comienza a temblar, y tus manos se han paralizado. La llama de tu frente se ha extinguido como si un soplo de aire la eliminara por completo.

Tu resistencia se disolvió demasiado rápido.

 

Los puerco-espines lanzan dos pinchos que te atrapan contra la pared más cercana. Estás nervioso, y eso me excita demasiado. Mi instinto me dicta lo que quiero hacer, y no quiero ni tengo fuerzas para resistirme. Tu vocecita aguda tampoco es de mucha ayuda que digamos.

 

- Hibari-san…

 

A la mierda todo.

 

Vuelvo a lanzar una mordida a la garganta, y el gemido se queda a medio salir, entre la respiración abrupta y la sorpresa. Manoseo el pequeño cuerpo, que responde ansioso por continuar. Me parece de pronto un acto sucio tocar cada rincón de aquella piel, de aquel cuerpo que es prohibido, pero a la vez logra excitarme más el pensamiento. Jefe Vongola, Décimo Vongola. ¿Qué se siente ser inferior?

- Hibari-san… Basta…

 

Me pide un alto, cuando yo no puedo siquiera detener mis manos.

Es algo tan estúpido que con mucho gusto lo morderé hasta la muerte.

Hasta esa dulce muerte.

 

Le arranco sin piedad la ropa, deleitándome con los quejidos agudos que salen de sus cuerdas vocales. Tiene una temperatura caliente que aumenta, como un té siendo preparado. Muerdo sin piedad la piel que alcanzan mis labios hasta escuchar gritos mezcla de dolor y placer, gritos que no logran más gloria que la que me hace querer alcanzar. Mis manos impacientes han pasado por todo su cuerpo, delineando cada fino contorno, cada músculo apenas comenzando a formarse. Soy un adulto, y el cuerpo que tengo frente a mi es de un joven menor de 15 años, pero es perfecto. Incluso podría pensar que tengo un poco de miedo de romperlo, pero quiero creer que aguantará. Sé que aguantará.

Ni siquiera puedo hacer algo preliminar. Lo dejo desnudo en poco tiempo, y paso las manos por su miembro erguido y tembloroso. Los jadeos salen atropelladamente, incapaces de hallar tranquilidad. Sus brazos intentan liberarse, pero no podrá lograrlo, pues las espinas son clavadas con demasiada fuerza, y él no está utilizando su Última Voluntad. Es tan sencillo violarlo, que notar su resistencia me fascina. Sin esperarlo, levanto sus inquietas piernas, y lo dejo caer sobre todo mi ser.

 

El grito resuena en el extenso lugar. Un grito seguido de varios cortos. No puedo resistirme, no cuando el interior es tan cálido, cuando es demasiado estrecho y se acopla a mí perfectamente. Me excita tanto escuchar los gritos que, sin darme cuenta, ya he llegado dentro de su pequeño cuerpo. Me detengo, alterado de pronto. ¿Cómo es posible que, siendo un niño apenas, me haya exaltado tan rápido? Me enoja, me hace querer morderlo.

Pero si lo muerdo demasiado, van a notar mi ataque.

En especial ese tonto de cabello blanco.

 

- Hi-Hibari… San… -N-no se… detenga-a-ah…

 

Décimo Vongola.

Tus deseos son mis órdenes.

 

Vuelvo a sujetar las temblorosas piernas que se dejan caer desmadejadas, y las levanto hasta ponerlas en mis hombros. Su pequeña cadera intenta moverse, y sus brazos desnudos sujetándose de las espinas hacen temblar su cuerpo del esfuerzo por sostenerse, no acostumbrados a hacer tanta fuerza sin la Última Voluntad.

En el extenso lugar de entrenamiento, recibes un entrenamiento diferente. Uno que te gusta más, uno que disfrutas.

No me atrevo a gemir, ni me atrevo a abrazarte. Mi cadera embiste fuertemente la tuya, cada vez con más fuerza. ¿Te duele? ¿Te gusta? No puedes engañarme, pues sin darte cuenta me has vuelto tu sombra. Tu nube que siempre está lista para cubrir al sol en caso de ataque.

No me atrevo a acercarme cuando estás con tu maldita familia feliz. Eres un misterio que no logro descifrar. Te he visto paseando por la base solo, murmurando pensamientos que no compartes con nadie, pero que deseas que alguien escuche. Y cuando estás con la gente que desea escucharte, te callas y escuchas a todos. ¿Es que eres un completo idiota?

Yo no soy la persona que quiere comprender tu mente. Mientras pudieras sonreírme, me bastaría, pero…

Si me sonríes, mi mundo va a romperse en fragmentos.

No quiero tu alegría, ni tampoco tu compasión. No quiero que te enteres que estoy roto, ni quiero ver tristeza en tus ojos.

Pero mientras puedas ser para mí, no pediré nada más.

 

La puerta de la habitación blindada se abre después de casi tres horas. El joven sale del lugar con una sonrisa ligeramente nerviosa, y se dirige a la izquierda con un poco de prisa. Apenas puedo arreglarme la corbata, y disimulo el cansancio lo más que puedo. He llegado en su interior más de tres veces, lo he violado salvajemente en el piso, en la pared y sobre de mí. He besado sus labios suaves, y le he exprimido demasiados jadeos agudos que me vuelven loco sólo de recordarlos.

Regreso a mis habitaciones y tomo una buena ducha caliente. El agua relaja mi cuerpo y limpia el sudor que ya formaba una pequeña capa de sal.

 

Me pregunto si alguna vez volverá a mí, si volveremos a entrenar.

 

Una sonrisa traviesa.

Es un deber volver a hacerlo.

Notas finales:

Asdhgafshda les juro que estoy intentando exprimirme el cerebro, pero entre trabajo y cansancio, no siempre puedo ponerme a la máquina; en cuanto pueda actualizo lo demás ;A; Paciencia, onegai~


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