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Lluvia furiosa. por ChiiNerak

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Notas del capitulo:

Y bueno, la continuación que me pidieron xD Espero les guste!!! *W*

 

   Décimo, ¿por qué no confías en mí?

 

   Yo… Yo soy tu mano derecha, en quien siempre debes confiar, yo debo saberlo todo acerca de ti, las cosas que haces, a dónde te diriges, las tareas que debes realizar, incluso tus propios pensamientos. Yo quiero saberlo todo sobre ti, para ayudarte, estar a tu lado… En fin, para que confíes totalmente en mí.

 

Pero desapareces de mi vista durante largos períodos de tiempo, regresas cansado, llevas un olor a humedad a tu vuelta, y dices que peleaste un poco. Tal vez los demás te crean, los demás se traguen tus palabras, pero… Décimo, yo simplemente no te creo.

 

No cuando regresas con una gran sonrisa.

 

Yo quiero causarte esa sonrisa. Quiero que sea mía. También tu, Décimo. Tienes que ser mío. Es que… Eres todo para mí.

 

Te veo caminar por los pasillos de la base en completo silencio. Vas con la mente perdida y los ojos entrecerrados, concentrado en todo menos en tu camino. Tropiezas dos, tres veces, y ni siquiera has girado a ver si alguien pudo verte. Me preocupo demasiado, pero no pareces darte cuenta. Me haces preguntarme cosas como “¿estará comiendo bien, o estará enfermo, algo malo ha pasado que no pueda contarme?”, cosas de ese estilo.

 

Pero para serte franco, no estás en ninguna situación así. Yo lo sé, porque te veo.

 

Susurras ese maldito nombre en silencio, pero aprendí a leer tus labios. Tus carnosos y suaves labios.

 

No dejas de mencionar “Mukuro”, y no dejas de lado ese maldito sonrojo.

 

¡Décimo, mírame a mí! ¡Yo nunca te fallaré, ni te traicionaré! ¡Estoy justo a tu lado!

 

Justo a tu lado…

 

 

Las chicas han preparado una cena, y sonríes como agradecimiento. Me gusta verte así. Alegre con todos, sonriendo como sueles hacerlo, feliz. Me miras y me sonríes, como diciendo “me alegra tenerte cerca, con todos”. Y aunque te devuelvo el gesto, vuelvo a mi expresión huraña apenas dejes de observarme. Yo no quiero que sonrías así. Quiero que ME sonrías. Quiero que me quieras, quiero…

 

Apenas como las verduras y la carne que prepararon.

 

Te quiero a ti, Décimo.

Sorprendido, salgo de la habitación que comparto con Yamamoto y me dirijo a la tuya. Me has hecho llamar, y yo jamás dudo cuando se trata de ti. Tu puerta está entreabierta, y toco lentamente, haciéndote saber que estoy fuera.

Una de tus manos sujeta mi camisa, me jala dentro del lugar y la puerta se cierra. Siento cómo me abrazas, cómo tu pequeño cuerpo tiembla pegado al mío, el frufrú de tu ropa contra la mía. No necesito usar mi mente ágil para saber que tienes miedo. Estás completamente aterrado. Te abrazo con fuerza, con cuidado para no lastimarte, intentando calmar tu nerviosismo. Me pregunto a la vez qué sucede.

Tus piernas no parecen tener la capacidad de sostenerte, y apenas siento que te dejas caer, sostengo tu cuerpo hasta levantarlo y llevarte cual niño pequeño a los brazos de su padre. Escucho, gracias al profundo silencio dentro del lugar, unos débiles sollozos.

 

- Décimo…

 

Camino a tu cama, y tomo asiento lentamente. No pareces querer dejarme, y no tengo intención alguna de dejarte ir esta vez. Paso mi mano izquierda por tu cabello, intentando calmarte. No entiendo muy bien qué sucede, pero si lo único que necesitas es un abrazo así de mi parte, no te lo negaré jamás.

 

Apenas levantas la cabeza, y aunque poco, logro ver tus ojos llorosos. Estás nervioso, estás asustado, y aunque suene cruel, me encanta verte así, sólo para mí.

 

Me inclino lentamente, sin perder detalle alguno de tus grandes ojos. Te susurro un “yo estoy cerca”. Me muero de ganas de besarte, de morderte los labios, de deshacerme de tu ropa, pero me quedo quieto. No quiero que me odies, o que te alejes de mí.

 

De pronto, eres tu quien cierra los ojos con fuerza, y antes de que pueda quejarme por no ver tu bonito color, me quedo en shock.

 

Deseaba tanto morder tus labios, que no pensé qué sentirías.

Y tus dientes mordiendo los míos me vuelven completamente loco.

Me he excitado casi de inmediato.

 

Apenas me alejo unos segundos, por completo confundido. Tus ojos mantienen una expresión confusa, sin comprender el porqué me separo. Te acerco a mi pecho, con cuidado. Siento de pronto que eres casi de vidrio. ¿Y si te rompo en millones de fragmentos?

 

- Gokudera…

 

Uno mis labios a los tuyos… y el gemido que emites me atrapa por completo.

 

Sin dejar de abrazarte, me acerqué a la puerta, colocándole el cerrojo. No quiero que nadie estropeé estos momentos. Ni un mínimo segundo. Apenas puedo caminar, llevándote en mis brazos. No es que peses, pero mis piernas apenas logran sostenerme. Estoy tan excitado que ni siquiera puedo llegar de nuevo a la cama. Me siento en el piso, sujetando tu tembloroso cuerpo entre mis piernas. No puedo controlarme, y mis labios se comen los tuyos con verdadera hambre de ti.

 

Me siento feliz cuando noto que me correspondes.

Me siento estúpidamente feliz.

 

Quiero bajarte el pantalón, entrar en tu pequeño interior y venirme dentro de ti, pero aún más importante, quiero hacer que te vengas primero. Necesito ver tu rostro de completa excitación, saber que te estoy haciendo sentir un orgasmo bastante fuerte, llevarte al cielo, al éxtasis o como le digan. Quiero que seas mío, que tu cuerpo sea para mí.

 

Te quiero todo completo.

 

Con un poco de trabajo, te quitas la camisa azul claro, y me desabotonas con cierta torpeza la camisa blanca. Me encantan tus dedos nerviosos, la forma en que fallan al intentar pasar el botón, me encanta tu expresión de frustración ahora. Logras quitarme la camisa después de unos momentos, y te sonrojas aún más.

 

Pasas apenas los dedos por mi pecho, y me coge un escalofrío. Tienes las manos heladas.

 

Quisiera decirte algo para calmarte, o tal vez podríamos olvidar todo esto, me dejarías abrazarte y nada cambiaría.

Entonces me llega a la mente la imagen de tus labios diciendo aquel maldito nombre.

 

Sueltas un suspiro de asombro cuando me impulso y te dejo recostado en el piso. No puedo soportarlo. Esta vez ya no puedo ir más lento. Te arranco el pantalón, la ropa interior y dejo pasar mi lengua por los rosados pezones que sobresalen.

 

Gimes ante mi húmedo contacto, y sujetas mi cabello con un poco de fuerza. Intentas decir mi apellido, pero no lo permito. Quiero escuchar tus jadeos, tus sonidos de orgasmo. Bajo mi lengua hasta rozar tu vientre, y poco a poco, la punta de tu ya excitado miembro.

 

Su sabor me convierte en un loco. Eres demasiado adictivo, Décimo.

 

Chupo la miel que dejas salir, e introduzco todo tu miembro en mi boca. Tus gemidos suenan de nueva cuenta, logrando aumentar mi velocidad. No puedo ni quiero evitarlo. Me encanta escucharte. Me haces sentir maravilloso. No pasa mucho tiempo para que logre que te corras dentro de mi boca, y trago esa semilla dulce, relamiéndome los labios.

 

- Décimo, me encantas… -Aunque ahora me esté mal decirlo.

 

 

Perdí la cuenta del tiempo. Creo que es de noche, pero no puedo asegurarlo con exactitud. En la Base Vongola, no hay ventanas, pues nada hay de interesante bajo tierra. Ni siquiera recuerdo dónde arrojé el reloj. No es que me importe o tenga algo que hacer. Simplemente me invade la curiosidad.

Suelto un bostezo, acomodándote en mi pecho. Estás tan profundamente dormido, que me recuerdas a aquella princesa durmiente que esperaba su beso de amor.

Cuentos de niños.

Pero así te me figuras ahora.

Con mucho cuidado para no despertarte, recorro con mis dedos izquierdos la piel de tus mejillas, el mentón y la frente. Apenas te rozo los labios con el índice, y acaricio el cabello de tu húmeda frente. Para ser un joven, me has hecho llegar hasta la misma gloria en poco tiempo.

 

Observo tu calmado rostro, y me sonrojo al recordarlo rojo, el ceño fruncido pidiéndome más, las lágrimas de dolor ante mi invasión. El piso te enfriaba la espalda, y apenas pude colocarte mi camisa. Suelto un suspiro al recordar la forma en que entré en tu interior, lento, con cuidado para no lastimarte, intentando hacerte sentir mejor. Recuerdo claramente la expresión que pusiste, desesperado por no moverme. Recuerdo que no pude frenarme, y te embestí velozmente, haciéndote gritar. Tus gemidos, en vez de frenarme, me decían (claramente los podía escuchar): “Vamos, sé que eso no es todo, con más fuerza, hasta que llegue”, casi a voz de grito. Estuve a punto de correrme al inicio, pero aguanté, con tal de ver tu expresión agitada y el fino sudor de tu frente cuando te elevaste, llevándome en ese remolino hecho de llamas.

 

Te juro, Décimo, que me quedé completamente exhausto.

No recuerdo bien cómo llegamos a la cama.

 

Apenas recuerdo que no quitamos la sábana, que me volví a introducir en ti, tu de espaldas, presionando la tela con tus pequeños y feroces puños. Recuerdo haber escuchado mi apellido, y al final, al borde del abismo, creo recordar que me llamaste por mi nombre.

 

Hayato.

 

Creo que llegué aún con más fuerza, y me dejé caer sobre tu espalda. No creí que pudieras ser tan fuerte como para hacerme llegar al frenesí con tan sólo mi nombre.

Tus labios, Décimo, definitivamente son los de un Jefe.

 

Intenté deslizarme fuera de la cama para dejarte descansar en paz, pero tus dedos aferrados a mi brazo me detienen con fuerza.

Para serte sincero, jamás quisiera largarme de tu lado.

Ya veremos, cuando abras los ojos, qué nuevas cosas han ocurrido en el exterior. Por ahora, quizás con un poco de suerte, quiero olvidarme del mundo, de la mafia, de tu maldito guardián de la niebla, de Yamamoto y de todos.

 

Por ahora, sólo quiero abrazarte y quedarme así, con tu calidez envolviéndome el alma. 

Notas finales:

Un segundo capítulo que hice porque muchas me lo pidieron; no planeaba hacer seguido este ficc, lo pensé en un one-shot, pero pos a la mera hora me exigieron y pos se me salió xDD

Gracias por leer, espero haya cumplido sus expectativas ;A;


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