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Atrapados. por lorienficachi

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Notas del capitulo:

Otro para que no digan C:

Todos se quedaron en silencio, en especial yo, que me moría de vergüenza. Quería correr ¿Qué pasaría si comenzaban a rechazarme? Iba a excusarnos, pero lo que dijo mi amiga me saco fuera de cuadro totalmente.

– ¡Lo sabía! – Gritó Richelle – ¡Sabía que había algo entre ustedes!

Mi mandíbula fue a parar al suelo… figurativamente.

Todos comenzaron a reírse y a señalarnos, pero no de mala manera. Aun así, me sentía incómodo.

– ¡Esos hermanitos! – gruño Hippie.

 – ¡Tan cariñosos! – llamó Ricky.

Tom estalló en carcajadas, llamando mi atención de inmediato. Trate de separarme, pero como no, él solo me apretó más contra su cuerpo.

– ¡Oh, cállense! – les gritó con alegría.

– ¡Beso! ¡Beso! ¡Beso! ….

– No Tom, ni se te ocurra – le advertí poniéndole una mano en el pecho.

– Vamos, muñeco – me susurró – ¿Olvidas me ya me han visto meterte la lengua en la garganta? – Me sonrojé, siempre tenía que ser tan burro – No lo tomaron tan mal y quieren ver un beso.

– Pero…

El acarició con su pulgar mi mejilla ¡Hash! A veces podía ser tan persuasivo.

– Vamos, yo estoy contigo ¿Qué puede pasar?

Que luego me tomen por su burla y su juego, eso podría pasar, sé que a ti no te dirán nada. Eso quise decirle, pero con esa mirada que justo en ese momento estaba poniendo… con eso hizo que todo mi raciocinio se fuera al caño.

Me tomó suavemente de la cintura y dio dos pasitos pequeños para terminar junto a mí por completo. Me miró y oí las exclamaciones de mis compañeros, sonaban muy lejanas. Poco a poco fue acercándose hasta que por fin unió sus labios con los míos y de inmediato dominó mi boca como hacía algunos minutos.

Le rodeé el cuello con los brazos, que se jodieran mis amigos. Enredamos nuestras lenguas y mordíamos nuestros labios. Sentí las manos de Tom bajar lentamente por mi cintura para aferrarse a mi cadera y sorpresivamente correr abajo para apretar mi trasero.

– ¡Tom! – Le grité y le di un fuerte empujón que lo mandó a metro y medio de mí y yo, rojo hasta las orejas.

¡Y el muy cabrón se reía! ¡De mí y en mi cara! Tuve ganas de meterle un buen golpe, no sería la primera vez que lo hacía.

Iba a hacerlo, pero justo en ese momento su actitud me sorprendió.

Ya había visto mi expresión enojada por supuesto y nunca le había importado, de hecho, le encantaba molestarme con cualquier cosa, pero en ese momento su sonrisa irónica, la que me gustaba, cambió por otra que me gustaba todavía más, esa sonrisa dulce que sacaba a relucir cuando estaba solo conmigo.

Tom me tomó suavemente de la cintura y me acercó a él para juntar después nuestras frentes. Mi ceño se fue de inmediato y lo sustituyó una sonrisa. Prácticamente se me olvidó que había gente cerca de nosotros, pero sí escuche algunas de sus exclamaciones.

– Aww, miren al Capitán – dijo Ricky.

– Nunca pensé verlo así de cariñoso con alguien – comentó ¿Black?

A nosotros nos valía lo que decían, estábamos dentro de nuestra burbuja.

– Lo siento, muñeco – susurró, ese no era mi Tom. Se pegó aún más a mí – pero de verdad quiero llegar a casa pronto – Ese sí era mi Tom. Lamió mi oreja después de decirlo e hizo un movimiento ligero de cadera casi imperceptible para que notara su erección. Al parecer no era al único que le ponía estar en público.

Se separó de mí y me tomo de la mano, yo prefería no voltear de momento, tenía las mejillas encendidas.

– ¿¡Y ustedes qué ven!? – les preguntó con el tono enojado de siempre, pero con una ligera sonrisa en sus labios.

– Eh, tranquilo Capitán, no le haremos nada a su muñeco. – dijo Hippie.

Yo todavía me sonroje más si se puede.

– ¡Cállate, idiota! – le gruñó Tom con una sonrisa en sus labios y golpeándole en pecho – Nosotros ya nos vamos.

– ¡Oh, no! No pueden irse – chilló Ricky.

– ¿Porque? – preguntó mi hermano alzando una ceja.

– Pues, porque… – ella trataba de retenernos alzando las manos, por supuesto, quería saber más.

– Olvídalo Ricky, no te diremos nada – se burló mi novio – Vámonos, muñeco.

Comenzó a caminar calle abajo y nos alejamos cada vez más de ellos, que de inmediato estallaron en susurros.

El camino fue silencioso, o más bien yo era el silencioso.

– Muñeco – susurró.

– ¿¡Qué!? – le respondí sorprendido.

– ¿Qué te sucede?

No le contesté, pero me conocía tan bien que sabía lo que pensaba.

– No te preocupes, Bill, ellos no te dirán nada.

– ¿Cómo sabes que no, Tom?

– Créeme – se detuvo y acarició con su pulgar el dorso de mi mano – No dirán nada porque, en primer lugar eres su amigo y te quieren mucho, sobre todo Ricky – hice una mueca, Ricky… – y en segundo, porque a nadie le interesa de verdad, nadie va a juzgarte, todos hemos hecho algo malo – sonrió – en especial yo.

– Ah, osea que estar conmigo es malo – comenté irónicamente.

– Ya lo has dicho muñeco – se burló – pero sabes que desde un principio no me importó – se acercó y me beso.

– Sí, bueno – dije cuando nos separamos – te creeré, vamos a casa entonces – él sonrió de inmediato.

Me mordí el labio inferior, ya estábamos cerca de casa y solo de pensar en lo que haríamos al llegar me ponía cachondo.

 

CONTINUARÁ...

 

 

Notas finales:

C: Espero sus comentarios.


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