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Of Skinned Knees and Broken Smiles por just breath yaoi

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del fanfic:

Este fic fue inspirado por varias cosas.

-'Peter Pan', de J.M Barrie.

-Lado A: 'Summertime', por My Chemical Romance, y 'Peter Pan', por EXO

-Lado B: 'Peter Pan', por EXO y 'Peter Pan', de J.M Barrie.

-El cariño que Key siente hacia la obra de 'Peter Pan'.

Ahora bien, la historia no tiene parecido alguno a la obra de Barrie, pero es relevante en este mundo alterno.

Fuera de la base de 'Peter Pan', el fanfiction es enteramente mío.

Notas del capitulo:

Lado A: El vivir.

 

[Importante, leer notas al final del capi]

Cursilerías, cursilerías everywhere.
¿Adivinen quién volvió? *-*

Les recomiendo que escuchen las canciones de My Chemical Romance y EXO mientras leen. ^^

“Vivir sería una terriblemente grandiosa aventura.”

r13; J.M. Barrie, Peter Pan

 

Side 1: “Te he enseñado ya a pelear y a volar.”

 

Era verano finalmente, ¡dichosa época en la que la alegría se volvía palpable y los colegios cerraban!

 

En la ciudad, aquellos días de verano eran lluviosos, grises; sin embargo, ello aliviaba al sofocante calor de las tardes, y dejaba a la ciudad húmeda, y tan hermosa vista se apreciaba cuando las intensas luces de neón se reflejaban sobre el suelo mojado.

 

Era algo que KiBum adoraba de aquellos días dorados de su infancia. Desde el momento en el que la campana escolar marcaba el final de otro ciclo, hasta aquellos momentos en los que esperaba por casi horas en medio del tráfico urbano, mientras apreciaba la vista de una ciudad en medio de la lluvia.

 

Al momento en el que llegaba a casa, bajaba apresurado del auto, y entraba a la casa sin importarle en dónde caía su mochila una vez se deshacía de ella. Porque, ¿a quién le importaba? Era libre.

 

“Mamá, ¿puedo salir a jugar?” KiBum llegó corriendo hasta la cocina, vestido ya con prendas normales, en vez de aquel espantoso uniforme escolar. Sus mejillas estaban sonrosadas, con su pequeño hoyuelo siempre presente, y la sonrisa de dientes perfectos apenas cabía en sus cachetitos. La mujer tan sólo le atinó a sonreír antes de que éste saliese disparado de la casa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A MinHo le fascinaba la pequeña arboleda que se encontraba justo detrás de su casa. Para él, aquel lugar era mágico; la senda que siempre seguía, había estado ahí desde que comenzó a explorar el lugar. Era tranquilo, siempre silencioso, siempre fresco y disponible a escuchar de su silencio y a compartir sus pensamientos.

 

 

Realmente, MinHo no pedía más.

 

Psst.”

 

MinHo se giró abruptamente, perplejo ante aquél desconocido sonido. Sus ojos se movieron con rapidez sobre las hojas de los árboles y los mullidos arbustos, tratando de buscar el origen.

 

¿Un perro? Lo dudaba realmente. Ya le habría ladrado, ¿no?

 

¿Conejos? Nunca había visto ahí, ni gatos, ni nada.

 

Fue entonces que el raspar de unas hojas le hizo volver a girarse, y ahogó un gritillo.

 

Frente a él se encontraba otro pequeño; era de carita pequeña y redonda, enmarcada por un flequillo oscuro,  cubierta de tierra, y llevaba una sonrisilla pícara, a la que le hacía falta un diente frontal.

 

“Hola, soy KiBum.” Dijo el chiquillo con alegría, ocultando las manos tras su espalda y acercándose a MinHo más rápido de lo que éste hubiese querido. “Busco a mis niños perdidos, ¿les has visto?”

 

“¡Y-Yah!” Chilló MinHo, dando un brinco hacia atrás y abriendo grandes los ojos. El otro chico soltó una carcajada.

 

No iba a hacerte nada, ranita. Sólo responde a mi pregunta pronto, que estoy en medio de una misión.”

 

“¿A quién llamas ‘ranita’?” Infló las mejillas y frunció el ceño. “¿Quién crees que eres?”

 

“Peter Pan.” Sonrió traviesamente, encantado por la actitud de ‘ranita’. “No, es broma. Soy KiBum.”

 

“Yah, no me importa.”

 

“Tú preguntaste” Respondió KiBum, formando un puchero. Observaba retadoramente a MinHo, y éste hacía lo mismo. “¿Quién eres tú, ‘ranita’? Pareces perdido…”KiBum lo miró sorprendido de un momento a otro. “¿Eres de mis niños perdidos?”

 

“¡No soy ninguna ‘ranita’ ni ningún niño quién-sabe-qué! Soy Choi MinHo, y vivo hacia allá.” Señaló hacia atrás, esperando a que el otro pequeño siguiera la señal. Recorrió al otro con la mirada, entonces viendo que los pantaloncillos de KiBum estaban rotos de las rodillas… “¡Yah, estás sangrando!”

 

“¿Hmm? Oh, sí.” Le sonrió, alzando la rodilla que sangraba. “Estaba persiguiendo a un hada, y me caí. También se me cayó un diente,” mostró el hueco entre sus dientecillos “y quise buscarlo, pero no lo encontré. Pero en vez me encontré con una ranita, así que creo que ya no importa.”

 

“¿Un hada, dices?” KiBum sonrió y asintió animosamente, tiernamente.

 

MinHo se sonrojó ligeramente, y se echó a reír. KiBum le pegó en el hombro.

 

 

 

 

 

 

 

 

“¡Hablo en serio, déjenlo en paz!” gritaba con furia impresa en la voz. “¡Tú y tu séquito de estúpidos, aléjense de KiBum!”

 

“¿Qué si no lo hago, Choi?” respondía con burla el otro. “¿Le dirás a los profesores? ¿Me acusarás con tu mami, MinHo? Aprende a pelear tus propias batallas, imbécil.

 

De un momento a otro, MinHo vio cómo el chico con el que discutía caía abruptamente al suelo, viendo entonces que KiBum había sido quien le había arrojado.

 

KiBum lloraba silenciosamente, y sólo pequeños hipidos salían de sus labios mientras soltaba golpes al azar en el rostro opuesto. Golpeó su cara una, y otra, y otra…

 

“Ki…” Susurró MinHo, viendo, sin saber cómo reaccionar, o qué hacer. “¡KiBum, déjalo!”

 

MinHo se abrazó a la cintura de KiBum, y buscó calmarlo, alejándolo del chico ahora inconsciente.

 

“Te estaba insultando, MinHo…”KiBum mantenía el rostro oculto en el pecho de MinHo, dando suaves puñetazos contra él. Éste sólo sentía los temblores en el más pequeño.

 

“KiBummie, no pasa nada.” Susurraba suavemente contra su oído. Quería  reconfortarlo, hacerle ver que todo estaba bien ahora; que el otro chico seguramente nunca más volvería a molestarle.

 

Que nunca más le volverían a insultar—a escupir, a empujar, a golpear— por ser KiBum.

 

 Se apartó despacio de KiBum y le miró a los ojos, sonriendo para sí al ver sus bonitos ojos hinchados y rojos. Ahora era KiBum quien parecía una rana. “Fuiste muy valiente, KiBummie.” El más bajo sonrió entre lágrimas, y volvió a ocultar el rostro en el hombro de MinHo.

 

“Tienes la cremallera abajo.”

 

 

 

 

 

 

 

 

Los rumores corrieron rápido, ávidos de sentirse en los labios y en las mentes de todos.

 

Aquél incidente hacía tiempo atrás que había marcado un giro inesperado, tanto, que les parecía irreal.

 

Y es que, KiBum había comenzado a ganarse un cierto tipo de reputación que le hacía parecer como si padeciese de lepra antes de aquél incidente. Y el que KiBum hubiese atacado al bravucón para defender a MinHo fue una noticia que corrió rápido. Que se transformó en otro rumor más; uno mucho peor al ya existente.

 

Así que KiBum sólo supo que debía alejarse, aunque ello doliese.

 

KiBum y MinHo habían sido inseparables desde los ocho años; desde aquél momento en el que se encontraron por primera vez en medio de aquél santuario, en el que después los dos jugaron, discutieron sobre quién era más alto que quién, y donde platicaron cada vez que podían escabullirse de sus quehaceres,  y de su vida.

 

Eventualmente, su amistad terminó por forjarse, y era raro verlos por separado; el pequeño KiBum no era lo mismo sin la prudencia de MinHo, ni MinHo era lo mismo sin la espontaneidad de KiBum.

 

Luego, llegó ese día.

 

Había comenzado con normalidad; KiBum llegaba tarde a clases como era de costumbre, mientras MinHo se asomaba por la ventana para asegurarse de que KiBum no se desviara hacia cualquier otro lugar que no fuese su salón de clases (no habría sido la primera vez).

 

Pero la particularidad de aquél día se comenzó a dar cuando KiBum no había ido a buscarle a la hora del receso. MinHo no se había preocupado realmente, después de todo, KiBum tendía hacer lo que le venía en gana.

 

Sin embargo…sentía que algo no andaba bien. Y es por ello que aceleró el paso, yendo por los pasillos, siguiendo sus instintos.

 

Fue cuando vio a KiBum en el suelo, arrinconado y llorando incontrolablemente, mientras era rodeado por otras personas que se burlaban y le insultaban. ¿De qué? Realmente lo desconocía. Nunca preguntó.

 

Y después pasó lo que debía ocurrir; MinHo salió a defenderle del bravucón que había empezado. Mas terminó como nunca lo esperó.

 

Tras ese día, pocas veces había logrado hablar con KiBum. Tenían quince años cuando las escabullidas hacia la arboleda secreta habían llegado a su fin, y cuando KiBum nunca más fue a buscar de su reconfortante compañía  o de sus palabras siempre cálidas.

 

Lo veía, sí. KiBum eventualmente conoció a otras personas; era un chico agradable, charlatán, imprudente e infantil, así que, ¿cómo no iba a encontrar gente que le querría?

 

Pero bueno; vivir es recordar. Sacudió su cabeza, y despejó su mente de aquellas memorias.

 

Hoy era otro día, en el que MinHo y KiBum se graduaban finalmente.

 

Sus amigos y compañeros reían y gritaban de emoción. Las risueñas niñas tenían sus largos cabellos llenos de espuma y serpentinas, y los chicos llevaban sus camisas pintarrajeadas con miles de despedidas y dibujillos.

 

Al escuchar la última campanada que escucharían en sus vidas, casi saltando de alegría, salieron apresurados del salón.

 

Entonces globos, cientos de ellos, cayeron sobre los recién graduados, desatando un gritillo de sorpresa de parte de todos al ver al resto del instituto ahí esperando, con sonrisas y lágrimas por ver a otra generación terminar.

 

MinHo rio cuando vio a JongHyun—un chico torpe de ego grande al que llamaba con orgullo ‘amigo’— caer al ser tacleado por su hermana con un abrazo casi asfixiante.

 

Y finalmente lo vio.

 

Detrás de aquella escena donde su amigo moría de asfixia y sus compañeros corrían los unos contra los otros a abrazarse, KiBum le observaba fijamente, con una media sonrisa, desde el otro lado del pasillo. Parecía una ilusión, donde todo ocurría en cámara lenta, cuando KiBum comenzó a caminar en dirección a él sin cambiar aquella expresión de su rostro, mientras él permanecía estoico.

 

KiBum finalmente estuvo a pocos pasos de él, y a MinHo no le cupo la menor duda de que KiBum—su persona especial—se encontraba ahí para él.

 

“Supongo que sabes de la fiesta de fogata.” Declaró  KiBum, tan directo como siempre.

 

“¿Qué con eso?” Le confundió aquella afirmación.

 

Sí, sabía sobre eso. Era costumbre de hacer esas reuniones, donde los chicos perdían todo pudor, y se desataban pasiones y grandes fuegos que quemaban proyectos y libros.

 

MinHo no era precisamente fanático de quemar cosas.

 

“Ve conmigo.” La arrogante mirada inicial de KiBum pasó a ser suplicante, casi nostálgica. “Te…extraño mucho, MinHo.”

 

Suspiró, agachando la mirada hacia el suelo. También le extrañaba…pues para él, KiBum seguía siendo su amigo, pero…

 

“Lo siento, KiBummie.”

 

…había pasado mucho ya.

 

Es una pena que no podamos hacer el tiempo volver a nuestro antojo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La adolescencia no es más que el tiempo en el que se vive realmente, pues se carece de todo pudor, y no hay consecuencias que atormenten sus mentes tan indulgentes. Tan sólo  se dejan arrastrar por el viento, buscando vivir mandando al carajo el 'qué dirán', y amar como si se fuera a perder por siempre todo.

 

MinHo dormía en ese momento. Se había acostado temprano a leer un libro, pero terminó por ceder al cansancio que había llevado el liberarse del estrés del instituto.

 

Entre sueños, escuchaba ruidillos extraños, ruidos que podía ignorar fácilmente en medio de su letargo…

 

Crash.

 

Pero fue en eso que el gran estruendo de un vidrio rompiéndose terminó por despertarlo, y pegó un brinco desde la cama hasta el suelo.

 

¡¿Qué demonios había sido eso?!

 

Ni siquiera se había percatado de que se encontraba pegado a la pared hasta que espabiló por completo, y vio la ventana que daba a la calle principal completamente destrozada, y al ladrillo que la había roto descansar sobre el suelo.

 

Tratando de regular su respiración, terminó por llegar hasta la ventana, y se asomó, casi arrepintiéndose de no tener el sueño pesado.

 

Pues KiBum estaba ahí, sonriendo ampliamente hacia él, y con el bonito hoyuelo que tanto adoraba presente en el rostro de porcelana.

 

“¡MinHo!” Gritó KiBum con entusiasmo, a lo que MinHo suspiró cansadamente.

 

Vaya que quería bajar, pero algo le frenaba. ¿Su orgullo? ¿La pena de ir contra la respuesta que horas atrás le había dado a KiBum?

 

Mordió su labio, viendo nuevamente al chico. Era casi etérea la vista que tenía ante su ventana; KiBum era tan pálido como la misma luna, y ahora su cabello rubio platinado contribuía a aquella ilusión. Y los ojos tan oscuros como aquella noche… era simplemente hermoso.

 

Más tardó en mandar todo al carajo, que en bajar hasta donde KiBum esperaba.

 

Un ‘viniste, MinHo’ se encontraba implícito en el aire que había entre ellos; en las miradas que se sostenían mutuamente con ilusión. El chico de cabellos rubios tomó la mano de MinHo, y comenzó a correr por la acera.

 

Pronto, MinHo dejó de ver la ventana rota, después la casa, después el vecindario que le era tan familiar se perdió de su vista por completo.

 

Y lo mejor de todo, era que no le importaba en lo más mínimo. Era feliz si podía tener a KiBum a su lado, sosteniendo la mano siempre tersa y pequeña entre las suyas toscas y protectoras.

 

 

 

 

 

 

 

Al momento en el que llegaron, el fuego ya había comenzado tiempo atrás, y su tamaño se expandía hacia arriba, mostrándose imponente ante la oscuridad de la noche. MinHo podía ver a varios de sus amigos lanzar, sin remordimiento alguno, sus cosas al fuego; libros, cuadernos, proyectos de cartón…Nada lograba salvarse de ser nimia chatarra.

 

MinHo apretó la mano de KiBum y lo jaloneó hacia sí, al ver que una chica que corría estaba por estamparse contra él. Y tras ella, más personas pasaron corriendo — ¿jugaban a perseguirse, acaso?

 

Carcajadas, gritos eufóricos, música estruendosa, alcohol…Era el hábitat más puro de la adolescencia.

 

Bajó la vista a donde la cabeza de KiBum se encontraba, oculta en su pecho, mientras éste temblaba. MinHo casi entró en pánico al creer que KiBum lloraba, sin embargo, en un momento de silencio, escuchó su risa, y seguido alzó el rostro risueño.

 

“¿Qué te parece tan gracioso, KiBum?”

 

“Nada, es sólo que…” KiBum detuvo ligeramente su risa y tragó duro, fijando la mirada en la de MinHo. “eres tan…grande ahora, MinHo.” Esbozó una media sonrisa, tímida, algo poco común en KiBum.

 

“Quisiera…quisiera que dejáramos de crecer, ¿sabes?” Se giró hacia donde estaba el resto de las personas, y volvió el rostro a MinHo. “Crecer…significa tener que darle importancia a tantas cosas que se volverán urgentes, pero no porque nosotros lo queramos; sino porque tendremos que vivir de ello.”

 

Ver a KiBum hablar así…MinHo se daba cuenta de que, a pesar de todo lo que KiBum representaba –su vitalidad despreocupada y el rayo de luz en su vida—, trataba con una persona por demás especial.

 

Sostuvo con delicadeza la carita de KiBum entre ambas manos, y le besó.

 

Fue un simple contacto que hubo entre sus labios, en el que ninguno de los dos buscó profundizarlo. Y al pasar pocos segundos, KiBum se separó abruptamente, y tomó nuevamente la mano de MinHo.

 

Le llevó tras un árbol, uno lejano a la calamidad juvenil de aquella noche. Y fue ahí donde KiBum volvió a besarlo, ésta vez con ansias de profundizarlo.

 

Se sentía necesitado del cariño de MinHo, del que careció por tantos años por querer protegerlo de rumores.

 

Lo extrañaba, y MinHo lo sabía perfectamente, pues él también sentía aquél fuego expandirse con cada caricia que KiBum le brindaba, y con cada beso que éste dejaba en sus labios.

 

“No vuelvas a alejarte de mí, Kim KiBum…”Pidió MinHo, cortando con el beso. KiBum le miró confundido. “No…vuelvas a hacerlo, ¿entendiste?” Sonó más desesperado de lo que hubiese querido admitir. Pero el más pequeño le entendía;  tan sólo asintió, y se abrazó al cuello de MinHo.

 

“¿Recuerdas cuando nos conocimos?”

 

Casi rio ante la preguntaba, y se separó de KiBum.

 

¿Qué si le recordaba?

 

El chico era en ese momento la viva imagen del KiBummie de aquél día, pues incluso en ese momento, KiBum llevaba un pequeño rasguño enlodado en la mejilla, por ahí donde el tierno hoyuelo se asomaba al sonreír.

 

“Recuerdo todo, KiBum.” Besó  con ternura los pequeños labios acorazonados. “Recuerdo cuando te acercaste a mí por primera vez, con un hueco en tu perfecta sonrisa, y lodo en mejilla.”

 

KiBum sonrió, sin poder aguantar un hipido a causa de un leve llanto que había comenzado de la nada, y pasó su mano por su rostro, limpiando sus lágrimas.

 

MinHo posó  una mano con delicadeza sobre su piel, y el rubio se sobresaltó un poco por el ardor del rasguño.

 

“Volviste a lastimarte, KiBummie.”

 

“Tenía prisa de—

 

“¿Atrapar un hada?”

 

“¡No!” Juguetonamente, le soltó un puñetazo al hombro de MinHo, sonrojado. “Para llegar a tu casa, genio.”

 

“Seguro, KiBum.” Acarició la nariz de KiBum con la suya.KiBum seguía siendo tal como le había encontrado entre aquellos arbustos: infantil e indulgente, como un niño.

 

“Calla, cara de rana gorda.” Dijo entre risas, y tras dar un par de palmaditas en el pecho de MinHo, se alejó, dejando a MinHo con una risita.

 

“¡Yah, KiBum!”

 

Entonces KiBum se encontró con una piedra, y se tropezó.

 

Notas finales:

Perdonen mi cosa rara y cursi ;; pero bueno...

[NOTA IMPORTANTE]

He de explicar algo de este fic que, por cuestiones de la misma trama, no puedo incluir en el fanfiction.

 

KiBum está demente; sufre de delirios y está obsesionado con un chico de nombre MinHo, y es por ello que está encerrado en un manicomio, porque confunde tanto su realidad con aquella de 'Peter Pan', que llegó al punto que en medio de su confinamiento, terminó por crear dos mundos en su mente.

En este primer capítulo KiBum tiene la personalidad de Peter, que es como MinHo le describe varias veces.

 

El two-shot es tan sólo aquello que él imagina. Más que ser capítulos, al fic lo trato como dos lados de una moneda; dos mundos que se crean a partir de la locura de KiBum.

 

Gracias por leer ^-^


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