Es jodido que estén en grupos separados. Tan maldito, desesperante, triste. Tiene envidia que Tao tenga a Duizhang siempre a su lado, cuando lo necesita, cuando quiere un beso, una caricia, un simple roce. Pero es feliz por ellos.
A veces, casi siempre, llora. Porque SuHo está lejos, y no exactamente, pero él no puede decirle que lo envuelva, y que se prometan que no van a herirse. ¿Qué importa si los separan millas o kilómetros? Sólo que no puede contra el silencio donde deberían ir palabras llenas de amor, besos sabor a todo, abrazos, moretes en el cuello imposibles de ocultar. Deberían ir SuHo y Lay juntos hasta que el tiempo lo decida. Ser uno.
Y no se puede casi todo el tiempo. SuHo es líder de EXO-K, eso significa vivir en Corea y Lay miembro de EXO-M, por lo tanto vivir en China. Aun así, sabe que están juntos. Conectados por todo eso que sienten el uno por el otro.
Son días de suerte cuando todo EXO está en casa, unidos, riendo a carcajadas, quizá menos SeHun porque todas son reservadas para LuHan. KyungSoo da de comer a Kai en la boca, con su estomago sin fondo. Y lo demás es historia, porque Chen no deja de abrazar al baozi y ChanYeol besa duro y tierno a un conejo sonrojado hasta las orejas. Y Duizhang había desaparecido con un panda escondido debajo de palabras.
Últimamente ya casi no hay esos días, por eso espera con ansías el come-back. Espera que SuHo lo meta en el vestuario o el baño y le bese porque le ha extrañado tanto, tanto que llora cuando SuHo le traspasa con esos besos, arrasa con todo, quema el dolor del unicornio. Y la herida sana.
Pero luego, Lay vive de recuerdos, de duchas con el líder de EXO-K, poemas improvisados, siestas en el sofá. Aprieta los dientes mientras se le aprieta el corazón. Es triste y espera que SuHo piense en él, que también desee besarle y velar por él en las noches. Porque SuHo es su guardián.
No se olvida de las llamadas por el móvil, de los mensajes, de las fotos que SuHo envía cuando están lejos. Lay tiene que esconderse en el baño y Tao se molesta, porque coño, “Lay ¿cómo puedes durar tres horas ahí?”. Y Duizhang aparece y Lay debe colgar, sin despedirse.
Pero no son perfectos, y hay ocasiones que Lay ni siquiera entra al baño por más de tres horas y Tao lo agradece. Son días grises, con nubes enormes llenas de celos, de malos entendidos, de la bandeja de Lay llena de mensajes y llamadas y es lo mismo para SuHo. Son días malos porque SuHo se ha acercado a KyungSoo en un show o Lay ha abrazado a LuHan. Y son veces que SuHo y Lay son problemas sin arreglar.
Cada día que pueden pasar juntos, lo agradecen. Escondidos, porque el tiempo perdido no se recupera y a SuHo le hormiguean las manos por besar a Lay, le deshace que Lay esconda su cabeza entre su cuello y su cabeza. Levanta su mentón, barriendo las lágrimas, porque están juntos y SuHo prefiere una sonrisa, un susurro de su nombre, que esa mueca que Lay forma con esos bonitos labios. Con esa boca que lo mata cuando EXO-K ve los programas dónde aparece EXO-M, y Lay casi no habla ni participa, pero para SuHo es el más presente.
Están los hoyuelos en la sonrisa de Lay. Que aparecen sin permiso, y SuHo debe cerrar fuerte la boca antes de aventar una exclamación de gloria cuando aparecen.
Es su secreto. No lo sabe, seguro sospechan. Aun no quieren que lo sepan. Ambos siguen confusos, porque saben que no es un juego, que cada movimiento cuenta.
Lay piensa acostado en el sillón, descansando de las prácticas. SuHo debió llamarle hace más de quince minutos, pero el aparato ni siquiera ha vibrado. Decide mejor irse a dormir. Y justo el móvil brilla.
-Nunca me dejes.
Lay ataca, porque ha estado dándole vueltas al asunto. SuHo puede enamorarse de alguien más, es libre de hacerlo.
-No, jamás.
Y ambos saben que nunca han estado más cerca.