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Lo que Haga Falta por jotaceh

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Notas del capitulo:

สวัสดีครับ, สวัสดีค่ะ !!!(sàwàddee kráb, sàwàddee ká!!)

 

Hola!!!! Bueno, aquí les traigo el capítulo 20... :3 he estado calculando y si fuera un texto de word ya llevaría más de 100 hojas :) eso es lindo....

 

Bueno... espero que les guste y les emocione, porque personalmente... a mi me sensibilizó... Obvio, no todos somos iguales :O pero a mi me gustó =)

CAPITULO XX: Daniel.

 

La luna baila esplendorosamente en lo alto del firmamento, iluminando la agitada ciudad que no descansa aun cuando ya es bastante entrada la noche. Los faroles iluminan tenuemente a su alrededor, dejando entre cada uno espacio a la oscuridad. Los árboles se mecen levemente a causa de la débil brisa, que fría humedece el ambiente de aquel extenso parque. Jaime camina silencioso acompañado de Antonio, quien cabizbajo sigue su rumbo entre aquel verde y oscuro paisaje. –Sé que tienes algo que decirme y no te atreves, ¿qué es?... Tú sabes que puedes contar conmigo, confía en mi…- el vendedor rompe aquel molesto silencio, dirigiéndose al menudo chico, hablando bajo casi tratando de no incomodarle y éste, tratando de no terminar con aquel silencio que le acoge tranquilo, intenta responder que nada sucede en su vida, pero por mucho que intente desmentirlo, Jaime le conoce perfectamente. – No he sido una buena persona y creo que no puedo seguir de esta manera… Mi vida se ha convertido en un infierno y sé que deberé pagar por mis errores… Nunca te había confesado esto, pero creo que debes saber quién soy realmente… Fui yo quien botó por las escaleras a Magdalena y quien atropelló a Daniela, estuve a punto de terminar con su vida y la de su hijo. Me siento horrible por ello, pero en aquel momento… no medía el costo de mis acciones. Has estado todo este tiempo a mi lado, siempre comprensivo y me has confortado cuando más lo he necesitado. Sabías los chantajes que le realicé a tu amiga, y aun así no te decepcionaste de mí, pero… Eres muy especial, eres un hombre excepcional y por eso te pido que te alejes… Te mereces a alguien distinto, quien realmente te pueda hacer feliz y que con su corazón puro pueda hacer cada día de tu vida un paraíso… Déjame por favor, no quiero hacerte más daño…- Antonio ha quedado muy afectado luego de la conversación que sostuvo con Guillermo, a quien sólo hace horas le ha dicho las mismas palabras. Ya no se siente capaz de entregar felicidad a nadie y sólo desea un poco de sosiego en su vida. Jaime escucha estas palabras y siente como su corazón se parte en mil pedazos, esto no un mero capricho de un hombre acostumbrado a conseguir todo aquello que desea, se ha convertido en el primero gran amor de su vida. Aquel es el primer ser que le hace pensar en su recuerdo cada minuto de su día, despertando con su imagen y soñando una vida a su lado se queda dormido cada noche. El vendedor no quiere darse por vencido, por lo que trata de hacerle entender a su amado que siempre estará a su lado, sin importar que no le corresponda su amor, o que quizás no sea una persona bondadosa, ya nada de esto le importa, sólo seguir contando con su presencia en su vida. Casi como una odisea intenta besar nuevamente aquellos labios que ya muchas veces le han transportado hasta el mismísimo paraíso. –No hagas esto más difícil… No destruiré tu vida como ya lo he hecho con mucha gente, por más que lo intentes no cambiaré mi forma de pensar. Vete, es la mejor decisión que puedes tomar…- Antonio escapa de aquel beso furtivo y con sus ojos intentando derramar las primeras lágrimas, intenta hacerle entrar en razón, aun cuando sabe que esta será una difícil tarea. –He sentido tus besos y como tiritas cuando te he abrazado… quizás no me ames, pero sé que algo sucede en tu corazón cada vez que me acerco a ti, ¿por qué no intentas ser feliz a mi lado? Te prometo que nunca te decepcionaré…- Jaime no se dará por vencido tan fácilmente, pero ni siquiera recibe respuesta tras pronunciar aquellas palabras, su amado da media vuelta al darse cuenta que no consigue convencerle y sin siquiera despedirse camina rumbo a su casa, cansado ya de tantas emociones en un solo día. El vendedor queda devastado allí mismo, bajo la tenue luz de un farol y viendo como su amado se marcha, incapaz de ser feliz por primera vez en su vida, escapando a la mera posibilidad de comenzar una nueva vida a su lado.

 

Como puede se levanta de aquella amplia cama y apoyándose de las paredes avanza, sintiendo un fuerte dolor tras cada paso que da. Daniela siente fuertes contracciones, las que ya se han hecho normales estos últimos días, pero no se levanta de aquella cama por el dolor, sino que por algo muy distinto. Hace mucho no caminaba, pareciera que han sido años los que ha pasado postrada, pero ahora debe terminar con aquel descanso y ver con sus propios ojos si aquella pesadilla es real. Acaba de leer la carta que Guillermo escribió, despidiéndose de ella y de aquella criatura que está a punto de nacer. No puede dar crédito a tamaña bajeza, la última persona que estaba a su lado la abandona, dejándola completamente sola en una vida que ya no puede producir más fruto que la vida que alberga en sus entrañas. Como puede, llega hasta la habitación del hombre, y revisando su armario se da cuenta que faltan sus pertenencias más importantes. No ha sido una mentira, realmente se ha marchado. Todo su cuerpo se estremece, provocando un gran sismo en su alma, la que cansada de tantas tristezas se desmorona pedazo a pedazo. La cabeza se convierte en una maraña de pensamientos confusos y asfixiantes, logrando que todo su cuerpo se desequilibre. No tarda en pasar el malestar desde su confusa mente hasta su vientre y asustada se da cuenta que un hilo de sangre ha comenzado a transitar por su pierna, proveniente de aquel lugar. El mayor dolor que jamás haya sentido produce que sus piernas se conviertan en papel y cayendo abruptamente al suelo grita desesperada por ayuda, sintiendo que su vida pende de un hilo, pero lo más importante, que su hijo está en peligro.

 

Su corazón se detiene por un segundo al escuchar aquellas palabras, jamás imaginó que todo terminara siendo tan cruel. Antonio escucha como Regina le narra lo acontecido en la casa Palmer, sin poder contener el llanto y sumamente preocupada por la salud de Daniela. La sirvienta solo ha podido llamar a la ambulancia, mas no pudo acompañar a la pobre muchacha hasta el hospital. Por órdenes expresas de Estela no ha podido abandonar aquel lugar, aun cuando casi le pidió de rodillas por misericordia. El menor de los Palmer escucha estupefacto la noticia, pero tan solo una palabra, la magia de un solo sonido lo hacen percatarse de qué es aquello que debe realizar. –Está asustada, no hay nadie a su lado… está sola en este mundo…- Son las últimas palabras que el muchacho escucha, antes de inundar su mente con dolorosos recuerdos del pasado. Sola… la palabra que más le ha costado aprender en esta vida, aquella que define a la perfección lo que ha sido siempre su existencia. La soledad que siempre ha reinado en su corazón, aquella que tanto le ha quebrantado la voluntad desde pequeño, aso es lo que siente Daniela en estos momentos. Por primera vez ve en la mujer algo que jamás se había dado cuenta. Aun cuando por años la haya aborrecido, logra percatarse que por más que lo haya negado, ambos son iguales. El sufrimiento siempre ha estado presente en sus vidas como una sombra, asechando aquellos bellos momentos, que devora sin compasión dejándolos aún más sumergidos en un vacío sin escapatoria. Sin darse cuenta comienza a caminar rumbo a su vehículo, y aquellos cortos pasos se transforman en amplias zancadas, corriendo raudo decidido a acompañar a la persona que por tanto tiempo trató de destruir y de quien ahora no puede más que sentir pena.

 

Un niño corre desesperadamente por aquel amplio parque, intentando encontrar un rincón donde esconderse, donde poder estar a salvo de todo aquello que tanto teme. A lo lejos escucha cómo una banda de otros pequeños niños le buscan, gritando los insultos que siempre han sido parte de su vida, desde que era muy pequeño… Maricón… Niñita… Fleto… Gay… Son muchas las formas en que este cruel mundo le ha vejado, consumiendo su alma día tras día, guardando solo un poco de amor en aquel espacio, que tiernamente ha guardado para aquel que ha robado su corazón. Tras unos arbustos encuentra el lugar donde logra sentirse protegido, y entre sus ramas observa como sus agresores siguen de largo, sin siquiera percatarse de su agitada respiración, que aun cuando trata de esconder se escucha tras aquellas verdes hojas.

 

El peligro ya ha pasado, y aquellas débiles piernas se encaminan hasta su hogar, quizás no en búsqueda de consuelo, sino que de rutina, la única que logra sacar de su mente tanto sufrimiento. Ingresa a aquella enorme mansión, que brilla cual diamante, pero que vacía lo recibe, produciendo eco cada paso que da. Las sirvientas están en la cocina, pero entre ellas solo hay una que logra preocuparse de su bienestar, la única con un corazón bondadoso. -¿Se encuentra bien Antoñito?... Mírese, todo sucio… otra vez volvió a jugar en la tierra. Ya… suba a tomar un baño, yo pronto le iré a ayudar…- Regina es la mujer que siempre ha estado a su lado, desde que se mudó a la casa de su tío Horacio. La muerte de su padre le ha marcado al pequeño niño, pero no sólo es eso lo que aqueja su débil corazón, sino que también las burlas y los golpes que cada día recibe por sus compañeros de colegio, los que calla para no dar más problemas a su madre, aquella que trabaja incesantemente al lado de su tío y que ya no tiene tiempo para dedicarle. –Sí, me siento bien… sólo que cuando estaba jugando me caí…- y una sonrisa trémula invade su infantil rostro. Son las palabras que siempre dice, intentando no dar problemas. ¿Cómo explicarle al resto lo que sucede dentro de su corazón? Nadie entendería el amor tan inmenso que siente por Guillermo, otro muchacho como él. Nadie entendería que no ama a una niña, sino que a aquel ángel guardián que observa todos los días vivir bajo su mismo techo, pero que pareciera no saber de su existencia. Como la sirvienta le pidió, él entra a la tina, donde toma un largo baño. Juguetea con el agua y la espuma, esperando que alguien vaya a ayudarle, o siquiera a conversarle, mas nada de aquello sucede. El agua se vuelve fría y no hay persona que se le acerque. Nuevamente siente aquella soledad que ha calado hondo dentro de sí todos estos años. Se siente tonto pensando que alguien irá en su ayuda, si hay algo que se ha dado cuenta a su corta edad, es que no puede esperar por la caridad de la gente, no puede vivir esperando un milagro. Está solo en este mundo y debe valerse por sí mismo.

 

El vehículo transita rápidamente por las calles, desesperado Antonio conduce en dirección al hospital donde se encuentra Daniela, quien pronto dará a luz aquel hijo, el mismo que Guillermo acaba de abandonar. Su mente se llena de pensamientos y recuerdos, recordando cuanto sufrió en su niñez y cuan mal se ha de sentir la embarazada, que ha quedado completamente abandonada en este cruel mundo. Sin darse cuenta, se estaciona en el gran edificio de concreto y corre hasta la recepción, para enterarse sobre la salud de la que no hace mucho era su enemiga.

 

Espera alguna noticia en la sala de espera, viendo a cada segundo su reloj, impaciente por saber algo sobre Daniela y su hijo. De repente escucha la voz de un médico llamando a los parientes de la señorita Urrutia y sin pensarlo dos veces, Antonio se dirige hasta él, buscando responder sus angustiantes dudas. –La muchacha no se encuentra del todo bien, tendremos que comenzar con el parto de forma natural, ya que en su estado no resistiría una cesárea. Obviamente siente mucho miedo y necesita a alguien a su lado, ¿usted podría acompañarla?- Esta pregunta cala hondo en el menor de los Palmer, quien no puede entender los caprichos del destino, es irrisorio que la única persona que puede acompañar a Daniela sea él, el mismo quien provocó aquel accidente que ahora la tiene tan grave. –Yo… no creo que ella quiera tenerme a su lado… Nosotros no somos los mejores amigos y quizás no sea buena idea que me vea…- Antonio intenta explicarle al doctor que ambos nunca se han llevado bien, pero el hombre es insistente y le explica que el sentirse acompañada, aunque sea de él, le hará muy bien a Daniela.

 

Cuando termina de vestirse con aquella ropa especial, tras colocarse la mascarilla y el gorro, todo de un desteñido color verde, está listo para ingresar al pabellón. Lentamente camina hasta encontrarse frente a frente con Daniela, quien postrada en la camilla mira fijamente un punto ciego, uno sin importancia ni trascendencia, esperando el momento en que dará inicio el parto. Está asustada de lo que pueda suceder, cualquier cosa que le suceda a su hijo será un golpe letal, lo único que desea es felicidad para aquel que muy pronto ha de llegar a este mundo. Siente una presencia nueva en el pabellón y al voltear ve la figura esbelta de Antonio, quien trémulo la observa aún lejos, paralizado por aquel lúgubre escenario. –Me da gusto que estés aquí…Me sentía tan sola…- El rostro de Daniela bañado en lágrimas es lo primero que Palmer observa, sintiendo como todo su cuerpo estremece al oír aquellas palabras. Percibe lo desesperada que se siente, asustada en aquel lugar, deseando descontroladamente cualquier muestra de afecto, de compañía. Esperando una mano que le acaricie el rostro y que le haga entender que este mundo es el indicado para su hijo, que quizás todo sea difícil, pero que ella puede confiar en alguien.

 

Lentamente Antonio se acerca hasta la camilla, viendo en lo más profundo de los ojos de Daniela la desolación y el abandono. Como logró darse cuenta de todos sus pecados al ver la tristeza en Guillermo, ahora logra sentirse miserable ante la mirada compasiva de Daniela, que tan solo le invita a acompañarle, a entregarle lo que ya nadie se ha atrevido a obsequiarle. –Lo siento… Lo siento mucho… No sé por qué te hice tanto daño… yo… nunca pensé en convertir tu vida en esto… Me siento tan mal… Lo siento…- Aferrándose del débil brazo de la embarazada, le abraza llorando desoladamente, sintiendo como su garganta desaparece en un mar de llantos y sus ojos se disuelven en una tormenta de lágrimas. Su corazón se paraliza por completo al no recibir respuesta de Daniela, la que sólo atina a acariciar su cabello, tan grácilmente como si se tratase de una delicada anciana, que tiernamente mima a su nieto. ¿Cómo puede sentirse agradecida con su presencia si es él quien le ha provocado la más desastrosa de las vidas? El tiempo se congela en aquel abrazo, aquel que logra consolar a dos almas que solas y desesperadas se encuentran en aquel lúgubre espacio, en aquel sofocante momento.

 

Las enfermeras y el doctor realizan las maniobras necesarias para que Daniela dé a luz lo más seguro que se pueda. Aquel hombre intenta darle alientos a la muchacha, quien sólo encuentra algo de fortaleza al aferrarse de la mano de Antonio, quien la acompaña fielmente a su lado, intentando tranquilizarla. –Sé fuerte… tú siempre has logrado salir adelante, esta no será la excepción… Pronto todo esto acabará, aguanta sólo un poco más…- Son las palabras que el muchacho le dice delicadamente al oído, viendo como la mujer se retuerce de dolor al pujar, buscando liberar a aquel ser que en sus entrañas se ha alojado insistente, decidido a ver la luz de la amable madre luna.

 

Pasan largos minutos hasta que se logra escuchar el fuerte llanto que da el varoncito que acaba de nacer. Lo primero que hace el doctor es colocar en el regazo de la madre al recién nacido, quien lo observa con la mayor de las ternuras, sintiendo que ha logrado lo que más anhelaba en su vida. Allí está el fruto de un amor eterno, el ser más hermoso que jamás haya visto. –Es precioso Daniela y nació sano… Todo salió bien…- Antonio se emociona al ver aquella escena, pero especialmente al ver el rostro del mismo ser que él intentó eliminar atropellando a su madre. La muchacha siente la mano de Palmer acariciando su frente y con las pocas fuerzas que le quedan, la agarra para pedirle aquello que su corazón le implora solicitar. –Tómalo y llévatelo lejos de aquí… No permitas que sufra igual como nosotros lo hemos hecho… Entrégale la vida que se merece y hazle feliz… Te lo suplico…- Antonio escucha impactado estas palabras, viendo como el brillo en los ojos de Daniela comienza a desaparecer poco a poco, y el hijo que en su regazo descansa comienza a desesperar. Trata de hacerle entender que debe descansar un momento y que luego será ella misma quien le entregue todo lo que merece aquel niño, pero es ella la única que está segura de su destino. –Yo no podré hacerlo… Te imploro que lo cuides… Sé que hay bondad en tu corazón y por ello sé que podrás hacerte cargo de mi hijo…- La mirada de la mujer se nubla poco a poco, al igual que su voz, pero con las últimas fuerzas de su cuerpo intenta velar por el futuro de aquel que indefenso se encuentra en su pecho. –Te lo prometo… te juro que haré de este niño alguien feliz y si no puedo, cambiaré el mundo para hacerlo más seguro para él… Daniela, no sé por qué confías en mí después de todo lo que te he hecho… pero si he de convertirme en el padre de este hijo, te prometo que él siempre sabrá lo bondadosa que fue su madre… Daniel, este pequeño llevará tu nombre, la única persona pura que he conocido en mi vida…Te lo prometo, él si será feliz…- Al ver que partía lentamente de esta vida, Antonio aprieta firmemente su mano prometiéndole cuidar y velar por la felicidad de aquel que desde ahora se llamará Daniel. Nunca antes había sentido tanto dolor en su pecho, nunca antes se había sentido impotente. Daría todo lo que tiene en este mundo con tal de devolverle la vida, intentar regalarle aquello que él intentó quitarle.

 

–Gracias…- y nada más existió en este universo, más que aquel gracias. La vida llega y se marcha tan caprichosamente, que el dolor es el único que logra asomarse tras una de sus jugarretas. El brillo de sus ojos se extinguen y el calor de su cuerpo comienza a declinar, provocando que el recién nacido llore tan desaforadamente, que estremece cada rincón de aquel lúgubre pabellón. Antonio observa todo sintiendo como su corazón termina de morir, sintiendo como todo su ser muere y vuelve a nacer al sentir la pequeña respiración de aquel que ahora tiene entre sus brazos, y que indefenso busca protección en su calor. Daniela ha muerto, pero ha dejado el más grande de los frutos, aquel que desde ahora ha de llamarse Daniel.

Notas finales:

Y en tailandés es...  ขอบคุณ !!! (Kop Kun Kap/Ka)

 

Muchas gracias por leer y comentar... Espero muy pronto subir un nuevo capítulo!!!

 

Que estén muy bien... Cuidense mucho y nos vemos en otro cap =)


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