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Lo que Haga Falta por jotaceh

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Notas del capitulo:

Ave!! Magna dies vobis luceat!!!

 

Hola, espero que estén muy bien y que todo les esté resultando =)

Bueno.... me esmeré mucho con este capítulo... Debo reconocer que colocar algo más de sensualidad en los capítulos me cuesta mucho, pero trate de que este tuviera algo más de calorsh :P No sé cómo quedó, pero espero que les guste... de lo contrario... sólo avisenme.... todo comentario me ayuda a escribir de mejor manera =)

 

Bueno, no les quito más tiempo... Espero que lo que lean sea de su agrado!!!! =)

CAPITULO XIII: La ira es la mejor de las drogas.

 

-¿Fuiste tú el culpable? ¡Contéstame! Es algo muy serio lo que me acaba de contar Magdalena y de ser verdad… ya no sabría quién es la persona con que he vivido todos estos años.- Horacio se siente defraudado, mira detenidamente a su sobrino tratando de ver alguna señal en sus ojos, algún indicio que le logre responder todas las preguntas que ha formulado en su cabeza. Han pasado cinco días desde el atropello de Daniela y todo ha cambiado en la casa de los Palmer. La madre de la muchacha accidentada sin pensarlo dos veces le contó al mismo Horacio todo lo que sabía sobre Antonio, sobre su relación secreta con Jaime, los chantajes con los que logró separar a Daniela de Guillermo y lo más terrible, que fue él quien la empujó por las escaleras. Magdalena al ver a su pobre hija internada en un hospital en muy mal estado de salud, decidió que no podía seguir temiéndole al menor de los Palmer y sabiendo que el único que podría detenerlo es su tío, no dudo en contactarlo y decirle además sobre sus sospechas con respecto a que fue el mismo Antonio quien atropelló a Daniela para deshacerse del hijo que espera. –No sé de qué me estás hablando tío. Yo esa noche estaba cenando con mi mamá y es imposible que haya podido estar en aquel lugar… Soy tu sobrino y deberías confiar en mí en vez de hacerle caso a aquella desconocida. Además soy incapaz de hacer este tipo de cosas que me dijiste, no fui yo quien empujó a Magdalena por las escaleras, fue todo un accidente y todo el resto, son solo mentiras.- pero los ojos de Horacio no cambian en lo más mínimo, ha creído cada palabra que pronunció aquella mujer y está seguro de la culpabilidad de Antonio. Sabe todo lo que sufrió su hijo por no estar con la chica que supuestamente amaba y lo extraño que fue aquella ruptura, realmente desde hace mucho que estaba desconfiando de su sobrino. –Lo siento, pero no puedo confiar en ti. Espero que no hayas sido tú, ya que si llegara a tener las pruebas de tu culpabilidad, no me temblará la mano para entregárselas a la policía y meterte preso. Ten mucho cuidado Antonio, Daniela no está sola y mucho menos mi nieto. Que te quede claro, si haces cualquier cosa contra uno de ellos dos, te la tendrás que ver conmigo…- El hombre se enfurece tanto al sólo pensar que su futuro nieto pueda sufrir algún daño, que sin medir su fuerza toma la delicada muñeca de su sobrino para amenazarle, viendo detenidamente como la mirada de éste se llena de ira. Habiendo logrado advertir al que ahora se ha convertido en su enemigo, Horacio decide marcharse, seguro que el siempre débil de Antonio habrá aprendido a no meterse con quienes ama.

 

El olor de aquel lugar le desagrada, y es que tras tantos años de estar dentro de un recinto parecido, todo lo que estuviera relacionado con un hospital le molesta a Guillermo. Ahí ha estado todos estos días esperando por la alta médica de la mujer que lleva dentro de sí a su primogénito. Todo ha sido tan rápido e inesperado, que se siente aun obnubilado por su nueva realidad. El mismo día que se enteró de su paternidad, fue el mismo en que casi pierde a su hijo, y ni siquiera ha tenido tiempo para percibir lo que todo esto significa. A su lado llega Magdalena, quien ha tratado por todos los medios posibles que el muchacho se haga cargo de su hija y de su nieto, él dese ahora debe ser su protector. –Tan pensativo que estás, ¿aún no puedes creer que serás padre? ¿O todavía no te convences que Antonio sea un desgraciado capaz de asesinar a alguien?...- La mujer es tajante en este asunto, su seguridad la lleva a convencer al resto de esta realidad, mientras más personas se enteren de la maldad de aquel chico, tanto más se sentirá protegida; pero con Guillermo no le ha resultado aquella estrategia. Sin ganas la observa sin responder a sus preguntas, no está de ánimos para comenzar una discusión. Pasan largos minutos estando ambos sentados fuera de la habitación de Daniela, sin decirse palabra alguna, cuando aparece el doctor tratante. El hombre seriamente les comenta sin tapujos el resultado de los exámenes. –La paciente se encuentra en buena salud, dentro de lo que se puede esperar, pero… lamentablemente es la vida del hijo que espera la que pende de un hilo. Si ella no mantiene reposo absoluto, no se agita y come una dieta equilibrada, el parto podrá ser normal y ambos salir bien parados de todo esto. Ahora bien, si no hace caso, puede ser que ambos mueran.- Al escuchar esto, tanto Magdalena como Guillermo, quedan un poco más tranquilos. Saben que hay una posibilidad de que todo empeore, pero ahora está en sus manos hacer todo lo posible para que esto no suceda. La madre de la muchacha espera a que el doctor se marche para hablar con el padre de su nieto, sentenciándolo a actuar. –Supongo que sabrás lo que esto significa. Nosotras no podemos seguir viviendo en aquella casa que ni siquiera es nuestra, debemos estar en un lugar tranquilo y por eso, debes llevarte a Daniela de regreso a tu hogar… El doctor fue claro, no puede pasar malos ratos, así que trata de deshacerte de aquella bestia que tienes de primo. La vida de tu hijo está en juego… No lo olvides.- y tras decir tajantemente estas palabras, la mujer entra a visitar a su hija, dejando helado a Guillermo, ya no sabe cómo evolucionará su vida, cada vez más alejado de Antonio.

 

Un fuerte golpe deja tirado en el suelo a Fernán, quien solo atina a tocarse la mejilla, que lentamente comienza a hincharse. Le acaba de contar toda la verdad a Francisco, que no ha podido olvidar a Horacio y que incluso, ahora están más unidos que nunca. Ambos se aman y quieren vivir libremente su amor, ya no es posible tener un amante y las noches de lujuria y pasión se han acabado. –Recuerda lo que te digo. He esperado muchos años por tenerte y ahora no me daré por vencido, tú volverás a mi lado arrastrándote y dejarás a ese fracasado, porque te darás cuenta que no te conviene.- Francisco le deja en claro que no se quedará con las manos cruzadas y luego de sentenciar esto, se marcha cerrando bruscamente la puerta, logrando un fuerte eco que repleta cada espacio de aquel departamento. Fernán sigue en el suelo, pensando en todo lo que ha sucedido y lo que podría acontecer, pero es tanta la felicidad que siente dentro de sí que nada lo devastará. Todo marcha a la perfección, pronto Horacio le dirá a su familia sobre su relación, ambos serán libres y compartirán sus vidas, nada puede salir mal. Su amado lleva días sin beber desde que se enteró que será abuelo, esta noticia junto con su amor han sido los causantes de tan impresionante recuperación, sabe que ha vuelto al camino de la vida y la superación, muy pronto recuperará todo lo que perdió.

 

Como si hubiese sido una predicción, se cumple lo que sentenció Magdalena. Días después de aquella platica con Guillermo, tanto ella como su hija hacen ingreso triunfal a la casa Palmer, ya no como empleadas, sino como parte de la familia. La muchacha es destinada a una amplia pieza, elegantemente decorada y con grandes ventanas que dan al patio, que en estas fechas está repleto de rosas y gladiolos, que se mueven alegremente al compás del viento. Pareciera que nada ha sucedido en aquella casa y todo siguiera igual, pero nada ha permanecido tras el gran sismo que ha afectado a aquella familia. Horacio ya no confía ni en su sobrino ni en su cuñada, siente que pueden dañar a aquel nieto que ha logrado sacarlo del abismo en que se encontraba. El ambiente de aquel hogar anuncia conflictos, una severa guerra que sólo traerá desgracias y sufrimiento. Magdalena se siente segura estando al lado de Horacio, si en algún momento se sintió atemorizada por el accionar de Antonio, esto ya ha desaparecido, siente que esa bestia será domesticada por su tío y este será el momento en que ella logre aplastar su cabeza, sintiéndose triunfante. Estuvo sumida en la pena y la inseguridad, pero ya todo ha pasado. Si Guillermo se comprometió a hacerse cargo de la salud de Daniela, ha sido el padre de éste, al saber de su terrible cáncer, quien se ofreció a costear su operación, tratando así de indemnizar todo el daño que su sobrino cometió. Ahora sólo soplarán aires de prosperidad, la vida no es tan mala después de todo.

 

Se siente acorralado en esa pieza, como si estuviese preso y afuera de su celda se encontrara el mismísimo demonio esperando por su alma. Todo lo que Antonio ha hecho con tal de lograr el amor de Guillermo ha sido en vano, al parecer nunca podrán estar juntos, siempre estará aquella mujerzuela con su bastardo interviniendo en su felicidad. Tras arrollar a Daniela se sintió infeliz, tan sucio y repugnante que ni siquiera era capaz de mirarse al espejo, jamás pensó que pudiera acabar con la vida de un ser humano; pero al enterarse que había fallado en su intento, sólo pudo crear ira en su corazón. Todo lo que ha hecho en vez de favorecerlo, se le ha revertido hasta el punto de perder toda oportunidad con Guillermo. Él ahora formará una familia, está seguro que su tío lo obligará a casarse con la madre de su hijo y juntos se irán a vivir muy lejos de él, para que así no pueda separarlos. Pareciera que todo se ha acabado, pero tiene todavía la esperanza en que su amado primo pueda ser fuerte y desistir de todo lo que ha planeado Horacio, decida olvidarse del matrimonio y de aquel hijo, haga caso a su corazón y termine viviendo al lado de quien realmente ama.

 

Antonio piensa en todo esto cuando alguien toca a su puerta, impresionándose al darse cuenta que se trata de Guillermo. Al ver sus ojos, su cabellera rubia y aquellos labios que tantos suspiros le han provocado, no logra controlarse y corre para poder abrazarlo. No lo ve desde aquel día del accidente y lo extraña tanto, que sólo desea sentir nuevamente el latir de su corazón y el aroma que solo su piel desprende, pero nada de esto logra hacer. Cuando estaba llegando a él, es el mismo muchacho quien lo detiene tomándolo por los brazos y hablándole fríamente pregunta sobre las acusaciones que Magdalena ha levantado, sólo quiere saber la verdad, nada más que eso. -¡Suéltame! Me haces daño… ¿En serio crees que soy capaz de hacer todo eso? Pensé que confiabas en mí… pensé que… me amabas, pero ya veo que todo fue una mentira.- Antonio se sorprende al escuchar las palabras de su amado, pensó que creería ciegamente en él, que no daría cabida a las palabras de aquella sirvienta, pero para su desgracia esto no ha sido así. Siente como la última esperanza que había alojado en su corazón desaparece por completo, dejándolo vacío y sin más energías que utilizar en pos de lograr el amor de quien ahora no confía en él. –No creo que seas capaz de hacerlo, pero todo el mundo me dice horrores sobre ti y yo… ya no sé qué hacer. Ese hijo es mío y puede morir en cualquier momento, tengo que hacerme cargo de su bienestar y el de su madre. Mi padre me ha amenazado con quitarme su protección y sus bienes si no me quedo al lado de Daniela, quiere que más adelante me case con ella y forme una familia… Me obliga a olvidarme de ti, que te aleje de mi lado… Te lo suplico, vete de esta casa. No me será fácil verte todos los días, y si sigo así me volveré loco… yo…- pero Guillermo no puede terminar de hablar cuando un certero golpe llega a su mejilla. Antonio escucha esto decepcionándose palabra por palabra de aquel hombre a quien por tantos años ha amado. No puede creer que sea un cobarde, un ser tan débil que no puede luchar por aquello que desea, un ser así no puede ser considerado como hombre. Intentaba abofetearle, pero es tanta la furia que lleva dentro que terminó empuñando la mano y dándole un certero golpe. Viendo cómo un hilo de sangre aparece en el labio de Guillermo le dirige las palabras más duras que jamás podría haberle dicho. –Espero que seas feliz con esa zorra que tendrás que como esposa y con ese bastardo que te parirá. No puedo creer que me haya enamorado de un ser tan débil y repugnantemente miedoso como tú… Muy pronto te darás cuenta quién soy realmente y créeme que no te gustará para nada. Puedo amarte mucho, pero ten en cuenta que mi odio puede llevarte al infierno.- y con el brillo de sus ojos repleto de ira y rencor, mira detenidamente de pies a cabeza a su primo, logrando que éste se siente pequeño y miserable ante ese par de potentes faros. Antonio decide marcharse de aquel lugar, cada pared y cada mueble le repugnan en demasía. Caminando como siempre lo ha hecho, fiero pero a la vez elegante, camina hasta su vehículo y encendiéndolo parte rumbo hacia el primer lugar donde logre descansar de tan tediosa familia.

 

Las estrellas titilan majestuosas y la luna se muestra elegante en el firmamento infinito. La vida en la ciudad no se acaba con la noche y todo sigue caóticamente hermoso. Los edificios se iluminan, las calles se llena de personas que buscan diversión y un poco de éxtasis en sus aburridas vidas. Un bar comienza a repletarse de hombres que sedientos buscan un cuerpo al cual atacar, en donde vaciar toda su esencia y luego olvidarse por completo. La barra está iluminada con un potente foco azul, mientras que el resto del establecimiento está oscuro, solo unas pequeñas lucecitas en el suelo logran iluminar a quienes se encuentran sobre ellas. Es uno de los cuantos bares gay que hay en la ciudad, los que sólo los hombres interesados saben que existen y que muchas personas lo observan por fuera sin saber que sucede exactamente dentro. Hay todo tipo de hombres, algunos que sólo van a la barra y beben descontroladamente, casi sin conversar ni hacer vida social; mientras que otros, la gran mayoría, están bailando en la pista de baile buscando a la presa de aquella noche, aquel que pueda cumplir todas las fantasías que su mente alberga. Otros bailan en búsqueda de aquel cazador que los lleve al cielo, aquel semental que pueda por fin hacerlos sentir el gozo de un buen sexo. Pareciera que todo en ese lugar se reduce a buscar una pareja con quien intimar, algo pasajero y que en lo posible, ni siquiera hable; pero así es la realidad en aquel lugar y en muchos otros del mismo estilo, que en realidad, no están muy alejados de antros donde hombres y mujeres logran ahogar sus deseos.

 

Unas delgadas piernas se abren camino entre la multitud, la figura menuda comienza a ser observada por quienes ahí se encuentran. Algunos se centran en su rostro, casi angelical; otros en su cuerpo, aún más delicado y tierno; pero la gran mayoría termina en su trasero, el que contoneándose sensualmente logra embobarlos. Logra llamar la atención de aquellos que quisieran poseerlo, como también de aquellos que lo detestan por ser más atractivo. ¿Cómo alguien tan delicado puede estar en un antro como ese? Todos creen en lo fino y recatado que ha de ser, pero nada de esto se muestra cuando sin mayores inconvenientes logra subirse a la barra y estando a la vista de todo el mundo comienza a mojarse con la primera botella de alcohol que ahí encuentra. Su camisa blanca se trasluce, ajustándose a su pecho y mostrando como sus erguidos pezones se presentan a quienes atónitos lo observan. El dj al darse cuenta del show que comenzó una vez que Antonio ingresó al lugar, decide subir el volumen de la música y activar las luces de discoteca, todo comienza a parecer más caótico y desenfrenado, aun cuando nadie le quita la mirada al chico angelical. Estando todo acorde para que bailara, comienza a mover sensualmente su cuerpo, deleitando a todos los interesados con su cadencioso cuerpo, que arde en ansias de lograr que un verdadero hombre logre poseerlo y borre de su piel el recuerdo de Guillermo. Juega con su cabello, con sus pezones, con su delicado trasero y sus largas piernas, hasta que se percata que aún tiene aquellos inservibles pantalones. Decidido a lograr que cada hombre que ahí esté se excite meramente con mirar su cuerpo, comienza a sacarse la prenda mencionada lentamente. Estando a la mitad de esta tarea se da cuenta que otra persona se ha subido a la barra. Un hombre más alto que él, moreno y de cabellera corta comienza a ayudarle, ocupando la oportunidad para tocar en reiteras veces aquellas nalgas que tanto lo han provocado. Interesado en cada centímetro de aquella piel, tras sacarle el pantalón comienza a bailar junto a Antonio, quien sin siquiera gustarle aquel hombre, sigue con su juego. En todo momento el moreno le hace sentir su poderosa erección, mientras juguetea con sus pezones, toca sus piernas y las eleva hasta sus caderas para hacerle sentir aún más el pedazo de carne que ansioso quiere conquistarle. ¿Aquel moreno se ganó aquel trofeo? A nadie le importa, el muchacho es mucha carne para un solo sabueso, aún pueden tener oportunidad muchos otros.

 

Cansado de jugar con una presa que no le interesa, decide besar en la boca al moreno para luego guiñarle un ojo y bajarse de aquel improvisado escenario. Ha perdido, no ha sido capaz de llamar la atención a la estrella que ilumina todo aquel lugar. Caminando entre hombres que aprovechan su cercanía para inspeccionar aquello que desearían poseer, se dirige hasta uno de los pocos varones que han logrado encender la llama de su lujuria. Mucho más alto que el promedio, de una impresionante cabellera rubia que pareciera hecha con los mismísimos rayos del astro rey, un cuerpo fornido y marcado, que aún debajo de aquella polera negra logra mostrarse airoso. Sus brazos son potentes y cubiertos por una delgada capa de vellos, que lejos de sentarle mal, le hacen ver virilmente poderoso. Su rostro es agraciado y no aparenta más de treinta años. Antonio lo observa seductoramente a los ojos, mientras el hombre se sorprende al darse cuenta que ha sido el elegido, intimidado siente la mano del muchacho, que de un solo movimiento le quita el cinturón y agitándolo cual látigo golpea el piso, haciéndole entender que ahí es él quien manda. No hay palabras de por medio, sólo el lenguaje de las miradas y los movimientos, aun cuando el rubio ni siquiera se mueve, ha quedado perplejo con aquel joven casi divino. Al darse cuenta que su presa no se mueve, decide ocupar el cinturón como correa y amarrándolo en su cuello lo tira para poder atraer su rostro. Estando sus miradas frente a frente, Antonio le da el más fogoso beso que jamás haya dado y acto seguido comienza a caminar, tirándolo del cinturón como si estuviese paseando a su mascota. El rumbo que siguen es ese que los lleva hasta los baños, donde el rubio sabrá cómo es que un joven como él puede esclavizar a la presa que ha elegido.

 

El baño era pequeño y sucio, estaba lleno de frases escritas en las paredes, inodoros rotos y cerámicas sueltas. El lugar era deprimente pero aun así había parejas dentro de los cubículos y fuera de ellos, sobre el suelo o el lavamanos, teniendo sexo. Algunos completamente ebrios y otros simplemente obnubilados con el deseo y la fogosidad. Antonio no ha tomado ningún trago y es que no lo necesita, toda la ira que siente recorrer sus venas le basta para sentirse mareado y perdido. Ha llevado a su presa hasta aquel lugar y buscando un espacio en el lavamos se sienta sobre él, abriendo las piernas acerca al rubio para comenzar a besarle descontroladamente. – Todo esto es algo extraño... Me siento como un esclavo o algo por el estilo. Usualmente soy yo quien manda, pero me has dejado helado… Nunca había visto a alguien tan hermosamente fiero… Eres incomparable…- El hombre dice estas palabras mientras Antonio comienza a quitarle la oscura polera, dejando libre aquellos firmes pectorales, un marcado abdomen y los profundos oblicuos. Todo el cuerpo de aquel hombre es seductor y hecho para disfrutar. Los delgados dedos del muchacho comienzan a tocar aquella deliciosa obra de arte, mientras el apresado hombre observa con deleite. –Me llamo Eduardo, tengo 28… Un gusto ¿y tú?- es lo único que puede pronunciar, no sabe qué decir, se siente extraño en ese momento, siendo mandado por un joven varios años menor. –Eso es lo de menos. Habla menos por favor y mejor dedícate a follar…- Antonio no desea una conversación, por lo que cansado de los preámbulos se saca la camisa empapada de alcohol, quedando solamente en ropa interior. Antes de quedar completamente desnudo, decide bajar el cierre del pantalón de Eduardo y así cae ágilmente la prenda, la que el mismo hombre termina por deshacerse con los pies. Lentamente el más joven comienza a bajar el bóxer que impide encontrarse con el falo que erecto le espera. Mientras hace esto, con deleite observa el rostro de su acompañante, quien espera ardiente que inicie la acción. Los ojos de ambos se llenan de lujuria y pasión, las que comienzan muy pronto a hervir sus pieles.

 

Ambos se encuentran desnudos en el diminuto baño, mientras a su lado está otra pareja intimando sin pudores, sin importarles que haya más gente allí viendo lo que hacen. Eduardo saca del bolsillo de aquel pantalón que se encuentra en el suelo un condón, el que rápidamente comienza a desenvolver, pero estando en esta tarea se encuentra con los delicados dedos de Antonio, quien toma el objeto y lo bota al suelo. Bajándose del lavamanos donde estaba sentado, decide quedar de pie ante aquel hombre, que impresionado lo observa. Comienza a besar su cuello, para luego seguir con uno de sus pezones, con el que juguetea hábilmente. Tras esto sigue en su camino hasta llegar al ombligo, donde nuevamente comienza a jugar, introduciendo su lengua en aquel pequeño orificio. Ya casi arrodillado ante el poderoso rubio, siente el calor que desprende su impaciente falo, el que tirita al desear participar de aquel entretenido juego. Con una mano toma el ardiente pedazo de carne para seguir lamiendo la piel del hombre, bajando cada vez más cerca de él. ¿Qué está haciendo? Nunca ha hecho algo semejante y aun así siente como si lo supiera de memoria. Por un momento se siente extrañado y un deseo de escapar se apodera de él, pero luego recuerda el rostro de Guillermo y se da cuenta que no puede huir, debe borrarse a aquel cretino de la piel y será ahí mismo, en ese preciso momento. Levantando la cabeza observa como Eduardo lo observa enloquecido, su cabeza sólo desea algo en el mundo, desea sentirse poderoso, llegar al cielo solo con el toque de aquella deliciosa lengua. Tomando esta imagen como una afirmación, decide dar inicio a la felación, el inicio de algo que no sabe cómo terminará. Su lengua intrusa comienza a lamer la glande, la que pronto se encuentra dentro de su boca, dando inicio a un continuo movimiento. Tras unos segundos comienza a escuchar los primeros gemidos de Eduardo, quien extasiado observa la escena, agradecido por la suerte que ha tenido. Mientras hace esto con la boca, sus manos acarician el cuerpo, desde el ombligo hasta llegar a los testículos, produciendo el primer gemido fuerte que el hombre produce, excitado al máximo por lo que está viviendo. Al sentir la plenitud en la erección del hombre, Antonio decide dejar de lado la felación. Poniéndose de pie vuelve a la boca, besándolo lentamente, ahora es él quien debe iniciar su labor.

 

La muchacha ya se ha quedado dormida, todo ha sido muy ajetreado ese día, volver a aquella casa no ha sido nada fácil. Guillermo la ha estado acompañando toda la noche, quiere rehacer la relación que mantenía con ella, quizás ya no sea de amor, pero por lo menos de amistad. Piensa sólo en el hijo que ella espera, todo sacrificio que ha hecho y seguirá haciendo es por él, para que al llegar al mundo pueda ser feliz. Aun cuando sabe que Daniela duerme, sigue en la pieza observando a través de la ventana la entrada de la casa. Desde que salió enfurecido, Antonio no ha regresado y ya pasan de las doce de la noche. Se encuentra muy preocupado, sabe que en el estado en que se encuentra puede hacer cualquier locura. ¿Y si llega a atentar contra su vida? Es lo único que viene a su cabeza, si sucediera esto, se muere en vida, no podría vivir sin Antonio. No sabe si es la persona malvada que le han descrito, si ha sido capaz de atentar contra la vida de Daniela, sólo sabe que sigue amándolo. Si por él fuera se escaparía a su lado, para iniciar una nueva vida lejos de todos aquellos problemas, pero no puede ser tan irresponsable. Debe alejarse lo más que puede de Antonio, sabe que así le será más fácil seguir adelante con sus nuevos compromisos. Decide llamarle al celular para saber si se encuentra bien, ya es mucha la preocupación. Espera largos segundos una respuesta, pero nadie contesta, lo que le provoca aun mayor angustia. Viendo a través de la ventana espera que llegue a salvo, con aquel rostro angelical que siempre lo ha caracterizado.

 

Está sentado nuevamente sobre el lavamanos y comienza a sentir como el impaciente pene de Eduardo comienza a ingresar en su interior. Lentamente siente aquella enorme presencia, logrando sentir cosas que en ninguna relación anterior había podido. Una vez estando adentro el hombre decide besar los ardientes labios de Antonio, quien espera extasiado el inicio de la travesía. Delicadamente el fornido varón comienza a moverse para luego dar inicio a ritmos más coléricos y desenfrenados. La mente del joven Palmer logra escapar de este plano y llegar donde nunca había estado, no logra recordar nada más que aquel momento y aquel cuerpo, que perfecto le proporciona aquello que tanto anhelaba, la gran receta para terminar de golpe tanto sufrimiento. Sus gemidos son cada vez más fuertes y se producen más seguidos, pero en medio del sexo se percata de quienes se encuentran a su lado. Dos hombres veinteañeros, que descontroladamente intiman, sumergidos en la excitación y el alcohol.  El más alto bebe de una botella de ron mientras penetra al blancuzco muchacho de cabellera azul que trata de gemir lo más alto posible para darle a entender a su compañero que debe seguir de aquella manera. Antonio los observa mientras Eduardo sigue concentrado en lo suyo. Se da cuenta en lo atractivo que es el hombre de la botella, su cuerpo quizás no sea tan perfecto como el de su presa, pero su rostro es hermoso, sus ojos azules brillan de pasión, sus labios son tan rojos y voluptuosos que cualquiera quisiera besarlos, y su piel se ve poderosamente adornada por aquella delgada barba. Le llama mucha la atención aquel joven, por lo que sin pudores comienza a tocar su abdomen, dejando impresionado al de cabellera azul, quien rabioso le mira por intentar apoderarse de lo que le pertenece. Eduardo observa esto sin darle mayor impresión, él ya está recibiendo bastante placer como para ponerse envidioso de otro sujeto; y el mismo implicado se siente desafiado por Antonio, por lo que aun penetrando a su compañero, decide comenzar a besar a quien ha osado tocarle. Sus posiciones se vuelven algo complicadas con este improvisado cuarteto, pero no dura mucho. Mientras el joven de ojos azules besaba a Antonio con desenfreno, Eduardo logra llegar a la cumbre del éxtasis, sintiendo como todo su ser se libera y concentra dentro de su compañero, entregándole toda su esencia. Al mismo tiempo el menor de aquel lugar logra sentir el gozo más intenso que jamás haya sentido, su cabeza se nubla en deseo y su cuerpo se contrae al terminar con aquel placentero momento. Su respiración sigue agitada y los gemidos no quieren abandonar su boca. Tanto el rubio como el moreno de ojos azules le besan, el primero el cuello y el segundo la boca, mientras Antonio siente como por fin ha logrado impregnarse de otra persona, borrar de su cuerpo aquel recuerdo de quien no le merece y a quien desde ahora olvidará. Todo allí ha sido perfecto y ahora exhausto observa la escena y recuerda lo que ha hecho. Realmente hay veces que él mismo se sorprende de las cosas que puede hacer.

 

Las estrellas se despiden dando la bienvenida al brillante sol, que lentamente comienza a inundar con su luz toda la enorme ciudad. Lentamente se abre la puerta principal de aquella enorme casa e ingresa al lugar un cansado Antonio, el que tratando de no levantar sospechas, camina sigiloso. Llega hasta la puerta de su pieza, la que abre con paciencia para no producir ningún sonido fuerte, pero nada de esto le sirve, al ingresar a su habitación se encuentra frente a frente con su madre. -¿Por qué llegas a esta hora? ¿Crees que no me tenías preocupada?...- Estela está furibunda, pensó toda la noche en que a su hijo le había sucedido un trágico accidente, pero nada de esto era cierto, sólo había salido de parranda. –No sabes lo difícil que se ha puesto mi vida desde que supe que esa mujercita quedó embarazada. Mi tío me amenazó con meterme en la cárcel y Guillermo quiere que me marche de esta casa para dejarlo tranquilo al lado de Daniela. Ella y su madre ahora viven bajo mi mismo techo y estoy seguro que harán hasta lo imposible para burlarse de mí. ¿No estarías igual que yo en mi situación?- La mujer lo mira detenidamente, sabe perfectamente quién es su hijo y lo puede hacer. No hay madre que no conozca a sus crías. –Puedes engañar a todo el mundo si así lo deseas, pero a mí no. Sé perfectamente que chantajeabas a Daniela, que botaste por las escaleras a la sirvientita y que atropellaste a la embarazada. ¿Me equivoco en algo?... Te dije, la familia Palmer no es de fiar, aun cuando tú siempre has tratado de defenderlos… pero mira que grandioso es el destino. Me ayudaste a quitarle la empresa a Horacio y ahora él te ha declarado la guerra. Querido mío, no te sientas perdido, porque te juro que seré yo la primera que te defienda si es que alguien te hace algo. Si tu tío quiere meterte preso, yo misma me encargo de matarlo antes y no me temblará la mano en hacerlo. Metete muy bien esto en la cabeza… No estás solo, yo siempre estaré a tu lado para protegerte…- Antonio escucha impávido cada una de estas palabras, sintiendo como su corazón da un brinco al darse cuenta de la magnífica madre que posee. Olvidándose de todo su alrededor, corre hasta los brazos de Estela para abrazarla lo más fuerte que puede. Si no fuese por ella, él no sería el mismo. Ambos están unidos por algo más que sólo el amor, madre e hijo ahora tienen una meta en común, la cual es vengarse de la familia Palmer por todo lo que le han hecho y por el vigor de sus almas, lograrán su acometido, a como dé lugar. –Prométeme que Guillermo se retorcerá de dolor en el infierno… Lo único que deseo es que sienta el mismo dolor que me ha provocado todos estos años.- al oído Antonio le sentencia a su madre, quien sólo le afirma besando tiernamente su frente.

Notas finales:

Y en latín es gratias maximas!!!

 

Muchas gracias por leer!!!

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pd: e______________________________e

Bueno, quizás después de leer el capítulo 12 pensaron que Daniela moriría... pero aam... ya ven que no o.O así que tienen que ir pensando en quién será la persona que morirá... Espero que esto no les desagrade... =) eso... quería dar la cara por lo que sucedió... si es que tenían expectaticas con que ella muriera :O no me odien u.u si ella no es mala... u.u


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