CAPITULO XXII: La fuerza de una multitud es más poderosa que la historia.
La luz de la flamante luna comienza a impregnar cada espacio de aquella mansión, atestada de invitados provenientes de las más altas esferas del país. Entre ellos está Antonio, quien decidido a cumplir la promesa hecha a Daniela en su lecho de muerte, conversa con el hombre que cree podrá ayudarle en este acometido. –Siendo gerente de finanzas de Old Edward, tú sabrás que el dueño de la empresa controladora soy yo… Eso quiere decir que puedo hacer y deshacer lo que se me plazca, por eso quiero pedir tu ayuda… ¿Puedo contar con tu discreción?- El muchacho ha llevado a Javier hasta un apartado rincón del concurrido jardín de su casa para explicarle el arriesgado plan que su mente acaba de elaborar. El gerente lo observa algo extrañado, se acaban de conocer, pero aun así ha decidido confiar en él y pedirle que realice una de las transacciones más importantes de su vida.
-¿Me quieres decir que quieres desviar fondos desde Agpe hasta una tercera empresa, dejando en esta un porcentaje ínfimo? No entiendo qué es lo que ganarías haciendo esto o será que… ¿Intentas blanquear dinero?... ¿En qué estas metido Antonio?...- Javier tras escuchar el plan del muchacho ha quedado aún más confundido. Es un hombre inteligente y sabe muchas de las artimañas que pueden realizarse dentro de las organizaciones para eludir sanciones, impuestos y hasta hacer cuantiosos fraudes, pero aun sabiendo el mecanismo de estos, nunca se ha atrevido a ponerlos en marcha, su ética siempre se lo ha impedido. –Si quieres saber, no… no estoy metido en ninguna mafia, pero aun así quiero blanquear parte del dinero de Agpe. ¿La razón?... es algo muy complicado, que no puedo contárselo a alguien que conozco hace tan poco, pero si quieres estar tranquilo, puedo decirte que… Es por algo noble, sólo quiero hacerle el bien a alguien que ha sufrido mucho por la causa de mi madre y de mí… Lo siento, pero no puedo decirte más…- Antonio desvía su mirada de los ojos del hombre, quisiera contarle los horrores cometidos por Estela, los robos y asesinatos que realizó con tal de llegar a la cima del poder, mas no puede hacerlo, no todavía. –Quiero disminuir el volumen de Agpe y Old Edward por consiguiente, formaré una tercera empresa con aquel dinero, algo nuevo y que no esté contaminado por la ambición de mi madre…No insistas más, que ya te he comentado mucho sobre este plan… ¿Me ayudarás?- El gerente de finanzas escucha detenidamente las palabras de Palmer, pero éstas sólo logran confundirle aún más. Todo parece ilegal desde su punto de vista, no puede creer que detrás de un robo tan grande de dinero pueda existir una causa noble. Se queda mirando a Antonio fijamente, intentando dilucidar algo de aquellas orbes marrones, pero como un tesoro bien guardado, el muchacho no logra entregarle más información. ¿Qué es lo que debe hacer? Si fuese cualquier otra persona, le diría rotundamente que no, pero se trata del mismísimo dueño de la empresa y mucho más importante, de aquel muchacho tan atractivo, que ha logrado remecer su corazón de una forma que hace mucho nadie había podido hacerlo.
Las luces de los faroles iluminan tenuemente aquella velada, que ya comienza a declinar. Los invitados comienzan a marcharse poco a poco, quedándose sólo aquellos que desean festejar un poco más. El ambiente permanecía tranquilo, y nada parecía presagiar el vendaval que pronto se iniciaría justo en ese lugar. Evadiendo a la seguridad, un grupo grande personas logra llegar hasta allí, quienes violentamente proclaman emblemas dirigidos a hacer justicia por la muerte de Horacio y Fernán. La multitud indignada por la celebración de una boda sólo a meses de aquellos fatales decesos, han decidido demostrar su enfado contra la familia Palmer y no se les ha ocurrido nada más que arruinar la fiesta. Los arreglos florales son deshechos por completo, las mesas dadas vuelta en el suelo, el fino menaje utilizado es convertido en millares de fragmentos repartidos en cada rincón, todo se convierte en un desastre. Estela debe ser escoltada por sus guardaespaldas hasta el ala más alejada de la mansión, luego de que un grupo de mujeres intentara agredirla. Como ella había presagiado en uno de sus más desconcertantes pesadillas, la ciudadanía había puesto sus dardos contra su persona, quienes vieron sospechoso su éxito empresarial tras la muerte de su cuñado Horacio.
-No dejaremos que olviden sus asesinatos. Aquí están reunidas las personas más importantes de este país, y por ello queremos que nos escuchen… No descansaremos hasta lograr justicia y con ello igualdad, lucharemos por conseguir los derechos que nos han sido arrebatados...- Uno de los manifestantes toma el micrófono que era utilizado por el cantante de la banda, y proclama aquellas palabras que luego aparecerían en todos los periódicos y noticieros del país. La noticia sobre los incidentes en la boda de Estela Edwards recorrerían cada región de la nación, llegando aún más lejos de las fronteras. En el extranjero se comienza a hablar de un movimiento poderoso, multitudinario y que busca entregarle a la comunidad homosexual, transexual y transgénero los derechos que le han sido rechazados por siglos. Los días que siguen a aquel revuelo, solo sirven para acrecentar las protestas y las marchas por las avenidas del centro de la capital, logrando que cada vez más gente se hiciera parte de aquella lucha. Ya no era solo la comunidad homosexual, sino que jóvenes, ancianos y niños quienes solidarizaban con un movimiento fuerte y ambicioso, que ya provocaba mella en la clase política y económica del país.
“No legislaré a favor de enfermos y depravados. Defenderé a como dé lugar los valores de la familia, que son el pilar fundamental de nuestra sociedad…”
“… Si hacemos leyes que les favorezcan, como el matrimonio igualitario, luego querrán casarse con sus mascotas, con sus muebles o quizás que perversidades intentarán que legislemos, quizás hasta busquen legalizar la pederastia…”
“El matrimonio es entre un hombre y una mujer, ya que sólo en una pareja normal puede engendrarse la vida… Un niño que posea dos madres o dos padres, jamás podrá crecer saludablemente…”
Estas son algunas de las frases que los diputados y senadores más conservadores del parlamento pronuncian a través de los diversos medios de comunicación. Como era de esperar, el movimiento por igualdad creado tras la muerte de Palmer y Marconi, creó uno en contra, que busca defender lo que ellos denominan “la naturaleza de la sociedad”. Creen fervientemente que legalizar ciertos derechos para la comunidad homosexual traería sólo degeneración y la extinción de la sociedad que ellos califican como perfecta. Pero como estos parlamentarios, también hay otros que buscan escuchar las demandas ciudadanas.
“Es hora de separar el Estado de las religiones. Hace casi un siglo que este país cuenta con leyes laicas, pero pareciera que nadie las cumple. El matrimonio es un contrato entre dos personas que buscan compartir sus vidas, independientemente de su identidad sexual…”
“… Es hora de hacer justicia y escuchar las demandas de un sector de la población que ha debido permanecer callado por muchos años. ¿Qué tipo de parlamentarios somos si no escuchamos lo que nuestros compatriotas nos piden?...”
“… Un niño sólo necesita amor y protección, no entiendo cómo dos hombres o dos mujeres que se aman y desean criar a un inocente puedan hacerle daño… Terminemos con aquellos prejuicios tan vacíos e innecesarios en la sociedad moderna en que hoy nos encontramos…”
La discusión sobre estas temáticas está en el centro mediático del país, no hay persona que no tenga una postura al respecto. Todo parece un caos, no hay día en que no exista una forma de protesta, ni que estas aparezcan en televisión y en las portadas de los periódicos. Hay mucha gente que cree que esto es el inicio de la anarquía, pero son muchos más quienes saben que del caos siempre se han generado los cambios, aquellos que tanto anhelan ver realizados.
Lentamente bebe la leche contenida en su biberón, tomándolo fuertemente con sus pequeñas manitos. Daniel cada día está más grande y rozagante, sus ojos azules brillan como faros y su cabellera rubia resplandece de alegría. Hace unos pocos días acaba de sonreír por primera vez en su existencia y Antonio estuvo allí, a su lado, emocionado por lo hermoso que puede ser la felicidad de un inocente. No hay duda, es el hijo de Guillermo y es que no hay día en que el hijo de Estela no vea reflejado a su primo en aquel bebé. -¿Dónde estarás? Hace mucho tiempo que no sé nada sobre ti y mi corazón comienza a inquietarse… Estuve por mucho tiempo confundido y es que me hiciste tanto daño… pero no, nunca dejé de amarte… Fui un tonto al confundirme con los obsesivos gestos de Jaime, quien sólo logró entregarme un poco de calma en la gran tormenta que ha sido mi amor por ti… Lo siento por haber desgraciado tu vida, pero fue tanto el despecho en mi corazón que me cegué… Ahora sólo desearía tenerte a mi lado, y que ambos criemos juntos a esta hermosa criatura… Guillermo, ¿me creerías si te dijera que no hay día que no piense en ti?...- Antonio tiene en su regazo a Daniel, quien luego de tomar su leche ha decidido emprender viaje hasta el paraíso de los sueños, mientras su padre observa por la ventana, recordando al único hombre en su vida a quien ha amado. Le habla a través de la lejanía, deseando que aquellas palabras puedan rozar su mejilla, que el poder del amor pueda devolvérselo.
-¿Aun enamorado de aquel debilucho? Hazte a la idea que se marchó y jamás regresará, le tiene miedo de vivir…- Francisco aparece de improviso en aquel cuarto, asustando a Antonio, quien lo observa con desagrado, cada día tiene que soportar su presencia en aquella casa. -¿Por qué te fijaste en un hombre como ese? Podrías tener a cualquier… a mí por ejemplo…- las ácidas palabras del hombre terminan por enfadar a Palmer, quien deja a su hijo en la cuna y decide marcharse del lugar. Camina altivo, como siempre lo ha hecho, intentando no ser intimidado por el nuevo esposo de su madre. De la nada, siente como unos grandes dedos se enredan en su brazo, jalándolo con fuerza. Francisco lo acerca hasta su cuerpo con brusquedad y teniéndolo así, frente a su rostro, decide besarle con desenfreno. Le ha visto por días, sucumbiendo ante la perfección de su rostro y el candor de su cuerpo. Ama locamente a Estela, pero no puede extinguir la pasión que crece día tras día por Antonio, debe hacerlo suyo, de lo contrario se volverá loco. –Que te quede claro, serás mío aunque no te guste, siempre consigo lo que quiero y tú no serás la excepción…- Son las palabras que el hombre pronuncia antes de marcharse, dichoso de sentir aquellos labios rojos y carnosos. Viéndolo alejarse, Palmer trata de sacar aquel repugnante sabor de su boca. No hay hombre en este mundo a quien deteste más que a Francisco, tiembla tan solo al pensar en intimar con él, pero intenta ser fuerte y seguir de pie, no dejará que las cosas se salgan de control. –Yo que tú no cantaría victoria tan luego… Todo lo que sube debe bajar y seré yo mismo quien me encargue de hacer lo que haga falta con tal de verte pagar… Todo va tomando su rumbo, muy pronto tú y mi madre estarán en el lugar donde deben estar…- Y una sonrisa perversa se apodera de su rostro, imaginando cada paso que ha de realizar con tal de lograr sus objetivos. Estela y su esposo muy pronto saldrán de su vida, eso lo promete por el amor que siente por Daniel y es por él que hace todo esto.
Con la cabeza en alto ingresa hasta el edificio corporativo de Old Edward, sintiendo los gritos de los manifestantes, que día a día protestan por justicia ante aquel gigante de concreto. Estela no ha dejado de asistir hasta el lugar, no dejará que nada ni nadie se interponga en su camino, menos un grupo de gente ociosa como ella misma los califica. Altiva y sin mirar a nadie a su paso, llega hasta el departamento de Finanzas, donde ingresa sin saludar ni pedir permiso. Todo el mundo allí se asusta con su presencia y es que a nadie le cabe la menor duda sobre la fortaleza de su carácter, si alguien osa a interrumpirla puede pagar muy caro. –Contigo quería hablar. Acabo de leer el último informe financiero y estoy indignada con las cifras, ¿cómo puede haber una pérdida tan grande?- La mujer ingresa a la oficina de Javier con la única intención de recibir una respuesta a sus dudas. Aquella misma mañana se enteró que las pérdidas de Old Edward se han incrementado en más del 200% tan sólo en dos meses, si sigue así puede existir la posibilidad de irse a quiebra. Se siente acorralada, no puede pasar por el mismo calvario que hizo sentir a Horacio. –Señora Estela… yo audité una y mil veces los informes, pero no encontré ninguna falencia, aquella información es fidedigna y creo que son muy razonables. Usted misma ha visto los manifestantes afuera del edificio, eso trae muy mala imagen para Old Edward. Las ventas han caído estrepitosamente, al igual que las acciones y la confianza que tenemos con nuestros proveedores… Nadie quiere hacer negocios con nosotros, si usted no resuelve el problema que tiene con los medios de comunicación, no veo muy alentador el futuro de la empresa…- Javier le aclara aquellas cifras a la mujer de la forma más tranquila y civilizada que puede, por sobre todo, intenta no alertarla. Estela decide sentarse sin muchos ánimos para seguir escuchando las palabras del hombre, no pudiendo dar crédito a tal verdad. Ella misma fue gerente financiero por muchos años y siempre vio el éxito que tenía la empresa, aun cuando cambiaba los informes para hacerle creer a Horacio que todo iba mal, es por ello que en ese momento no puede dejar de rememorar aquel pasado. Sabe que ella no le ha dado buena publicidad a Old Edward, como no lo hizo la relación de su cuñado con Fernán, y por ello termina creyendo en las explicaciones de Javier. Divaga largos minutos, ha logrado lo que tanto anhelaba, pero ahora es ella misma quien sin querer lo está destruyendo.
Sus pies se mueven lentos y descoordinados, apenas puede mantenerse en pie y su rostro se ve demacrado. Jaime camina por las calles del barrio más marginal de la ciudad, buscando la sustancia que ha logrado hacer mella en el recuerdo de Antonio y le ha hecho olvidarlo por algunos minutos. Su andar se detiene frente a una sucia y destartalada casa, construida con maderas dispares y adornada solo por los incomprensibles rayados que los mismos dueños le han hecho. Llama incesantemente frente a ella, desesperándose al ver que nadie aparece para atenderle. Pasan un par de minutos antes de observar vida dentro de la choza y luego ve salir a un hombre excedido de peso, sucio y descuidado como su propio hogar. -¿Qué quieres? ¿Se te ha perdido algo?- La voz ronca del hombre va dirigida a Jaime, quien lo observa algo asustado por la horrenda visión que transmite. El joven intenta parecer educado, para no hacer enfadar al sujeto y así le pide lo que tanto anhela probar. –No se enoje caballero, yo sólo quería pedirle un poco de mercancía si es que no fuera mucha la molestia…- y tras enterarse sobre sus intenciones, el sucio hombre cambia el tono de sus palabras, haciéndolo pasar con falsa jovialidad, sabe que le sacará una buena cantidad de dinero por venderle cocaína. En esto se ha convertido su vida luego de ser rechazado una vez más por Antonio. Incapaz de soportar el desamor y sintiéndose el hombre más desdichado del mundo, no ha encontrado mejor solución que hundirse en el vicio de las drogas, en el cual se hunde poco a poco, sin darse cuenta que al tocar fondo nadie podrá socorrerle.
-Hice lo que me pediste, espero que nadie nos descubra porque eso significaría el fin de mi carrera… tu madre no ha sospechado nada, está sumida en sus problemas con los medios, así que creo que hemos tenido suerte… Si todo sigue marchando como ahora muy pronto lograrás crear la empresa que querías con más de dos tercios del capital de Old Edward…- Javier conversa por teléfono con Antonio, quien alegre escucha las noticia sobre su plan. El gerente de finanzas tuvo que meditar muy bien la propuesta que Palmer le había hecho y terminó accediendo a ayudarle, sin saber la razón ni pensar en las consecuencias, sólo guiándose por aquel tenue instinto que ha nacido en su pecho. –Me alegro por tu competencia, sabía que eras el indicado para esto, pero ahora quiero pedirte otra cosa… ¿Podrías entretener a mi madre por esta noche? No quiero que regrese a casa, tengo asuntos que resolver y su presencia sería un inconveniente…- Antonio más decidido que nunca planea dar un fuerte golpe aquella misma noche, ya que contando con su nueva mano derecha sabe que todo saldrá a la perfección.
La luna se posa en lo más alto del firmamento, llenando con su belleza cada rincón de la incesante ciudad. Las cortinas flamean alegres a través del cuarto impulsadas por el fuerte viento que se cuela a través de la ventana. En aquella enorme cama duerme plácidamente Francisco, quien solo lleva consigo un pantalón de tela delgada, blanco y que logra mostrar la piel que se esconde debajo de su potestad. Su torso queda al descubierto, mostrando la fuerza de sus músculos, que marcados por el ejercicio ahora se mecen al compás de la respiración. Su rostro se ve tranquilo y abandonado del enfado que siempre lleva consigo. De la nada aparecen dos delgadas manos que inquietas indagan en el grueso cuerpo del durmiente, quien no logra percatarse de su presencia. Las manos dan espacio a los labios, los que comienzan a besar esos dos pezones que erguidos apuntan al cielo. Un escalofrío despierta a Francisco y poco a poco comienza a observar el rostro de quien ha osado incurrir en su cuerpo. Aquellos grandes y marrones ojos los conoce, al igual que su nívea piel y los rojos labios que besan su ser. Antonio está montado sobre su palpitante falo, quien ha despertado ante tales estímulos. –Hasta que por fin te has decidido a probar lo que es un verdadero hombre… Te prometo que tendrás el mejor sexo de tu vida…- Extasiado al máximo, el hombre decide tomar el delicado cuerpo de su acompañante y depositarlo bajo su incesante respiración, haciéndole sentir la magnificencia de aquella parte de su cuerpo que implora por explorarle. Antonio sólo lo observa detenidamente a los ojos, sin decir palabra alguna, solo dejando que el hombre comience a desnudarle y sintiendo la tenue luz de la luna abrazar su piel desnuda, la que pronto será impregnada por el olor de otro ser.