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Lo que Haga Falta por jotaceh

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Notas del capitulo:

Olá! Bom dia! Boa tarde! Boa noite!

 

Espero que se encuentres muy bien =)

Bueno... por ciertos problemas que he tenido no he podido actualizar antes, espero que puedan disculparme...

Bueno, el título de este capítulo es muerte... y es que se enfrentarán tanto Estela como Antonio ante la muerte.... pero... qué creen que pueda suceder??? quién morirá?... les quiero decir que cualquier cosa puede suceder :P Bueno... espero que lo lean con agrado y me puedan comentar qué es lo que les parece la historia u.u realmente no sé como lo he estado haciendo y me gustaría saber sus opiniones, qué creen que debería cambiar? qué creen que le falta a la historia? alguna sugerencia?? Todo comentario es bien recibido, por sobre todo quiero escribir algo que les entretenga... y si la historia les ha aburrido hasta el momento u.u lo siento mucho u.u

 

 

CAPITULO XXVI: Muerte.

 

El sueño es tranquilo, las pesadillas ya se han retirado de su vida y puede decir que por fin puede vivir en paz. Jaime se encuentra durmiendo sobre una amplia y blanca cama. Desde que Camilo lo rescató de la muerte en aquel parque, no se ha separado de su lado. La convalecencia se ha acabado y ahora debería irse de aquel lugar para subsistir por sus propios medios, pero ha sido el mismo Leighton quien lo ha retenido, con la excusa de ayudarle con su adicción a las drogas. Su madre no quiere saber nada más sobre él y lo único que le queda es este ángel que ha aparecido en su vida como un regalo.

 

Unas manos frías e inquietas lo destierran de aquel paraíso onírico y al abrir sus ojos se encuentra con un irreconocible Camilo, quien lentamente comienza a explorar su piel por debajo de su ropa, llegando lentamente a aquella zona que comienza a despertar. Sin pronunciar sonido, Jaime observa como su protector estimula fervientemente su pene, el que prontamente está erecto y deseoso de seguir con aquel juego. Dándose cuenta que éste es el pago que debe entregar por tantos favores realizados, toma la iniciativa y susurrándole al oído a su acompañante, le deja en claro que desde ahora, se harán realidad todas sus fantasías. Luego de aquellas palabras sensuales, bruscamente el muchacho se posiciona sobre Leighton, para hacer sentir sobre su pecho el poderoso falo que acaba de despertar. –Haz conmigo lo que tú quieras…- son las palabras que extasiado el dueño de casa pronuncia al ver la pasión en los ojos de Jaime, sintiendo cómo toda su piel se derrite en un vendaval de lujuria. Sin pensarlo dos veces, el menor de los hombres comienza a subir por el cuerpo de su acompañante hasta lograr colocar su pene frente a su rostro, sintiendo inmediatamente después los delicados lamidos que aquella boca le proporciona. Lentamente comienzan a acelerarse los movimientos y sintiendo la necesidad de mayor placer, Jaime decide tomar con ambas manos la cabeza de Camilo para guiar él mismo el baile que poco a poco lo ha transportado al paraíso.

 

La felación llega a su punto más álgido y el muchacho comienza a sentir cómo todo su ser se concentra en aquella zona que suplica el clímax, pero antes de ello ve como repentinamente Leighton se zafa de su agarre. Apreciando como ese falo ha irrumpido en lo más profundo de su boca y sintiendo la liquidez de sus fluidos, decide iniciar una nueva fase, buscando un mayor placer propio. Sin decir mayores palabras, se levanta para poder besar aquellos labios tan varoniles que le han provocado, haciéndole sentir a Jaime su propio sabor. Tras un largo ósculo, Camilo se voltea para insinuarle a su acompañante que desea ser penetrado, sin mayores tapujos y sin mayores complicaciones, pero es aquí cuando la mente del menor de ambos se despeja y se da cuenta de una cosa. Ha conocido a muchas mujeres, pero tan sólo ha estado con un hombre, Antonio, a quien todavía sigue amando. Sabe que ambos no son nada, y jamás lo fueron, pero el sólo hecho de pensar en intimar con otro varón le hace sentir infiel. Se encuentra en una disyuntiva, pagarle a Camilo la enorme deuda por tanta ayuda concedida o fidelidad a aquel chico que por siempre amará.

 

-Se acabaron las vacaciones princesita…. Ahora vivirás en una cárcel de verdad…- Son las palabras que Francisco escucha cuando es bajado de un camión de policías. La noche anterior fue metido en aquella máquina en la comisaría ubicada cerca de la frontera y a primeras horas de la mañana ha llegado a la ciudad, para comenzar con el polémico juicio penal. Todo el mundo ha quedado conmocionado tras la fuga de Estela y es por ello que ahora los dardos van directamente contra Francisco, quien de no ser encontrada la mujer, debería pagar con creces los delitos cometidos. –Por favor no me haga esto, tenga piedad… No saldré vivo de esta porquería…- El hombre desesperado trata de convencer al gendarme que ahora intenta encerrarlo en su nueva celda, pero aun cuando pueda verse el pánico en sus ojos, nadie le ayuda. Francisco tiene miedo, todo el país lo detesta y los reos no son la excepción, sabe que muchos intentarán vengar la muerte de Fernán y Horacio en aquel lugar e incluso, puede recibir un pago por su traición, enviado cariñosamente por Estela. Cuando queda instalado en su nueva mazmorra se da cuenta que sus compañeros no serán amables y sus miradas comprueban lo que tanto teme, quizás sea en la salida al patio común el inicio de la peor de sus pesadillas.

 

La mansión despierta silenciosa, como han sido todos los días desde el secuestro de Daniel. Tres largas jornadas en que Antonio no ha podido conciliar el sueño, como tampoco probar bocado. Su mundo se ha venido encima y su rostro demacrado lo demuestra a cabalidad. Ahora se encuentra tendido sobre la cama que pertenecía a Guillermo, mirando a la eternidad y pensando solamente en su hijo. Se siente culpable, intentó por todos los medios de darle seguridad a aquel inocente, pero han sido esos mismos actos lo que provocaron la peor de las amenazas. Sabe que su madre es capaz de hacerle cualquier barbaridad a Daniel y que tendrá que pagar con creces el haberla traicionado. No ha recibido ninguna llamada nueva, pero presiente que muy pronto tendrá noticias.

 

Javier ingresa a la habitación con una bandeja con comida, como era de esperar, se ha mantenido al lado del muchacho como un perro guardián, atento a cualquier amenaza, preparándose para protegerlo. –Traje tu desayuno, espero que te guste… Regina y yo lo preparamos con mucho cariño…- La gruesa voz del hombre se vuelve dulce al verlo tendido en aquella cama, intentando animarlo para salir adelante. No recibe respuesta, por lo que deja la bandeja en la mesita de noche y sin decir palabra alguna hace lo que tanto ha anhelado. Se acuesta al lado de Antonio, justo a su espalda y en ese preciso lugar lo abraza fuertemente, intentando entregarle todo su calor. Pasan largos minutos en los que ninguno dice algo, aun cuando la lengua de Javier se muere por confesarle todo lo que siente por él, desesperada por hacerle saber cuánto lo ama y aclararle que quizás nunca antes ha amado tan fervientemente a alguien. –No creo que sea el mejor momento, pero creo que si no soy sincero contigo, no podré seguir mirándote a los ojos… Desde el momento que te conocí sentí algo tan fuerte, que me estremeció hasta los huesos. Claudiqué ante tu espíritu e hice todo lo que me pedías, al principio no entendía la razón, pero ahora estoy seguro que… te amo… y no te pido que sientas lo mismo a cambio, sé de tu historia con tu primo, pero tan sólo quería que lo supieras…- Sin presagiarlo, Javier se le declara al muchacho, con el tono más dulce que su voz puede producir y abrazando aún más fuerte aquel delicado cuerpo. Espera unos segundos una respuesta, pero no la recibe y es ahí cuando se da cuenta que Antonio hace mucho que no lo escucha, ya que por fin ha podido lograr el tan esquivo sueño. Ha sido su calor y su cariño los que lo han mecido hasta dormir. El hombre se siente dichoso, quizás no ha sido escuchado, pero si ha logrado materializar sus sentimientos. Como si la vida se le fuera en ello, observa las delicadas facciones de Antonio mientras duerme, viéndose tan indefenso y angelical como aquel inocente en manos de Estela.

 

 

Toma con sus gruesas manos las caderas de Camilo, embistiendo cada vez más fuerte aquel cuerpo que hierve en pasión. Jaime ha seguido sus instintos y haciendo caso omiso a los sentimientos que profesa por Antonio, ha decidido intimar con su salvador. De pronto siente como todo su ser se concentra en un solo punto e inmediatamente después acaba en lo más alto del cielo, transportado gracias al cuerpo de su acompañante y sintiendo como todo su ser se desvanece, se tumba al lado de Camilo, intentando no mirarle directamente a los ojos. El muchacho no ha podido evitar recordar a su amado y ha sido quizás esto lo que le ha ayudado a seguir adelante. –Eres todo un hombre… Nunca nadie me había hecho sentir así…- Son las palabras de Leighton tras besar profundamente los labios de Jaime y antes de quedarse dormido placenteramente. Ahí están ambos, tendidos sobre una amplia cama, uno de ellos sintiéndose dichosamente en el mundo de los sueños, mientras que el otro comienza a sentir el peso de ocupar otro cuerpo que no sea el de aquel amado.

 

Antonio abre lentamente los ojos para encontrarse solo en la cama de Guillermo, sintiendo los cálidos rayos del astro rey en su máxima expresión, justo a mediodía. Lo último que recuerda es el calor y el aroma de Javier, los que lentamente le hicieron sentir seguridad y le permitió quedarse dormido. Ahora no hay nadie a su lado y sintiendo un apetito voraz, decide bajar hasta la cocina para pedirle a Regina algo de comida, pero viendo a la anciana detenidamente a los ojos se da cuenta que algo no está bien. –No he visto a Javier, ¿dónde está?- Es lo primero que el muchacho pregunta al darse cuenta de su ausencia, pero sus presentimientos comienzan a tener sentido cuando escucha los balbuceos de la sirvienta, siendo incapaz de contarle lo sucedido. -Yo… bueno… es que en realidad…Prometí no contarle nada, pero siento mucha preocupación por aquel hombre… Sucede… que su madre llamó a la mansión mientras usted dormía y quien la atendió fue don Javier… Él le dijo a la señora Estela que le informaría sobre su plática a usted, pero en vez de ello llamó a la policía y montó su vehículo, creo que no quería que usted fuese a encontrarse con su madre…- Lentamente la mujer le revela toda la verdad a Antonio, quien siente como todo su mundo se derrumba palabra tras palabra. No puede permitir que aquel hombre se sacrifique por intentar protegerle, si hay alguien que debe encarar a Estela, ese no es nadie más que él. Decidido a sacar del juego a Javier decide coger su teléfono y llamar a la única persona que podría cambiar las reglas del juego.

 

-Nos juntaremos en lo alto de aquel cerro donde solíamos ir de picnic con mi padre, es un lugar apartado donde nadie nos verá y podremos solucionar nuestros problemas solos…- Antonio intenta ocultar el miedo en una voz fluida y potente. Estela es la única que puede salvar a Javier, en el sentido de no caer en la trampa de aquel hombre y juntarse con él mismo en vez de un sustituto, que locamente ha creído que puede salvar al pobre de Daniel y salir sano y salvo para entregárselo. –Me sorprende tu valentía hijo, pensé que eras de aquellos que siempre actuaba entre las sombras… bien, nos vemos en dos horas más en aquel lugar…- La mujer termina la llamada de pronto, produciendo un fuerte estrago en el interior de su hijo. El muchacho siente como sus piernas se debilitan y debe sentarse pronto en un sillón para no derrumbarse en el suelo. Nunca antes se había estado tan indefenso, sabe que asistir a aquella cita no le asegura regresar con vida, pero lo hará por el inmenso amor que siente por Daniel. La vida de su madre, o la suya propia, debe acabar al final del día, por ello camina hasta la que era la habitación de su tío Horacio y coge la pistola que él escondía en lo más alto de un estante. Defenderá a su hijo, aun cuando pueda terminar muerto en el intento. Se siente solo mientras observa el arma de su tío, pero en todo este tiempo le ha acompañado una sombra. Sumamente preocupada, Regina ha decido hacer lo que ya está acostumbrada, y escondida detrás de las puertas, ha escuchado toda la conversación que ha mantenido Antonio con su madre. Más de cuarenta años cuidando a la familia Palmer le han servido para convertirse en una verdadera espía, enterándose de los sucesos que ocurren en la mansión sin que nadie se dé cuenta.

 

El vehículo transita veloz por aquella polvorienta calle sin pavimentar. Hace algunos kilómetros ha dejado la ciudad y ahora Antonio se encuentra en medio de la nada, dirigiéndose a un cerro tan alejado, que casi nadie en el lugar lo ubica. Tardes completas las vivió allí junto a sus padres, en aquella época en que todo era más fácil. Su padre… uno de los pocos recuerdos agradables que posee de su infancia, el mismo que se despidió una noche, con la tristeza de la derrota en sus ojos y se marchó en medio de la oscuridad de la noche, con la sola intención de beber. Nunca más lo vio regresar, produciendo en él un vacío que jamás ha podido rellenar. Es irónico que el único lugar que haya pasado por su mente para juntarse con Estela, haya sido aquel que tantos buenos recuerdos le traen a la memoria. –Papá… espero que estés donde estés logres ayudarme… Por favor protege a Daniel, si él está a salvo… no me importa sacrificar mi propia vida con tal de saberle seguro…- Viendo como aquel cerro se encuentra cada vez más cerca, decide acudir al recuerdo de su padre, el mismo que ha tratado de mantener alejado de su vida por tantos años, intentando conservarlo puro, libre de toda mácula. Las lágrimas comienzan a aflorar en sus ojos al recordarle, pero intenta ser fuerte, este no es el momento para flaquezas, debe ser fuerte si es que quiere recuperar a su hijo.

 

-¡Mátame de una vez!... ¿No es eso lo que quieres?...- Con la cara ensangrentada, Francisco está tendido en el suelo, mirando desde abajo el rostro de su agresor, quien con un poderoso sable le ha propiciado certeros cortes en todo su cuerpo. Aquel reo es uno de los más altos y corpulentos de la cárcel, que tan sólo con su rostro es capaz de espantar a cualquiera. Por sus manos ha corrido mucha sangre y no le importaría mancharlas nuevamente. Sin decir palabra raja lentamente con su arma blanca la polera ensangrentada de Francisco, matándolo de los nervios, esperando la estocada final en su pecho, la que acabará con su vida. Mirándolo fijamente a los ojos, aquella mole humana eleva su arma para dar el golpe final y viendo como cada músculo de su presa se contrae, decide acabar allí su intervención.

 

-¿Qué? ¿No me matarás?... ¿Y eso por qué?...- Sin entender la razón de aquel reo, Francisco le grita estas palabras para buscar una respuesta, pero no se da cuenta que son estas mismas preguntas las que provocan que su agresor regrese. Sin esperar ni un solo segundo, el reo saca de una de sus botas un pequeño cuchillo, y tomando la mano derecha de Francisco comienza a cortarle el dedo pulgar. Lentamente comienza a cortar los tejidos, llenando sus manos inmediatamente de un flujo incesante de sangre. Los gritos desesperados de su presa se escuchan por todos los rincones del patio común, donde tantos recluidos como gendarmes ven extasiados aquella escena. Cuando ha cortado toda la carne necesaria, con sus propias manos rompe aquel hueso y vota el resto al suelo. Sin inmutarse levanta la cabeza de Francisco del suelo colocándola justo enfrente de la suya y sentencia. -¿Tú crees que haré lo mismo que le hiciste a aquellos dos hombres? ¿Crees que te mataré rápidamente?... Te comunico que este es el mismísimo infierno y de aquí saldrás muerto… sí, pero no tan fácilmente… tu muerte será lenta y dolorosa… Como aquel dedo que acabo de quitarte, irás muriendo pedazo por pedazo… Así que prepárate, porque esto… ha sido sólo una grata bienvenida…- y azotando su cabeza contra el piso, el hombre se marcha, dejándolo aún más desesperado. No puede creer que así serán los últimos días de su vida, mutilado jornada tras jornada.

 

El viento sopla fuerte a aquella altura y el cabello castaño de Antonio se menea al compás de aquella ráfaga. Camina como siempre lo ha hecho, altivo y decidido, sin dejar que nada ni nadie lo intimide, aun cuando dentro de su pecho un vendaval de temores se ha desatado. Sus pies se detienen a unos cuantos metros de aquella sofisticada mujer, quien entre sus brazos tiene al indefenso Daniel. –Hasta que por fin llegas, pensaba que te habías acobardado…- Es la bienvenida que Estela le da a su hijo, mientras mese lentamente al bebé, quien duerme sin saber el peligro al que está sometido. –Dejémonos de bromas y vayamos al grano… Aquí me tienes, haz conmigo lo que se te plazca, pero deja a mi hijo en paz…- Antonio no pierde la compostura y viendo detenidamente a los ojos de su madre le pide por el inocente. Sin darse cuenta siente como un hombre fortachón lo toma por la espalda, inmovilizándolo. Uno de los secuaces de su madre ha actuado y ahora no podrá hacer nada para defenderse. –Serás hijo mío, pero creo que eres tan ingenuo como tu padre… Este mocoso es sólo un cebo para atraerte, pero sabrás que la carnada viva siempre es comida por la presa… la carnada muere con el pez… No querido, de aquí no saldrán ninguno de los dos vivos… pero no nos adelantemos a los hechos, celebremos esta reunión familiar como se merece…- Estela deja a Daniel en brazos de otro de sus ayudantes caminando lentamente hasta llegar frente a su hijo, a quien ve de pies a cabeza. Habiéndose deleitado con tenerlo a su disposición, lo abofetea tan fuertemente que si no estuviera apresado por aquel hombre, hubiese caído bruscamente al suelo. La mejilla le palpita incesantemente, pero este no es el último golpe que Estela le propina.

 

-¡¿Qué?!.... pero ¿Por qué le contaste todo eso? Se suponía que debías quedarte callada, para que no hiciera una locura… Ahora su madre lo matará, ¿sabes en el peligro en que se encuentra?.... pero no es momento para esto, dime… ¿Sabes dónde se iban a juntar?- Javier conversa a través de su celular con Regina, quien tras ver partir a Antonio ha decidido comunicarse con aquel hombre para informarle de todo lo sucedido. La anciana se siente arrepentida por haber puesto en peligro a su querido Antoñito, pero las palabras se produjeron en su boca sin darse cuenta. Claramente la mujer le da las indicaciones a Javier para que pueda llegar a aquel apartado cerro, el que conoce perfectamente, era ella la sirvienta que los ayudaba en los días de picnic. –Por favor tenga cuidado, en el estado en que está la señora Estela puede ser capaz de todo al verse acorralada… Proteja a mi niño, se lo suplico…- Regina se despide de esta manera del hombre, quien con un fuerte dolor en el pecho informa de la situación actual a los policías, quienes en todo momento le habían acompañado en aquella fábrica abandonada, donde en un principio estaría Estela.

 

La boca y la nariz de Antonio evidencian sangre, su madre se ha cansado de tanto golpearle y ahora se ha apartado, para volver a tomar entre sus brazos a Daniel, meciéndolo como si realmente le importara su bienestar. Ve en todo momento a su hijo, quien a ratos se desvanece en los brazos de aquel rufián. -¿Tanto te importa una criatura que ni siquiera es tuya? ¿Lo amas tanto porque es el único recuerdo que tienes de Guillermo? Si fuese así, déjame decirte que eres patético… Encariñarte con el hijo de una pobretona y el débil de tu primo… No puedo creer que seas mi hijo…- Las palabras llegan claramente a los oídos del muchacho, quien intentando recuperarse levanta la mirada y dirigiéndose a su madre intenta defenderse. –Padre es aquel que cría, amo a mi hijo porque es lo único que me mantiene con vida y porque soy el único que se preocupó de él cuando quedó solo en este mundo… lamentablemente soy tu hijo, porque fue gracias a mí que su madre ahora no está viva…Lamento día a día parecerme a ti, no puedo creer que haya sido capaz de hacer tantas barbaridades, pero cambié y ahora intento lograr la justicia… Intento alejarte de mi hijo, porque no quiero que siga tus pasos, como yo lo he hecho… No es de mi propia sangre, pero lo amo como si fuera… pero ¿qué hay de ti? Yo salí de tu vientre, pero la única razón por la que me fecundaste fue por tu estúpida venganza con los Palmer… ¿Será que me amaste o simplemente querías utilizarme?...- Poco a poco Antonio recupera la voz y potentemente se enfrente a Estela, ya nada le importa, sabe que muy pronto estará muerto, pero no le dará la satisfacción  de verlo derrotado, mantendrá siempre su mentón en alto. -¿Nunca te amé? Si, reconozco que tu nacimiento fue parte de mi plan, pero sin quererlo me enamoré de ti… Por muchos años quise recuperar lo que le habían robado a mi padre, pero no por mi propio bienestar, sino que por el tuyo… Detestaba la idea de ver a Guillermo como el único heredero de la familia Palmer, él siempre al lado de Horacio, mientras que tú siempre permaneciste en las sombras… No hice todo esto por mí, sino que por ti, porque eres lo único en este mundo que me importa… quise crear un imperio, un mundo nuevo para que tú fueras feliz… para que nadie nunca más te pisoteara… pero arruinaste todo, me traicionaste y ahora tengo que huir como una delincuente… Nunca te perdonaré esto, yo he dado todo por ti… y tú me pagas de esta manera…- La voz de Estela se quebranta en medio de sus palabras, y es que todo es verdad, todo lo ha hecho por el amor a su hijo. –No… tú llegaste mucho más lejos que eso… quizás intentaste buscar una causa noble para justificar tus barbaridades, porque nada justifica lo que le hiciste a Horacio y a Fernán… ¿cómo me beneficiaba a mi todo eso?... Lo hiciste por despecho, porque mi tío jamás te amó y viéndote desplazada por un hombre, decidiste acabarlos… No me metas en sus delirios, porque yo no soy tu meta… yo simplemente soy un instrumento…yo…- Las palabras del muchacho se interrumpen cuando el hombre que lo mantenía aprisionado lo suelta bruscamente y comienza a correr, al igual que el resto de sus compañeros. A lo lejos han visto a la policía e intentando escapar, han montado la camioneta estacionada unos metros detrás de Estela. Huyen despavoridos, mientras que la mujer se mantiene calmada, caminando hacia atrás, hasta llegar al borde del precipicio, teniendo aun en sus manos a Daniel.

 

Javier conduce su lujoso vehículo, siguiendo los carros policiales, aun cuando se le ha pedido que no los siga, podría ser muy peligroso para todos. Sus manos sudan sin cesar y su corazón late desenfrenado, si algo le sucediera a Antonio no sabría cómo seguir ahora que se ha dado cuenta que todo su mundo se ha centrado en él. Cuando ve a los oficiales de policía frenar bruscamente y salir raudos de sus carros decide hacer lo mismo, y lentamente llega hasta un punto donde ve claramente a Estela con Daniel en sus brazos, a unos pasos de un acantilado, mientras que su amado se encuentra unos metros frente a la mujer, lesionado e intentando levantarse aun cuando el dolor se lo impide. Los observa discutir, al parecer a Estela ya nada le importa, podría lanzarse al precipicio, pero no lo hará sola, sino que cobrará la vida de aquel inocente. Antonio se encuentra desesperado, no puede permitir que su hijo muera, y por mucho que lo niegue, Javier sabe que el muchacho tampoco quiere ver muerta a su madre.

 

-¿Tú llamaste a la policía? ¿Todo esto es una emboscada?... Quiero que sepas no te daré la dicha de verme otra vez tras las rejas, prefiero morir antes que ser ajusticiada…- Estela se dirige algo descontrolada a su hijo, mirándolo alternadamente con la policía. Antonio intenta decirle que él ha cumplido su palabra, que no entiende nada de lo sucedido. –Fui yo… Regina me llamó para informarme sobre su reunión en este cerro y decidí llamar a la policía, para impedir así una tragedia… Por favor Estela, termina con esta pesadilla de una vez por todas, si tanto amas a tu hijo, déjale ser feliz…- Javier aparece entre los oficiales para dirigirse a la mujer, quien lo observa con ira, ha sido él quien ha arruinado sus planes. –Por favor mamá, hazle caso y entrégate a la justicia, es hora que expíes tus culpas…- Antonio se dirige a su madre mientras intenta acercarse a ella, pero sus pasos se detienen abruptamente cuando Estela decide elevar por sobre su cabeza al bebé con la férrea intención de lanzarlo cuesta abajo. Daniel había permanecido todo este tiempo durmiendo, como siempre acostumbra, pero tan sólo al sentir la fuerte brisa sobre su dorada cabellera, y como si intuyera el peligro en que se encuentra, despierta llorando incesantemente, despertando el miedo entre todos los presentes. –Quizás hoy no sentirás mi muerte, pero si la de este bastardo… Antes de desaparecer de este mundo, quiero dejarte algo muy en claro Antonio… Intentarás toda tu vida borrar mi sangre de su cuerpo y mi memoria de tu mente, pero jamás podrás realizarlo… simplemente por yo estaré siempre dentro de ti. Fuimos y somos idénticos, capaces de las mismas atrocidades en pos de nuestros deseos… Amaste a Guillermo y fuiste capaz de poner en riesgo la vida de Daniela, la de su madre y la de su hijo… pero eso no es todo, porque cuando lograste “despertar” después de tanta maldad; ahora que has intentado ser una buena persona, sigues siendo igual a mi… intentabas destruirme por una buena causa, pero en realidad ocupaste las mismas artimañas que yo ocupe contra Horacio, el hombre a quien amaba… no eres capaz de identificar el amor dentro del odio, y esa será tu perdición… Recuérdalo cada día de tu vida, tu final será aún peor que el mío, porque quien obra mal pensando que hace un bien, es peor que aquel que sabe perfectamente sus motivos…- Las palabras de Estela calan hondo en su hijo, quien la observa anonadado, pero es lo que acontece luego lo que lo deja sin aliento.

 

Aprovechando que la mujer se encontraba desconcentrada mientras hablaba con Antonio, Javier aprovecha para tomar a Daniel de sus manos, dando origen a un férreo forcejeo. Ninguno de los dos quiere dar su brazo a torcer, ella quiere terminar con la vida del niño, mientras que él la quiere salvar. Sin saber cómo, Estela saca fuerzas de flaqueza y logra torcer el brazo de su contrincante, provocando que éste esté a punto de caer junto con el niño. Se deleita con la desesperación en el rostro de Javier, está cercano a morir y será ella quien lo logre. De la nada surge un sonido ensordecedor, el que luego es seguido por otro idéntico. El rostro de la mujer se turba al sentir dos proyectiles de bala ingresar en su pecho, y percibiendo como la fuerza la abandona se da media vuelta para ver a un alterado Antonio, que entre lágrimas ve como su mano tiembla teniendo el arma de su tío en ella. –Lo siento… lo siento… yo… no quería… yo…- Los balbuceos del muchacho demuestran el gran sismo que ha ocurrido en su interior. Al ver en peligro las vidas de Daniel y Javier no lo pensó dos veces antes de sacar la pistola de Horacio escondida entre su ropa. Sin darse cuenta ha herido a su madre, la que lo observa alterada, con la mirada dilatada y comenzando a sangrar rápidamente de sus heridas. –Recuerda… muy bien este momento… porque te aseguro… que éste es… el inicio de tu final… tu final… será aún peor que el mío…- Son las últimas palabras que Estela pronuncia antes de caer al suelo. La policía hace su aparición e inspeccionando el cuerpo de la mujer, determinan su muerte. Javier se adelanta y con Daniel entre sus brazos corre para alcanzar a Antonio, abrazarlo fuertemente y consolarlo, pero el muchacho no siente nada, el mundo se ha apagado a su alrededor y todo lo que recuerda es el preciso momento en que el fulgor de los ojos de su madre se extinguió… Él la ha asesinado y tan sólo tiene espacio en su mente para una frase… tu final… será aún peor que el mío…

Notas finales:

y en portugués es...Obrigado!

Muchas gracias por leer, espero que estén muy bien y que sigan leyendo esta historia =)

 

Adeus!


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