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Lo que Haga Falta por jotaceh

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Notas del capitulo:

Y aquí está el tercer capítulo, me apuré para poder tenerlo listo =) ... ahora el cuarto... creo que me demorará un poquito más.. :3 Espero que les guste.... =)

CAPITULO III: De tal palo, tal Astilla.

 

-Estoy cesante… ¿qué haremos ahora?- Magdalena le pregunta compungida a su hija, que aunque trabaja como cajera en un supermercado, no gana lo suficiente como para poder mantener la casa. Daniela sólo atina a abrazarla y consolarla diciéndole que todo estará bien, aun cuando no sepa ni ella misma cómo podrán sobrevivir ahora. El peor día de su vida termina así, coronado con esta noticia. Primero se reencuentra con el muchacho que tanto daño le hizo y ahora se encuentra con aquel asunto de su madre, realmente cuando las desgracias llegan, son en multitud.

 

-¡¡Despídela!!  Tú puedes hacer eso y mucho más, no permitas que se vuelvan a ver…- Esto lo dice Antonio entre coléricos llantos y las evidencias que las lágrimas han dejado en su rostro. Ha hecho un escándalo tal en aquella casa, que su madre ha debido llegar antes de lo normal para poder consolarlo. Estela muy preocupada ha tratado de entender lo que le sucede a su hijo, pero sólo ha logrado captar que el amado primo de su hijo se ha encontrado con la muchacha que amó en su infancia y que todavía no logra olvidar. Como buena madre, sabe todos y cada uno de los secretos de su retoño, por lo que no le sorprende en lo más mínimo las palabras de amor que formula hacia Guillermo. –Lo haré, lo haré, no te preocupes, aquella Daniela no pisará nunca más ninguno de los supermercados, pero… ¿tú crees que con eso lograrás que no se vuelvan a encontrar? Esta ciudad es muy pequeña y tú conoces a Guillermo, cuando quiere algo, no hay nada que lo detenga-. Antonio escucha atentamente estas palabras y al no encontrar respuesta, decide abrazar fuertemente a su madre, pidiéndole de esta forma que lo ayude. Es un chico muy débil e ingenuo, todo lo contrario a la fuerza e imponencia que siempre ha irradiado Estela, pero si tiene parte de su sangre, ¿podrá algún día comportarse como ella?

 

La noche está preciosa, las estrellas brillan majestuosamente en el firmamento y la luna inspira a cualquiera a que la vea, se enamore de ella y piense por un momento, que la vida puede ser tan sencilla como aquella gran esfera blanca. Solo en su espacioso departamento, Fernán bebe una copa de vino a la luz de la luna, viendo como la ciudad brilla y vive aún a esas alturas de la noche. Es un exitoso gerente en una de las más grandes cadenas de supermercados del país, pero con respecto a su vida sentimental es un completo vagabundo. En un país tan conservador como éste, en donde cambiar o ser diferente es sinónimo de amenaza y para qué hablar de la palabra homosexualidad, la cual es tachada como descalificativo dentro de la selecta sociedad económica y financiera del país. ¿Irse al extranjero? Cuántas veces no lo ha pensado, pero le es imposible, hay una muy potente razón por la cual no puede dejar su patria. No tiene familia que lo detengan, su amada madre murió hace un par de años, y padre no tiene desde que le mencionó su condición sexual; pero lo que realmente lo detiene para no marcharse es el amor, el platónico sentimiento que tiene hacia Horacio. Y es que aquel amor no es pasajero, ni un simple capricho, es algo que lleva consigo hace más de 10 años, desde aquellos tiempos en que entró como un simple ejecutivo de ventas a la empresa y veía pasar al gerente general por los pasillos, siempre sonriente y con palabras de afecto. ¿Cómo no enamorarse de aquel hombre tan ejemplar? Y aunque sabe que es imposible, ya no puede vivir sin aquel anhelo, aquel estúpido sueño de que algún día lo abrace y bese apasionadamente, declarándole que él también lo ama profundamente y no ha podido vivir ni un solo día sin pensarle. No es un capricho, no… eso es amor.

-Usted no puede hacerme esto jefa, ayer a mi mamá la despidieron, no puedo perder el trabajo. Por favor, se lo suplico… recapacítelo-. Daniela le implora a su supervisora, pero no hay caso, ella ha recibido esa orden de sus superiores, y no puede hacer nada para impedirlo. Así Daniela debe entregar su uniforme y sacar todas sus pertenencias del casillero. Profundamente dolida se dedica a esto último, no pudiendo contener las lágrimas y es que si el día de ayer fue funesto, este se prevé igual. Mientras estaba en esta faena, comienza a escuchar como unos zapatos comienzan a acercarse lentamente a ella, como si se estuviese deleitando con cada segundo que percibe de aquella escena. Inquieta voltea para ver de quién se trata y es así como se encuentra con la esbelta figura de alguien que recuerda muy bien, ya que como ahora, hace algunos años también se le acercó. – ¿Es necesario que tenga que verte llorar cada vez que te vea?- Con un acento brusco y poco cortés Antonio comienza a hablarle, mostrando una faceta que muy pocas personas le conocen, aquella que debe mostrar sólo en momentos de necesidad. – Supuse que serías tú quien buscaría despedirme del supermercado, ahora que me viste besar a tu primo, ¿verdad? Todavía recuerdo tus amenazas, las tengo grabadas en mi memoria- Daniela se levanta y seca sus lágrimas, nunca le ha gustado llorar frente a alguien y menos delante de un enemigo. El menor de los Palmer se acerca altivamente para verla de pies a cabeza, como una forma de intimidarla. –Se nota que ahora te cuidas más que antes, y ese pelo blondo se te ve decente, pero nunca podrás estar a la altura de mi familia… --- ¿Entonces por qué Guillermo sigue queriéndome? Si no estuviese a su altura, ni siquiera me hubiese visto ¿o me equivoco?...- Burlescamente la ex cajera le responde al muchacho, quien boquiabierto escucha estas palabras, realmente no es la misma chica de hace un par de años. –Acabo de quedar cesante y mi madre no tiene trabajo, supongo que estarás feliz ahora… Han pasado tantos años y sigues sintiendo odio hacia mí, ¿sólo porque tu primito me prefiere? Realmente eso no es de alguien de tu estatus… que vergüenza me das.- Y tras decir esto, toma sus cosas y se marcha, con la cabeza en alto y dejando aún más impresionado a Antonio, quien nunca esperó aquellas respuestas. Mientras Daniela se dio cuenta que todos aquellos años si le sirvieron de algo, y es que sabe las consecuencias de dejarse pisotear y nunca más permitirá que la dañen.

 

-Es una completa estúpida, ¿cómo se le ocurre responderme así? ¿Acaso no sabe quién soy?...- Antonio piensa en voz alta mientras se dirige a los estacionamientos, donde lo espera su chofer. Siempre ha mostrado aquella cara de niño bueno, angelical y bondadoso, cuando realmente nunca lo ha sido. Si, se reconoce como débil, pero cuando tocan lo más preciado que tiene, es capaz de hacer lo imposible. Cuando llega a las puertas del supermercado se encuentra frente a frente con alguien que conoce perfectamente. –¡¡Realmente el cielo quiere vernos juntos!! –Es Jaime quien maravillado con la idea de verlo nuevamente lo saluda enérgicamente, pero el momento es interrumpido por el mismo Antonio, quien nervioso toma firmemente al vendedor por el brazo y se lo lleva al rincón más apartado de los estacionamientos. -¿Cómo se te ocurre saludarme? ¿Acaso crees que somos amigos?- La mirada enfadada y penetrante del chico asustan a Jaime, quien no puede entender cómo está hablando con el mismo chico ingenuo y melancólico que sólo ayer ayudó a quitarse la inocencia. –Pero… yo pensé que después de lo que hicimos ayer… nosotros… éramos más--- Más nada, sólo fue un revolcón, sólo eso. Me sentía triste y tu justo estabas en ese momento a mi lado, pero no significó nada. Así que ni se te ocurra mencionárselo a alguien, porque si lo haces, sabrás el poder que tiene mi familia-. Tras decir fuertemente estas palabras, Antonio se retira del lugar dejando atónito a Jaime.

Daniela abraza fuertemente a su madre, quien llora desconsoladamente. Acaba de contarle lo sucedido en el supermercado y que ahora no tienen ninguna fuente de dinero. Magdalena le pide perdón a su hija por no poder darle la vida que se merece. Primero, no pudo pagarle los estudios y es por ello que tuvo que salir a trabajar como cajera en un supermercado y ahora, ahora ni siquiera podrá mantenerla. La mujer se siente una carga de su propia hija, incapaz de ayudarla, pero como siempre, Daniela le aclara que el dinero no es lo más importante del mundo, que todo el amor que ella le ha entregado es suficiente y en ocasiones demasiados, que hasta llegan a atosigarla. –No te preocupes mamá, que saldremos adelante como siempre lo hemos hecho, yo me encargaré de eso. Mañana mismo saldré a buscar trabajo. Total, aquel no es el único supermercado de la ciudad-. Pero por más que la muchacha trata de consolarla, Magdalena no puede alegrarse, buscar trabajo es su responsabilidad, pero ¿quién la contratará a su edad?

 

Las frazadas de una gran cama tapan el bulto que inanimado ve a través de la ventana. No tiene ánimo para comer, ni siquiera para beber un poco de agua y es que el rechazo que ayer sufrió de parte de Daniela lo tiene sumergido nuevamente en una profunda depresión. A veces piensa y no sabe si la tristeza con que ha vivido todos estos años ha sido producida por la enfermedad que tuvo que enfrentar o por el hecho de no estar al lado de la mujer a quien ama. Y recuerda siempre aquella tarde, hace seis años, cuando tuvo que decirle adiós a Daniela…

 

Ambos con uniforme de colegio, ella con un sencillo jumper azul marino, y corbata del mismo color, que la identifican inmediatamente con una institución municipal; y él, con un pantalón beige y polera blanca, en la que resalta victoriosamente el nombre del prestigioso colegio en el cual estudia. Están sentados sobre el pasto y bajo un frondoso árbol que los cubre del abrazador sol de verano. Todo luce radiante y esplendoroso, lo que contrasta con el rostro del chico, quien de la nada toma la mano de Daniela y mirándole directamente a los ojos comienza a hablarle, -Te amo y no hay nada que deseara más en este mundo que estar el resto de mi vida contigo. Somos jóvenes, lo sé, pero siento que eres el amor de mi vida… pero no puedo seguir a tu lado… - Y una pausa comienza a enfriar el ambiente, el que de cálido día de verano pasa a convertirse en un aluvión de tristeza y dolor, en pleno mes de diciembre. -… Hay algo que me impide seguir a tu lado, pero soy débil para decirte qué es… sólo puedo mencionarte que es mejor que estés lejos de mí… --- ¿De qué hablas? Me dices que me amas, pero que no puedes estar conmigo por una razón que ni siquiera puedes decirme ¿qué clase de broma es esta? ¿Ya te cansaste de esta pobre e ingenua niña? ¿Es eso lo que sucedió? Y si es así, ¿por qué no tienes el valor para admitirlo? Eres un imbécil… pensé que eras diferente… - Y tras esto se marcha enfadada, no quiere seguir escuchando lo que Guillermo tiene que decirle, ya que siempre presintió que algo así sucedería, más que mal, ella es pobre.”

 

Y estos recuerdos lo consumen día a día, carcomiéndolo por dentro como si se trataran de algún virus nocivo. En medio de este letargo aparece Horacio, quien preocupado por su hijo ingresa lentamente para sentarse sin ser percibido al lado de aquel bulto sin movimiento. -¿Nuevamente es el recuerdo de Daniela?- Y estas palabras son las que sacan de aquel estado al muchacho, quien impresionado ve a su padre, a quien nunca ha podido mentir. –La volví a ver ayer y trabaja justo en uno de nuestros supermercados, ¿puedes creerlo? – Horacio escucha toda la historia sucedida ayer, desde el beso que le dio a aquella chica hasta el colérico estado de su primo, de quien ya no hay dudas, está realmente enamorado de su Guillermo, y es que para nadie en esa casa era un secreto, todos sabían o por lo menos intuían que Antonio estaba enamorado de Guillermo. –Ya estás sano y no tienes que seguir yendo a la clínica. Obviamente la muchacha está dolida por haberla apartado de tu lado, pero si es así, significa que aún te ama. Si yo fuera tú, realmente no me daría por vencido hasta volver a estar junto a ella, ¿seguro que eres mi hijo?- Y son estas palabras las que sacan de aquel letargo al joven, quien como siempre lo hace, toma muy en serio las palabras de su padre. Ahora puede ver todo claramente, aquel beso y su reacción, si ella ya no lo amara, no hubiese reaccionado de aquella manera. Ha sido un tonto al dejarla marcharse, pero no descansará hasta encontrarla.

 

Es difícil encontrar empleo y así se da cuenta Daniela, quien día a día observa las ofertas de trabajo en los diferentes diarios y en páginas de internet especializadas. Estudió en un colegio técnico profesional y por ello ha trabajado como cajera en diferentes supermercados. Ha llamado a las diversas cadenas de este rubro, pero tan sólo al mencionarles su nombre éstos deciden terminar el proceso de contratación. ¿Cuál será la razón? se preguntó un día, pero no fue difícil llegar a una respuesta satisfactoria: Antonio Palmer. Y es que ese nombre no es la primera vez que le hace la vida imposible, aquel chico que aparenta ser tan frágil y desvalido, que nunca podría hacerle daño, pero no es así y ella lo sabe a la perfección. ¿Fue la enfermedad de Guillermo la razón por la cual ambos se separaron? Daniela piensa esto, pero sabe que en el fondo fue Antonio quien envenenó la mente de su primo para convencerle que debía abandonarla, con el pretexto de no dañarla. Si tan sólo Guillermo hubiese sido valiente y le hubiese contado la verdad, ella no hubiese permitido nunca que Antonio los separara.

 

La luz entra cálidamente en el amplio salón de entrada de aquella enorme casa y unos pasos se abren paso en medio de ella, tomando un celular que descansaba sobre una mesita de madera, delicadamente decorada. Listo para salir, Guillermo camina rumbo a la puerta, pero una mano agarra su brazo y le impide seguir.  –No vayas otra vez a buscarla, deja todo como está, ¿no ves cuánto daño me haces?... – Antonio lo observa aquejumbrado, casi implorándole que no siga con aquello que tanto le aqueja. Todos estos días Guillermo ha salido muy temprano para poder buscar a Daniela. Ha ido al antiguo barrio donde vivía cuando ambos se conocieron, pero allí no la encontró; siguió los datos que le dieron sus vecinos, pero llegó a otro barrio donde también había vivido, pero ya se había marchado hace algunos años. Y así visitó casa por casa en donde existía la más mínima probabilidad de que esté viviendo su amada. Ahora tiene una pista e irá hasta ella, aunque quizás no sea la verdadera, pero ya nada le interesa, se demorará todo el tiempo que sea necesario y visitará todas las casas de la ciudad si es que fuese necesario. –No sigas haciendo esto, ambos somos primos y yo no puedo verte como algo más… Lo siento, pero creo que no haberte dicho esto todos estos años te ha provocado mucho sufrimiento y no sabes cuánto lo siento, nunca ha sido mi intención…- Los ojos arrepentidos de su primo mirándolo detenidamente, provocan que Antonio no pueda seguir tomando su brazo y desvalido cae al suelo, mirando a la nada, pensando en blanco y sin poder mover un solo músculo de su cuerpo. Aquellas palabras provocan un remezón tan fuerte en su alma, que lo dejan inanimado, sin poder realizar tarea alguna y dejando a su albedrío a Guillermo, quien prefiere dejarlo sin decir palabra alguna, muy acongojado por el estado en que lo ha dejado.

 

Magdalena comienza a hacer el aseo sin mayores ganas, y es que desde que fue despedida no ha podido subir su ánimo. Las cosas no se ven para nada prometedoras, ella ha tratado de buscar trabajo como asesora del hogar, pero su edad es un impedimento y es que ya nadie quiere a una señora de su edad, casi bordeando los 50 años. Su escoba es quien le hace compañía mientras su hija intenta desafortunadamente de buscar trabajo. Barre por aquí y por allá, sacude el polvo acumulado en los muebles de su pequeña, pero acogedora casa. Mientras estaba en esto, suena el timbre de la casa, por lo que se dirige a la puerta para ver de quién se trata. Allí se encuentra con un joven de unos 23 o 24 años, de una llamativa cabellera rubia, la cual se mantiene corta y bien peinada, mientras que su cara va cubierta de una ligera barba, que lo hacen ver más adulto de lo que realmente puede ser, pero que indudablemente lo hacen ver más atractivo. Este chico llega preguntando por Daniela y es en ese preciso momento cuando Magdalena recuerda dónde lo había visto antes, es el mismo joven por el cual su querida hija ha sufrido todos estos años, es que aunque haya crecido y desarrollado como todo un hombre, todavía puede reconocer aquellos ojos pardos, aquellos inolvidables ojos. -¿Señora Magdalena? ¿Es usted?- Guillermo se da cuenta en ese momento de que ha llegado al lugar correcto, después de tanto buscar, la ha encontrado.

 

El centro comercial está siempre lleno, aun cuando se trate de un día de semana. Las personas ven en las vitrinas todo aquello que les gustaría poseer, olvidándose por un momento de su real situación y, muchas veces, visitando un mundo de fantasía, el que está muy lejano para la gente común y corriente. En este lugar se encuentra Jaime, trabajando como lo hace todos los días en aquella tienda enorme y lujosa, donde debe siempre llevar una gentil sonrisa para los clientes, aun cuando su estado anímico diste mucho de aquella acción. Ahora mismo está desconcentrado, no ha podido atender bien desde hace más de una semana, el mismo tiempo que ha transcurrido desde que vio por última vez al menor de los Palmer. No puede creer que la historia se haya volteado en su contra, ya que siempre había sido él quien tras una escena de desenfreno, ponía fin a la relación sin tener el mayor tacto. ¿Es así como se habrán sentido todas las chicas a las que rechazó? Lo piensa por un momento, pero lejos de importarle esto, es aquello que revolotea en su cabeza lo que simplemente lo ha dejado sin habla. Nunca antes había sentido aquella conexión con alguien, aquella sensación de poseerlo pero no por un pequeño momento, sino que de desfrutar de su presencia por siempre. Por su mente pasan muchos nombres tratando de definir aquella sensación. Capricho, locura, orgullo roto, amor… pero es esta última la que no quiere aceptar, nunca antes se ha enamorado y no cree que esto puede llegar a ser amor. Así pasan los días sin poder sacar aquellas dudas de su mente y sin poder olvidar aquella dichosa escena, la cual quizás, lo perseguirá por el resto de su vida.

 

Y los días también transcurren en la casa de los Palmer, donde la tensión puede cortarse con un cuchillo. Todos reunidos en la elegante mesa, se disponen a comer, mas nadie conversa. Por un lado está el radiante Guillermo, quien por alguna extraña razón lleva días sin poder sacarse la sonrisa del rostro, pero que ni siquiera ha visto el cabello de Daniela. Como todo buen padre, Horacio está dichoso de ver a su retoño volver a sentirse feliz y está seguro que cada cosa que necesite para poder verlo así más seguido, él se lo dará. Pero todo no puede ser dicha, ya que mientras padre e hijo nadan en un mar de aguas turquesas, Estela y Antonio están sumergidos en un pantano oscuro y tenebroso. Desde aquel día en que su primo le contó lo que reamente sentía hacía él, el menor de la familia no ha podido sentirse a gusto, cada día come menos, se despierta por las noches sin poder dormir tranquilamente, y su rostro ya vislumbra aquel cansancio, que lejos de ser físico, le carcome el alma. Mientras Estela sólo lo observa desde lejos, sin saber cómo poder ayudarlo, ya que hace mucho dejo de ser joven y esos problemas típicos de la edad, ya no sabe cómo descifrarlos. –Les tengo una noticia excelente, la que pondrá muy feliz a Regina- De repente Horacio rompe el silencio con estas palabras, las que especialmente van dirigidas a la sirvienta de la casa. –Hoy llegará la señora que acabo de contratar y que ayudará a nuestra querida Regina en los asuntos de esta casa. Espero que no estés enfadada por esta decisión, Estela. Es que fue una idea que tuve repentinamente- pero lejos de entender esto, la mujer trata de esclarecer aquel extraño tono que acaba de percibir, siente que hay algo detrás de todo aquel asunto de la nueva empleada. Antonio no le toma mayor importancia al tema, ya que hay algo que le interesa aún más. Observa el rostro de su primo, el que extrañamente ha comenzado a sonreír, como si muy pronto fuera a recibir un obsequio que por mucho tiempo esperó. El ambiente se siente denso, pero por un momento todo vuelve a calmarse, cuando el timbre de la casa comienza a sonar y todos se dan cuenta que un vehículo espera justo afuera de aquella dirección.

 

-¿Por qué tanta prisa? ¿Tan importante es tu nuevo trabajo que no puedes esperar?- Daniela increpa a su madre, la que velozmente sube sus maletas a un pequeño taxi negro. Todas sus pertenencias están allí, las pocas que pueden decir con toda seguridad, que son realmente suyas. Por mucho tiempo han vivido arrendando lugares, y es por ello que se han mudado un sinfín de veces, lo que llevó a pensar a Daniela, cuando era sólo una niña, que podrían descender de algún clan gitano, pero ya más grande, se dio cuenta que esto se debía a la escasez de recursos. Hace un par de días, la muchacha llegó a su casa y encontró a Magdalena feliz de la vida, contándole que había conversado con un ángel, el cual le dio la posibilidad de trabajar en su casa y que ahora ambas deberían mudarse para allá. Daniela no entendió muy bien la noticia, y cuando trató de interrogar a su madre, ésta le contestó que dejara de preguntar, ya que el ángel le pidió que todo fuese una promesa. Y ahora se encuentran ambas sobre un taxi, con todas sus pertenencias, rumbo a aquella casa de los milagros, donde vive el dichoso ángel. El viaje se prolonga por más de una hora y logran así percibir la gran diferencia que existe entre el barrio donde estaban viviendo y el nuevo, el cual por donde se le pueda mirar, ostenta lujo. Llegan frente a una casa enorme, con un gigantesco patio delantero y unos portones que podrían llegar al cielo; el pasto es el más verde que haya podido ver y los árboles son de colores que jamás podría haber imaginado que existían. Madre e hija se bajan del taxi, siendo la primera quien toca el timbre para anunciar su llegada. Pasan unos minutos para que llegue al lugar una mujer de baja estatura, pelo negro y muy bien tomado, vestida con un uniforme celeste a cuadritos, quien le da la bienvenida al hogar. Todo parece ir bien para Daniela, su madre ha conseguido trabajo, vivirán gratis en una elegante casa, y ya no tendrá que sufrir tanto por conseguir el dinero del arriendo, pero como este es el mundo real y no un paraíso, los defectos no tardan en llegar y lo hacen montados en dos piernas. Mientras la muchacha ayudaba a su madre a bajar las maletas, observa de reojo como un joven aparece de la casa para poder verlas. Ella se da cuenta de inmediato que debe ser el hijo del nuevo jefe de su madre, pero cuando lo tiene frente a frente se da cuenta de todo lo que está sucediendo.

 

 

 –Bueno hija, ahora es tiempo que conozcas a aquel ángel del cual tanto te hablé. Supongo que lo recuerdas, es él, Guillermo-. Magdalena así le comenta toda la verdad, que ha sido el viejo amor de su hija quien la ha ayudado y todo para poder demostrarle a Daniela que la sigue amando y que puede contar con él para lo que desee. Guillermo la observa detenidamente, mientras ella no sabe qué hacer.

Notas finales:

Y en francés es Merci =)


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