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¿Quién mató a la zorra super fashion? por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

Es mi primer relato detectivesco, y el género es mas dificil de lo que parece. Asi que como en las comedias shakesperianas, pido perdón por las faltas que en mi obra hubiese.

Hay contenido yuri por que la difunta era lesbiana, pero me temo que no hay lemon yuri explisito.

Hay contenido hetero porque el detective Irons inicia este fanfic creyendose heterosexual, hay una escenita lime no demasiado explisita en el penultimo o ultimo capitulo.

Hay contenido yaoi porque me encanta y de este sí habra lemon explisito.

Cualquier parecido con nombres y marcas de la realidad no es mera cohincidencia, es que he preferido cambiar una o dos letritas para evitar demandas por copyright, imaginense que terminara mejor yo yendo a la cárcel que Pinochet por este grave delito.

Kiitos y a leer!

 

Notas del capitulo:

Enjoy it!

 

¿Quién mató a la zorra super fashion?

 

You know that it would be untrue
You know that i would be a liar
If was to say to you
Girl, we couldn't get much higher

La interferencia del radio interrumpió al detective Irons en la mejor parte de la canción. Justo antes del C’mon baby light my fire.

-Accidente automovilístico  a la entrada del circuito de Piazza Mascarpone. Cambio.

-Estoy cerca, copiado.

La interferencia desapareció y el detective Irons encendió la sirena del auto patrulla. Por supuesto que estaba cerca y por supuesto que nadie más querría hacerse cargo. Accidente automovilístico, ¡puff! ¿Y para eso se había hecho detective? ¿Dónde estaba el glamour, el misterio, el desafío intelectual? ¿Dónde los casos a la Agatha Christie por los que había decidido estudiar esto y no otra cosa al terminar el bachillerato?

Previsiblemente habría dos autos, con los conductores tirándose los trastos a la cabeza. Más aún si eran hombres. El que gritara más alto seria el que tuviera el mejor seguro. Le pareció que la cosa seria un poco mejor al divisar un único auto en llamas. Una de esas enormes camionetas todoterreno que habían sido diseñadas para el desierto pero jamás estaban ahí. Cedió el paso a los bomberos para que apagaran el incendio y a la ambulancia, pero cuando se bajó de la patrulla quedó bien claro que los paramédicos nada tenían que hacer ahí.

-Hora de defunción 8:55 am – escuchó que dictaba el paramédico que tomaba el pulso a la difunta.

-Caballeros, ¿les importaría no arruinarme la escena del crimen, más? – solicitó a los bomberos que lo rociaron con un chorro de agua.

-Tenemos que asegurarnos que nada más explote, Sherlock. – respondió un bombero asestando hachazos a lo que quedaba del lujoso vehículo. ¿Resentimiento social, quizá?

Se aseguró de que la cámara y la grabadora y todos esos aparatejos eléctricos que hacían capaces de compartir con la Interpol las fotografías en tiempo real pero no a prueba de agua estuvieran bien. Estaban. Menos mal que había invertido en las carcasas. Comenzó con los procedimientos de rutina: fotografiar a la difunta, a la escena, interrogar a los paramédicos, a los bomberos, a los testigos…

-¡Por favor! Solo aquellos que presenciaron el accidente, gracias. – solicitó a la pequeña multitud.

Piazza Mascarpone era el nuevo centro comercial súper lujoso de Turín. Todavía ni siquiera estaba terminado de construir.

-Yo estaba extendiendo el toldo – decía una jovencita empleada de una tienda casi al frente – afuera, y vi que ahí venia la señora Miuccia…

-¿La conocía personalmente?

La jovencita se le quedó  viendo como si fuera un extraterrestre.

-Por supuesto que no, pero, todo mundo conoce a la señora Miuccia. Miuccia Scada, de MiuMiau.

Jeremy asintió.

-Continúe.

-Vi que venía la señora Miuccia, se me hizo raro que no bajara la velocidad, me preocupé cuando vi que no hacía por tomar la curva, porque estacionaba ahí…

-¿Era discapacitada?

-¡No! – la chica volvió a verlo como preguntándose qué le pasaba. – Pero era muy importante, no iba a estacionarse allá. – señaló al subterráneo.

-De acuerdo, merecería una multa si siguiera con vida. ¿Qué más?

-No bajó la velocidad ni tomó la curva. – la chica lo fulminaba con la mirada, alterada. – Siguió derecho, derecho… - se le quebró la voz – hasta que se estrelló con la pared. – rompió a llorar histéricamente – Pasó un segundo o algo así y ¡bum! Explotó

-Gracias, ¿algo más?

La chica negó con la cabeza, hecha un mar de lágrimas. Otra le pasó un pañuelo y se fueron las dos juntas, consolándose como si se acabara de morir su madre.

Esa era la última testigo y todos habían contado la misma historia. La señora Miuccia venia por la carretera y siguió de largo como si el muro de contención del paso a desnivel del estacionamiento y las leyes de la física no existieran. El tanque de gasolina explotó, probablemente iba lleno.

Una vez cumplidos los procedimientos dio su repasada a la víctima y la escena, con calma, como si los bomberos no estuvieran esperando para retirar los restos ni los paramédicos los otros restos.

A primera vista parecía muy claro porque la difunta había pasado a mejor vida: aun sostenía firmemente el rímel. El espejo retrovisor se encontraba en un ángulo que le permitía verse perfectamente bien. El achicharrado celular había salido despedido un poco más allá. La bolsa del maquillaje había desperdigado su contenido al momento del choque. Probablemente Miuccia era una estúpida que conducía maquillándose y hablando por teléfono, que apartó la vista de sus pestañas hasta que fue demasiado tarde. Su gesto era divertido: el rigor mortis había acentuado y petrificado una expresión crispada como de sorpresa, con los dientes de fuera y las cejas elevadas. La explosión contribuyó con una capa de tizne y pelo corporal chamuscado. Cómico.

Jeremy se permitía una sonrisa cuando el flash del fotógrafo lo deslumbró. Dejó de balancearse sobre sus pies en el acto para encararlo. Pero antes de que pudiera decir una palabra la reportera comenzó con su perorata.

-Una trágica noticia para el mundo de la moda, Kevin, Miuccia Scada, la reconocida diseñadora de Casa Scada y MiuMiau, ha sufrido un trágico accidente fatal que ha terminado con su vida…

Jeremy pensó que lo verdaderamente trágico era que a esa tía le hubieran dado el diploma cuando decía fatal que ha terminado con su vida.

-La Stampa de Turín les trae la primicia. Oficial – le machucó el labio con el micrófono - ¿Qué sucedió?

-Recién comenzamos la investigación. – alejó cortésmente a la reportera – Haga su trabajo y permítame hacer el mío.

Como en las películas americanas, sacó la cinta amarilla (gesto de bomberos y paramédicos) y trazó el perímetro. No había terminado de hacerlo cuando un auto llegó a toda velocidad, casi llevándose al equipo de La Stampa por delante, y de él bajo una mujer histérica que se corrió hacia la difunta.

-Señora, no puede cruzar.

-¡Que no puedo! ¡Dios mío! ¡Miuccia!

Jeremy la detuvo con algo de trabajo, pues era llenita y estaba desesperada.

-No puede cruzar. – iba a darle un ataque con tanto maldito flash disparando.

-¡Es mi esposa, maldita sea, mi esposa! ¡Miuccia!

¡Vaya con la viudita! Estaba mejor que la difunta. Muy flaca y restirada, la otra. ¿Quién necesita botox a los 35 años? ¿Qué dejas para agarrar con la talla 0? Aunque quizás fuera Miuccia la que agarraba, considero al sentir los pechos de la viuda apretarse mórbidos contra su brazo.

-Lo siento mucho. Pero deberá esperar a que termine de inspeccionar la escena.

-¡No, Miuccia, mi amor!

Una bofetada es el remedio consabido, y probado para curar un ataque de histeria. Pero a ver, pégala tú con tanta chorrada sobre la equidad de género y la no violencia.

-Si no me ayudan no nos vamos a ir pronto. – dijo a los paramédicos.

Estos se hicieron cargo de la rubia buenorra mientras el examinaba a la morena requemada. Sin permitirse sonrisas volvió a reparar en lo cómico que había quedado el cadáver. Demasiado. El airbag se le había derretido sobre el pecho formando un babero. Era una fea quemadura.  Llamó a un paramédico.

-¿Está seguro de que la causa de muerte fue el golpe?

-Eso solo puede asegurarlo el forense tras la autopsia.

-Me llama mucho la atención como tiene apretado el rímel. – con los guantes puestos trato de quitárselo – Duro.

-La rigidez puede presentarse pronto. Sobre todo si con el último reflejo la persona sujeta el objeto.

-Pero, ¿sujetar el rímel? ¿Por qué no trato de retomar el control del volante? ¿Intentar salvarse?

El paramédico se encogió de hombros.

-Usted es el detective.

Jeremy se balanceó sobre sus pies. Sentía la corazonada recorrerlo, como una vibración, como un gustito, como la caricia de una vieja amante. ¡Oh sí! ¡Un caso de nuevo! ¿O estaba sugestionándose? Hizo gesto de que se acercara al bombero que lo había llamado Sherlock.

-Quiero que la unidad antibombas revise el auto.

El bombero lo miró como diciendo “¿En serio?” pero obedeció. Jeremy volvió a balancearse sobre sus pies, feliz, como un niño. Quizá, nuevamente, estaba frente a un asesinato.

 

***

 

Había una bomba, confirmó el experto en explosivos. Jeremy sintió que reventaba de felicidad.

-Contrólate. – le dijo el técnico en mono amarillo tiznado – Todavía me falta determinar el poder destructivo de la bomba, pero…

-¿Qué?

-Parece casera, y esas no suelen ser muy fuertes.

-Gracias Gianni. – de todos modos estaba entusiasmado, con bomba había delito que perseguir. - ¿Cuándo tienes el informe completo?

-Por la noche.

Salió despidiéndose con la mano. Se dio una vuelta a la morgue pero aún no estaban los resultados de la autopsia. Bueno, se dijo, aunque no haya sido la causa de muerte, la bomba en el auto se investiga. Así que a comenzar con los interrogatorios.

Y como la primera era la viuda, primero pasó a darse una ducha. La viudita, Claire Sardou, francesa, con todo lo que una mujer tiene que tener en cantidades “más vale que sobre y no que falte”. La principal sospechosa si resultaba que a Miuccia le habían dado matarile. La idea de que fuera una chica mala lo hizo lavarse con más entusiasmo su torso varonil, aunque delgado. Jeremy se enorgullecía de su cinturita a los cuarenta y cuatro, se mantenía en forma y con la edad le había salido más barba, misma que se dejaba corta, de dos o tres días. Creía que así se veía mejor, y más acorde a la idea de un detective.

Su ropa, lo mismo. Los detectives turineses tenían sobre los policías comunes muchas ventajas, entre ellas la de no usar uniforme. Le gustaba vestir clásico, como un caballero (lección bien aprendida de su padre), con camisas de botones y pantalones de vestir, en tonos caquis más que azules. No le gustaba usar perfume, delataba.

Lo único que no le gustaba de su oficio era la necesidad de presentarse con nombre y apellido. Estaba harto de explicar que no tenía nada que ver con el famoso actor, que se llamaba así porque su padre era inglés y su madre opinó que Geremía Irons sonaba horrible, de lo que le vivía muy agradecido.

 

La viuda vivía donde se suponía que viviera: un piso de un palacio secular en la colina. El mayordomo lo hizo pasar a la salita primorosamente decorada. Unos minutos después se presentó Claire, con los ojos hinchados y un abrigo largo cerrado. Posiblemente estaba llorando en camisón. En camisón…

-Lamento mucho molestarla, señora Sardou – Claire le hizo gesto de que no importaba –, soy el detective Irons – se arriesgaba presentándose sólo con el apellido pero quería impresionarla - y debo hacerle algunas preguntas sobre su difunta esposa. Creemos que pudo ser asesinada.

La viuda ahogó un grito y clavó sus iris azules en el por primera vez. No lo había mirado ni cuando poniendo los sentimientos humanitarios por encima del rápido desempeño del deber, le permitió despedirse de su difunta antes de que se la llevaran a la morgue. Luego ella rugió y pegó un puñetazo en la mesa.

-¡Esa maldita puta flaca! – gritó - ¡Ella fue!

Jeremy la miró sorprendido.

-¿A quién se refiere?

-¡A esa maldita perra desgraciada! A esa flaca buscona que me quería quitar a mi gatita.

Jeremy se esforzó por contener la sonrisa.

-¿Debo entender que su esposa tenía una amante?

Claire lo fulminó con la mirada, como si el que le hubiera puesto los cuernos hubiera sido él y no la restirada.

-A Miuccia la asediaban montones de modelos fáciles, no era su culpa si de vez en cuando caía en las artimañanas de alguna de esas esqueléticas. – explicó –Era obvio que fueran tras ella, tan hermosa, tan exitosa. Ella es capaz de convertir en supermodelo a cualquier anoréxica de última.

-¿Sabe el nombre de la anoréxica de ultima, perdón, de la modelo?

-Si lo supiera ya le habría bajado los cueros a arañazos, como a aquella otra puta de la Bianchi. Tardó un año en volver a desfilar luego de que le arrancara el cabello y la arañara todita. – declaró con satisfacción al policía.

-Vaya. – Jeremy la miraba con interés. La difunta cometía infracciones pero esta agresiones – Señora, por mucho que la amante le resulte antipática, es poco probable que ella…

-¡Qué se cree usted eso! – lo interrumpió – Mi Miuccia nunca me habría dejado. Podía encapricharse con alguna, pero no duraba más de una temporada. Dejó montones de putas resentidas, cualquiera de ellas, al no poder tenerla… En especial esta última, era la más detestable de todas. Déjeme que se la describa: alta, flaca, blanca, rubia teñida, con unos asquerosos lunares cerca de la boca, ¡iug! No sé cómo Miu podía besarla sin sentir arcadas.

Jeremy tomó nota hasta los lunares. Las lesbianas besándose las dejaba para su diario.

-¿Su esposa tenía enemigos?

-¡A montones! – Claire tocó una campanita de cristal para llamar al mayordomo - ¿Qué se le ofrece, inspector?

-Un expreso estaría bien.

-A mi tráeme una ginebra, Sebastián. ¿Le importa si fumo? – sacó una pitillera del bolsillo.

-En absoluto.

Aquí si Jeremy no pudo reprimir una sonrisita: tetona, apasionada, tolerante y encima fumaba.

-Me contaba usted sobre los enemigos de su difunta.

Claire hizo un gesto de dolor al oír difunta.

-Lagerfield, Donatella, Gazinskaya, Domenico y Stefano… no son los únicos pero sí los principales. Sobre todo Lagerfield, ese viejo proxeneta.

-Lagerfield, ¿Cuál es su nombre de pila?

-¿De Lagerfield? Karl.

-Gracias. ¿Por qué querría Lagerfield asesinar a su esposa?

-Para quitarla de en medio, por supuesto. Sabe que Miuccia es mucho mejor diseñadora que él y… ¡oh Dios mío! – regresaron las lágrimas - ¡Nunca veremos otra colección primavera-verano de su imaginación!

Rivales empresariales y amantes despechadas. Sebastián regresó con un café que olía a gloria. Claire vació su ginebra de un jalón. Jeremy tuvo fantasías con la inconsolable viuda borracha.

-Gazinskaya – dijo – esa perra le robó la idea de los tenis a Miuccia. Se la tenían jurada por eso.

-¿Los tenis?

-Sí, los tenis. Miumiau tuvo la idea de incluir unos en la colección de calzado antes que nadie, ¿sabe? Miuccia recordaba con mucho cariño sus tenis de Rosita Fresita con agujetas de flores, y diseñó algo así para la colección pasada. Pero esa maldita rusa le robó la idea y lleno su colección de tenis: neón, románticos, retro… tenis y más tenis. Muchos creyeron que ella fue la de la idea, pero algo tan innovador y coqueto tenía que ser obra de Miuccia. Todo mundo sabe que ella dice que no hay edad límite para usar…

-Discúlpeme – Jeremy sacudía la cabeza – no la sigo. Para mí la moda es una revista que jamás compro.

Claire lo vio sorprendida.

-Entiendo inspector. – repasó su apariencia y a Jeremy le disgustó que pareciera entender más tras verlo - ¿Será usted capaz de resolver el asesinato de mi esposa?

-Si su esposa fue asesinada, no tenga duda que encontraré al culpable.

Claire lo miró como dudando de sus capacidades.

-Créame, soy un detective con 17 años de experiencia – Jeremy se sorprendió de “vender” sus credenciales – Vamos. En la policía sabemos lo que hacemos.

-No demasiado cuando se trata de atrapar a los falsificadores.

-Madam, en Italia jamás se ha producido un caso tan escandaloso como el de la Mona Lisa.

-Me refiero a los falsificadores de MiuMiaus, de Fendis, de Armanis.

Jeremy alzó los brazos.

-La policía lucha sin tregua contra la piratería. ¿Cree usted que su esposa sería capaz de suicidarse?

Claire se llevó la mano al pecho.

-No. ¡Jamás! Miu amaba demasiado la vida, a mí. No. Ella no se suicidó.

-¿Algo más que quiera contarme?

-No. Es tarde inspector.

-Por supuesto. Como su esposa pudo ser asesinada necesito pedirle su ordenador, agenda, celular, diario, cualquier artefacto o documento que nos ayude a esclarecer el posible crimen.

Jeremy se estaba arriesgado al requisar las cosas sin estar seguro de que hubiera asesinato. Pero Claire asintió.

-El celular era a la vez su agenda y se destruyó en… en el accidente. Aquí tengo su laptop, pero esta encriptada. – hizo mohín. Llamó a Sebastián para que trajera la laptop de la señora– La computadora de su oficina no se la puedo dar, Miu era la socia mayoritaria de MiuMiau pero me gustaría contar con la aprobación de los otros socios mañana, no quiero problemas.

-Mañana está bien. ¿A qué hora?

-Tendremos la reunión a las 9, para ver que se va a hacer de las compañías. De todos modos inspector, los secretos que Miuccia guarda en aquella computadora son corporativos, todo lo… personal lo manejaba desde su smartphone.

Jeremy asintió: el aparetejo había quedado como chicharrón pero el equipo de informática trataba de recuperar los datos de las memorias.

-Le agradezco mucho. A las nueve entonces, en Piazza Mascarpone, imagino. – Claire asintió - Si recuerda algo…

-Sí, claro. Usted también manténgame al tanto. Le daré una tarjeta…

Con las prisas se le cayó el bolso. El contenido se desparramó: paraguas, celular, cosméticos, un consolador… Lo típico. Claire se apuró a esconder el consolador. Estaba muy turbada.

-Aquí tiene.

-Y aquí tiene la mía, gracias.

Jeremy agradeció que la guardara sin leerla. Recibió el maletín que le ofrecía el mayordomo. Jamás había tocado un cuero tan suave.

 

Continuará...

 

 

Notas finales:

¡No se pierda el próximo episodio, la próxima semana, a la misma hora y por el mismo canal!

Y como es costumbre en mi, aqui esta el hombre que yo me imagino como el detective Jeremy Irons, se los dejo como sugerencia pero pueden imaginar a su propio personaje ^^

http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/jeremyaaah_zps694cb9e4.jpg

Gracias por leer!

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Kiitos!


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