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¿Quién mató a la zorra super fashion? por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

Vogue!
Beauty's where you find it
Vogue!
Beauty's where you find it

Ladies with an attitude
Fellows that were in the mood
Don't just stand there let's get to it
Strike a pose there's nothing to it!

Vogue, Madonna, fragmento.

La pista de los diseñadores rivales no convencía mucho a Jeremy. Seguramente se detestaban y hacían todo lo posible por arruinarse, pero si fuera tan así como lo pintaba la viuda, habría baños de sangre todas las temporadas. Milán tendría más homicidios que L.A. La idea que Jeremy tenía de los diseñadores era de gays locazas y reinonas capaces de lanzarse a arañar la cara de la otra a la menor provocación pero hasta ahí. Un poco como Claire, quien, sin embargo, no estaba en el mundo de la moda.

Regresó a la comisaría, entregó la laptop a los chicos de informática  y buscó en su viejo ordenador a Karl Lagerfield. Ante la justicia estaba limpio, pero si la dama se quitara la venda de los ojos, sospecharía un poco al ver su cara de viejo proxeneta. Intentó comunicarse con el pero “el diseñador se encontraba en una reunión y le devolvería la llamada en cuanto saliera.” Jeremy supo que mientras no tuviera una orden policial podría enraizar esperando la llamada del diseñador, quien siempre estaría ocupado.

Siguió con Virka Gazinskaya. Para su sorpresa, tenía antecedentes. La base de datos interpoliciaca decía que había sido arrestada en el 2005 por tráfico de pieles, de animales en peligro de extinción. Quizá para los tenis: auténtico estampado de tigre siberiano. Y de jovencita había sido pillada en una redada en una famosa discoteca de Kiev, en posesión de 20 gramos de cocaína.

Estaban sus datos ahí. En Kiev era dos horas más noche, pero no perdía nada con intentarlo. Marcó. La asistente personal de Gazinskaya respondió. Sorprendentemente (otra vez) la diseñadora estaba en su oficina trabajando después de las 5 pm. (Jeremy no creía que los diseñadores trabajaran de verdad)

-Buenas tardes, soy el detective Jeremy Irons – a esta no quería impresionarla y el reglamento decía presentarse primero que nada con nombre y apellidos – de la policía de Turín.

-¡Oh, sí! Vi que esa gata murió en un accidente. ¿Encontraron pruebas de que me plagió la idea del calzado deportivo?

Gazinskaya hablaba perfectamente el inglés, con apenas un suave rastro ruso en las erres. Lo apreció, acostumbrado como estaba a sus paisanos que lo hablaban con un marcado acento turinés (Dios te libre de un italiano hablando inglés, pero más te libre de un francés hablando inglés, decía el proverbio)

-Miuccia Scada falleció esta mañana en un accidente. Ustedes eran rivales.

-Esa mujer imitaba mis zapatos. Estoy feliz de que no lo hará más. Pero eso no es un delito.

-No, es bastante rudo, pero no es un delito.

-Este es un mundo rudo. No voy a asistir al funeral, si para eso me llamaba.

-No. Señorita Gazinskaya, ¿Qué me diría si le dijera que Miuccia Scada no murió por accidente?

-¡Vaya! – exclamó la rusa. Jeremy lamentaba perderse sus expresiones faciales. – Diría que la cosa se pone interesante. ¿La gorda de su mujer la apuñaló con un cuchillo de cocina?

-¿Por qué cree que su viuda haría eso?

-Por celos. Miuccia era una putera. Las modelos sin talento sabían que tenían que hacer para desfilar con ella: ofrecerle el chocho. Y si no tenían, el culo.

Jeremy tomó nota: bisexual.

-Parece conocer muy bien a la finada.

-Todo mundo lo sabe.

-Parece odiarla mucho.

-La detestaba. Pero no volé de Kiev a Turín para estrellar su auto, o lo que pasara.

-No necesita venir en persona. La mafia rusa es la más peligrosa de Europa.

-Me alegra que lo reconozca, como italiano. Pero no lo hize. Entiéndase con mi abogado.

Antes de que pudiera decir nada Gazinskaya dejó el teléfono. La asistente personal le facilitó el número del abogado de la diseñadora y le agradeció por adelantado que no volviera a llamar a ese número. Jeremy se lo agradeció también, y le advirtió de las consecuencias legales de difundir un secreto policiaco. Sin embargo, con una muerta famosa…

Vitto, de informática, le llevó la laptop desbloqueada de la difunta y una usb con lo que se había podido recuperar de la memoria interna del teléfono: directorio, registro de llamadas, de mensajes de texto, cuyos textos, desafortunadamente, se habían perdido. Revisó primero esto. Había muchas llamadas, cortas llamadas, con Ella. Más que con Claire, Manuel, Dina o cualquier otro contacto. Y en relación con los mensajes de texto era aún más curioso: ninguno de o hacia Ella. Ninguna evidencia de la amante, por si la esposa conseguía revisarle el teléfono.

Con la laptop se tardó más, si de por si era un poco torpe para manejarse con las nuevas tecnologías, cuando estas eran de punta se perdía. Encontró sus cuentas de correo y redes sociales, diseños, música, porno. El porno era interesante. Lo revisó todo rogando que hubiera videos de ella con Claire pero nada. La rubia le sonreía desde el fondo de escritorio pero no había nada comprometedor. Con el porno confirmó que tenía tendencias bisexuales hacia los chicos afeminados, en especial juntos.

-¿Ahora ves porno gay? – saludó Bassanio, palmeándole la espalda.

Jeremy disimuló su turbación.

-¿De verdad te parece porno gay?

Bassanio ladeó un poco su atractivo rostro, entorno los ojos castaños y frunció los labios carnosos y rosados.

-No, eso más bien es porno lésbico-gay. – rieron ambos – A esos tíos solo les faltan tetas.

-Ni eso – dijo Jeremy – son modelos.

-Ah. Entonces no tienen. – Bassanio se sentó sobre su escritorio. Los jeans se tensaron con sus muslos. - ¿Cómo vas con la diseñadora?

-Le pusieron una bomba. – dijo a su amigo en voz baja, acercando su boca a su oído.

-Cazzo! – exclamó volteando el rostro para verlo a los ojos.

Jeremy se llevó el dedo a los labios, solicitando silencio. Quedó entre los labios de ambos, medio segundo, mirándose a los ojos. Luego se alejaron y Jeremy lo puso al tanto. Bassanio escucho con atención, asintiendo.

-¿Quieres que te eche una mano? – ofreció al final.

-Tal vez, si no estás muy ocupado.

-¡Por favor! Está claro que el Bagnasacco vendió los cuadros en el mercado negro para pagar sus deudas de juego y se hace el loco ahora para sacarle el seguro también a la aseguradora.

Jeremy asintió. Lo miró con una sonrisa: era un amigo en la extensión de la palabra, y tan astuto a pesar de ser tan joven.

-No he comido nada. – dijo cerrando la laptop.

-Comamos unos canelones con don Corleone. – propuso Bassanio bajándose de un saltito y caminando delante de él.

-Se te bajaron los pantalones. – avisó Jeremy, cogiendo su billetera.

 

***

 

Los resultados de la autopsia llegaron poco antes que el informe de Gianni. Muerta por ruptura de cuello, determinó el forense. Fue el choque lo que la mató. Si no el impacto de la todoterreno con el muro de contención  fue el airbag al expandirse. Además tenía quemaduras graves, excesivo rigor mortis y la vagina ligeramente irritada. Ni imaginarse a Claire dándole con el vibrador hasta rozarla lo animó. Menudo revés, tras comerse esas deliciosas pastitas de azúcar y mantequilla que se derretían en la boca con Bassanio. Muerta por ruptura de cuello, o sea, no había delito que perseguir, o cuando mucho, menor. La bomba del auto había explotado al calentarse la lata que contenía el explosivo con el calor del incendio del tanque de gasolina. Bomba casera.

-O sea que el asesino lo hizo mal. – dijo Jeremy, sopesando los restos de la bomba.

-Sí. – le confirmó Gianni – Esta bomba habría acabado con el vehículo pero quizá no con su vida. A menos que hiciera explotar el tanque de gasolina. O sea, que la bomba explotara el tanque de gasolina, en ese caso la explosión sí que hubiera sido lo suficientemente grande para matarla.

-Si el tanque de gasolina hizo explotar la bomba, ¿no podemos estar seguros de que la bomba habría hecho explotar el tanque de gasolina?

El experto técnico frunció los labios.

-No puedo garantizarlo. Necesitamos recrear la situación.

-¿Por qué?

-Porque tu asesino es torpe y no puso la bomba justo debajo del tanque de gasolina, la puso muy cerca de la llanta frontal derecha.

-Vaya. ¿Y que hace falta para recrearla?

-Un motor de Hummer casi nuevo. Tú consíguelo y yo te hago la bomba.

-¿No podrías hacer tu un tanque con densidad parecida con latas de por ahí?

-Claro, pero si llegas a tener un caso la defensa se dará un banquete con nuestro sucedáneo de motor hecho en casa.

-Maldición.

-¿Por qué no se lo pides al fiscal general?

-Claro, con lo generoso que es.

-Entonces róbate uno. Ve a casa del alcalde y róbale una de las siete que tiene. Si se llega a dar cuenta, jamás sospechara del honrado detective Irons.

Jeremy rió. ¿Valía la pena? No lo de robar, lo de pedírselo al fiscal. Después de todo, la mujer no había muerto por la explosión. Pero, ¿y si el airbag no la hubiera desnucado? ¿Las quemaduras la habrían matado?

-Gracias Gianni.

-¿Dónde vas?

-Con la doctora Xenia.

Esta era una hermosa colombiana que había ido a hacer su maestría a Italia y se había enamorado de Turín. Y Turín de ella, era la chica más popular de la comisaria. La encontró de salida.

-Tal vez… tenía unas quemaduras muy graves en el pecho: el material sintético del airbag al derretirse… algo muy feo. El musculo cardíaco estaba dañado por el calor.

-Entonces, ¿Por qué anotó ruptura de cuello como causa de muerte?

-Porque ella no hizo nada por retirarse el airbag en llamas ni soltarse el cinturón de seguridad, ni nada. Estaba muerta cuando se quemó.

-Ya veo. ¿Y qué es eso de “excesivo rigor mortis”?

-Pues eso, excesivo rigor mortis. Estaba demasiado tiesa, como una víctima de electrocutamiento o que hubiera permanecido mucho tiempo expuesta al frío, y frío es lo que ya no hace, ¿no?

-Para nada. – y eso que todavía no llegaba el verano. -¿Qué lo pudo causar?

-No encontré nada, pero me pareció importante apuntarlo. Quizá simplemente es uno de esos muertos muy tiesos.

-Estirada en vida y estirada en muerte. – bromeó Jeremy. Xenia rió – Ni siquiera se cagó.

-Habría sido una imperdonable falta de estilo. – aseguró la forense.

-Y lo de la vagina…

-¿No vio las fotos?

-Sí. – Jeremy se hizo lío para sacar su expediente - ¿Ve ese enrojecimiento? Parece que su última noche fue buena. Quizá jugó con algo caliente.

-¿¡Caliente?! – se extrañó.

-Caliente, detective. – Xenia le regaló otra hermosa sonrisa - ¿Nunca ha jugado con las temperaturas con sus amantes?

-Muchas veces, doctora. – coqueteó – Pero siempre hielo.

-El hielo puede quemar. Es muy frío. Son mejores los trocitos de fruta fría, ¿sabe? Se sienten mejor.

-¿Y qué fruta me recomienda? – Jeremy se acariciaba la barba.

-Mango. ¡Santo cielo! Mi programa está a punto de empezar.

-Doctora, no se vaya. ¿Qué hay de su química sanguínea?

-No se me ocurrió ordenarla.

-¿Podría?

-¿Sospecha usted algo?

-Quizá. – cerró un ojo.

-Entonces quizás no quiera ordenarla.

-Usted gana. Tenía una esposa celosa, una amante misteriosa, una enemiga furiosa y todas creen a todas capaces de matarla.

-Wow! La ordenaré. – regreso a toda prisa a su escritorio. Jeremy la siguió.

-Es una pena que tenga prisa. Un punto de vista femenino podría serme de mucha utilidad.

-Miuccia Scada… ¿Ya revisó su Facebook?

-Sí, nada.

-Me refiero a su verdadero Facebook.

-¿Cómo?

-Vamos detective, una mujer famosa, que dependía de su imagen… Es obvio que tenía otra cuenta para tratar de verdad con sus amigos.

-No se me había ocurrido.

-Necesita modernizarse, detective.

-¿Si lo hago me dará su Facebook verdadero?

-Solo si también me da el del detective D’Antonio. -la latina lo miró con picardía y luego dijo- Ahora si debo irme, o no llegaré. ¡Buena suerte detective!

 

***

 

-¡Irons! ¿Quién mato a la perra super fashion?!

-Trabajo en ello capitán.

-¡Pues mueve tu maldito y viejo trasero, porque los medios no dejan de llamarme!

-Capitán, agilizaría mucho el proceso si me facilitara un motor de camioneta como el de la difunta para hacer una prueba.

-¿Estás loco? ¡Cuestan un pastón!

El capitán Forzieri no era el fiscal general, pero era igual de tacaño.

-Si lo consigue páseselo a Gianni, el de explosivos.

-¡Pues ni modo que se lo pase a Gianni el de la limpieza! Menudo detective… - salió dando un portazo. Apenas había respirado con alivio Jeremy cuando el rostro joven de su jefe, con la venita de la sien perpetuamente saltada volvió a aparecer - ¡Te asignaré un compañero!

-¡Quiero a D’Antonio!

-¿Para qué os valláis a tomar un café y a comer pastitas? No, gracias.

Menudo chismorreo de la comisaría. No se podía ni tomar un café sin que todos se enteraran. Y eso que no eran detectives.

-Bassanio ya está al tanto. A otro tendría que ponerlo.

Forzieri desapareció entre groserías. Jeremy alistó sus cosas para salir. Bassanio llegó a los pocos minutos.

-Ayúdame con el ordenata, por favor. Esas cosas no se me dan bien. Busca su Facebook verdadero.

-Ok. ¿A dónde vas?

-A hacer el trabajo de la vieja escuela.

Jeremy hizo lo que tenía ganas de hacer desde la mañana, mientras llenaba formularios y formularios que solo servían para quitar el tiempo. Estúpidas políticas de transparencia y demás chorradas. Ya era bastante tarde y quizá ya no encontrara a los mismos empleados. Los de la franquicia de la tienda de abarrotes, uno en cada esquina. Había un vaso de café de una de esas tiendas, tiznado pero reconocible, en el piso del todoterreno. Debió caerse del portavasos a la hora del choque. Había una de esas tiendas en la ruta de la casa de Miuccia a  Piazza Mascarpone, donde vendían café de mucho mejor calidad, así que, ¿Por qué una mujer rica bebía café de franquicia? Era una pregunta que se había hecho desde muy temprano.

Estacionó  en los espacios de la tienda y entró. Un jovencito acneico ponía botanas en el estante.

-No, el turno de la mañana sale a las dos de la tarde.  – dijo el chico – Vuelva mañana.

-Me temo que no tengo tanto tiempo. ¿Puedes darme sus teléfonos?

El chico se los dio, de mala gana.

-¿Puedo usar tu teléfono?

-En realidad no nos permiten…

-Era una manera de hablar. La policía tiene derecho a usar tu teléfono. – Jeremy lo cogió y tuvo suerte. Llamó primero a la mujer de más edad, y ésta recordaba perfectamente haber vendido un café a una señora muy elegante y a su acompañante. Le pidió su dirección, cercana, y estuvo ahí en un dos por tres.

-¿Cómo era la acompañante? – había descrito bastante bien a Miuccia y luego la reconoció de inmediato en la foto.

-Era una mujer de su edad, o más vieja. De esas que están todas operadas. Tenía el pelo teñido de rubio y se veía vulgar. Me sorprendió mucho que la señora elegante se dirigiera a ella cuando entró.

-¿Se dirigió a ella?

-Sí. La rubia operada llegó primero, pidió un par de cafés y se sentó, tenemos unas mesitas para los clientes que ordenan café y sándwiches. La señora elegante llegó después, hablaron mucho, pero bajito, y luego ambas subieron al auto de la señora elegante.

-¿Cómo llegó la mujer vulgar?

-No vi, oficial.

-¿Había visto antes a la señora elegante?

-Nunca, ni tampoco a la vulgar.

Como lo imaginaba, pensó Jeremy.

-¿Podría describirme mejor a la vulgar?

-Rubia teñida, operada, tenía unas tetas como melones de puro silicón. Y la boca también la tenía así, como de pescado. Llevaba lentes oscuros y usaba un pants y una chamarra de hacer ejercicio, de peluche rosa, muy ajustado. Llevaba un morral de lona y pagó en efectivo.

-Ya veo. – Jeremy lo grababa todo. Se había emocionado al oír lo de la acompañante, deseaba que fuera la amante de Miuccia, pero la que la empleada describía parecía más una prostituta que una modelo. - ¿Tenía lunares cerca de la boca?

-¿Lunares? No, ninguno, oficial.

-¿Era baja, alta…

-Como de la altura de la señora, y la señora llevaba tacones. Era flaca.

Jeremy le agradeció a la señora y terminó por cortesía el café que le invitara. Descendió meditabundo por la escalera del edifico sin elevador en el que vivía. Esa no era la amante descrita por Claire, pero con lo puta que era la muerta podría ser otra amante. Quizá una prostituta que la chantajeara. Pero lo más importante, ¿A dónde había ido? Se subió al auto con ella alrededor de las 8:30, y poco antes de las nueve Miuccia estaba estrellada. Tomó el mapa y siguió la ruta más corta a Piazza Mascarpone. Antes de tomar la carretera que conducía en línea recta a la Piazza había una glorieta con una parada de autobús. La misteriosa acompañante podría haberse bajado ahí, tras asesinar a Miuccia, desnucada, ajustado en automático el auto, dejándolo ir hacia el muro del estacionamiento.

O también podría ser que mientras ella distraía a Miuccia con el café en la franquicia un cómplice pusiera la bomba, la acompañante solo tendría que bajar antes para no explotar.

Pero, en el primer caso, ¿la desnucó mientras se maquillaba? Ese rímel fuertemente asido que había sido lo primero que le llamara la atención, ¿Cómo se explicaba? A menos que Miuccia quisiera defenderse de su agresora clavándole un rímel en el ojo…

Su celular sonó. Era Bassanio.

-¡Ven rápido! – lo urgió antes de colgarle.

Jeremy encendió la sirena para abrirse paso de regreso.

 

***

 

-Encontramos a una chica tratando de entrar al garaje de los autos confiscados. – el único auto ahí era el achicharrado de Miuccia.

Bassanio lo miraba exultante.

-¿Parece una puta?

-No, - Bassanio se extrañó - parece una modelo.

Jeremy lo cogió de los brazos por la emoción.

-¿Tiene lunares junto a la boca?

-Sí.

-¡Es Ella! ¡La amante!

-¿Estás seguro?

-Comprobémoslo. ¿Dónde está?

-Detenida abajo, en una salita de interrogatorios, por allanamiento.

-Perfecto. Voy a marcarle a su celular. – Jeremy copió el número y ambos se dirigieron a la sala de las cámaras de vigilancia.

-¿Qué hay? – saludo Schwarzkopf, el que estaba de guardia.

-Todo bien. – contestó Bassanio mientras Jeremy marcaba, con los ojos fijos en el recuadrito que mostraba a la intrusa. - ¿Puedes grabarlo? ¿Y ampliarlo? – lo señaló.

Schwarzkopf la puso a pantalla completa y Jeremy contuvo la respiración en lo que se lograba la comunicación. Los segundos se le hicieron eternos y cuando el primer timbre de espera en su oído coincidió con el primer timbrazo del aparato de ella levantó la rodilla y dobló el codo en un gesto de triunfo.

La modelo contesto rápidamente y él colgó.

-Listo. – dijo a Schwarzkopf - Vamos. – indicó con la cabeza a Bassanio.

Ella era muy bonita, algo raro en su oficio, considero Jeremy, pues para él la mayoría de las modelos eran feas esqueléticas. Tenía unos grandes ojos oscuros, cejas abundantes, labios carnosos y un par de lunares cerca, del lado derecho. Llevaba el pelo medio recogido dentro de un gorrito de esos que usan los adolescentes, con el logo de una banda de rock. Se veía flaco a pesar (o precisamente porque) de que el vestido tejido que llevaba, tipo suéter y al revés, le venía grande. Llevaba unas calcetas negras por encima de las rodillas y unos tenis blancos. De no ser por el porte parecería un indigente.

-Soy el detective Irons y él es el detective D’Antonio. ¿Usted es?

La modelo no dijo nada. Solo los miró de arriba abajo mientras se sentaban, en especial a Bassanio. Tenía un aire felino.

-Señorita, este es un interrogatorio policíaco: está obligada a contestar. Puede ir a prisión si no coopera, y puede ir a prisión por allanar el garaje.

-¡Bah! Como si Lagerfield no pudiera sacarme en un dos por tres. – dijo con una voz suave y ronca, como un ronroneo.

-¿Karl Lagerfield? ¿El que le pagó para que pusiera una bomba en el auto de su amante?

-¿¡Había una bomba en el auto de Miu!? – exclamó, perdiendo el autocontrol por primera vez.

O era sincera o actuaba bien.

-¿No la pusiste tu esta mañana?

-Me despedí de Miuccia anoche. – dijo con la carita baja. Tenía una gran capacidad para expresar emociones – Lo hicimos en su auto y olvide mi collar de platino. Trataba de recuperarlo.

-No encontramos ningún collar de platino.

-Jum. Y se supone que los polis encarcelan a los ladrones. Era un collar de platino y diamantes, con una A en la parte donde se ajustaba el largo. Me lo regaló Lagerfield y me va a preguntar dónde está.

-¿Y porque no le dices la verdad? – propuso con aire inocente Jeremy.

La modelo le hizo una mueca sarcástica.

-Karl y Miuccia se odiaban. Karl no me perdonaría ser amante de Miuccia, le daría mi puesto a otra modelo y mi carrera se acabaría. Esto no puede salir de aquí. – puso las manos sobre la mesa y lo miró a los ojos.

-Cuando se haga público que mataste a Miuccia todo el mundo lo sabrá.

-No sea ridículo, yo no la maté. Me gustaba mucho. Tanto como para arriesgar mi carrera con Karl.

-¿La amabas?

-No, me gustaba. Es la mujer que mejor me ha cogido.

-Y te podía dar dinero, fama…

Ella volvió a verlo con sarcasmo.

-Me ofreció convertirme en el rostro de su marca pero no acepté porque, a pesar de lo innovadora y divertida que es MiuMiau no tiene el futuro  ni la trayectoria de Channel. Además esa gorda de su esposa podía desfigurarme.

-¿Y qué? Aunque ya no pudieras ser modelo podrías ser puta. Vamos niña, no me creo tu historia. Perdiste tu collar esta mañana, cuando te citaste con Miuccia en el café de franquicia.

La modelito sonrió diabólica. Cogió los lentes oscuros y jugó con ellos mientras su rostro revelaba una expresión deleitada.

-Los polis no saben con quien se citó Miuccia esta mañana. – canturreó – Los polis quieren que se los diga.

Jeremy se retorció, molesto. Bassanio estaba divertido. Le gustaba asistir a los interrogatorios de Jeremy porque aprendía de su experiencia, pero esa jovencita de no más de 20 años lo molestaba estando a su altura.

-La gorda no sabe nada y a Miu la mató una rubia llena de silicones.

-De acuerdo. – dijo Jeremy – No alardeas, sabes quién es. Dínoslo.

-No. – la modelo lo dijo como enviándole un beso.

-Estas obligada de acuerdo al artículo…

-Sí, sí, cárcel, polis, blablablá – ella gesticulaba – Si me meten al bote, Lagerfield me sacará. Y mientras estoy dentro, podría ser que unos presos grandotes y peludos me violaran, yummi!

-¿No que Lagerfield no te perdonaría tu aventura con Miuccia?

-No, no lo haría. Pero querría castigarme él, no ustedes. Karl no permitiría que su cosa, yo, estuviera en poder de algo tan ordinario como la poli. No te des falsas esperanzas ruquito, Lagerfield me sacará de aquí aunque después me mande al demonio. Y si tú te pones rudo yo me pondré en plan de víctima. “¡No sé nada! ¿Qué mujeres siliconadas? ¡Este poli está loco! T.T sálvenme…”

Hacia una carita tan desvalida que el mismo Jeremy sentía deseos de salvarla.

-¿Qué propones? – preguntó Bassanio.

-Mi collar, y silencio. Digan que un informante anónimo les dio el pitazo, no mencionen mi nombre para nada.

-Podemos garantizarte el anonimato… - comenzó Jeremy.

-Quiero mi collar – gimió la chica – Karl no va a creerse que lo perdí y no puedo hacerme otro porque cuesta una fortuna.

-Podríamos hacerte una imitación… - propuso Bassanio.

-Tal vez tú no notes la diferencia entre platino y plata, pero lo que es Karl sabe reconocer un diamante australiano hasta por la mina de la que salió. Sin ese collar estoy frito.

-Lo buscaremos. – dijo Jeremy.

-No van a encontrarlo. – refunfuñó Ella – Como si el listillo que lo encontró fuera a devolverlo… Voy a estar tan en serios problemas con Lagerfield…

-Podrás librarte, eres una chica lista. – sonrió Jeremy – Igual te libras diciendo que se te hizo feo y lo lanzaste al Po.

-Aunque lo dudes. – dijo – Podría convencerlo de que era demasiado corriente para mí.

-Claro, no combinaba con tus tenis y tu gorrito marihuanero…

-Como se ve que de moda no sabes nada. – le espetó Ella – Apuesto a que ni siquiera has caído en cuenta quien soy.

-No, pero para eso tenemos al internet. ¿Bassanio?

Bassanio buscó en su teléfono.

-Andrej Tošić – anunció, mostrándole la foto – el modelo andrógino del momento.

Jeremy cogió el teléfono y leyó. Cazzo! ¡El modelo! ¡Esa bonita adolescente delante de él tenía bolas! Andrej recibió complacido la estupefacta mirada de Jeremy. Hasta se cruzó de piernas, sensual.

-Bueno polis. Quiero discreción total, y como no van a darme mi collar quiero… los quiero a ustedes. – sonrió.

-¿A qué te refieres?

-Quiero un trío. – dijo – Para compensar el mal rato que voy a pasar con Karl. Me gustas más tú, hociconsito sexy – dijo a Bassanio – pero tu ruquito no está mal.

-Eso está… - comenzó Bassanio. Pero Jeremy le apretó el brazo con suavidad.

-Puedo responder por mí pero no por mi amigo. ¿Te conformas?

-¡Jeremy! – exclamó Bassanio, sorprendido por la facilidad con que este cedía.

-Lo siento Bassanio, pero igual la crisis de los cuarenta se cura con una experiencia gay tan bien como con cualquier otra cosa. – se disculpó.

-No, los quiero a ambos.

Jeremy se levantó y apagó la cámara de seguridad. No quería que Schwarzkopf grabara aquello.

-O aceptas el trato o le mando a Lagerfield un anónimo con detalles de tu relación con Miuccia.

-Púdrete. – contestó el modelo – Te harás más viejo sin averiguar quien fue la puta que voló a Miuccia. Ni la gorda lo sabe, no confiaba en ella para esas cosas – risita -. Ella le puso la bomba, estoy segura, tenía motivos, tenía la oportunidad… Miuccia no desconfiaba de ella, ¿sabes? Por eso le aceptó la cita de inmediato, aunque acababan de pelear. – hizo señas a Bassanio de que se acercara – Creyó que obtendría el dinero. – susurró.

Bassanio y Jeremy se miraron.

-No puedo pedirte esto. – le dijo en voz baja.

-Pues…  igual una experiencia gay es algo que nadie debe perderse. Y “ella” es muy guapa. – volteo a “verla”.

Jeremy gruñó.

-Tú serás el único que saldrá jodido de todo esto. – dijo a Andrej, quien sólo sonrió.

 

Continuara...

 

Notas finales:

Mi Bassanio D'Antonio es este ;)

http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/bassanio2_zps66bd597f.jpg

Mi Andrej es este, con un outfit parecido al que describi:

http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/andrejtenis_zps95663647.jpg

y como es tan bello otra foto:

http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/andrejrosa_zps55a48e88.jpg

 

La moda de los tenis fue una tendencia de mayo del 2013. Por si gustan verla: http://i1026.photobucket.com/albums/y326/NezalXuchitl/lamodadelostenis_zps4e182909.jpg 

 

Muchas gracias por leer, en especial a aquellos que no estaban muy convencidos con el capitulo uno pero le dieron una oportunidad al dos.

 


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