Se dice que cuando alguien desaparece de tu vida, tienes que seguir adelante; si esa persona te hacía feliz, tienes que encontrar algo que te devuelva esa felicidad. Esa alegría que, al parecer, se llevó esa persona que se fue, que se largó de tu vida.
"Seguir adelante... pero ¿¡Cómo!? ¿¡Cómo si él era mi todo!?"
No había cosa que no hicieran juntos. Simplemente no sabía vivir sin él. Todo le recuerda a él. ¡Siempre él! Dolía, dolía mucho, como si las espinas no se cansaran de dañar su corazón, sin ninguna piedad. Pasara lo que pasara, ese dolor no cesaría, porque aún recordaba sus besos, sus caricias.
Sin poder evitarlo las lágrimas corrían por sus características mejillas, sí, una vez más en la que esos sentimientos no hacían nada más que dañarlo. Sentimientos que eran expresados por las constantes lágrimas. Llorar, era lo único que últimamente hacía; llorar, pensar en él y entrar en depresión, ¿Se podía vivir así? Ya no quería, pero era inevitable.
YoungJae se arrodilló sobre la tumba de su amado, con las lágrimas aún saliendo, combinándose con los sollozos, los sonidos provocados por su nariz y el leve hipo a veces presente. Inhalaba con fuerza inflando sus pulmones. Ni el mismo aire llegaría a llenar ese vacío con el que había quedado, definitivamente lo necesitaba a él.
-¡¡AH!!- gritó mientras chocaba su puño contra el pasto, con fuerza, haciéndose hacía adelante quedando recargado sobre sus antebrazos. Esas típicas gotas saladas, que ya tenían el gusto de pasar por sus cachetes, caían al suelo.
YoungJae mantenía los ojos cerrados con fuerza, y, posteriormente:
-¿¡Por qué!?- reclamaba a la nada, con la cabeza hacía atrás. Dejando que la impotencia corriera por sus venas.
Suspiró a conciencia para calmarse un poco. Pasó los dedos por cada una de aquellas letras grabadas en la lápida, con lentitud. Las letras que decían ese nombre que tanto le gustaba, era hermoso. Bueno, todo era hermoso cuando se trataba de él. Se notaba que la lápida no tenía mucho tiempo de haberse puesto, a comparación de algunas que ya empezaban a tener telarañas.
-¿Por qué mi DaeHyun?- decía, ahora susurrando y dejando que esa extraña sensación de rememorar sucesos felices lo invadiera. Lo interesante era que, a pesar de ser felices, parecían causar un efecto totalmente contrario en YoungJae.
Recordó la razón por la que fue a visitarlo otra vez...
*Flashback*
-Te tengo una sorpresa- DaeHyun sonreía de oreja a oreja, escondiendo, con sus manos, algo detrás de él. Acababa de llegar al departamento de YoungJae, era muy cómodo y espacioso, nada que ver con el suyo. Justo ahora se encontraban en la cocina. Las paredes color beige hacían juego con la mesa.
-Siéntate a comer, después vemos eso- Últimamente todos los días desayunaban juntos. Eso les alegraba el día.
YoungJae encontraba de frente a la estufa, apagando la lumbre. Ya iba tarde a su trabajo.
Sin importar eso, DaeHyun se acercó a YoungJae, lo abrazó por detrás y le besó el cuello.
-Créeme que te encantará- susurró en su oreja, para después pasar a morderla. Le mostró una cajita, de terciopelo rojo. La sostenía con su mano derecha.
El menor la agarró con sus manos, admirándola. No tuvo ni tiempo de decir algo cuando DaeHyun ya se había aventurado a saborear sus labios con fervor. Era una sensación muy sensible y placentera.
-¿Anillos?-Abrió la cajita y se encontró con dos preciosos anillos, tenían grabadas estas palabras: “Juntos por siempre”, mientras que por dentro se visualizaba: “D&Y”.
Su corazón no se podía emocionar más, le encantaba. Aquellas palabras... Era lo único que deseaba escuchar de él. Haría todo lo posible para que se hicieran realidad. Sin embargo, algo dentro de su ser le avisaba algo, como una alerta que él sólo ignoró.
-Son hermosos... – seguía sin creérselo- Te amo.
El mayor apenas iba a abrir la boca para decir cuánto le amaba pero fue atacado por los labios de un alegre YoungJae. Otro beso más, con el cual, demostraba cuanto le quería.
-Siempre usaré el mío- dijo YoungJae, quien ya se lo había puesto y lo miraba con sus ojos brillosos, pasándole el dedo por su contorno- Y tú también, siempre tienes que tener el tuyo contigo.
Jae sabía que iba más que tarde al trabajo, pero, al diablo todo, él amaba a DaeHyun. Lo demás ya no importaba, un día que faltara no iba a pasar gran cosa. Decidió quedarse con su novio y todo el día se dedicaron a darse amor y cariño. Ese día era exclusivo para ellos.
*Fin del Flashback*
Recuerdos... Recuerdos que siguen ahí y no se van, que calan. Dan ganas de derrumbarte, de mandar todo al puto carajo. Ya había llorado lo suficiente, no podía más. Lo recordaba y su respiración se agitaba, su corazón le extrañaba y se lo hacía saber. Ojalá todo fuera mentira. ¡Por Dios! Quería despertar de esa terrible pesadilla. ¿Por qué a ellos? Siempre hay dudas de los sucesos que vivimos... ¿Por qué? Y ¿Por qué? Y jamás sabremos la respuesta en realidad. Aunque a veces, todo pasa por una razón. ¿Cuál será esa razón? YoungJae se negaba a aceptar cualquier cosa. No podía ser posible. Seguía sin asimilarlo por completo. Todo se lo recordaba, estaba tan centrado en él, que cuando ya no estaba, no sabía qué hacer, no sabía qué hacía antes de conocerlo, no sabía ser feliz. Separados, ya nada tenía sentido.
Mientras tanto, ahí se encontraba, hincado enfrente de la tumba. Llorando en silencio; tragándose todo su dolor, toda su impotencia que hace no lograba sacar por completo... Porque sí, aún se negaba a creer que era cierto. Mientras sus hombros se movían contantemente por culpa de sus sollozos, lo sacó. Sacó eso que tanto le pertenecía a su amor y que había dicho que siempre estaría con él.
Yo no debo tenerlo... le pertenece a él -pensaba- Cada quien debería tener el suyo ¿Verdad?
Tenía los dos anillos en la mano, los observaba con sus ojos más que húmedos. Que masoquismo, no quería dejar de recordar. Si fuera posible vivir en esos recuerdos lo haría sin dudarlo. Todo es tan contradictorio... Querer dejar ese dolor pero querer seguir recordando. Suspiró con fuerza.
Se colocó en el dedo anular el anillo que le pertenecía, que por alguna extraña razón era el que tenía algunos pequeños rayones por el uso diario, mientras que el otro, lo enterró en un pequeño hoyo que había hecho.
Sí, pertenecía a DaeHyun y simbólicamente, quería decirle que jamás le olvidaría, que le perdonara por no aprovecharlo lo suficiente. Con sus manos arrastraba sus yemas terminando de cubrirlo con la tierra. La tierra estaba húmeda, no tenía mucho de haber llovido.
Se limpiaba la nariz constantemente, tratando de poder respirar mejor, aspirando las famosas flemas que aparecen de tanto llorar. No pudo evitar escribir en la tierra con su dedo índice “D & Y”.
Ya no podía hacer nada, estuviera ahí o no, nada cambiaría así que se levantó y, caminando muy lento, mirando el suelo, con las manos en los bolsillos y pensando, se encaminó a su casa.
