CAPITULO 1
- Delicioso… - susurraron los carnosos labios de aquel hombre sereno, se puso en pie, relamió sus labios y con una tranquila media sonrisa se alejo del cuerpo que en pocos segundos dejo el vano mundo.
Sus largas piernas se deslizaron hábilmente por un callejón muy oscuro, que para los ojos de aquel, no lo era, cada rincón sin rastro de luz, para él era tan visible como en el día, salvo que desde hace 38 años dejo de ver la luz de sol, si alguna vez lo amo, ahora es un simple desprecio y miedo.
No había nada que calmara su formidable sed, podía acabar con familias enteras, pero simplemente terminaba lastimado y aun más sediento.
Desde muchos años, simplemente busco a una persona, a alguien que quizá curara la maldición que lo tenía así, alguien que era como él, pero esa persona quien buscaba había nacido con aquella maldición.
- ¿ya sabes? – Interrogo con una voz fría y calculada, - ¿la encontraste?
- claro que sí, pero hay un problema… - un chico muy delgado, con piel color crema, de facciones muy felinas y de la misma manera que aquel alto hombre, ese chico era frio en sus palabras, aun así, sabia como engatusar a las personas, de no ser por su miedo a las alturas, cualquiera podría decir que era un gato.
- no importa el problema, quiero verla – demando el hombre sereno de ojos grandes
- bueno, de todos modos será mejor que tu sepas del problema – contesto el chico felino con una sonrisa picara, a lo que el hombre contesto con una leve sonrisa torcida
Ambos cuerpos se dirigieron a un hospital, no quedaba muy lejano, ambos se desplazaron por las sombras, por los lugares más oscuros de la ciudad, por la luna se podía divisar que era aproximadamente las 2 am.
Por primera vez aquel hombre sereno no se detuvo a cazar a pesar de la inmensa sed con la que se encontraba, solo quiso llegar a su destino y acabar con todo.
Por paredes altas ambos se deslizaban sigilosamente, saltaban paredes sin problemas, no eran nada visible al ojo humano, ambos disfrutaban mucho de aquello, podían jugar con sus presas, y el chico de ojos grandes disfrutaba alimentarse del miedo, aun mas de aquellas criaturas inocentes, débiles, delicadas y sin protección como eran los niños, según él, era la sangre más pura que había en la tierra.
- ahí está, haz lo que quieras, está en el piso 5 – le señalo con puntiagudo dedo largo – puedes verla desde aquí, sígueme… - el sigiloso niño trepo rápidamente un enorme árbol, a unos cuantos metros y estaba muy cerca a aquella habitación donde se encontraba su objetivo
El chico alto diviso el interior, la habitación era completamente blanca, había una camilla, en ella postrada una delicada y muy delgada figura, su respiración era inestable, se encontraba sedada, a lo lejos él podía saborear ese sabor metálico y dulzón que ingresaba de aquella bolsa al cuerpo de aquella criatura. Sus pupilas crecieron y diminutos hilos de sangre brotaron en aquellos ojos negros, unos afilados dientes hirieron su lengua, aparentemente en ese estado no era nada sereno, tenía una sonrisa desalmada llena de deseo y locura, se lanzo a unas ramas que estaba a pocos centímetros de la venta, quiso abrir aquella delgada barrera que lo separaba de su objetivo…
- … Minho… - una voz aguda susurro su nombre, hizo que se detuviera y quede paralizado en el estado que se encontraba, reviso bien la habitación y al lado de esa niña había una figura posaba sobre la mesa de noche, observaba a Minho con ojos severos, la criatura llevaba una bata blanca brillante, en su espalda sobresalía unas notorias y hermosas alas de plumaje blanco, sus cabellos eran rubios y alborotados, en ese instante vio que aquel ángel miraba a la niña con preocupación, miedo y dolor, sus ojos eran como el oro, su piel blanca casi como sus alas, sus labios gruesos y rosas pálidos.
Minho se enfureció y gruño “¿un ángel?” pensó, ¿como aquella criatura tan parecida a él podía tener un ángel? Sus dedos largos destrozaron las ramas que lo sostenía cerca a aquella habitación, ya no había ningún objeto que lo sostuviera, pero no fue una molestia, de una ligara pose y ya estaba de pie, está muy furioso
- ¡¿un… un ángel?! – gruño, sus ojos lanzaban odio y rabia a todo lo que le rodeaba
- iba a decírtelo, pero no escuchaste… - entre risitas dijo el chico felino
Lanzo un grito y se aventó contra su compañero, este solo se movió un poco y aun reía más – Kibum! ¡¡Mátalo!! – gritó el hombre que ahora se podía divisar sus dientes, sus respiración era agitada por la rabia.
- ¿yo? Es tu chica suicida, no mía – le dijo Kibum con vanidad y sus ojos se posaron a sus esbeltas uñas
-¿su-suicida? – cuestiono alarmado Minho, nuevamente estaba sereno
- ¡así es! Mientras tu deseas su vida, ella la desprecia, se cortó las venas de las muñecas, por su mala suerte la encontraron y la trajeron de emergencia, la intervinieron quirúrgicamente y ahora esta reposando… - explico a Minho, tenía un tono de desprecio por esa chica, aun que no era la única, detestaba a todo humano y aun que ella no era totalmente humano, se comportaba como uno, y eso detestaba Kibum – apuesto que al despertar, hará un berrinche ja… tonta – dijo pensativamente remarcando la última palabra con desprecio
- ¿y qué tiene que ver el ángel en todo esto? – cuestionó Minho para sí mismo
- pues… no eres el único que la busca, otros seres también quieren su sangre… y lo gracioso es que no tiene ni la más mínima idea… - respondió Kibum, sonriendo maléficamente para sí mismo en la última frase – así que, apresúrate, o… podrían ganarte – sus labios dibujaron una media sonrisa vanidosa
- ¿y qué hago con el maldito ángel? – Minho pregunto nuevamente enfurecido
- la noche es larga aun… - Kibum contemplaba la luna - yo me encargo del ángel… - Minho se asombro de la ternura que desprendía aquel niño, cualquiera podría caer ante aquellos adorables ojos, pero su corazón no era nada parecido a sus ojos
- entremos entonces… - vocifero Minho con una miraba malévola y su amigo gatuno lo siguió.
Ambos ingresaron a aquel enorme hospital, sin rastros de miedo, pasaron de largo recepción, y solo recibieron miradas asombradas de las enfermeras, muchas los llamaron pero ellos no hicieron caso
- será divertido terminar con un adorable angelito – dijo Kibum entre risas y saltitos pero con la mirada fría y llena de odio
No esperaron los ascensores, simplemente las escaleras eran más que suficientes, hábiles y sigilosamente subieron rápidamente al 5to piso, no tardaron más de un minuto. Al llegar les recibió un solitario letrero “Psiquiatría”, ambos se dedicaron una mirada y Kibum sonrió desalmadamente. Un corredor largo color blanco con luz tenue les guio a la puerta correcta.
Minho se detuvo antes de entrar, giro su cabeza ligeramente, llenó todo su organismo muerto de odio y rabia, sus ojos se tornaron aun más oscuros, su rostro bajo un poco, dejando ver en ella una temerosa expresión, de un tirón abrió la puerta, ahí estaban ambos, el ángel no se alarmo, había sentido su presencia a distancia, su mirada era la misma, severa.
Kibum salió detrás de Minho y con una sonrisa llena de locura y odio posó sus ojos aleonados en el esbelto ángel, pero aun así el ángel no cambio de expresión, ambos se miraron fijamente, y Minho solo observaba a la niña desvanecida en aquella incomoda camilla, ignorante de todo lo que estaba por suceder en la habitación.