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HOPELESS (Somos 4) por X-Dvir

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Notas del fanfic:

Espero que me deis una oportunidad y ojalá os guste.

Notas del capitulo:

Bueno aqui el primer capitulo.

Aclaraciones: Las cursivas son recuerdos.

 

Capítulo 1:

 El pasado: recuerdos y un adiós. El presente: muchas  preguntas.

 

-¡Venid todos, he encontrado algo!- gritaba una niña pelirroja de ojos verdes a sus acompañantes que se acercaban hasta ella guiados por el sonido de su voz.

- Estamos en el bosque  ¿Qué has encontrado? ¿Un árbol? ¿O una hoja?–hablaba un castaño mientras se acercaba seguido de dos pelinegros.

-Yo voto porque seguramente es una hoja ¿y tú?- le siguió el juego a su compañero mientras su gemelo se adelantaba e ignoraba las bobadas del par.

- Yo creo que es…- pero la broma les duró poco pues cuando se acercaron a la chica vieron algo impresionados lo que allí se encontraba. No se lo podían creer. Los cuatro pensaron lo mismo: ¿Qué diablos hacia eso en el medio del bosque?

 

-Hay algo escrito, aunque parece bastante viejo- comentó la pelirroja mientras procedía a leerles lo escrito a los otros que escuchaban atentamente- Dice: “Solo esos que no le teman a su propia muerte y hayan vivido junto a ella alguna vez pueden portar aquello que abre la pared de la realidad”

-¡En el otro lado hay otra frase!-todos se acercaron corriendo al pelinegro de ojos azabache y leyeron las palabras talladas en la piedra, unas palabras que los marcarían para siempre…

 

-Me voy…- dijo un castaño a los dos pelinegros que estaban con él.

Se encontraban en un parque cuando recibieron la noticia de su amigo y los gemelos no cabían en su asombro, a sus cortos siete años no se esperaban tal revelación de su mejor amigo, esta les había caído como un balde de agua fría.

-Es…estás de…broma… ¿verd…?- intentó decir sin creérselo el mayor que tenía los ojos castaños.

-Pues a que esperas… ¡VETE! ¡No te queremos aquí! ¡Olvídate de nosotros y no vuelvas! – interrumpió a su hermano gritando el de ojos negros, para luego mandarle una mirada de odio al de ojos azules y marcharse del lugar dejando solos a los otros dos que solo pudieron observar como aquel se marchaba. El castaño se entristeció por lo que había dicho.

- Lo siento, ya sabes cómo es…- animó a su amigo al verlo así.

- No me extraña que nadie lo pueda controlar…- intentó sonreír el de ojos cielo sin éxito.

-Aunque sea Anny puede controlarlo un poco, todavía no sé como lo consigue, quizás es… amor- argumentó mientras  movía la cabeza como si estuviera del todo convencido de su idea.

- O quizás unos calmantes… o unos dardos tranquilizantes después de todo es más un animal que un ser humano- dijo ya más animado mirando a su amigo que le dio un codazo.

-No te pases que es mi hermano- dijo mirando supuestamente enfadado al otro aunque no lo consiguió ya que no pudo evitar una sonrisita que fue correspondida por el otro.

-A veces se me olvida… ahora que lo pienso… ¿no será cosa de familia?

-¡Cómo se te ocurre!- chilló mirando a su compañero con los ojos desorbitados, para luego cambiar a una expresión más relajada y seria- Por cierto ¿es verdad que te vas?

-Si…

-¿Cuándo?

-Mañana

-Entiendo- bajó la mirada, al poco rato la levantó ante de su amigo que vio una sonrisa en su rostro- Entonces creo que te tengo que hacer una pregunta antes de irte.

-Sabes que seguiremos siendo amigos siempre, no hace falta que lo preguntes. Recuerda, siempre seremos los Corazones Arcoíris – al decir esto último hizo la pose: puso una mano en su cintura  mientras la otra mano señalaba al cielo para luego ser dirigida al ojo en forma de tijeras mientras picaba el otro ojo y movía la mano del ojo hacia la boca la separaba y decía- Chu! –El otro lo miraba como si estuviera loco y se separó de él, después de todo estaban en medio del parque y si lo asociaban con él podrían tomarlo por loco,  la otra razón para separarse era que tenía miedo de que se le contagiase después de todo Anny había podido pasársela al castaño.

- La verdad es que no podemos dejar que Anny vuelva a elegir nombre y menos que nos convenza otra vez sobre utilizar una pose tan ridícula, todavía me pregunto cómo fue que aceptamos…-negó con la cabeza, no se debía desviar del tema-… pero eso no es lo que te quería preguntar, idiota.- el castaño al oírle decirle eso puso su cara seria al instante, intrigado por lo que le pudiera preguntar- Bueno…sé que es una pregunta rara, así que no te rías…- con lo que acababa de decir el de ojos azules solo aumentó su curiosidad- tú…- el pelinegro se decidió, levantó la cabeza, lo miró seriamente con un sonrojo en sus mejillas y…

-¡Hola chicos! – se acercó corriendo una pelirroja de ojos verdes, con cara de preocupación.

-Anny cállate un momento que Alex- señaló al pelinegro- me iba a decir algo- terminó por decir para luego mirar a su amigo, que le dirigía una mirada de… ¿terror, incredulidad y pena?... fue entonces que se dio cuenta de sus palabras y se arrepintió de haberlas formulado, peo ya era tarde pues cuando se giró de nuevo a la chica para disculparse lo vio… vio al mismísimo demonio…vio a Anny con una sonrisa inocente en la cara y lo supo…aquel iba a ser el lugar en el que moriría, sería su fin…  ¡No! Ese no sería el final, si hiciera falta dejaría su orgullo, aunque tuviera que aplastar su dignidad de hombre, no podía perecer… ¿Pero que estaba diciendo? Aunque Anny  en ese momento fuera escalofriante con esa sonrisa, no dejaba de ser una niña, no le haría nada, ¿no?...no podía arriesgarse, era muy joven para morir. Lo iba a hacer, iba a disculparse, pero no dejaría su orgullo por los suelos.

-Anny, lo siento… ¡Perdóname!-decía o más bien suplicaba lo último arrodillado con su frente casi tocando el suelo.

-…-

Al no oír respuesta alguna por parte de Satán… digo de Anny, levantó la cabeza y lo último que vio fue como Anny se le tiraba encima para pocos segundos después perder la conciencia, que lo llevó a la oscuridad más absoluta. Para solo despertar al día siguiente con los rallos del sol que le indicaban que ya era hora de irse, de marcharse con sus padres de ahí, de dejar su infancia y a sus amigos que formaban parte de esta.

Ese fue el último encuentro entre los cuatro amigos, un encuentro que siempre recordaron como el último en el que estuvieron los cuatro como solían estarlo siempre. Después de ese día muchas cosas cambiaron, ya no estaban juntos y aunque les costó asimilarlo siguieron con sus vidas sin saber que les deparaba el futuro. Un futuro incierto, en el que no sabían que podría pasar, después de todo ellos no eran chicos normales, ellos tenían un secreto que por ahora solo ellos sabían y que los envolvía en un futuro mágico.

Dylan:

Era una mañana tranquila, el sol salía y los pájaros cantaban en esa área. Yo, un joven de cabellos castaños que me llegaban hasta el cuello en el que acababa ondulándose y ojos azul claro, me levanté, ayer acababa de llegar con mis padres de Nueva York a mi pueblo natal y estaba bastante cansado. El viaje había sido largo agregando que era de noche y que no había dormido la noche anterior por la fiesta de despedida que me habían hecho mis amigos sumándole una horrible resaca, además de que debía empezar en un instituto nuevo y en un pueblo que aunque antes amaba, no me parecía del todo gran cosa, lo había sobreestimado en mi infancia simplemente porque era un crio pero no creía volver a sentir nunca lo mismo, si por mi fuera volvería a Nueva York pero mi padre fue transferido aquí y por ahora él me mantenía, así que no tenía otra opción. Iba caminando mientras miraba la dirección que tenía en un papel que me había dado mi madre esa mañana para poder encontrar el instituto, ni que ese pueblo fuera más grande que Nueva York, aunque había que decir que el bosque que se encontraba al lado era  bastante grande.

Me encaminé hacia dentro del edificio que estaba marcado en el papel y me dirigía a la sala del director cuando de repente veo una escena que me deja boquiabierto en un pasillo.

Ahí se encontraba un joven de unos dieciséis años de cabello negro con la espalda pegada a la pared, enfrente de este se encontraba un chico de menos edad que el anterior, seguramente de once o doce años, de pelo rubio y con gafas, agachado a la altura de la cintura del anterior, y os preguntareis el porqué, pues os lo diré le estaba haciendo una felación al otro. Sí, habéis leído bien, ¡Se la estaba mamando en medio del pasillo!  Y lo peor es que yo lo estaba viendo todo. Vamos a ver no me mal entendáis, no soy un santo, no es que no haya visto eso nunca, es decir soy un chico de catorce años, pero es que… ver hacer eso a dos chicos en este momento, pues no me lo esperaba, como tampoco me esperaba lo siguiente que pasó, pues cuando volví a dirigir  la vista al “espectáculo”, el chico de rubio me miró atravesando sus anchas gafas que no dejaban que viera sus ojos. Después de verme ni si quiera se sorprendió ni se lo dijo a su compañero pues este no se había percatado de mi presencia. El rubio, que todavía estaba agachado y con el pene del otro al lado de su cara, me sonrió y movió los labios formando unas palabras que supe leer:

“¿Quieres tu también?”

Vi como el chico después de saber que había pillado sus palabras se pasó la lengua por sus labios. Me dio un escalofrío de solo pensarlo, yo no soy gay, además que se creía ese crío, que se la fuera a chupar a otro, así que sin más dilación moví los labios como había hecho anteriormente el otro y pronuncie:

“Eso quisieras tú”

Y me largue sin saber cómo le habían sentado mis palabras al chico, simplemente seguí mi camino al despacho del director, esperaba que mi primer día acabara rápido y sin más percances.

Cuando entré a la oficina del director empezó a darme la charla sobre la disciplina y sobre se debían llevar a rajatabla las normas en ese centro, si él supiera lo que vi tan solo entrando al instituto ya no podría decir eso de que los jóvenes de ahí eran todos muy educados, que era lo que llevaba explicándome desde que llegué. Después del aburrido monologo del director Antonio, un hombre gordito y calvo, me presentó al que sería mi tutor, una mujer joven, delgada con el cabello largo castaño y los ojos del mismo color. La chica me saludó alegremente y se presentó como Laura. Ella me guío hasta la que parecía ser mi nueva clase, hace rato que tocó el timbre, seguramente ya todos estarían en clase. Abrimos la puerta y entramos, ella primero y yo después,  me paro al lado de ella cuando ella lo hace, me presenta y mientras lo hace me fijo en mis nuevos compañeros, todos  me miran curiosos y yo a ellos solo les dirijo una mirada indiferente que demuestra perfectamente lo que siento en ese momento. Espero el momento en que me indican el asiento, al lado de la ventana, en la última fila. Me muevo esquivando las miradas y me siento en mi sitio para atender a la profesora que ya había empezado su aburrida clase de historia.

Toca el timbre, por fin termina la primera hora y de pronto… comienza una estampida. Muchos de mis compañeros, por no decir que son caníbales en busca de mi jugosa piel, me maldije por tener esa piel tan provocadora y apetecible, se acercan y me llenan a preguntas que intento responder, para que así pare el interrogatorio pero solo siguen preguntando y asfixiándome con tantas voces juntas. De pronto oigo como una voz que sobresale entre las demás.

-Dejadlo un momento, ya tendréis tiempo de preguntarle luego, en el recreo, ahora Luna y yo debemos decirle las normas básicas- y entonces  veo como la multitud se aleja dejando solo a un chico pelinegro y a una chica rubia de ojos verdes.

-Gracias, pensé que no iba a sobrevivir- dije sinceramente consiguiendo el aire que antes escaseaba.

-No exageres- me contestó el chico de pelo negro que me había salvado.

-No lo hago, ¡si parecían ganado en vez de personas!- respondo totalmente serio y miro hacia ellos, la chica se tapa la boca aguantando la risa desesperadamente al no  saber si estaba hablando en broma o no, mientras que el chico solo me sonríe y me dice:

-Bienvenido a casa Dylan-se lanzó a mis brazos y me abrazó, no pude evitar corresponderlo pero aun así me preguntaba quién era ese chico, ¿Cómo sabía que yo vivía antes ahí? Miré a la chica que estaba parada ahí viendo la escena y también me extrañó ¿Por qué sonreía al vernos? Dirigí mi vista por el aula en busca de alguien que me explicara la situación y lo único que vi fue la mirada asombrada de todos los demás alumnos de la clase, así que lo supe, su comportamiento no era normal entonces la pregunta es… ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué tipo de escuela es esta? Porque está más que claro que no era una escuela como el director había dicho… ¿tranquila, respetuosa y educada? ¡ Quien mierda pensaría que está escuela es así si el primer día veía a un chico rubio hacerle una mamada a otro en pleno pasillo y de paso te invita a unírteles, después ver como una estampida de alumnos se te acercan y te quitan el aire  y después un tipo que al principio te salva la vida y luego se te tira a los brazos mientras su compañera pone una sonrisa que claramente dice “¡Que lindos!” y después todos te miran como  si hubieras cometido un crimen grave que te matará! ¡Después de que pasara todo eso en un solo día no solo pensarías que el director está loco y te preguntarías quien coño le ha dado el puesto sino que además te das cuenta de que tendrías que estar lo que queda de curso en este sitio! ¡O no, me moriré joven! ¡Mierda!

Notas finales:

Espero que os haya gustado. De todas formas me gustaría que me dierais vuestra opinion con respecto a la historia.


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