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Lo correcto por kallenparms

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Notas del fanfic:

Yukiko, lo prometido es deuda y con esto queda saldada, muy cortito, pero espero que logre su cometido.

Notas del capitulo:

Los personajes de KKM son de su creador, hago esto sin animo de lucro.

 

¿Existían bases para sustentar ese amor?

 

 

 

Era la pregunta que le venía ala mente una y otra vez; hubo un tiempo en que creyó tener la respuesta, la esperanza le hacía seguir adelante, pues su corazón le decía que tenían tiempo, que tal vez su amor no sería correspondido tan pronto como él lo deseaba, debido a las circunstancias en las que se dio la extraña relación, pero que al pasar de los años lo lograría. El amor de Yuuri se convirtió en su meta...

 

Nunca trazó un plan o intentó dilucidar por completo los pensamientos de su prometido, quizás ese fue su error, creyó que le bastaba con protegerlo más que a si mismo y medio convivir a diario con él, pues Yuuri podía mostrarse tolerante y hasta consecuente en ocasiones, todo eso debido a su instinto de conservación y el evitar riñas y confrontaciones, después de todo era conocido como el Maou que promovía la paz, no podía mas que mostrar el mismo método en sus relaciones personales.

 

 

 

¿Era malo tener sueños?

 

No, no era malo, lo que si estaba mal era aferrarse a situaciones que claramente eran imposibles. Su sueño era lograr el amor de Yuuri, casarse y formar una familia; ya tenían una hija, pues Greta le adoptó como tal al igual que hizo con  su prometido; quizás podrían adoptar otro niño si consideraban que la familia debería crecer, después de todo, podían permitírselo, tendría una buen vida para criarlo. Imaginaba los días de campo, los juegos y entrenamientos, el esgrima por supuesto no podría faltar (pues era el que mejor se le daba), y en pareja, caminar por las praderas cogido de la mano de Yuuri o si se ponían mas atrevidos, cabalgar aspirando el aire fresco; casi presenciaba en su mente la sonrisa de Yuuri, esa que era su motor, la que le transportaba a lugares bellos y recuerdos de la infancia en los que fue feliz; el pelinegro era tan especial, tan apasionado de la vida, generoso; un henakocho en muchos sentidos, pero en los trascendentes era tan imponente, limpio y leal, lo que cualquier persona desearía como compañero.

 

 

 

Sus añoranzas lo llevaban a crearse cuentos propios, esos donde al final del día y luego de cumplir con las obligaciones que el cargo demandaba, tumbarse en la cama y acurrucarse abrazados, riendo y charlando sobre lo acontecido, repartiendo pequeños y perezoso besos. No era tan inverosímil ¿o sí? Él pensaba que no, pero aunque lo hubiese creído posible, eso nunca ocurrió.

 

Todo se desvanecía cuando Yuuri ponía cara de fastidio al verlo con el camisón rosa; cuando la noche llegaba una mueca de incomodidad que no intentaba disfrazar se instalaba en su bello rostro; las primeras veces se quejó muchísimo, él le ignoró  creyendo que eran simples pataletas por no estar acostumbrado a compartir el lecho, otra justificación era la timidez, con el paso del tiempo se dio cuenta que no era ni lo uno ni lo otro, el pelinegro dejó de quejarse, simplemente le ignoraba, como si fuera una más de las almohadas en aquella cama, se mantenía lo mas alejado posible, poniendo con eso una barrera invisible que evitaba cualquier roce que pudiera darse. Últimamente nunca coincidían a la hora de ir a dormir, por lo regular uno de los dos ya estaba profundamente dormido cuando el otro llegaba, cualquier posibilidad de entrar en intimidad se cortaba completamente.

 

 

 

 

 

Suspiró limpiándose la solitaria lagrima que rodaba por su mejilla, aun era de madrugada y el sol no había bajado a iluminar, aunque no faltaba mucho, se quedaría un rato más ahí, sentado sobre la ladera de la colina, mirando hacia el castillo donde no se vislumbraba movimiento; esperaba que Yuuri saliera como todas las mañanas a pasear por el pueblo, sería la ultima vez que lo vería quizás en mucho tiempo, y quería que fuera a escondidas, sin que el otro se percatara del dolor en su rostro.

 

Irse era la decisión correcta, lo sabía y todos los que le rodeaban también. La vida en Pacto de Sangre se había puesto difícil en los últimos tiempos. Yuuri era honorable, a pesar de que le armaba escenas de celos sabía que jamas faltaría a su palabra, ni le engañaría con alguien más,  cumplía con el papel de prometido, su código de honor no le permitiría involucrarse con alguien cuando de nombre tenía una relación “formal” , oportunidades no le faltaban,  el pelinegro seguro conseguiría a quien se le pusiera enfrente, tanto Mazokus como humanos, de ambos géneros buscaban sus favores, pero Yuuri les dejaba pasar como agua entre sus dedos; hubo un tiempo en el que él se sentía dichoso al comprobar como el Maou les rechazaba, sin embargo ahora no era así; el vacío se había instalado en ellos, Yuuri se veía tranquilo, nunca reclamaba nada, mas la sombra perpetua de la soledad velaba sus ojos ¿por que no le amaba? ¿que era lo que le faltaba para tenerle rendido a sus pies? Yuuri le quería, de eso no había duda, pero eso no era suficiente, ya no, ambos estaban sufriendo, Yuuri por no poder avanzar y Wolfram porque se sabía culpable de truncar la felicidad del pelinegro. Sus hermanos no intervenían, ni siquiera Conrad que estaba más apegado al Maou, el que apelaba a la razón, mas que nada por el bienestar de su amado Heika era Günter, siempre servil al pelinegro y tomándolo a él como caprichoso. Wolfram nunca hizo caso de los reclamos del hombre de cabellos violeta, y se sintió egoísta al comprobar con sus propios ojos la nostalgia que reflejaba el rostro de Yuuri cuando veía alguna pareja feliz pasear por el pueblo, eso lo definió todo. No fue fácil aceptar la realidad, porque en algún momento creyó que su historia se convertiría en una sola, le dalia pensar que lo tenía tan cerca y no podía tocarlo, ahora sus vidas cambiarían, ya no había mas nada que hacer.

 

 

 

 

 

Observó fijamente el castillo, mientras ya el sol estaba en su esplendor dando los buenos días al lugar; aguanta la respiración cuando oye los relinchos de los caballos, la corte está por salir, los nervios le invaden y se frota las manos intentando alejarlos, sólo espera aquella visión; respira lentamente y traga saliva, lucha por no retractarse.

 

Cuando al fin lo ve salir, montado en el caballo negro, siente un cosquilleo en la espina dorsal, Yuuri hace que la marcha se detenga unos instantes, admira los alrededores y Wolfram se congela aunque sabe que no hay posibilidad de que lo vea. La corte retoma la cabalgata con Yuuri al frente, no puede distinguir claramente su facciones, pero el lenguaje de su cuerpo le dice que esta bien, relajado. El rubio se desliza quedando sentado sobre el pasto, pues sus piernas temblorosas ya no le sostiene, inhala profundo tragándose las lagrimas, levanta la vista al cielo azul y exhala con fuerza, la ola de recuerdos “felices le nubla la mente, cierra los ojos guardando la imagen de la “despedida” en su memoria, en un momento quiso hacerle saber que estaba ahí, que podía luchar aun más por conquistarlo, peno no lo hizo; sólo un momento le toma relajarse de nuevo; cogiendo fuerzas se levanta y camina silencioso hasta donde su caballo, trepa con gracia innata, acaricia la crin del animal y con las piernas le insta a avanzar.

 

-Vamos Ao* ya nada nos detiene aquí.

 

 

 

Fin 

 

 

Notas finales:

*No recuerdo el nombre del caballo de Wolf, y estoy casí segura que Ao es el de Yuuri, pero bueno.


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