Cause you're fucking cute, that's why
Daehyun fijó su mirada en el cuerpo despreocupado de aquel joven. Youngjae caminaba con impaciencia pero sin desesperarse, movía sus pies con lentitud y cruzaba sus brazos de vez en cuando. Estaba haciendo una sesión de fotos. Sus ojos iban de un lugar a otro, viendo a la cámara, viendo al techo, viendo a la nada. Hacía gestos inocentes, otros provocativos y otros graciosos. Guiñaba los ojos, sonreía de medio lado, se pasaba la mano por el flequillo, mordía sus labios. Era todo un espectáculo para Daehyun. Porque a él le encantaba verlo así.
– Te veías lindo allá – le dijo a Youngjae una vez que se encontraban solos en el camerino para cambiarse de ropa.
– Cállate – le respondió.
Y eso es lo que le gustaba de las sesiones de fotos. Podía ver a Youngjae hacer poses y expresiones que nunca imaginaría. Y después podía molestarlo un poco con eso, porque algo que también le gustaba de su amigo el cantante era la facilidad con la que sus mejillas se sonrojaban con piropos como ese. Era todo un caso. Desde que se conocieron, Daehyun pasaba sus ratos libres haciéndole cumplidos a Youngjae, sólo por el placer de ver sus reacciones; y lo que parecía más extraño es que no importaba cuantas veces lo hiciera, Youngjae no terminaba de acostumbrarse. Y eso a Daehyun también le gustaba.
– Hablo en serio, Youngjae – dijo, y el otro volteó con reticencia – No sé qué te pasó hoy, pero te veías más lindo de lo normal.
Y le sonrió. Esa sonrisa maligna y cariñosa que Youngjae tanto odiaba, porque apenas y las palabras llegaban a sus oídos y aquella risilla aparecía, él ya estaba temblando de nervios, con un color rojo intenso en su rostro y la mirada fija en el suelo, sin saber qué decir.
– Dicen que te vuelves más atractivo cuando estás enamorado – soltó Daehyun al otro lado del salón, mientras despreocupadamente metía algunas cosas a su bolso. – Aunque – continuó –, tú te vuelves adorable.
Youngjae sintió como sus orejas se volvían tibias y como las manos le fallaban mientras trataba de tomar su celular de la mesa. Estaba tan ocupado intentando concentrarse que no se dio cuenta cuando Daehyun ya había caminado a través de la habitación, y le miraba la espalda a un metro de distancia.
– Y entonces... – comenzó – ¿es por eso? – preguntó mientras se acercaba más. – ¿Estás enamorado?
Las palabras volaron con suavidad y el sonido de su voz se perdió en el aire, casi tan lentamente como el paso del tiempo, que parecía haberse detenido. Youngjae sintió un repentino vacío en el estómago y después un pequeño revoltijo que le avisaba que podría vomitar de los nervios en cualquier momento. Se quedó quieto, mientras un reloj a lo lejos inundaba el lugar con su incesante tic tac. Sólo sintió como la mano de Daehyun le tomaba con sigilo el brazo por encima de su camisa, y lo obligaba con sutileza a voltear. Youngjae se dejó hacer, y giró su cuerpo para encontrarse con el de Daehyun a muy poca distancia del suyo. No fue capaz de levantar la vista.
– Tomaré esa respiración agitada y ese rojo en tu cara como un sí - habló Daehyun, aun sin soltarle el brazo. - ¿Quién es el afortunado?
Youngjae lo único que quería en ese momento era salir corriendo de ahí y nunca volver a encontrarse con Daehyun. No sabía qué decir, no sabía qué hacer. Todo lo que su cuerpo era capaz de reaccionar eran unos balbuceos sin sentido y un constante temblor en las piernas. Los pies no le respondían. No podía moverse, ni pensar en nada. Cerró con fuerza los ojos y agachó aún más la cabeza, no quería ver el rostro burlón de Daehyun frente a él.
– ¿Soy yo acaso? – preguntó altanero.
"Claro que eres tú, idiota", quiso responder, pero era obvio que no podría. Era fácil pensarlo, y seguramente se lo podría escupir en la cara si no estuviera así de nervioso y con la mente tan en blanco. Sería tan típico de él contestarle a Daehyun de esa forma, diciéndole la verdad pero fingiendo indiferencia, tratando de restarle importancia. Pero no podía, porque si se trataba de Daehyun, era diferente, su mente se volvía estúpida y perdía la razón. Pero de todas formas no importaba, porque Daehyun lo sabía. Era demasiado obvio que Youngjae ni siquiera se molestaría en decirlo.
– Sí – dijo después – Claro que soy yo – sentenció.
Daehyun dio un paso más y recorrió despacio su mano por todo el brazo de Youngjae, con suavidad. Youngjae sentía más espasmos conforme la mano de Daehyun iba subiendo hasta su cuello. Todo era tan surreal, con el bullicio tras la puerta del camerino y la ropa y accesorios divulgados por todo el suelo. El sonido y las cosas parecían tan lejanas, tan bizarras. Pero aun así, tan vívidas.
– Te amo – le susurró Daehyun al oído.
Su mano se cerró en su cuello y le acarició la piel con la punta de los dedos. Su aliento le tocó el hombro y la nariz le cosquilleó el lóbulo de su oreja. Youngjae se quedó inmóvil. Su mente se desconectó, sus sentidos dejaron de funcionar y su sentido común explotó. Eran un sinfín de emociones que se amontonaban en su pecho como si fueran un remolino, intensos y sonoros. Su cuerpo sintió escalofríos ante el tacto de Daehyun sobre él, y Youngjae, por más que lo deseaba, no era capaz de decir una palabra. Quería decirle tantas cosas. Quería decirle que él también, que él lo amaba también, pero sus labios se movían sin su permiso y no lo obedecían. Su garganta se cerraba cada vez que iba a hablar y su voz parecía no querer salir. Las manos le temblaban en el aire y su frente comenzaba a sudar.
Pero Daehyun lo sabía.
Le miró con complicidad desde arriba, imaginándose lo complicado que debía de ser para Youngjae verle a la cara y decirle "yo también te amo". Y él lo entendía. Disfrutó de ver el cuerpo de Youngjae entre espasmos, confusión y ansias por todo un largo minuto, antes de tomar su mentón entre sus dedos y hacerlo levantar la cabeza. Vio sus ojos llorosos y llenos de sorpresa. Sus mejillas estaban coloreadas tenuemente con múltiples tonos rosados y su labio inferior temblaba con nerviosismo.
Daehyun sonrió.
– ¿Ya te había dicho que eres lindo? – le murmuró sobre su frente. – ¿Jodidamente lindo?
Y antes de que Youngjae siquiera pudiera reaccionar, Daehyun le besó en los labios con rapidez y mesura. Le recorrió los labios con la punta de su lengua y dejó que el cuerpo de Youngjae se debilitara en sus brazos, y que sus pequeñas manos se aferrar a su espalda. Le contorneó la cintura entre sus brazos y lo acercó a su pecho. Los latidos de Youngjae eran tan irregulares, apresurados y fuertes, que resonaban dentro de la habitación y se podían escuchar con claridad.
Por eso a Daehyun le encantaba Youngjae.