El silencio inundaba la habitación al igual que el humo de aquel cigarrillo recién encendido.
Con la mirada fija en el ventanal, perdida en la soledad de la oscura calle, dejó que se consumiera poco a poco tal como se consumía su razón por los pensamientos que no paraban. Una ligera vibración en su pierna lo sacó de sus cavilaciones.
Dio una calada al nuevo cigarrillo que encendía tras tirar al suelo la otra colilla, dejando que su celular siguiera vibrando sobre el mango del sofá en que estaba sentado.
Se negaba a contestar. Quería evitar que el error se hiciera costumbre.
Tomó su abrigo, previo a salir a la calle sin un rumbo fijo.
Pasó cerca del café, del parque, de algunos lugares que solo le provocaban un estremecedor anhelo, que también aumentaban el vacío interno que él mismo había creado.
Sin darse cuenta llegó al bar de mala muerte; lugar en donde había adquirido malas costumbres como fumar o engañar. Engañar a la persona que más quería por un estúpido impulso que se había manifestado a causa del alcohol y una previa discusión con él, su novio, al que olvidó en cosa de minutos por un completo desconocido.
Otra vez despertó en la cama de aquel muchacho, que no era un desconocido para nada, luego de que cometiera el mismo error por cuarta vez en el mes.
"Esta es la última vez que pasará, Youngjae. Lo juro."
Murmuró al marcharse del departamento, y lo repitió en el camino en un acto de auto-convencerse.
Otro cigarrillo apaciguaba la ira que sentía consigo mismo.
Dejaba el tiempo pasar, en una mezcla de soledad y melancolía. Cuestionándose el rol del destino en aquella situación. Recordando lo que hizo y lo que no con el que alguna vez prometió un por siempre en compañía de un beso.
Lo extrañaba.
Lo necesitaba.
Realmente lo amaba.
El lugar ya no tenía vida, su cama estaba fría, su alma se destrozaba a cada segundo que pasaba.
Sabía que si seguía así, con los mismos impulsos y pensamientos contaminados por la sombra de su error, terminaría aniquilando hasta la más mínima oportunidad de ser feliz. De volver a lo de antes.
"¿Daehyun? te dije que no me llama-"
"Perdón. Perdóname.. Te amo."
". . . ."
"Te amo.."
Otra vez oía el tono del teléfono.
Una vida no sería suficiente para llorar.
Ni un día más era capaz de soportar sin el menor.
Tanta era su necesidad por el contrario, que ya se encontraba, ansioso, tocando el timbre de su departamento.
Palabras lacerantes, una actitud doliente, palabras sinceras, un abrazo forzado junto a un beso; calmaron la sed que tenía de aquel muchacho. Le devolvieron el alma al cuerpo.
"Juro que nunca más volverá a suceder.. lo juro."
Sólo escuchó un suspiro del menor a la vez que éste se aferraba más a su cuerpo.
Una tenue sonrisa apareció sobre sus labios que aún estaban rojizos tras haberse adueñado de los ajenos en un beso no consentido.
"Protégeme de lo que quiero.. protégeme de mis estúpidos impulsos."
"Daehyun, yo..."
"Protégeme de todo.. por favor, Jongup."
"..Lo haré. No te dejaré solo."
"Te amo, te amo.."
Susurró vulnerable, refugiándose en los brazos ajenos
mientras intentaba conciliar el sueño en medio de la
paz que tanto anhelaba su vida.