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~ Casado con un hombre ~ por Monnyca16

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Notas del capitulo:

Este es el primer capítulo, tratenlo bien ;)

Capítulo 1

 

“Tu hijo me interesa”

 

La ventana recién abierta dejaba pasar  el aire necesario para que Oliver pudiera refrescarse. En aquella noche aburrida, lo único que hacia ruido eran sus escandalosos jadeos. Se apachurró el glande con las manos llenas del mejor lubricante, masajeó desde la base hasta la abertura donde el líquido pre seminal comenzaba a emanar, y se echó en la cama como toda una lombriz. Jadeó ahogándose con sus propias bramas, mientras  que por su cabeza pasaban las imágenes del pequeño Noah. El pequeño pelirrojo de apenas dieciséis años recién cumplidos lo traía hasta la coronilla y no era por joder. El pelinegro de más de uno noventa y tres metros de alto, fingía fallárselo desde la primera vez que lo conoció y es que, ¡Demonios! Nunca antes había deseado a un chamaco. En su vida llena de riquezas, nunca se imaginó estar así, bramando como un animal en celo con tan sólo echar vuelo a la imaginación.

 

Impulsó la pelvis hundiendo las nalgas entre las sabanas cada vez que se acalambraba de a ratitos. Abrió la boca para sacar lo que tanto le tenía desesperado, pero no salió nada, ni una maldición. Cerró los ojos con un tirón y fue más lento. Se estrujó el pene y le pasó las manos por los costados. No pretendía correrse con solamente tres minutos manoseándose la verga.

 

No.

 

Abrió la mano por completo y atrapó de nuevo la erección colorada, con suavidad subió y bajó. Apretó los dientes, y un escalofríos le rondó por toda la columna vertebral. Era él. Noah se encontraba ahí… cortándole la respiración,  haciéndolo excitar, vivir, deleitar.

 

Se corrió y gruñó nanosegundos después; lo había hecho antes de tiempo. Mierda.

 

Abrió los orbes grises, y extendió las manos por toda la cama. El pequeño no se encontraba ahí, por suerte fue todo gracias a su imaginación y obviamente buenos recuerdos. Se miró la entre pierna, y la erección que antes le hacía arder el cuerpo  comenzó a extinguirse lentamente. Suspiró con ruido y se relamió los labios.

 

Las últimas horas del domingo le estaban cansando. Por suerte, una nueva semana comenzaría y le agradaba el hecho, ya que tenía pensadas una serie de cosas que le calentaban la sangre con tan sólo suponerlas. 

 

Su casa era enorme, sin embargo también lucía solitaria y pues un soltero de veintiséis años no podía rellenarla toda ¿Qué no? Ni sus empleados le servían de relleno. El necesitaba algo más aparte de sus lujos, deseaba algo más que simplemente ir a la empresa, él quería a alguien a su lado y quién mejor que Noah, el  hijo de su amigo.

 

 

—¤(`a94;a94;´)¤—

 

 Todas las mañanas eran  una enorme tortura, sí que sí. Respiró profundo y entró al salón de clases. Sacó la única libreta de su mochila, y con una hora temprana marcada en su móvil, se quedó dormido en el banco.

 

El cuerpecillo estaba ahí, decaído como si estuviera recién golpeado, con cero ganas de estudiar y cien por ciento de ansias por echarse un sueñito. Se remojó los labios y se acomodó para estar más soñoliento.

 

Lo único malo de su sueño fue que todo se veía blanco, y confesar que había pensado en varias cosas fantásticas para soñar…

 

Tomás le dio una palmadita en la cabeza, buscando despertarlo.

 

—Gilipollas, deja de joder —gruñó el pelirrojo, reconociendo  el toque de su querido amigo.

—Nico. —Aquel le sondeó en la oreja.

Éste se acalambró, le había soplado y fuerte.

—Déjame dormir —le pidió aún con los ojos hinchados.

— ¿Quieres dormir?, ¿ah?  —Una enorme regla de madera le sonó en el banco.

 

«Vieja estúpida», pensó el minino

 

— ¿Se dio cuenta que esa porquería casi me toca? Eso está contra la ley. —La reto.

—Me vale una mierda —gritó en alto—, me tienes harta, Nicolás Trimmer Valois, me tienes harta. — Le azotó la regla en  el hombro.

El pequeño pelirrojo por primera vez se intimidó. Se puso de pie y tomó su celular con rapidez, pero  de inmediato la maestra de lo quitó.

 

—No me toque. —Se fue hasta la puerta para salir sano y salvo del salón de clases. Captó a todos los gilipollas de sus compañeros y se carcajeó como si todo fuera una bromita del día.

—Nico no te vayas. —Tomás fue tras él.

 

Después de cinco pasos hacia otro lado que no fuera el salón de clases. Noah comenzó a reírse  en alto. Estaba vuelto loco por la escena anterior…

 

— ¡Estás loco! —Tomás arguyó, impactadísimo.

 

Nicolás se negó ante la afirmación de su mejor amigo.

 

—Nunca pensé que una maestra quisiera asesinarme y frente  a la clase. —Se apartó las lágrimas que le recorrían el rostro por haber reído tanto.

 

Tomás buscó  a su amigo con la vista y le palmeó el hombro.

 

— ¡Demente, pueden correrte! —le advirtió con un murmullo.

—Esta vez no lo creo, fui atacado. —Se descubrió el hombro el cual pensaba usar como evidencia —. Tómale una foto. Esa vieja pagará por haberme golpeado.

 

Un buen reglazo clavado como látigo le hacía resplandecer el hombro que por cierto, poseía un montonal de pecas.

 

El amigo le tomó una foto con rapidez. La guardó y después se la mostró para que verificara su ángulo. Al tenerlo todo bien calculado se fueron de las siguientes clases.

 

Todo seguía igual, de nuevo Nicolás no pudo evitar sonsacar al tremendo de su aliado.

 

—¤(`a94;a94;´)¤—

 

 

 

 

 

Con el cielo ya iluminado, se miró al espejo. Se mordió el labio inferior y comenzó a abrocharse la camisa que dejaba ver solamente un abdomen blanquecino marcado por hermosos cuadros no muy escandalosos. Sonrió al notar que se había afeitado la poca barba de apenas tres días y salió del cuarto, apurado. Ya bien vestido con pantalones únicos para el trabajo, negros, camisa blanca a botones, con cuello descubierto, cabello desaliñado en forma natural; se encontraba listo para trabajar.

 

La única sirvienta se le puso en frente, respiró profundo y  trató de no sonreír. Cada vez que una persona se dirigía al señor Wolff Rudel tenía que verse dura y poco carismática, y más las personas del servicio.

 

—Señor Wolff, desea almorzar. —El señor la miró con el rabillo del ojo y puso toda su atención a su reloj de mano para ir de acuerdo al tiempo.

—No.

 

Caminó  hasta la alberca para ir por su bebé, una camioneta Audi k7 negra. Su favorita. Acarició el volante y prendió la música. Buscó entre su listado y dejó en reproducción una canción que le había molido todo el mes: uprising – muse. Cerró los ojos con lentitud y sonrió con malicia; los lunes le gustaban y mucho.

 

Después de incorporarse al tráfico tempranero, el móvil le sonó, sin embargo no contestó… se trataba de Maribel. Una golfa de cuarta que se la pasaba mamándosela desde que tenía uso de razón, así que prefirió ignorarla un rato. Dio vuelta a la izquierda, y cruzó la más gigante tienda comercial de Hamburgo. Observó por todos lados mientras se mantenía estancado en un rojo, después se detuvo frente a su empresa, aquella herencia que  le habían dejado sus padres antes de morir. 

 

Al morirse los ancianos, el único responsable de todas sus ocupaciones fue él. Como presidente joven se miraba muy temible, tanto, que hasta las empleadas se sentían gravemente intimidadas por su antipático aspecto y la frialdad con la que sus palabras golpeaban los tímpanos de todo aquel que tuviera el privilegio de escuchar su voz.

 

Al subir al ascensor, su secretaria principal -una pelinegra alta de buen cuerpo, ojos azules y con un culo enorme- le mostró los papeles más importantes del día.

—Señor, mandaron esto. Llamó el Señor Solts y quiere que se comunique con él lo antes posible.

—De acuerdo ¿algo más? —preguntó sin interés.  

—El señor Trimmer lo citó para esta tarde. —Le entregó un papel, el de la cita—. Él mismo vino para invitarlo, pero como ya pasan de las nueve se fue a ValoisJ (Su empresa)

 

El alto sonrió, el padre del nene quería hablar con él…

 

Interesante.

 

Con demasiado sol después del mediodía, Oliver recorrió con los ojos la nota que su amigo Salomón le había dejado a la secretaria, la sobó por unos instantes, y decidió ir segundos después de  que Noah volviera a invadir su estado tieso e irresistible.

 

Al salir de la empresa, fue directo a uno de los restaurantes más lindos de la ciudad. Entró con autoridad y miró por todo su alrededor, buscando a Salomón. Al encontrarlo, se dirigió a su mesa. Dejó caer plácidamente el culo en el asiento, y sonrió al verle el cabello rojizo. Aquel tono de cabellera que su añorado Noah también tenía.

 

—Al parecer no tuviste buena noche. —El mayor bebió un poco de su copa ya reposada.

—Te equivocas, tuve una buena noche. —Se acarició la barbilla con la mano derecha —. Es por eso que me he levantado un poco tarde —se excusó.

—Al fin jefes —expuso, ofreciéndole la carta con un simple movimiento de cabeza.

 

El  de cabellera negra pidió una copa y al ver al mesero largarse, entró en confianza con su amigo.

 

— ¿A qué se debe? —Oliver le preguntó, alzando a la vez una ceja, pícaro.

 

El ojiazul sonrió.

—Quería de tus sabios consejos —espetó incómodo —.Necesito una nueva escuela para mi hijo. —Le dio un segundo sorbo a su vino añejado, y esperó una reacción buena de su acompañante.

— ¿Qué te crees que soy? ¿Maestro? 

— ¡Perro! —lo maldijo.

— ¿Para Noah? —Oliver rodó los ojos, esperando una respuesta inmediata a su cuestionamiento.

—Sí, para Nicolás. —Asentó.

 

Oliver solamente recordaba su primer nombre, ya que fue el único que escuchó.

 

«Entonces, el pequeño se llama Noah Nicolás» Genial, de nuevo Oliver se perdió entre pensamientos.

 

— ¿Entonces?

—Tu hijo ¿es un demonio? —pidió una  buena explicación de aquello que por si fuera poco,   lo hizo tener escalofríos.

 

No se creía que el pequeño pelirrojo de ojos azules pudiera ser un demente, una perra con la comunidad existente.  ¡Claro que no! ¡No podía ser un maleducado!

 

—Más que eso. Lo han corrido de cinco escuelas y ha parado cuatro veces con la policía. —El padre se estremeció con tan solo recordarlo —.Es pequeño, pero no puedo con él.

—Entonces... ¿ya lo corrieron de nuevo?

—No, pero en cualquier momento lo harán.

—Vale, no te preocupes… si aún no lo corren entonces no lo sales. —Se lamió los labios con suavidad —, y… disculpa, pero ¿Cuántos años tiene Noah, eh?

 

El mayor se echó una buena carcajada. Nunca hablaba de sus asuntos familiares con nadie, pero Oliver le daba confianza, así que se dispuso a contarle:

 

—Es porque nunca te platiqué de él, hace poco que somos amigos. —Se disculpó —. Él tiene dieciséis  años. —Parpadeó con locura. Le daba vergüenza tener a un pequeño diablillo como hijo

— ¡Por dios, es un crío! —chilló al sentirse un pedófilo diabólico.

Joder, le ganaba con aproximadamente nueve años al joven y se sentía realmente caliente tras pensarlo. Respiró una enorme bocanada de aire, y el pantalón se le comenzó a hacer pequeño ante su enorme erección.

— ¿Su madre? —preguntó con un enorme dolor en la entrepierna. Se la agarró con la mano izquierda, y la calmó con la cabeza más grande que obviamente era la más fría —, ¿Qué hay de ella?

 

—No lo quería —respondió con la verdad —. Le rogué para que no abortara y me diera a Nicolás cuando diera a luz, le pagué por ello.

—Y ahora te lamentas por la vida que llevan —le recordó.

 

El viejo enarcó el entrecejo. Asentó segundos después.

 

—Bien, no tienes que ser tan duro —lo reprendió con un toque  dolido —. Amo a Noah, pero me desespera. Ha sido un hijo esperado por mí, al menos se parece a su padre. —Se atrevió a alagarse.

—Sí, tienen los mismos ojos y el cabello también —Oliver arguyó alarmado.

                                                                           

«Pero  el pequeño luce divino y excitante. Realmente hermoso…» Oliver pensó de nuevo.

 

—Bueno… —Sacó Salomón con un largo suspiro.

 

— ¿No te gustaría casarlo? —El mayor casi se ahoga con el vino al escuchar tremenda idea. Puso la copa a un lado y abrió los ojos como platos.

— ¿Casarlo?

—Sí.

—Eres un maldito gilipollas. —Desvió los ojos directamente hacía la mesa para pensarlo un poco—. Tendría que buscarle esposa, aunque él no se merece a una mujer como acompañante, es muy desgraciado como para ganarse a una hermosa mujer—musitó con seriedad.

—No siempre tiene que ser una mujer —murmuró el otro.

— ¿Cómo? —Inquirió el padre de Nicolás. Tragó saliva al instante. Estudió  a su amigo, y meneó la cabeza para tratar de descubrir sus pensamientos.

—Él puede casarse con un hombre. —Sonrió—. O mejor dicho, lo puedes casar con un hombre —añadió, corrigiendo lo antes dicho.

—Me odiaría toda la vida.

—Tal vez sea lo mejor. —Trató de convencerlo.

 

—Nunca lo pensé. —Se encogió de hombros, inquieto. Ese tipo de conversaciones lo hacían pensar demasiado y  odiaba tal cosa.

 

Oliver suspiró en alto.  

 

—Espera… ¿Por qué siento que me tratas de insinuar algo? —El mayor sonrió como un bobo al decírselo.

 

Sin ninguna muestra de alegría, Rudel alzó la ceja derecha. Sonrió deslumbrado y se recargó en la silla, lo que diría necesitaba de espacio y buenas palabras,… pero cuando miró a Salomón confundido e idiotizado, le valió una mierda y no pensó barbaridades.

—Tu hijo me interesa —Miró  la copa de vino casi vacía de Salomón al mismo tiempo que mantenía una sonrisa extraña, pero inmensamente codiciosa—. Me interesa.

— ¿Te gusta la polla? —Salomón abrió la boca, sorprendido.  

—Me gusta tu hijo —confesó con mucha seguridad.

 

El mayor cerró los ojos, después se burló.

 

—Joder, ¿lo puedes creer? Acabo de caer en tu broma —musitó. Le dio el último sorbo a su copa y se agarró el estómago. Le parecía gracioso lo que Oliver le decía, simplemente increíble.

—Es de muy mal gusto que lo tomes como una simple broma —dijo enfadado—. Puedo cuidarlo por ti. —Le ofreció—. Puedes dármelo, puedes casarlo conmigo.

—Espera… ¿estarías dispuesto? —balbuceó, enloquecido.

 

Prácticamente, Salomón se volvió loco.

 

—Es un menor. —Le recordó—. ¿Tú estarías dispuesto?

Un silencio tenebroso los envolvió a los dos. El de cabellos negros se desplomó en la silla para esperar una respuesta, una realmente buena.

—Eres mi amigo. —Frunció los labios, después sonrió —. Tienes carácter fuerte, tienes dinero…

— ¿Quieres que firme algún tipo de contrato? Por favor, no lo lastimaré si es lo que piensas.

 

—No creo que sólo te guste su rostro, Oliver. —Recalcó su nombre—. Tienes necesidades y él es un adolescente — le refrescó la memoria. Se daba cuenta que  la sexualidad era importante.

 

El ojigris sonrió con poder. Era cierto, el sexo para él era esencial.

 

—Es obvio que tendremos noche de bodas como todos lo hacen. —Sonrió de lado —, pero podemos poner reglas —complementó con tono sugerente.

— ¡Mierda! Te quieres casar con mi único hijo y lo más obsceno, ¡te lo quieres follar! —Exageró, cubriéndose  la cara con las manos.

—Eso es parte de mi cargo con él. —Pensó más a fondo, sólo un poco más —. No lo tocaré si no quiere.

—Espera.

— ¿Qué pasa?

—Estamos planeando la boda de mi único hijo y estamos ¿tramando tu noche de bodas? No me jodas, Oliver —gruñó. Se dejó caer el puño en las piernas y se negó.

— ¿No qué? —Acarició la boca del vasillo con lentitud, haciéndose cada vez más interesado en el tema —.Sólo me quiero hacer cargo de él. Podemos firmar algo que te haga saber que no lo golpearé, joder. — Quiso otra oportunidad.

—No pensé que fueras gay. —Se cruzó de brazos —. Aun así, por alguna extraña razón siento que lo cuidarás mejor que yo, si él te gusta entonces…

— ¿Entonces qué?

—Los casaré.

 

Inmediatamente llamó al mesero  con la mano. Le pidió más vino, pero esta vez quiso la botella completa. Sacó una caja de cigarrillos y se fumó uno. Algo andaba mal, sí… más que mal. ¿Su hijo casado? Sí, su hijo y con un hombre. Mierda. Mierda. Mierda. ¿Por qué se sentía ansioso por formar un contrato?

 

Apagó el cigarrillo, le echó una mirada a su acompañante y asentó. La decisión estaba tomada. Agarró con las manos su notebook, la puso sobre la mesa y comenzó a escribir.

— ¿Qué haces? —Se interesó el pelinegro.

—Escribo las reglas —dijo, ocasionando que  sus miradas brillosas se cruzaran.

 

El de ojos grisáceos asentó, se llenó la copa y esperó a que su amigo terminara de teclear.  

 

 

 

 

 

Notas finales:

Espero dejen sus quejas o sujerencias en reviews! Ya saben, si veo comentarios subo los capítulos. 

Besitos.


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