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~ Casado con un hombre ~ por Monnyca16

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Notas del capitulo:

Hola hola, vengo tarde, pero es seguro n__n aquí en México son las 10:50pm y bueno... 

Muchas gracias a la gente que sigue leyendo mi historia. Sé que es desesperante cargar con dos hombres que parecen bipolares, pero creanme que esta relación se parece a la de mis padres, creo que es por eso que la manejo muy así. 

Todo lo que escribo tiene cosas reales y el comportamiento de Oliver es como el de mi padre, y bueno, el de Niclás es como el de mi madre. En este capítulo hay algo que mis padres se dijeron sobre su matrimonio y lo expresé, pero al final de cuentas aunque se peleen Oliver y Nico, ellos siempre terminarán como mis padres: JUNTOS. 

 

ES POR ESO QUE NO ODIEN LA HISTORIA, MUCHA GENTE PASA POR ESTAS PELEAS TONTAS. EN FIN, ESPERO QUE LES GUSTE. 

Capítulo 19

“Estoy enojado”

Sorprendido por su acto cariñoso, Nicolás dio un saltó de la cama ¿Qué demonios había hecho? Joder, le había besado la frente al odioso y pervertido de su marido. ¡Imposible! Esto no podía estar pasándole, no, no y no. Se estaba volviendo loco y no quería. Bien, le gustaba sí, pero no tenía que demostrárselo con cursilerías. Eso era odioso para él.

Con la vergüenza recorriéndole todo el cuerpo, salió de la cama. Se puso los calzoncillos, y fue al baño inmediatamente. Al entrar se miró al espejo, y detectó marcas. Ese maldito cabrón le había dejado marcas en la cintura y tenía miedo a que si se bajaba el bóxer éstas estuvieran en sus nalgas. Joder, ya tenía con el anillo y hasta con las noches de sexo desenfrenado, pero ¿también soportaría marcas?

Odiaba que su piel fuera tan sensible. Lo que Noah recordaba de esa noche era que Oliver se resistió a golpearle el culo, pero ¿entonces por qué tenía marcas en el cuerpo? Después recordó que su lindo esposo le había apretado fuerte mientras el pequeñín lo montaba… demonios.

— ¿Qué es eso? —Oliver preguntó al mismo tiempo que se recargaba en el marco de la puerta del baño. El muy chulo estaba desnudo por la parte de arriba, el bóxer solamente le cubría el falo y ese cuerpo del demonio estaba completamente brillando como si fuera de puro oro. Su  six pack estaba al aire….Se miraba tan tentador.

—Son tus dedos marcados en toda mi cintura, cadera y no quiero ver mi culo, pero espero que no estén marcados ahí —contestó sin mucha molestia. Llevó las manos hasta su espalda baja  y puso de perfil frente al espejo para poder mirarse los moretones. Eran los malditos dedos de Oliver, y al parecer no se quitarían en una semana.

 

—Tienes que verificar —se refería a su trasero.

 

Con mucho nerviosismo, Nicolás se descubrió media nalga, entonces miró su reflejo. Tenía las marcas hasta las nalgas, eso no podía ser posible. No le dolían, pero odiaba que siempre las obsesivas manos de Yael se apoderaran completamente de todo su cuerpo, odiaba que todo le dijera que  su cuerpo, alma y cerebro le pertenecían al empresario.

 

—Ni siquiera te azoté. —El mayor se defendió. Chasqueó la lengua y comenzó a reír cuando observó que las mejillas de Nicolás comenzaban a tornarse rojas —. ¿Por qué te has avergonzado? Estás completamente rojo. Tienes que ver tu cara, te ves realmente precioso.

 

Para colmo, ¿el chiquillo tenía que soportarlo? Pues no ¡Claro que no soportaría que Oliver se burlara de su cara roja!

 

—Maldito imbécil.

—Eres un adolescente adorable. Me encanta despertar por las mañanas y sentir que me das un dulce beso en la frente. Eres un bebé hermoso.

 

Nicolás sonrió maléfico. En esos momentos deseaba que Oliver se machucara el  pie con la puerta del baño o quizás que algo anduviera mal con su cuerpo para poder burlarse también de él. Se sentía estúpido, y absolutamente avergonzado. Ese canalla estaba haciéndolo sentir como un marica y joder…odiaba que siempre Oliver ganara todas las peleas.

 

—Debí escupirte en la cara.

—No te enojes, no es nada malo.

—Siempre tienes que arruinarlo. Siempre. —Lo miró a los ojos y recalcó: — ¡Siempre!

— ¿Te enoja que te dijera la verdad? ¿Te molesta que te diga que estás rojo? Mírate, lo estás. ¿Te molesta que te recuerde que me besaste la frente hace menos de 10 minutos? Pues me besaste. Te molesta todo.

— ¿Y qué? ¿No puedo sonrojarme? Como no hacerlo cuando siempre eres un pervertido, ¿No puedo molestarme cuando me recuerdas lo estúpido y cursi que fui al plantarte un beso? Pues me molesta que me lo recuerdes. Eres la persona que empeora todo. Eres el único que hace que me enoje. Te odio, no me hables porque yo no te hablaré nunca más. 

—No tengo la culpa que seas así.  Eres peor que una mujercita —se lo echó en cara—, eres como cuando una adolescente anda en sus días. Es más, creo que eres peor que una.

—Entonces aléjate de mí —le aconsejó, mosqueado.

 

Le enojaba que Oliver siempre lo comparara con una mujer. Nicolás no parecía mujer, o tal vez sí, pero no tenía que ser tan duro para recalcárselo todo el tiempo.

—Que difícil eres. Me estoy arrepintiendo de haberme casado contigo —soltó como un murmullo.

 

Los oídos de Nicolás captaron a la perfección. Esto estaba peor de lo que imaginó. Por el amor de Dios, apenas llevaban pocos días de casados y el maldito empresario ya se estaba arrepintiendo de haberse casado… No lo soportaba.

 

—Todavía estamos a tiempo —Nicolás habló antes de que las horribles lágrimas se le salieran y no pudiera contenerlas—. Eso debiste pensar antes, soy un odioso niño. Recuerda que tengo dieciséis  y tú me ganas con más de ocho años. Que estúpido fuiste al elegirme —lo miró a los ojos y comenzó a sonreír con nerviosismo. Le dolía, en el fondo le dolía que el mugroso aquel le dijera esas palabras tan crueles —. No me hables porque no te contestaré, es hora de poner la raya a nuestra separación. Y escúchalo bien, cuando lleguemos a Alemania, te prometo que le pediré a mi padre que me aleje de ti. Maldito imbécil.

 

—Creo que sí me equivoqué contigo. Eres una nenaza odiosa.

 

Lo más desagradable era que Oliver no se había opuesto a sus palabras. Oliver no le pidió disculpas y al parecer, nunca se las pediría. Con mucho coraje reprimido, Nicolás se quedó frente al espejo, se miró por última vez las marcas, y salió del cuarto de baño pasándole por un lado a su esposo, quería ir  a buscar ropa limpia. Necesitaba un baño para refrescarse.

 

Lo más horrible, fue que el canalla aquel no lo detuvo. Mierda, lo había perdido por completo y al parecer  a Oliver no le importaba. En cambio, Nicolás temía extrañarlo, temía llorar… pero no lo hizo. No lloró en esos momentos, lo único que hizo en esa mañana fue ir a buscar su ropa, una toalla… y cuando tuvo todo listo, fue hasta el cuarto de baño. Observó que Oliver seguía recargado en el marco de la puerta, y volvió a pasar por su lado. Agarró la tabla y se la cerró en las narices. No deseaba que lo viera duchándose, no quería que lo volviera a tocar.

 

—¤(`a94;a94;´)¤—

 

 

 

El pequeño se duchó, y cuando cerró el grifo y se envolvió de la cadera para abajo con la toalla, salió de la regadera.  Cuando se apoderó de su bóxer y se lo puso, la puerta del baño se abrió. Era Oliver. El pelinegro traía una toalla en las manos y pensaba ducharse. Nico no podía olvidar que la habitación la compartían los dos, así que  no hizo mala cara. Agarró sus pantalones, su playera y con solamente los calzoncillos puestos, salió del baño. 

 

Con tres minutos tuvo para cambiarse por completo. Se recostó en el sofá que ahí había, y comenzó a mandarle mensajes a su única salvación: Tomás.

 

Tuvimos una buena noche, pero nos acabamos de pelear.

 

Fue lo primero que le mandó a su mejor amigo.

 

Hola, Nicolás.  ¿No puedes saludarme o qué? Que grosero eres.

 

Al leerlo, Nico sonrió. Era verdad, ni siquiera lo había saludado.

 

Hola, Tomás. ¿Cómo estás? Espero que bien, ahora ¿Puedes aconsejarme algo? Tengo problemas con el asqueroso de mi “Marido”

 

 

¿Asqueroso? ¿Desde cuándo se volvió asqueroso? Estoy bien,  ayer follé muy duro. Debes estar orgulloso de mí. 

 

 

Tomás, por favor ponme toda la atención a mí. Estoy realmente impactado.

 

Tranquilo, todo está bien. Dime ¿qué fue lo que pasó?

 

Hicimos el amor, y al despertar le besé la frente. Cuando me fui al baño, noté que había marcas en mi cuerpo y bah, él estaba ahí, y nos peleamos por cosas sin sentido. Él dijo que se arrepentía por haberse casado conmigo, dijo que era   odioso. No sé qué hacer. Yo le pedí que no me hablara, que yo no le iba a hablar nunca más. Y le prometí que cuando estuviéramos en Alemania le pediría a mi padre que nos separara.

 

¿Estás ebrio? ¿Por qué dijiste tantas barbaridades? Vaya que sí eres un odioso. Pero  tengo que aceptar que ese tío se pasó de la raya. Y entonces ¿No se hablan?

 

No. No nos hablamos y no le pienso hablar nunca jamás.

 

Se escucha muy divertido. No tienen ni una semana de casados y ya se pelean y ponen el divorcio como una salida. Woah. Me da mucha risa, su matrimonio es el mejor que he monitoreado desde que tengo uso de razón.

 

No seas hijo de puta, no hagas que te odie.

 

¿Por qué? Ósea, ¿No me puedo reír? Ni modo que llore, ¿Quieres que llore? No seas tonto. Pues yo digo que le hables y que no estén enojados nunca. ¿Qué tal si él en verdad te deja y luego no encuentras a nadie como él? Estoy seguro que te arrepentirás.

 

Es que, oye Tomás, yo tengo orgullo y se supone que soy rencoroso. ¿Cómo mierda voy a ponerme de pechito? Él me tiene que pedir disculpas. ¿No crees?

 

Los dos tienen que pedir disculpas. Arderás en el maldito infierno si no lo perdonas.

 

Odio cuando tus consejos son todo lo opuesto a lo que yo quiero hacer.

 

Entonces no me pidas nada, no seas más gay y háblale.

 

Y precisamente cuando Nicolás leyó ese mensaje, Oliver se apareció en la recamara. El chiquillo se recostó más en el sofá, y se quedó mirando fijamente el celular. Demonios, no quería hablarle, no quería pedir disculpas. Sin embargo, le dolía mantener separado a Oliver de él, además, no se podía olvidar que  cuando su puto esposo se proponía ser mamón era el peor de los hombres en el mundo entero.

 

De acuerdo a sus pensamientos, Noah observó con el rabillo del ojo al otro, lo captó vistiéndose y de inmediato fijó la vista en la pantalla táctil de su teléfono celular para volver a teclear.

 

Y bueno, para relajarme un poco, ahora puedes contarme ¿Con quién has follado?

 

No pasó ni un minuto, Tomás de inmediato le respondió:

 

Ahora no quiero platicarte. Si no le hablas a Oliver yo no te hablaré.  Mándame un mensaje cuando le hables a tu marido, no seas un maldito gilipollas grosero. Por el momento, te odio.

 

Al leerlo, Nicolás se impresionó. No podía ser posible, hasta su mejor amigo se ponía en su contra y se iba de lado de Oliver. Joder, lo que faltaba.

 

Con la frustración matándolo en silencio, se  sentó en el sofá, cerró los ojos y comenzó a maldecir, a reclamarse a sí mismo, a su esposo y hasta a Tomás. Algo se le ocurriría para poder calmarse. Al abrir los ojos, se encontró con el cuerpo de Oliver frente a él. Mirándole los pies,  se volvió a maldecir a sí mismo.

—Vamos a ir a comprar recuerditos —Oliver comenzó una plática, pero Nicolás no la quiso seguir—. Ve hacia el ascensor, en menos de un minuto estaré ahí. —Le pidió.

 

La palabra recuerditos sonaba a paseo, y eso a Nicolás le encantaba. No podía olvidar que se encontraba en Francia y que deseaba conocer los lugares de ahí, así que sin hablar se puso de pie y salió de la recamara para ir al  elevador.  

 

Con mucha paciencia se acomodó el flequillo, se metió las manos a los bolsillos y cuando detectó que Oliver  se dirigía hacia él, entró al pequeño cuarto que llevaba a la planta baja.  Seguido entró su marido. No se dignó a verlo a los ojos, no lo hizo, solamente observó los botones de colores y la puerta gris del elevador.

 

Con persistencia, Oliver lo observó, el pequeño tenía la vista fija hacia la puerta. Para lograr que lo mirara, se aclaró la garganta, y al no ver respuesta, quiso tomarle de la mano, pero el chiquillo al sentir el rose, se metió de nuevo las manos en las bolsas delanteras de su pantalón.

 

Benditas bolsas delanteras…

 

—Nicolás…

 

Y cuando su voz resonó en el elevador, el viento de la planta baja se la llevó como si fuera humo de cigarrillo. El idiota no se había dado cuenta que las puertas estaban abiertas y que, inmediatamente Nicolás había salido de ahí.

 

— ¿Qué demonios estás haciendo? —Lo jaló del brazo, haciendo que su mano izquierda quedara en el aire —. ¿No me vas a hablar? —Nicolás parpadeó, eso fue lo único que pudo hacer —. Si no me hablas, te voy a besar. —Lo amenazó. El pelinegro sabía que Nicolás odiaba cuando lo besaba de sorpresa y más cuando estaban enojados, y quería usarlo como arma para obligar a su animalillo a hablar. Al no escuchar nada por parte de Noah, lo tomó del rostro y lo besó.  Nicolás no lo correspondió, dio un paso hacia atrás, y quitándose las manos que le seguían sosteniendo el rostro, se fue directo hacia la puerta de salida del hotel.

Oliver no se lo podía creer. No podía creer que Nicolás estuviera hablando en serio. No podía creer que en esos instantes le estuviera rogando de la manera más vergonzosa. Porque lo estaba haciendo, al parecer Oliver no contaba con el desastroso enojo de Nicolás. Él pensaba que después de la ducha se le quitaría, pero no. No se le quitó, y ahora le costaría trabajo reconquistarlo.

 

 

—Agarra mi mano, no quiero que te pierdas —de nuevo, Oliver le habló con la esperanza a que le respondiera. Pero no lo hizo, el nene siguió negándose a hablar —. La tomaré —le avisó. Agarró la mano del minino, y al sentirla en su poder, la apretó con fuerza. La subió hasta sus labios y la besó —. ¿Qué es lo que quieres comprar? —Nicolás no contestó—. Perdóname —buscó disculparse. Se sentía de la mierda, su chiquillo no le dirigía la palabra, y eso lo agotaba en todos los sentidos.

 

Los segundos pasaron volando. Nico había escuchado, pero ni siquiera se dignó a verle la cara. No tardó un segundo más, al sentir que la mano de Oliver ya no lo sujetaba fuerte, aprovechó para desligarse del amarre de su esposo. Apartó su mano de entre los labios de Yael, y con rapidez se la volvió a colocar en el bolsillo delantero del pantalón.

 

Estando en una carísima tienda para visitantes, comenzó a caminar para buscar objetos. Pensaba llevarle a Tomás, a su padre, y también pensaba recolectar muchos para adornar el cuarto que por el momento compartía con Oliver. Agarró unos libros sobre música escritos en francés, unas plumillas para guitarras, y un micrófono nuevo.

 

— ¿Quién crees que los va a pagar? —Oliver volvió a incitarlo—. Si me pides que te compre, entonces lo pagaré —al escuchar eso y recordar que no tenía ningún centavo en su cartera, Nicolás dejó las cosas que había escogido y se fue caminando para seguir viendo el lugar.

 

Si pensaba que le iba a hablar, entonces estaba más que equivocado.

 

Con una horrible cara de malhumorado, Oliver recogió las cosas que su gatito había escogido y quería llevarse, las pagó y como de rayo siguió cada uno de sus pasos. Lo siguió por un largo rato, y al verlo detenerse frente a una gran tienda de guitarras, sonrió. Al parecer el minino quería comprar algo de ahí, y de nuevo tenía la enorme oportunidad de hacerlo hablar, así que fue  hasta Nicolás y se decidió a hablarle.

 

—Te compraré lo que quieras, no importa si no me hablas. Lo compraré, te lo prometo, cariño.

 

¿Qué coños le decía? ¿Cariño? Ni muerto era su cariño… nada de eso. Haciendo un gesto inocente, Nicolás entró a la tienda y tomó una guitarra hermosa. El pequeño había aprendido a tocar guitarra años atrás con ayuda del internet, y justamente le estaban dando ganas de tener en su poder una preciosa guitarra traída de Francia.

 

La mujer que se encontraba ahí, lo atendió. Le empaquetó el instrumento y al ver todo listo para pagarlo, Oliver fue hasta la caja y para complacer a su nenita, la pagó.

 

Sin siquiera darle las gracias, Nicolás salió de la tienda y comenzó a caminar con la guitarra puesta en su espalda, no podía olvidar que hasta el maletín le habían vendido…

 

El celular le comenzó a sonar, era su padre.

 

—Hola viejo —le contestó.

 

Oliver sonrió al escucharlo hablar. Aunque no le hablara a él, se sentía feliz. Escuchar la voz de ese malcriado adolescente lo hacía sentir bien.

 

— ¿Cuándo van a volver?

—No sé, creo que llegaremos en unos tres días más. ¿Por qué?

—La directora me ha hablado y dice que tu salón hará un viaje. Irán de campamento antes de presentar exámenes y quiere que todos asistan.

— ¿De campamento?

 

La espalda se le enderezó con esa palabra, ¿campamento? Hacía mucho tiempo que no salía con sus colegas, y además le encantaba ir de campamento. Por el contrario, al escuchar esa palabra, Oliver se puso nervioso. Oh joder, si su Nicolás no le hablaba en esos momentos, no podía imaginar no verlo por días enteros.

 

—Sí, es la otra semana. Saldrán el lunes, todavía faltan días, pero quiero que también te diviertas. ¿Qué dices, vas?

—Claro que voy, amo acampar. No sabes lo ansioso que estoy, y justamente me acaban de comprar una guitarra. Eso es genial para tocar alrededor de una fogata.

—Exactamente. ¿Entonces me llamas cuando vengas en camino?

—Sí, yo te llamaré cuando esté listo para irme a Alemania por mis cosas.

 

 

Esa respuesta positiva, ese maldito viaje de campamento, esa puta escuela estaba en contra de los deseos de Oliver. Nicolás lo sabía, él mismísimo chulo empresario lo sabía, pero ¿qué podía hacer al respecto? Esos dos pelirrojos lo estaban volviendo loco.

 

—Entonces me iré a trabajar. Te quiero, Nicolás. Me saludas a Oliver. Saludos.

—Adiós, papá. Te quiero. —Y colgó antes de arrepentirse de sus palabras. Era extraño que le dijera un “Te quiero” y no sabía cómo reaccionar ante eso.

Después de colgar el teléfono, llamó inmediatamente a Tomás.

 

—Jodido ¿por qué no me habías dicho que iremos de campamento? —le preguntó con una gran sonrisa dibujada en los labios.

— ¿Ya le hablaste a tu esposo? 

—No —al contestar, buscó a Oliver con la mirada, y al encontrarlo se burló en su cara.

—Entonces no me hables, te odio.

—Iré a Alemania pronto. Quiero ir a acampar.

— ¿Y tú? ¿La luna de miel?

—No sé de qué diablos hablas. Esto no es una luna de miel, esto no es nada que tenga importancia para mí. Quiero acampar, y ya tengo una guitarra, ¿sabes lo que eso significa?

—Te odio. No me hables hasta que pienses bien las cosas y te reconcilies con Oliver —y el sonido del corte sonó. Ese canalla le había cortado la línea.

 

 Jodido.

 

 

—¤(`a94;a94;´)¤—

 

Nicolás siguió su camino. Al estar de regreso en el hotel con todas las cosas que había comprado, se metió en el ascensor para poder llegar a la recamara. Oliver toscamente buscó su mano y la apretó con fuerza mientras esperaba que el elevador los llevara al piso indicado,  fue entonces cuando preguntó lo que más le tenía angustiado:

 

— ¿Piensas ir de campamento? ¿A quién le has pedido permiso para ir?  —Con mucha furia, alcanzó a articular. 

 

Notas finales:

Y bueno, ya mañana tengo que actualizar el cap 20, pero les digo algo? Bueno el CAPÍTULO 20 TIENE MÁS DE 38 HOJAS EN WORD, Y ESO QUIERE DECIR QUE ES MUY LARGO, DEMASIADO LARGO DIRÍA YO. Pero ese cap es muy hermoso, tiene mucha relación de OliverxNico y alguien confesará sus sentimientos ¿se imaginan quién? bueno y eso será muy hermoso... También en el cap 20 se hablará mucho de la vida pasada de Nicolás y sobre el daño que le hace no tener una madre. No se lo pueden perder, si no veo muchos views no lo subiré!! eee!! :P 

 

SALUDOS


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