Las mañanas siempre son frías, y esta no era la acepción
-¿Qué hora es?- un chico de 16 años, cabello negro, un poco desordenado, ojos de color amarillo, como en un tono de dorado o miel, su mirada era fría, piel morena clara, con el nombre de Zión- son las 5 en punto...- se levantó de la cama y salió de su habitación en dirección a lo que parecía era el baño
Tomó una ducha y salió rápido, ya se empezaba a sentir movimiento en la casa, probablemente su hermana que peleaba con su otro hermano, o su madre que peleaba con ambos por levantarse tarde
Entró a su cuarto otra vez y buscó en su armario la ropa para ese día en el instituto. Se puso un suéter negro que tenía las iniciales “I.H.Y.”, que quiere decir “I hate you”, que en inglés quiere decir “Te odio”. Con una camisa blanca abajo y unos jeans claros, usaba unos converse originales, negro con blanco
Salió de su habitación y tomó sus cosas, s disponía a irse cuando...
-Ali murió- se escuchó una voz quebrada
-odiaba a esa perra...- fue su única respuesta
-¿no lo lamentas? ¡Era mi perrita!- le reclamó su hermana, que era igual a él, pero con ojos de color café y 14 años, con el nombre de Arianí
-no me importa...- se fue abriendo la puerta y llevándose sus cosas- “nunca me ha importado eso, Arianí”- pensó mientras caminaba hacia su escuela
Caminó sólo unos pasos, en ese momento vio que 2 casas después de la suya, había un camión de mudanzas que estaba bajando todo, se extraño, no era común que hubieran nuevas personas en ese lugar, estaba muy apartado de todo, era una zona rural, muy pacífica. Zión odiaba inmensamente la ciudad, todo ese ruido y esos gritos eran un dolor de cabeza, lo primero que pensaba al levantarse con aquellas bocinas era “malditos autos, cuanto ruido”, por eso la odiaba, y es que para él era muy fácil eso, odiar a la gente y las cosas, se le daba bien, por eso le tenían miedo, por ser tan frío
Llegó al instituto, ya la primera clase había comenzado apenas, entró sin decir nada y se sentó al final, en la esquina derecha donde nadie más se sienta, sólo él para mirar pro la ventana y oír vagamente al profesor
-¿escuchaste sobre la muerte de la perrita de Arianí?- susurraban, su hermana era muy popular en todo el instituto, pues era... 1, la mas inteligente de todo los 3 año, 2, una de las más agradables y 3, por ser la hermana menor del tipo más frío del instituto, Zión
-sí, tal parece que en la madrugada la atropelló un camión de mudanzas que venía...
-pobrecita, ella la quería mucho...
-debe estar devastada...
-¿y tú?- un chico de 16 años, cabello rubio, ojos verdes, piel trigueña, con el nombre de Charles- ¿no te sientes mal por lo de tu hermana?
-no...
-vamos, amigo. Siquiera has como que te importa- insistió el rubio
-ya dije que no...- repitió Zión
-qué insensible eres- Charles lo miró como diciendo “vamos, era un perrito, siente algo de compasión”
-así soy, ¿te molesta? Pues no deberías seguir siendo mi “amigo”- el moreno lo mira inexpresivamente
-no te daré el gusto, pero uno de estos días te diré...- tomó aire exageradamente y lo miró serio- “piérdete, no quiero verte nunca más... te detesto...”
-hm...- Zión mira por la ventana- pues esperaré ese día...
...
Horas después, ya habían terminado las clases, y Zión se dirigía a su casa, cuando en el preciso momento en que estaba a unos metros de la entrada del instituto lo llaman desde lejos
-disculpa... tú, el de converse...- Zión se volteó a ver quién era- lo siento- un chico de unos 15 o 16 años, cabello plateado, un poco largo, de facciones finas, ojos azules claros, casi que decir azul cielo, piel pálida, con el nombre de Silver- ¿me podrías decir dónde queda la Calle de los Abetos?- preguntó un poco tímido
-sigue derecho desde aquí y luego dobla a la izquierda, ahí hay un cartel del dice “Calle los Abetos”, esa esa- le indicó y se fue
Zión siguió su camino, al parecer ese chico y él iban en la misma dirección, pero ninguno le prestó importancia, y Zión no quería, o mejor dicho no le interesaba saber nada sobre aquella persona, aunque se le hacía muy peculiar y hasta algo interesante
-¿A dónde te diriges?- Silver mira a Zión
-Calles los Abetos- dijo sin prestarle mayor importancia
-¡ah, vamos al mismo lugar!- sonrió el peliplata
-sí...- fue la única respuesta de Zión, de verdad no le importaba en lo más mínimo
Siguieron caminado en silencio, hasta que llegaron a la antes mencionada Calle los Abetos, ahí pensaron se iban a ir cada quien por su lado, pero no, siguieron caminando juntos, hasta que ya a unos cuantos metros de dicho cartel, Silver le formuló a Zión una pregunta que lo irritó enormemente
-¿me estás siguiendo?- preguntó Silver en broma, pero Zión se lo tomó muy en serio, como una ofensa. Frunció el entrecejo molesto
-no preguntes cosas sin sentido, ni siquiera te conozco- siguió con esa actitud fría y desinteresada
-bueno, no te pongas así...
Zión vio la entrada de su casa abierta, Arianí estaba sentada con una caja en las manos y llorando
-ya llegué- le pasó por el lado como si nada
-te veo...- dijo co la voz entrecortada y siguió llorando, con la caja entre las manos, en ella tenía algo escrito “Siempre te recordaré, Ali. Con cariño, Arianí”
-¿Qué te pasa?- preguntó Silver acercándose a la chica con mucha confianza
-murió mi perrita...
-¿Cómo?- Silver se sentó a su lado
-la atropelló un camión en la madrugada- Arianí mira la caja con los ojos rojos
-emm... ¿era una Golden Retriver?- Silver la miró asentir y palideció
-¿Por qué?
-pues... me mudé esta madrugada y al parecer mi papá se llevó a un perrito Golden Retriver- dijo nervioso
...
Zión se sentó en la sala y encendió la tele, a ver qué había bueno en la televisión ese día. Nada. Solamente canales que a él le parecían ridículos, a fin de cuentas que optó por subir a su habitación y quedarse allí, ese día no habían deberes del instituto
-tanto drama por un estúpido perro- se quejó acostado en la cama mirando al techo
-no es estúpido...- Arianí se secó las lágrimas, estaba en la puerta del cuarto de Zión
-¿Quién te dijo que vinieras aquí?- la miró serio
-era mi mejor amiga, porque ni tú ni tampoco Damián son de compañía, son unos idiotas sin cerebro desinteresados...
-si lloras por eso no me importa, si lloras por tu perro tampoco me interesa, ¿puedes irte? No quiero tener que escuchar tus llantos, largo...- literalmente la corrió
-siempre es lo mismo contigo- lagrimeó- ¡no sabes tratar a la gente!
-¡que te vayas!- trancó la puerta de una patada, dejando afuera a Arianí- ¡diablos, qué molesta es!