-N-n-no ca-ca-cabe Gri-grimm- se quejaba Ichigo mientras, en la estrecha silla en la que se hallaba sentado, Grimmjow se lo metía a la fuerza.
-¡Claro que cabe!- Grimmjow empujaba fuertemente, sudado, cansado y jadeante. No llevaban mucho, hasta ahora habían comenzado, pero Ichigo había perdido la esperanza, sin embargo, el chico de cabellos naranjas aún quería que entrara.
-Ent-ent-entonces mé-métemelo más des-despacio y con cuidado…- pidió rogando y con lágrimas en los ojos.
-Si Ichi, tranquilo, lo haré- lo sacó y masajeó al chico para prepararlo y que no le doliera la intromisión. Poco a poco, agarró a Ichigo y, lentamente mientras lo masajeaba, lo metía a pedazos y miraba a la cara de dolor mientras aquello entraba. Sus ojos cafés estaban cerrados fuertemente.
-Gri-grimm... ¿Ya?
-No Ichi- le respondió- sólo va la puntita.
-¡Joder Grimmjow! ¿¡Podrías apurarte?!
-Calla y déjamelo a mí...
-Y-ya Gri-grimm... Me duele...
-¡Ya Ichi!- gritó desesperado- ¡cálmate!- tocó su rostro para calmar al agitado chico y secar las lágrimas que caían. Ichigo se lo agradeció con una sonrisa.
-Me duele...
-¡Me apuraré!- le aseguró Grimmjow mientras tomaba un poco de impulso y velocidad.
-¡No!- Grimmjow se detuvo- haz-hazlo len-lento... Quiero que quepa... ¡No toques ahí! Estoy lastimado...
-Perdón Ichi- tomó aquello que estaba introduciendo y lo empujó un poco más al interior, lento y seguro, sin lastimar a Ichigo. No quería lastimarlo, pero tampoco quería sacarlo, al chico le gustaba y era un testarudo masoquista. Tocaba al chico para calmarle y que olvidara el dolor, pero la cara de Ichigo se contraía cada vez que entraba un poco más.
-Ichi, ¿por qué insistes en que...?
-¡Calla!- lo silenció- mételo, sé que va a caber... ¡Mételo ya!
-¡Pero Ichi...!- le reprochó el de cabellos cielo- te va a doler si lo hago salvajemente y no quiero lastimarte, sé que te gusta mucho, pero esto ya es mucho, tal vez luego...
-¡No! Quiero ya, pero está bien, hazlo len-lento- respondió, respiró profundo y dio pie a Grimmjow a que continuara.
-Vale, quédate quieto... ¿Estás bien en esa silla o cambiamos de lugar?
-La silla está bien, tengo buen soporte.
-Te soporto yo, grandísimo idiota masoquista.
-¡Quiero que entre y entrará!- reprochó a gritos a Grimmjow quien, de un respingo por el repentino grito, metió todo de golpe.
-¡Ah! ¡Grimm!
-¡Ah! ¡Ichigo! ¿Estás bien?
-Yo... Ah... ¡No, bruto! ¡Sácalo! ¡Sácalo ya! ¡Me duele! ¡Me duele mucho!- se quejaba fuertemente, esperaba que nadie los oyera.
-Te dije que te iba a doler...- le recordó.
-¡Lo metiste todo de golpe, idiota!
-Es que me asustaste al gritarme…
-¡No me des más explicaciones tontas! ¡Ah! ¡Sácalo!
Con cuidado, Grimmjow tomó aquello introducido y, lentamente, comenzó a retirarlo del chico. El dolor se hacía más evidente en el rostro de Ichigo, quien sólo esperaba que Grimmjow retirara ese intruso. Cuando, al fin, fue retirado, ambos suspiraron y se relajaron.
-Te lo dije- y dejó el zapato en el mostrador de la tienda para tomar uno de la talla correcta y no una pequeña.