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Luminiscence. por Lucigarro

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Notas del fanfic:

Es la primera vez que escribo en amoryaoi, espero que les guste este pequeño One Shot.

Hay personas que, aparentemente tranquilas, sufren auténticas guerras mundiales por dentro. Kim Jongin, un joven que apenas había tenido oportunidad de saborear la vida, se encontraba en una de esas situaciones. Tranquilo, fuerte e incluso feliz por fuera, completamente roto y nervioso por dentro. Nadie habría notado este hecho jamás, nadie excepto una persona. Casi parecía que tenía la capacidad de leerle la mente. Ya fuera porque era mayor que él y tenía más experiencia, ya fuera porque de una manera u otra siempre habían estado conectados, Jongin nunca podía mentir a Luhan. Esta vez no iba a ser distinto. Jongin se había empeñado en guardarse sus errores para sí mismo, y Luhan no estaba dispuesto a dejarlo cargar con todo ese peso sobre sus hombros. 
—Jongin, por favor, déjame acompañarte. 
Luhan le había cogido de la barbilla, en un intento de que Jongin lo mirara a los ojos. Inútil. Los ojos de Jongin eran tan oscuros como indescifrables. Eran dos océanos infinitos en los que Luhan se había quedado inmerso en incontables ocasiones... En vano. Jamás había encontrado un atisbo de cordura, de sentimientos en aquellos ojos. Esta vez era igual. Ni siquiera tenía los ojos más húmedos de lo normal. Nada. 
—Hyung, por favor, no me lo pidas más veces. Te repito que no será nada, mañana por la mañana me encontrarás de nuevo a tu lado en la cama. Como siempre. Sabes que siempre es así. 
Cualquier otra persona habría cedido ante la voz pausada de Jongin. Realmente parecía que no ocurría nada fuera de lo normal. Pero Luhan notaba algo raro en él, y no pensaba rendirse. 
—Escúchame. No voy a dejarte ir solo al hospital. Sea una revisión o algo aún menos importante, no pienso dejarte solo. 
Se miraron un momento a los ojos. Jongin comprendió que era imposible hacerle entrar en razón. Luhan le sonrió... Y Jongin sintió el impulso de abrazarlo y no soltarlo jamás. Se acercó y lo besó pausadamente mientras los pensamientos más oscuros se paseaban por su mente. 
-Siempre consigues lo que quieres. Te tengo demasiado consentido. 

 


Transcurridas dos horas, ambos se encontraban en el hospital. Luhan esperaba sentado impaciente mientras Jongin intentaba, desesperadamente, hacer todo lo posible con tal de no ver a Luhan sufrir. Y finalmente Jongin consiguió lo que pretendía. 
Luhan se levantó casi automáticamente al ver a Jongin salir del BOX junto a un médico. Se tranquilizó enormemente al ver a Jongin y al médico sonreír plácidamente. El primero en hablar fue el médico. 
—Hola, señor Xiao. Jongin me ha dicho lo empeñado que estaba en acompañarlo y me ha pedido que le dijera que es innecesario a la par que aburrido para usted. Simplemente vamos a hacerle unas pruebas pero tendrá que pasar aquí la noche porque a primera hora tenemos que hacerle otra más. Pero, de verdad, como médico le digo que no hace falta que se quede esperando porque, además, no hay sitio en las habitaciones. Mañana por la mañana tendrá a Jongin sano y salvo en casa.

Luhan se quedó ciertamente sorprendido, pero comprendió que, aparte de no hacer nada de utilidad allí, iba a molestar. Sonrió mientras asentía. Jongin respiró profundamente y lo cogió de la mano mientras lo llevaba lejos del médico. 
—Gracias por entrar en razón. Mañana, como cada día, te veré en cuanto la luz entre por el tragaluz de la habitación, ¿de acuerdo? 
Luhan se quedó aún más sorprendido. Jongin nunca daba las gracias. Pero volvió a asentir y lo abrazó. Jongin contuvo sus ganas de abrazarlo y no soltarlo jamás y se separó para besarlo delicadamente mientras una de sus manos se entrelazaba con la de él. 
—Te quiero. 
Luhan se quedó boquiabierto al oír aquello mientras veía cómo Jongin se alejaba junto al médico. 

 


Son las 2 de la madrugada. Luhan, cansado de ver la tele, se dirige a la cama, con la sorpresa de que, en lugar de encontrar su pijama bajo la almohada, encuentra una carta. La coge y ve la firma de Jongin. Empieza a ponerse nervioso. 
Más de una hora después Luhan aún no es capaz de derramar una sola lágrima por miedo a que eso haga que lo que relata la carta se haga real. Pero es, cruelmente, real. Sostiene la carta entre las manos mientras mira hacia arriba, observando las estrellas a través del tragaluz que hay justo encima de la cama. Ahora lo comprende. Jongin siempre ha sido para Luhan un rallo de luz entre tanta oscuridad. Por eso Jongin le ha dicho que se verían en cuanto la luz entrara por la habitación. Porque seguramente a esas horas ya sólo le quede la luz que Jongin dejó en su vida. Porque prácticamente nadie supera una operación de esa magnitud. Comprende que Jongin odia las despedidas y, sobre todo, odia verlo sufrir. Aunque Jongin fuera el más joven de la relación, siempre fue el que más cabales demostró en las situaciones críticas. Comprende que el médico, aun jugándose su puesto, le mintió (a petición de Jongin) para que se fuera a casa. Luhan mira al cielo y ve una estrella destacar especialmente sobre las demás. Cierra los ojos mientras una lágrima recorre su mejilla, esperando que esa estrella no sea Jongin y que su luz no se limite, a partir de ahí, a un simple astro. Comprende que no va a saber cómo vivir sin la luz de Jongin.


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