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Tortura por comoqueso

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Notas del capitulo:

:) Muuuchas gracias a todos los que leyeron y dejaron su lindo comentario

¡Disfruten del capítulo! 

Taemin estaba muy enojado. Patinaba sobre ruedas en la pista de concreto que se encontraba dentro del gimnasio. Lanzaba con furia los discos de jockey sobre la red que cubría la portería. Después de las 10 de la noche estaba prohibido salir de sus habitaciones, pero él tenía muchos años en esa escuela internado y le conocían bastante bien los conserjes. La escuela no solo contaba con los 3 años universitarios, también estaba la primaria, secundaria y preparatoria. Y él estaba allí casi desde que la escuela se había fundado. Por eso tenía ciertos ‘privilegios’ que otros alumnos no tenían. Y uno de ellos era usar la pista de jockey sobre ruedas para tranquilizarse.

 

Y ahora lo necesitaba más que nunca.

 

¡Choi Minho lo había besado!, ese maldito desgraciado se había atrevido a besarlo introduciendo la lengua en su boca, haciéndolo temblar, casi haciéndole olvidar que era un hombre quien lo estaba besando.

 

¡Aun se había atrevido a correrlo de su habitación después de eso!

 

¿¡Un Pretexto!? ¿Cómo se atrevía a decir que llevarle la tarea había sido un pretexto? ¿Qué acaso el maldito infeliz no sabía que los alumnos tenían permitido entrar a la habitación de otro alumno cuando éste no estaba para dejar tareas o algo que fuese importante para las clases del siguiente día?

 

– ¡Infeliz! – Gritó con furia golpeando el disco negro que se encontraba en el suelo con el taco de jockey, lanzando con certeza hasta la portería por completo sola – ¡maldito desgraciado! – Volvió a gritar golpeando otro de los discos que había tirado – pero esto no se quedará así la próxima vez que lo vea le voy a partir la cara de un puñetazo.

 

Tiró con enojo otro de los discos, pero éste por el contrario de los otros, salió volando por un costado de la portería. Taemin siguió con la vista el disco, pero la intensa luz de una de las lámparas le impedía ver en qué dirección iba a parar el disco negro. Mientras no quebrara el estante de los trofeos todo estaría bien.

 

Una sombra cubrió la luz de la lámpara, levanto su brazo para tratar de ver a quien pertenecía esa silueta. Por un momento pensó que era Chaekyun, el conserje que solía dejarle pasar, pero la figura negra que se dibujaba detrás de la luz de la lámpara, pertenecía a una persona alta y delgada, de una buena figura y que sostenía algo en la mano, algo pequeño, como el disco de jockey que había lanzado.

 

Taemin apretó los dientes con disgusto al ver que la sombra se deslizaba hasta estar cerca de él y la luz de la lámpara le permitía ver quién era. Su corazón dio un vuelco en su pecho y comenzó a latir de forma apresurada.

 

– ¡Maldición! ¿Qué haces aquí? – gritó con fastidio al ver que la persona que le estaba causando tanto enojo le observaba fijamente con el ceño fruncido. Usaba al igual que él unos patines  y ropa deportiva, mientras su cabello lucía igual de desordenado que siempre.

 

– Supongo que lo mismo que tú, no podía dormir – pero a pesar de sus palabras su mirada parecía decirle otra cosa. ¿Por qué esos ojos le miraban de forma tan intensa?

 

– Choi Minho, ¿acaso me estás siguiendo? – preguntó molesto viendo al actor a los ojos. No iba a permitir que su mirada fría le intimidara.

 

– No sabía que venir a patinar al gimnasio era estarte siguiendo – aseguró sin apartar la vista de los ojos del castaño.

 

Taemin volvió a apretar los dientes y vio como Minho lanzó a sus pies el disco negro de Jockey y le observaba sin cambiar un músculo de su cara. Esa mirada fría que siempre le había visto en revistas y televisión. Esas cejas arqueadas con disgusto y los labios gruesos en una clara muestra de enojo o fastidio. ¿Es que acaso nunca se reía?

 

El modelo se dio la vuelta sobre sus patines. No quería estar donde él estuviera y menos después de lo que había pasado en su habitación hacía un par de horas.

 

– ¿Huyes?

 

La voz calmada y fría a su espalda le hizo detenerse para ver a Minho parado con las manos en los bolsillos del pantalón deportivo. ¿A caso estaba esperando que se quedara? Había pensado que podría romperle la cara a puñetazos, pero no quería arriesgarse a sufrir una lesión que le impidiera trabajar en la sesión de fotos del fin de semana. ¡Con una sola vez que le hubiera quitado el trabajo era suficiente!

 

– No estoy huyendo de ti.

 

– No parece – le susurró pasando por un costado de él sin apartar ni un segundo su mirada del bien formado cuerpo del modelo.

 

Taemin apretó con fuerza el taco de jockey en su mano. Minho parecía estarlo retando y no se lo iba a permitir. Le diría de una buena vez el por qué no se quedaría y no es que estuviera huyendo. No es que le tuviera miedo o que su corazón pareciera estallar ante su presencia. Se giró de frente a Minho y patinó hasta donde él estaba, mientras éste sólo lo observó sin cambiar de posición.

 

– Escúchame Choi Minho, no sé cuál sea tu problema, pero no te quiero cerca de mí.

 

– Tú fuiste quien entró a mi cuarto – dijo, sabiendo a donde iban las palabras de Taemin – si no me quieres cerca no deberías entrar a una habitación que no es la tuya – esas palabras le enojaron más haciendo que su corazón quisiera saltar. ¿Era tan engreído que creía que iba a buscarlo a él?

 

– ¡Yo fui a dejarte la tarea maldito imbécil! – Gritó el castaño alterado – No tenías por qué  besarme ¿que acaso eres gay? – siguió con enojo enfrentando la postura fría de Minho.

 

– Sí – respondió de la forma más calmada, haciendo que su enojo se tornara en sorpresa – pero si das esta información a la prensa la negaré – dijo clavando su vista de forma fría en la sorprendida cara de Taemin.

 

– Eso… eso… – comenzó  de forma nerviosa viendo la expresión burlona que parecía aparecer en el semblante de Minho para de forma inmediata recuperarse. ¡No iba a permitir que se burlara de él de esa forma! – Eso no te da derecho a besarme. El que tú seas gay no quiere decir que yo también lo sea.

 

– Eres modelo – dijo patinando a su alrededor observándolo de arriba a abajo, aun con las manos en los bolsillos del pantalón. Taemin comenzaba a ponerse nervioso, pero no le iba a demostrar nada.

 

– ¿Y eso qué tiene que ver?

 

– La mayoría de los modelos son gay – afirmó como si nada deteniéndose frente a él.

 

Taemin frunció el entrecejo. Él no era gay  ¿cómo se atrevía a tan siquiera insinuarlo?

 

– ¿Qué acaso no me escuchaste? Te dije que yo no soy gay – Minho enarcó una ceja.

 

– No parecías oponer mucha resistencia cuando te besé en la habitación – de pronto se sintió amenazado por la persona frente a él. Era como si estando en una noche de frío, alguien le hubiese descobijado dejándolo por completo desnudo a merced del clima. Realmente le afectaron esas palabras, pero tampoco se lo daría a notar.

 

– ¡Fue porque me tomaste por sorpresa! – dijo sonrojándose al recordar ese beso – ¿Cómo iba a saber que ibas a hacerme eso? Yo solo fui a dejarte la tarea de literatura, no a buscarte a ti. ¡Por que supongo que viste la tarea!

 

– La vi – aseguró sin cambiar su expresión fría.

 

– ¿Y no vas a disculparte? ¡Ya ves que no fue un pretexto! – dijo exaltado, tratando de que su voz no sonara molesta, pero como lo estaba, le era muy difícil contenerse. Sus emociones eran las que estaban ganando y no debía permitírselo.

 

– Me disculparía si sintiera lo que hice, pero no lo siento – respondió de forma fría. Taemin se enojó aún más. Era imposible, a estas alturas, no notarlo.

 

– ¿Qué tu nunca te disculpas? – dijo evocando la vez en que le había golpeado. Él había estado esperado una disculpa de su parte, pero el frío actor nunca se disculpó con él y ahora que sabía que había sido un error de su parte tampoco recibía una merecida disculpa.

 

– No si no es necesario. Además creo que tú también lo disfrutaste.

 

Taemin cerró los ojos por la furia y se dio la vuelta en sus patines para llegar hasta la banca y retirarlos de sus pies. Ese tipo le exasperaba y el impulso de golpearlo era cada vez más fuerte. No le quedaba más que irse a su habitación e ignorarlo si le daba por decir que estaba huyendo de él.

 

– Sabes – dijo al ver que él también se acercaba para retirar los patines de sus pies – ¡No te soporto!

 

– Yo más bien creo que te gusto – afirmó Minho. Al escucharlo se paró con los patines en las manos apretando fuertemente su puño sobre la parte acolchada de los tobillos de los mismos. Era sumamente arrogante y engreído, como se atrevía a pensar que le gustaba. ¡Él no era gay! le gustaban las mujeres no los hombres.

 

– No te soporto, eres un engreído y arrogante y eso no quiere decir que me gustes. Me exaspera tu frialdad y tu forma de comportarte con los demás. Me dan ganas de golpearte cada vez que pienso en lo que me hiciste.

 

Minho se paró para estar a la altura de él y poder observarlo directo a sus ojos de forma fija. Había un intenso rubor cubriendo sus mejillas, seguramente producto del enojo, pero sus ojos  brillaban de una forma viva. Jamás había visto ojos que brillaran con tal intensidad al verle. Si por lo menos fuera un brillo distinto.

 

– ¿Sólo por besarte me odias tanto? Ni que te hubiera violado.

 

Ese simple comentario hizo que el color rojo sobre sus mejillas se intensificara. Jamás permitiría que Minho volviera a poner un dedo sobre él. Estaba muy equivocado al pensar que le odiaba, solo le disgustaba sobremanera. En su corazón no cabía el odio. Y sobre los motivos ¿cómo era posible que no lo recordara?

 

– No lo recuerdas ¿verdad? – Minho descruzó sus brazos para verlo entrecerrando los ojos.

 

– ¿Debería acordarme de algo? – preguntó con curiosidad.

 

– Hace un año…

 

 

– ¿A caso nos conocemos de antes? – preguntó viéndolo fijamente.

 

– ¡Hace un año me golpeaste en el rostro y me hiciste perder una magnífica oportunidad de trabajo! – Dijo molesto – me rompiste la cara y por eso no te soporto. Ni siquiera te disculpaste por lo que hiciste. Como quisiera romperte la cara como lo hiciste tu aquella vez y ¡ahora con más razón! – dijo con los ojos centellando por la furia.

 

Minho solo entrecerró los ojos, la mirada del modelo era fascinante. Los destellos de color cambiaban según el estado de ánimo del chico. Pasaban de un color café claro, cuando estaba calmado, a un intenso tono entre café oscuro y negro cuando estaba enojado como ahora. Se acercó a él al ver que éste mantenía el puño levantado.

 

– ¿Y por qué no lo haces? – cuestionó de forma fría.

 

Taemin sintió que Minho lo estaba retando de nuevo. Le estaba retando a que lo golpeara. Por fin tenía la oportunidad de tomar revancha por lo que le había hecho hace un año y por lo que acababa de hacerle hacía unas horas. Así que sin vacilaciones respondió al reto.

 

– ¡Eso mismo voy a hacer!

 

Soltó los patines y dirigió el puño cerrado sobre el rostro de Minho con fuerza y rapidez, pero éste ya lo esperaba venir y se hizo un poco hacía un lado provocando que Taemin empujara su peso hasta su puño haciéndolo irse hacía el frente. Tomó su muñeca en el aire y de forma fácil le dobló el brazo lanzándolo contra la pared del gimnasio, mientras él se colocaba detrás y le jalaba el cabello por la nunca para que le viera.

 

– Pensé que eras más listo Lee, si me golpeas te demando – soltó en tono amenazante. El color de los ojos de Taemin volvió a cambiar en ese momento y Minho pudo darse cuenta que estaba sorprendido.

 

– ¿Eh? – ¿demandarlo? ¿Era capaz de demandarlo si le golpeaba? Pero sólo era un pleito estudiantil, no tenía por qué llegar a más. Además Minho se merecía ese golpe. Era un idiota, eso era ¡un Idiota!

 

El tibio aliento de Minho golpeaba contra la piel de su nuca. Estaba sumamente alterado y le dolía el brazo por la forma brusca en la que lo tenía sujeto e inmóvil. No podía moverse sin ser lastimado. ¡Y él que pretendía caerle a golpes! ¡Já!, ese tipo le hubiera ganado con facilidad.

 

– Basta, suéltame – dijo tratando de mover su brazo, pero al contrario de lo que pensaba Minho lo sujetó más fuerte – ¡Oye eso duele!

 

De un fuerte tirón Minho le dio la vuelta y le arrinconó contra la pared del gimnasio, como lo había hecho en la habitación. Era encantador ver el sonrojo sobre ese rostro blanco. Parecía luchar consigo mismo por liberarse de su agarre. Pero eran intentos muy débiles. Una extraña necesidad se apoderó de su cuerpo, quería volver a probar los labios del castaño frente a él. Y quizá algo más.

 

Había entrado con una sola intención al colegio y estaba frente a él. No podía desaprovechar su oportunidad. El pelilargo iba a pagarle lo que le hizo aquella vez en los estudios de grabación. Y ya sabía cuál era su punto débil. No era gay.

 

¿Qué no lo recordaba?, claro que lo recordaba y muy bien, era imposible olvidar esa forma arrogante de llamarlo témpano de hielo Choi y esos ojos tan vivos. Y veía con agrado que él tampoco lo había olvidado y después de un año le seguía guardando rencor por haberle golpeado. Pues él no le guardaba rencor por haberle lanzado los pedazos de la fotografía al rostro y por darle a la prensa semejante apodo. Todo lo contrario.

 

Buscaba dos cosas yendo a ese colegio aparte de huir de los acosos de la prensa. Una era venganza y la otra, quizás… quizá no iba a conseguirla.

 

Taemin se sintió de nuevo asustado al ver y sentir el cuerpo de Minho así de cerca. Su corazón comenzó a latir apresurado al ver la cercanía de sus rostros. Cerró los ojos y desvió la cara, evitando a toda costa que los labios de Minho fueran de nuevo su boca, pero una mano delgada y fuerte se cerró sobre su barbilla obligándolo a voltear al frente.

 

– No esper…

 

Pero la protesta de Taemin fue callada por los labios del actor que se cerraban sobre su boca introduciendo su lengua dentro de ella, haciéndolo temblar de pies a cabeza como nunca antes alguien lo había hecho.

 

Trataba de separarlo de su cuerpo con sus brazos, pero los movimientos eran muy débiles y hacían que Minho le abrazara a su cuerpo aún más fuerte. Apresándolo, robándole el aliento, haciéndolo jadear buscando aire sin lograrlo.

 

Sintió algo duro que chocaba contra sus caderas y como algo cálido se deslizaba entre sus ropas. Quería gritar que se detuviera, pero su boca estaba invadida y su lengua enredada con la otra le impedían decir nada. Su corazón estaba a punto de estallar de lo fuerte que latía, estaba temblando y en poco tiempo ya no iba a pensar.

 

¿Por qué Minho le hacía esto?

 

¿Cómo le hacía esto sin obtener de su parte mucha resistencia?

 

Sintió como una mano ajena se cerraba sobre su miembro bajo su pantalón. Al no usar ropa interior le había resultado fácil dar con él. A pesar de tener compañías que le brindaban esas prendas, el pantalón deportivo que había elegido era de licra y la ropa interior se marcaba por eso no se la había puesto esa noche. Mala noche, porque al solo contacto de la calidez de los dedos de Minho, su miembro había comenzado a crecer entre ellos, a pesar de que le daba la orden a su cerebro de no ceder, su cuerpo no respondía, parecía tener vida propia.

 

Su cuerpo se calentaba como si fuera leña en una chimenea encendida. Gritaba órdenes a su cerebro para que su estúpido cuerpo dejara de responder a las caricias que le estaban dando sobre su miembro despierto. Sentía como esa mano se deslizaba de arriba a abajo sobre su miembro y sus propias manos trataban inútilmente de detenerlo sin lograrlo.

 

Quería gritar y quería dejar de sentirse tan malditamente bien. Era Minho el que le estaba haciendo esto, era el maldito actor que le quitó una magnífica oportunidad de trabajo, era un hombre egocéntrico y engreído… ¡Era un hombre!

 

¡No, él no era gay!

 

– ¡NO! – gritó Taemin sacando fuerzas para empujarlo soltándose por completo y cayendo al suelo sin que Minho lo detuviera. Por fin su cerebro había obedecido una de sus órdenes.

 

Levantó la vista al mismo tiempo en que ocultaba su erección con sus manos. La mirada del actor estaba sobre él. Se veía tan sereno, mientras él jadeaba por la excitación, ni siquiera parecía respirar de forma agitada. Pero si pudo apreciar que el miembro de Minho también estaba despierto.

 

– ¿Quién está allí?

 

Una voz les distrajo de cualquier cosa que pudieran decir y Taemin se levantó con esfuerzos apoyándose de la pared. Alejándose de Minho de forma rápida. No podía soportar el verlo, no quería estar un segundo más cerca de él. Y la persona que se acercaba le daba la oportunidad perfecta para escapar.

 

– Soy… soy yo Chaekyun – dijo en un jadeo.

 

Taemin vio como un hombre delgado, bajito y mayor se paraba delante de él. Aun estaba sonrojado y con la respiración entrecortada. Pero el hombre pensaría que era debido al ejercicio al estar en la pista de patinaje, jamás se imaginaría lo que realmente había logrado detener. Por suerte, la playera larga que Minho había le sacado del pantalón deportivo, cubría perfectamente su miembro excitado.

 

– Ah, pequeño Tae eres tú – dijo el hombre que se acercaba sonriendo sin percatarse de nada anormal en él o en su compañero que estaba detrás – ¡Oh!, ¡tú eres Choi Minho! – dijo el hombre abriendo los ojos por la sorpresa. Taemin solo se hizo a un lado, evitando a toda costa estar cerca del actor – No deberías estar fuera de tu habitación después de las 10 – dijo el hombre.

 

– Hn – dijo Minho inclinando la cabeza.

 

– ¡Pero qué diablos! Si Tae puede salirse para venir aquí, tú también – dijo el hombre sonriendo.

 

Taemin aprovechó que el conserje retenía a Minho para huir de él. Éste solo lo observó, pero no pudo seguirlo, porque el hombre mayor le hablaba sin soltarlo del hombro pidiéndole un autógrafo para su nieta.

 

Chaekyun le había salvado de cualquier cosa que pudo haber ocurrido con Minho en el gimnasio. Y el viejo conserje le seguía diciendo pequeño, bueno lo conocía desde que había llegado al colegio siendo solo un niño, pero ahora tenía 20 años y el viejo le seguía diciendo pequeño. Por suerte ahora detenía a Minho, necesitaba desesperadamente alejarse de él.

 

A penas había doblado por el pasillo fuera del gimnasio comenzó a correr para llegar hasta su habitación lo más pronto posible. No quería toparse con Minho en los oscuros pasillos de la escuela y ser partícipe de otra escena como la del gimnasio. Estaba asustado, muy asustado, pero de la propia reacción de su cuerpo con alguien a quien se supone no soportaba. ¡Además él no era gay!, no lo era, entonces ¿por qué su cuerpo respondía a esas manos delgadas y fuertes que eran de otro hombre? ¿Por qué su boca al sentirse invadida por una más fuerte y poderosa no había reaccionado dándole una mordida en el labio? ¿Por qué en lugar de defenderse del ataque del maldito actor había estado tan receptivo?

 

Llegó corriendo hasta los pasillos de los dormitorios y abrió su puerta a la carrera cerrándola de inmediato. En su mente no paraban las preguntas a su estúpido cuerpo, pero este no le respondía de forma satisfactoria. Aún ardía.

 

Pudo sentir como en su espalda el picaporte se movía tratando de abrir la puerta. Su corazón latió de forma más furiosa al imaginarse que sería Minho. Se apoyó extendiendo las manos sobre ella, tratando de bloquear la puerta para que no pudiera entrar. Como si fuera tan sencillo quebrantar la puerta con seguro, pero en su cabeza no cabía la cordura y solo existía el temor a lo que estuvo a punto de pasar con ese actor.

 

– Ve… vete – dijo de forma queda y nerviosa al percatarse que la persona detrás de la puerta seguía intentando abrirla.

 

– ¿Tae?… Taem soy Jonghyun abre la puerta.

 

Taemin se sintió aliviado, como si al escuchar la voz de Jonghyun le hubieran puesto una custodia que le salvara de miles de personas que quisieran atacarle. Su corazón comenzó a latir con tranquilidad, pero su excitación no cedía. Así que dejo la playera fuera y abrió la puerta a su amigo.

 

– ¿Por qué querías que me fuera? ¿Dónde estabas?  Te ves muy agitado.

 

Taemin sintió que el color subía a su rostro al imaginar que su amigo pudiera saber porque estaba así, pero éste dejo de preguntar para comenzar a quitarse la bata que traía puesta.

 

– ¿Qué haces? – dijo totalmente sorprendido y sonrojado al ver lo que su amigo hacía.

 

– Ya vi que vienes del gimnasio – dijo viendo la ropa deportiva que traía – ¿Dónde dejaste los patines?

 

– ¡Mis patines! – Los patines los había dejado en el gimnasio al salir huyendo de Minho – Los olvidé en el gimnasio, pero estoy seguro que Chaekyun los guardará por mí, así que  mañana los recojo, pero no me has dicho qué haces.

 

Jonghyun se quitó la cinta que sujetaba la bata y Taemin  pudo ver que bajo ella llevaba unos jeans negros ajustados y una camisa del mismo color perfectamente planchada. Llevaba los zapatos dentro de las bolsas de la bata larga. No era de extrañarse que alguno de los maestros se paseara por los pasillos después de las 10 y si alguien lo veía arreglado para salir, iría directo a detención. Pero si lo veían en bata, solo diría que había ido por un vaso de agua a la cocina de la sala de estar.

 

– Necesito que me cubras y me prestes tu lazo para salir. Voy a verme con alguien en el bar cerca de aquí.

 

– ¿Vas al bar? – Se dio prisa en sacar el lazo que mantenía oculto bajo la cama, mientras el músico terminaba de arreglarse – Voy contigo. Realmente necesito un trago – dijo de forma animada, tratando de olvidar todo lo que había pasado con Minho en el gimnasio.

 

Jonghyun tomó el lazo de sus manos y se dispuso a atarlo del barandal que estaba en la pequeña terraza de la habitación del modelo. Todos los amigos de Taemin sabían que tenía los medios para salir del colegio durante la noche sin que nadie se enterara. Sabía por dónde entrar y salir de la escuela sin que se enteraran los directores. Además de estar en un segundo piso de los dormitorios, no en el primero, que contaba con protectores en las ventanas y no en el tercero o cuarto, así podía ocultarse entre las copas de los árboles y bajar por la soga que ataba a los barandales.

 

Jonghyun estaba por bajar, cuando el castaño se acercó dispuesto a seguirlo al no haber obtenido ningún comentario negativo de su amigo.

 

– No Tae, no puedes venir conmigo esta noche.

 

– ¿Por qué no Jjong? ¡Realmente necesito un trago! –  No quería estar en su habitación y no quería pensar en lo que había pasado en el gimnasio minutos atrás.

 

– Te traeré una botella, pero no puedes acompañarme. No esta noche. Otra iremos nosotros – dijo de forma sería. No le gustaba negarle a su amigo la oportunidad de salir con él, pero esta noche tenía una cita importante.

 

– No te voy a molestar ¡te aseguro que ni sabrás que estoy allí! – dijo tratando de convencerlo, pero éste volvió a negar.

 

– Taemin – habló en forma de advertencia.

 

– Oh, está bien – dijo por fin de forma derrotada. Tendría que conformarse con encerrarse en su cuarto y dormir.

 

– Por cierto ¿no tendrás…? – dijo Jonghyun sonrojándose ligeramente.

 

– ¿Qué? No tendré ¿qué? – preguntó curioso.

 

– Algo para protegerse.

 

– ¿Quieres que te preste una chaqueta? – preguntó sin comprender. Estaba fresco, pero no tanto como para ponerse algo más abrigador.

 

– No me refiero a esa clase de protección Taemin, sino del otro tipo – Taemin lo observó confundido. El bajito suspiró derrotado, sería más sencillo pasar a una farmacia, pero ya iba algo tarde y la única farmacia que habría las 24 horas estaba algo retirada. Así que no le quedaba más que decirle directamente lo que quería. ¿Por qué su amigo tenía que ser tan inocente a veces? – ¡Un Condón! – dijo desesperado.

 

– ¡Ah! Si, si tengo, ahora entiendo porque no quieres que vaya – dijo riendo al entender lo que pedía – pero baja la voz, no quiero que mi antipático vecino se dé cuenta que podemos salir del colegio – Taemin entró de nuevo a su habitación y salió con un sobrecito en la mano para entregárselo a su amigo, quien al recibirlo comenzó a bajar por la soga – ¡pero mañana quiero detalles amigo!

 

– Creí que no querías que supiera – dijo desde abajo, señalando la ventana abierta de la habitación de Minho. Él solo volteo a verla de reojo e hizo un ademán a Jonghyun de que lo olvidara.

 

– ¡Detalles mañana!

 

– ¡Claro que no! – fue lo último que dijo Jonghyun dándole la espalda y corriendo rumbo a las rejas del colegio.

 

Sonrió por lo que había dicho Jonghyun. Cuántas veces no habían hecho lo mismo, escapar durante la noche a un bar cerca de la escuela. Ya sabía lo que tenía que hacer, pero por primera vez no le gustaba. Tenía que dejar la ventana de su cuarto abierta y la soga colgada, para cuando Jonghyun llegara pudiera entrar por su cuarto, para llegar al suyo. Eso sería en la madrugada.

 

Sintió un escalofrío recorrerle la espalda cuando se giró en su pequeña terraza y pudo ver la ventana del cuarto de Minho abierta y las cortinas trasparentes agitándose con el viento de la noche.

 

La habitación estaba por completo a oscuras y no se veían señales del dueño en la terraza que le indicara que se había enterado de lo que hacían y era imposible que su otro vecino se enterara de algo. Tenía el sueño muy pesado, si ocurría un terremoto, era casi seguro que ni se daba por enterado.

 

Entró de nuevo a su habitación recordando lo que había ocurrido en el gimnasio. Y maldiciéndose a sí mismo por sentirse tan asustado con Minho. Siendo un modelo, tenía que lidiar con esa clase de sucesos, que aunque no eran muy frecuentes, de vez en cuando le había ocurrido que alguno de los empresarios que quería contratarlo para alguna campaña, le hacía proposiciones con la condición de firmar el trato. Sabía cómo manejarlos a ellos, entonces ¿por qué con Minho no había podido hacer lo mismo?

 

Entró al baño para darse una ducha de agua helada. La excitación que había sentido hace un rato no terminaba por alejarse de su cuerpo.

 

Se despojó de las prendas de ropa y las dejó tiradas de forma desordenada en el suelo del baño. No se podía decir que fuese ordenado, solía tener toda su ropa tirada por el cuarto, pero las mucamas del colegio limpiaban y acomodaban sus habitaciones, esa era la ventaja de estar en un colegio tan caro.

 

Abrió el agua fría y se metió bajo el fuerte chorro tratando de calmarse. Ojalá hubiera acompañado a Jonghyun al bar, conocía a algunas cuantas chicas con quienes hubiera podido divertirse y lograr calmar la excitación que aun con el agua fría no quería ceder.

 

Sacudió la cabeza en negativa al darse cuenta de que estaba por completo solo en la habitación de su baño.

 

¿Para qué hacerla ceder si estaba solo?

 

Abrió el agua caliente para nivelar la temperatura del agua y comenzó a evocar las imágenes de sus amigas en la cama. Las cientos de veces en que se había acostado con ellas era el mejor indicativo que no era gay. Incluso había mantenido una relación con Luna hacía un par de años. Quizá no habían funcionado como novios y ahora eran los mejores amigos, pero durante el tiempo que estuvieron juntos, varias veces tuvieron sexo y le había gustado mucho.

 

Quizá era lo que más extrañaba de Luna.

 

Mientras pensaba en cada una de las chicas con quienes se había acostado, había dejado que su mano bajara hasta su miembro aun sensible, dejaba que sus dedos rozaran la piel de éste de forma suave haciéndolo sentir un agradable estremecimiento.

 

Acariciándolo despacio había vuelto a estar firme y palpitante, esperando por la atención que le daba con sus propias manos.

 

Había dejado de ser un adolescente que se masturbaba un día sí y otro también, pero no podía olvidar que a veces era necesario, lo sentía necesario y más estando encerrado en un internado, donde no podía salir todas las noches en busca de compañía. Además con su apariencia conseguir chicas era de lo más sencillo.

 

Pero ahora no iba a salir y calmar la excitación que crecía en su entrepierna era algo que se hacía cada vez más urgente. Imaginaba, mientras se acariciaba a sí mismo, que otras manos lo hacían por él, unas manos delgadas y fuertes.

 

Abrió los ojos en sorpresa cuando por su cabeza pasó la imagen de Minho. ¡No!, si bien era culpa de él que su cuerpo estuviera tan caliente, no tenía por qué imaginárselo. Debía pensar en las chicas, en ellas, no en Minho.

 

– ¡Ahh!

 

Un gemido escapó de su boca al comenzar a mover sus manos de forma más rápida, haciendo que cada vez su respiración se acelerara más y que los gemidos escaparan de su boca más seguidos, a pesar del agua, el sudor perlaba su frente.

 

– Mm, ¡aahhhh!

 

En un último grito, su semen escapó de su miembro perdiéndose entre los azulejos del suelo del baño y escurriéndose hasta la rendija del desagüe.

 

Se había quedado recargado en la pared del baño, esperando que su respiración se normalizara, recargando su cabeza contra los fríos azulejos, dejando que solo su cuerpo recibiera el agua templada de la ducha.

 

– Ah, ah ¿por qué? – dijo a la nada con la respiración entre cortada – ¿por qué sigo pensado en eso?

 

Aun cuando hacía esfuerzos enormes por apartarlo de su cabeza, no lograba eliminar lo sucedido en el gimnasio. Aun cuando peleaba por sacar a flote recuerdos con otras chicas, la imagen de Minho besándolo, torturándolo con sus manos, parecía ser aún más fuerte.

 

Se incorporó de forma firme, sintiendo que su respiración estaba ya normalizada y tomó una toalla para secar su cuerpo. De forma lenta dejo que la tela de la toalla recorriera su cuerpo adolorido por el calor del agua, había pasado mucho tiempo bajo ella y su cuerpo lo estaba resintiendo.

 

Se sentía adolorido del pecho por la forma en la que lo habían empujado contra la pared del gimnasio y también le dolía el brazo derecho por la forma brusca en que el maldito lo había sujetado.

 

Quizá descansando un poco se sentiría mejor y dejaría de pensar en lo sucedido. Así que ató la toalla a su cintura y se dispuso a salir para buscar su pijama y peinar su cabello.

 

El pijama lo tenía en una de las cómodas de su habitación, así que se cambiaría afuera. No le importaba hacerlo ¿quién dentro de ese lugar podría verlo? Y si alguien le veía, ¡qué importaba! era modelo y estaba acostumbrado a cambiarse delante de otros.

 

A penas había dado unos pasos fuera del baño cuando vio algo sobre el centro de su cama que le llamó la atención por lo que se acercó para verlo mejor.

 

– Mis Patines ¿Cómo llegaron hasta aquí?

 

Tomó los patines entre sus manos y vio una pequeña nota dentro de uno de ellos. La tomó y comenzó a leerla. Inmediatamente sus mejillas se encendieron y el corazón comenzó a acelerarse de forma apresurada al darse cuenta de quién era esa nota y aun más al saber lo que significaba aquello.

 

– ¡Maldito Desgraciado! – Gritó enojado frunciendo el ceño haciendo trizas la nota y arrojándola al cesto de la basura vacío – ¡Maldito infeliz! – dijo con enojo acercándose a la carrera hasta la puerta de su habitación y cerrándola con llave, para después sacar su pijama del cajón y cambiarse de forma violenta para luego entrar a la cama y cubrirse hasta la cabeza.

 

De su cabeza no desparecían los sucesos del día y mucho menos las palabras de la nota.

 

“Si necesitas ayuda con lo que hacías en el baño, búscame. CM”

 

Daba vueltas en su cama presa de la indignación, tratando de dormir sin poder lograrlo. Recordando cada una de las palabras de esa nota en sus patines. Ese maldito infeliz había entrado en su habitación y le había espiado en el baño mientras se masturbaba. Eso le indignaba y le ponía furioso. Si hubiera sido otro de sus compañeros, quizá se hubiese sentido avergonzado, pero siendo el actor que hace unos minutos se había atrevido a tocarle de una forma en que jamás creyó posible ser tocado por otro hombre, le enfurecía.

 

Se sentó bruscamente de la cama a sabiendas que no podría conciliar el sueño hasta que hiciera algo con lo que sentía. Quizá ir a su habitación y lanzarle un puñetazo en la cara aunque éste lo demandara.

 

– Sí, eso mismo voy a hacer – se dijo a sí mismo con determinación levantándose de un salto de la cama.

 

No se preocupó por buscar sus pantuflas, el coraje y la indignación hacían que no sintiera el frío del mármol en el suelo. Y totalmente descalzo y con el cabello suelto quitó el seguro a su puerta y se dispuso a ir hasta la habitación que era de Minho.

 

Se plantó frente a la puerta con determinación, imaginando cual sería la reacción del actor al verle. ¿Se sorprendería de verlo parado frente a su puerta? ¡Claro!, tenía que sorprenderse, tanto por que pensara que iba a aceptar sus palabras, como si no las aceptara. Pero lo que le tomaría por completo desprevenido, sería su puño estrellándose contra su cara.

 

Imaginarse al actor yéndose de espaldas por la fuerza del golpe le hacía sonreír de forma involuntaria. Verlo al siguiente día en el salón con el ojo morado, sería la mejor recompensa a todo lo que había tenido que pasar ese día.

 

Se dispuso a levantar la mano para golpear a la puerta, cuando una segunda imagen llegó hasta él. El cuerpo del actor previendo su ataque y haciéndose a un lado, para de nueva cuenta tomar su brazo y doblárselo por la espalda para dejarlo por completo a su merced y dentro de su habitación.

 

Un estremecimiento le recorrió al recordar lo sucedido en el gimnasio. Minho era cinta negra en karate, por lo cual debía saber ver los futuros ataques de sus oponentes en sus ojos. Y para su desgracia sus ojos eran como un libro abierto. ¡Cuántas veces no se lo habían dicho! Sus ojos reflejaban todo lo que pensaba.

 

– ¡Maldición! – murmuró para sí mismo bajando la vista junto con su mano. No iba a poder sorprenderlo con un golpe. Seguramente estaría esperando algún tipo de reacción a esa nota. Quizá la había dejado con el firme propósito de que fuera a su habitación a reclamarle y así poder reanudar lo que había quedado inconcluso en el gimnasio – No, no voy a caer en tu juego – dijo sonriendo comprendiendo por fin el propósito de esa nota.

 

Giró sobre sus talones y regresó de forma más calmada a su habitación. Sus ojos se clavaron en el cesto de la basura y pudo ver como el montón de pedazos de papel se encontraban en el fondo como una fina alfombra. Ver todos esos pedazos le recordó algo y tomando el cesto, saco todos los trozos con su mano y se apresuró a meterlos al bolsillo del saco de su uniforme. Así no se le olvidarían por la mañana.

 

Con la idea del desquite en su cabeza, volvió a entrar en la cama y se dispuso a tratar de dormir. Ya era pasada de la media noche y seguramente Jonghyun volvería antes del amanecer.

 

– Mañana me desquitaré – dijo con una sonrisa en el rostro mientras cerraba los ojos para disponerse a dormir.

 

….

..

.

 

Su sueño no fue para nada reparador, había tenido pesadillas. Soñaba con un Minho gigante que se lo quería comer y gozaba con golpearlo en el rostro una y otra vez o le doblaba el brazo haciéndolo sufrir. Se sentía como un niño indefenso a merced de un niño mayor en la escuela, un niño que se empeñaba en golpearlo si no le daba el poco dinero que le daban o si no le daba su almuerzo.

 

Despertó sudando, poco antes de que su reloj diera la hora de levantarse. Lo primero que vio sobre el buró fue la botella de soju que Jonghyun le había traído. Se estiró sobre la cama para tomarla entre sus manos, nada le hubiera dado más gusto que tenerla la noche anterior para caer dormido de forma inmediata y dejar de sufrir pesadillas. Pero ahora que la tenía, iba a tener que dejarla para disfrutarla por la noche. Así que se dispuso a guardarla bajo la tarima de la cama para que no la encontraran, junto con los cigarros, la soga para escapar del colegio, las cartas de póquer y el dominó.

 

Se dispuso a arreglar y peinar su cabello que debido a que la noche anterior no lo había hecho ahora se encontraba totalmente revuelto. Mientras recordaba los motivos por los que ya no les dejaban hacer muchas cosas.

 

Antes podían recibir paquetes de sus familiares, pero en una ocasión se mandó a sí mismo una caja llena de botellas de soju y al ser sorprendido en la sala de estar del ala este, además de tenerlo en detención por una semana, por haber emborrachado a sus compañeros, también fueron suspendidas las entregas de paquetes de los familiares.

 

Antes se les permitía tener juegos de mesa en sus habitaciones los cuales llevaban a la sala, incluso los maestros a veces se ponían a jugar bingo o monopolio con ellos. No faltaba quien trajera calabozos y dragones u otro juego del mismo tipo. Pero a él le gustaban los juegos de azar en los que se podía apostar y llevó el póquer y el dominó y comenzó a hacer apuestas entre sus compañeros. Al principio eran apuestas sencillas, de unos cuantos wons, pero se fueron incrementando hasta que fueron varios cientos de wons. El director llegó una noche a la sala al escuchar el escándalo dentro y se topó con una mesa llena de dinero y las cartas del póquer en la mesa. Esa vez estuvo dos semanas en detención junto con los participantes de la apuesta y se les confiscaron todos los juegos. Ahora sólo se permitían las damas chinas y el ajedrez.

 

Antes podían celebrar su cumpleaños en la sala y se mandaba comprar un pastel para que este se partiera entre los compañeros. Pero en el cumpleaños número 17 de Jonghyun, había mandado comprar un pastel que medía casi metro y medio. Había sido una sorpresa para los guardias el recibirlo y aún más para el director cuando al entrar a la sala para ver qué harían con el pastel, se encontró a una mujer, con pocas prendas sobre su cuerpo, saliendo del mismo y bailando de forma seductora a los chicos. Y vaya que no solo los chicos disfrutaban de la mujer del pastel, había sorprendido a los mismos guardias en la fiesta. Esa vez estuvo dos meses en detención junto con Jonghyun y se prohibió la entrada de pasteles mayores a 30 centímetros.

 

Indudablemente antes podían pedir comida por teléfono, generalmente era en las noches y en fines de semana. La pedían a un restaurante cerca de la escuela y la dejaban en la caseta de seguridad. Pero en una ocasión había mandado solicitar un banquete para cien personas, incluyendo meseros y variedad. El director tuvo que despedir a los meseros y la variedad, pero permitió la entrada de la comida. Cuando entró a la sala del ala este para pedirles que la comida que sobrara la llevaran a la cocina para que se guardara, lo recibió una cacerola de sopa en la cabeza. Habían hecho una guerra de comida con todo lo que había sobrado. Esa vez además de estar en detención por un mes, tuvo que lavar toda la sala hasta que quedara reluciente. Desde entonces se prohibió solicitar comida a los restaurantes.

 

Antes también podían hacer llamadas a cualquier hora, para eso estaban los teléfonos de la sala de prensa o el teléfono de la sala de estar. Hasta que un día el director los sorprendió llamando a una Hot line. Todos los involucrados estuvieron en detención por una semana y ahora no existía el teléfono de la sala y para llamar a alguien había horarios en los cuales las secretarías se encargaban de hacer la llamada y dirigirla a la sala de prensa donde ellos debían contestar.

 

Vaya que tenía mucha culpa de las nuevas normas en la escuela, pero eso no le impedía divertirse. Cuando era más chico, se había divertido escondiendo a los profesores los borradores o las tizas, así no habían podido dar clases a tiempo. O había encerrando a alguno de sus compañeros en el baño de niñas. Ahora, siendo más grande, podía salir del colegió rumbo al bar.

 

Giró sobre su eje al ver en el suelo la cajetilla de cigarros, seguramente se le había olvidado guardarla y corrió para esconderla.

 

No, fumar siempre estuvo prohibido, de eso no podían echarle la culpa a él.

 

Un golpe en la puerta le distrajo de sus pensamientos y dibujó una enorme sonrisa al recordar sus travesuras en la escuela.

 

– Tae ya es hora – escuchó la voz de Jonghyun detrás de la puerta.

 

– Ya voy – gritó en respuesta tomando el saco de su uniforme en sus manos junto con sus libros.

 

Jonghyun giró la vista al escuchar como la puerta que estaba a un lado de la habitación de Taemin se abría y un serio Minho salía de ella usando el uniforme completo, llevando bajo sus brazos su portafolio con sus libros.

 

Inclinó la cabeza en señal de saludo cuando sus ojos chocaron con la intensa mirada  del actor. Minho inclinó la cabeza en respuesta y caminó de forma altiva rumbo a las escaleras que le llevarían al comedor del primer piso.

 

Era extraño ese actor. Esperaba que le hubiera hecho lo mismo que a Luna, que le hubiera dejado esperando una señal de saludo, pero le había respondido de forma cortés. Quizá no era tan huraño como todos decían y tenía algún motivo para actuar como lo hacía.

 

– Buenos días Jjong – Saludó de forma alegre al más bajo.

 

– Buen día Taemin, vamos a desayunar –dijo de forma sería comenzando a caminar dejándolo atrás.

 

Taemin parpadeó un par de veces al ver a su amigo caminar de forma apresurada, para después ver como la inconfundible figura de Minho desaparecía un poco más delante por los escalones que daban al primer piso.

 

El simple hecho de ver su espalda le hizo recordar el incidente de la noche anterior. Sintió como el coraje regresaba y un intenso rubor cubrió sus mejillas. Iba a tomar revancha por lo que le hizo. ¡Claro que iba a hacerlo!

 

– ¿No vas a desayunar? – la voz de su amigo le hizo distraerse de sus pensamientos y volteó para verlo  parado a un lado de las escaleras esperándole.

 

– ¡Claro que sí! – dijo corriendo para alcanzarlo.

 

El comedor se encontraba lleno a esa hora de la mañana. El día anterior muchos no habían llegado temprano por ir llegando de sus casas, pero el día de hoy todos estaban en la escuela. Quizá algunos no desayunaran o padecieran de bulimia o anorexia, eso era muy común en ese medio. Pero ni él ni Jonghyun tenían esos trastornos alimenticios por lo que ahora se encontraban eligiendo lo que iban a comer.

 

Taemin insistía en preguntarle a Jonghyun por su cita, pero el bajo lo ignoraba olímpicamente.

 

–¡Vamos Jong! dime quién es la afortunada – insistió una vez más tomando un vaso de jugo de naranja y depositándolo en su charola.

 

– No voy a responder tus preguntas Tae – volvió a decir  tomando un plato de frutas.

 

– ¡Vamos! qué te cuesta ¿es alguien de la sinfónica? –  Pudo ver como un ligero color rosa cubrió las mejillas de su amigo – ¡lo sabía! – dijo de forma triunfal  siguiéndolo hasta una de las mesas.

 

Jonghyun  se puso a ver hacía todos lados, mientras Taemin seguía preguntando sobre la chica de la sinfónica con la que supuestamente se había encontrado la noche anterior. Taemin hacía demasiadas preguntas y no quería contarle nada, quizá lo hiciera más adelante, pero no ahora. Tenía que buscar una forma para que el pelilargo dejara de torturarle con preguntas y al girar la vista hacía una de las mesas, encontró lo que buscaba.

 

– Vamos a esa mesa – dijo haciendo callar de forma abrupta a Taemin.

 

La mirada de éste se dejó caer sobre la única persona que ocupaba una de las mesas del recinto. Se veía tan serio como siempre, con la vista perdida en un libro mientras picaba de forma distraída un plato con frutas. Su uniforme estaba pulcro y completo, ni una sola arruga sobre el cuello de su camisa o el saco. Sus zapatos negros muy bien lustrados. Parecía todo, menos humano. Parecía un fino maniquí de aparador que lucía un traje a la venta.

 

Enarcó sus cejas con disgusto ¿cómo pretendía Jonghyun que se sentara en la misma mesa que Choi Minho?

 

– ¿Estás loco? ese tipo y yo no nos soportamos.

 

– Vaya, eso no lo sabía – dijo Jonghyun levantando una ceja de forma suspicaz mientras caminaba a otra mesa desocupada cerca de donde Minho estaba – pensé que eras tú quien no lo soportaba. O… – dijo sentándose frente al modelo – ¿por fin te ha reconocido?

 

Un intenso rubor cubrió las mejillas de Taemin cuando escuchó la pregunta de su amigo. No, Minho no parecía reconocerle, pero quizá con lo que iba a hacerle lo recordaría por siempre.

 

– No me recuerda, pero lo hará – dijo de forma firme.

 

– ¿Hubo algún problema con la tarea que no me hayas dicho? – preguntó viendo que el rubor en las mejillas de Taemin se incrementaba aún más al preguntarle.

 

– N… no – dijo de forma nerviosa.

 

– ¡Buen día chicos! – la alegre voz de Luna les distrajo y Taemin suspiro para sí mismo, daba gracias a que la morena hubiese interrumpido el interrogatorio que Jonghyun le estaba haciendo.

 

– Buenos días Luna –saludó Jonghyun.

 

– ¡Buen día Luna! – La saludó Taemin de forma alegre – pensé que hoy no desayunarías con nosotros – dijo comenzando a comer lo que tenía en su plato, mientras la mirada de Luna se dirigió a él.

 

– ¿Por qué no? Todos los días desde que nos conocemos hemos desayunado juntos. ¿O es que ya no me quieren en su mesa? – preguntó enarcando las cejas con disgusto.

 

– No, no, no, no. No mal interpretes Luna – se dio prisa en aclarar moviendo las manos en negativa para reforzar sus palabras – lo que pasa es que como desde ayer le prestas más atención a ese actorcillo pues yo pensé…

 

– ¡Cómo se te ocurre Lee Taemin! – dijo con enojo Luna interrumpiendo lo que éste decía – está bien, es cierto que me gustaría conocerle y ser su amiga, pero yo no voy a importunarle – dijo desviando la vista para ver al actor que parecía no prestarle atención a otra cosa que no fuera su libro – además, está estudiando – dijo de forma seria y triste.

 

Taemin giró la vista para ver al actor que estaba en la mesa cerca de la suya. No creía que estuviese estudiando nada, el único maestro que había dejado tarea era el de literatura. Levanto un poco la vista para ver como un grupo de chicas se acercaba sonriendo al actor.

 

– A ellas no parece importarles el que esté leyendo – dijo señalando al grupo de chicas que dejaba su charola en la mesa del actor y le sonreían diciéndole algo – pero me imagino que ya se encargara él de hacérselos saber.

 

Jonghyun y Luna también giraron su vista para ver lo que el castaño señalaba, justo en el momento en el que lo hacían, la mirada de Minho se posó en las chicas. Pudieron ver como las chicas habían callado de forma abrupta y se retiraban de forma silenciosa y asustada, dejándolo de nuevo solo.

 

– No cabe duda que la mirada del témpano de hielo Choi es aún más peligrosa que sus palabras – dijo Taemin riendo, haciendo que Jonghyun riera también.

 

– Deja de decir eso  – recriminó molesta Luna – quizá esas chicas le molestaban, hablan demasiado, hasta a mí me molestan – dijo la morena defendiendo la actitud de Minho.

 

– Yo creo que lo que quiere es un poco de compañía masculina, seguramente a ellos no los espantaría con esa mirada de hielo y quien sabe quizás alguno podría derretirlo – dijo Taemin entre carcajadas con Jonghyun riendo junto a él.

 

– ¡Basta de burlas Taemin! – dijo la morena parándose de la mesa muy molesta, haciendo que ambos chicos quedaran en silencio y que la mirada de Minho se posara en ella – No tienes derecho a hacer insinuaciones de ese tipo, no voy a permitírtelo – dijo un poco más calmada al ver que todos se le habían quedado viendo, sentándose de nuevo en la mesa totalmente ruborizada.

 

Minho observó al trío en la mesa cerca de él, allí estaba el castaño de pelo largo, diciendo algo que había molestado a su amiga. Sus ojos chocaron por segundos  y pudo ver como un rubor cubría sus blancas mejillas. Pero el modelo no le había sostenido la mirada, la había retirado de forma rápida. Había estado esperando su reacción a la nota toda la noche, pero nunca llegó. Quizá no era tan predecible como lo había pensado. Por un momento había creído que iría hasta su puerta para reclamarle por la nota o para tratar de golpearlo como lo había intentado en el gimnasio. Pero al parecer había decidido ignorarla.

 

– Lástima – se dijo con pesar levantándose de la mesa para dejar la bandeja a la salida del comedor e ir rumbo al salón a seguir leyendo – Me hubiera gustado seguir con él juego que habíamos comenzado.

 

Taemin vio como Minho se levantaba de su lugar y caminaba rumbo a la salida del comedor. Era su oportunidad, así que dejo de prestar atención a lo que Luna le reclamaba.

 

– Tranquila ya sabes que Tae solo está bromeando, no debes tomártelo tan a pecho.

 

– Pero es que… – comenzó a decir, pero se vio interrumpida por el castaño.

 

–¡Nos vemos en clase! – dijo éste parándose a la carrera recogiendo su bandeja para salir del comedor, dejando a su dos amigos confundidos.

 

Iba caminando de forma segura por los pasillos que llevaban a los salones. Aun era muy temprano como para que el resto de los alumnos anduvieran por allí, la mayoría estaba aun en el comedor y aquellos que no desayunaban, seguramente a penas se estaban vistiendo para presentarse en clases unos minutos más tarde.

 

Se había ido colocando el saco mientras caminaba, dejando que sus ideas se ordenaran. Tenía que ser algo perfecto, la revancha de lo que le había hecho Minho la noche anterior quedaría saldada sin que le tocara.

 

Dejó deslizar su mano por fuera de la bolsa del saco y sintió como esta estaba un poco abultada. Eso era lo que necesitaba para desquitarse. Llegó hasta la puerta de su salón y se detuvo viéndola fijamente. Sabía que el actor estaba dentro y solo. Respiró profundamente y la abrió.

 

El salón estaba por completo solo, nada más la última silla de la primera fila estaba ocupada por eses insoportable. El muy infeliz ni siquiera había levantado la vista de su libro al escuchar que la puerta se había abierto, mejor para él, así le sorprendería.

 

Caminó sintiendo que su corazón se salía del pecho. Minho continuaba leyendo sin imaginarse lo que estaba a punto de hacerle. Quizá no iba a golpearlo, como seguramente esperaba que lo hiciera, pero para el orgullo del actor, sería algo parecido.

 

Sus pasos se detuvieron frente al pupitre. Desde esa distancia el aroma a su perfume llegaba hasta sus sentidos comenzando a marearlo. ¿Qué tal que las cosas no salían como las tenía pensadas? ¿Y si Minho le golpeaba como cuando lo había hecho por primera vez? ¿Qué tal si…?

 

– ¿Vienes a responder la nota?

 

Las frías palabras de éste le distrajeron haciéndolo ver hacía abajo. La fría mirada  del actor se había clavado en su rostro haciéndolo sonrojar. ¿Qué si venía a responder la nota? Pues claro que sí.

 

La sonrisa que vio dibujada en el rostro del castaño se le hizo extraña. Esperaba una mueca de disgusto como la del día anterior, pero no una sonrisa. Una sonrisa que no era de felicidad ¿qué tramaba el modelo?

 

Taemin dejo deslizar la mano dentro de la bolsa del saco de su uniforme sin borrar la sonrisa de su rostro.

 

– ¡Esta es mi respuesta, imbécil!

 

Los ojos de Minho se cerraron de forma instintiva al sentir como una lluvia de papelitos de color amarillo golpeaban su rostro. Un sentimiento de “deja vú” le inundó. Se sentía trasportado un año atrás, cuando le había lanzado a la cara su fotografía hecha pedazos. Lo había repetido, ahora con la nota, se había vengado. Era mucho peor a que le hubiese golpeado. Bien, él sabía el punto débil de Taemin, pero éste sabía el suyo también.

 

Abrió los ojos para ver como Taemin se carcajeaba alejándose de su lugar para llegar a la puerta. No podía permitirlo.

 

Se sentía feliz, un sentimiento de dicha le inundaba el pecho, era como si hubiese golpeado a Minho con todas sus fuerzas y lo hubiese dejado noqueado. Ahora sabía cómo se sentía David, al haber vencido a Goliat. Quizá no lo había golpeado físicamente, pero si moralmente al haberlo rechazado de esa forma. Estaba dichoso y no habría nada que le quitara ese sentimiento.

 

Estaba a punto de abrir la puerta para regresar al comedor con toda la felicidad desbordándose de su pecho, cuando sintió que alguien la cerraba fuertemente sin darle tiempo de salir y le tomaba por el brazo haciéndolo girar al tiempo en que sus libros caían al suelo y se azotaran contra él haciendo que el sonido retumbara en el salón casi vacío.

 

Abrió los ojos, asustado, topándose con una fría mirada muy cerca de su rostro, sintió como su corazón martillaba con furia en su pecho. Los ojos de Minho parecían filosos cuchillos dispuestos a rebanarle el cuello. No contaba con esa reacción, no esperaba que se levantara de su asiento y le dijera algo.

 

– Buena jugada – dijo Minho viéndolo fijamente dibujando una mueca en sus labios – pero me toca a mí hacer un movimiento.

 

Taemin abrió la boca tratando de decirle algo, pero fue asaltado de nuevo por unos fuertes labios que se apoderaban de los suyos obligándole a callar. Su corazón volvió a latir con fuerza, haciendo que su pecho doliera. La lengua de Minho había entrado aprovechando que tenía la boca abierta. Le asaltaba, le torturaba de una forma en que jamás pensó llegara a suceder. ¿Cuántas veces era que lo había hecho? Tres veces contando esta y cada vez más salvaje que la anterior. Acaso algún día él…

 

¡No! repitió en su cabeza de forma vehemente comenzando a moverse para separar al actor de su cuerpo. Sus manos luchaban por apartarlo de su lado, pero cada vez que empujaba  Minho lo sujetaba aún más fuerte haciéndolo perder casi el conocimiento. Tenía los ojos abiertos y veía como los ojos del actor permanecían cerrados mientras le besaba. Algo muy dentro le pedía que los cerrara, pero no iba a ceder.

 

No iba a ceder.

 

Pero lamentablemente su cabeza gritaba órdenes que no eran obedecidas por su cuerpo. Su corazón latía a toda prisa haciendo que algo en su entrepierna despertara. Sentía una intensa oleada de calor recorrerle el cuerpo y le hacía temblar. Había terminado por cerrar los ojos sin que lo hubiese pensado. Minho parecía saber muy bien lo que hacía, porque al ver que comenzaba a ceder, había dejado de abrazarlo de forma fuerte.

 

Abrió los ojos al sentir como algo tibio tocaba su pecho y de forma ruda empujo el cuerpo frente a él. ¿En qué momento le había abierto su camisa para  deslizar su mano hasta su pecho?

 

Podía escuchar la respiración acelerada de Minho y la suya propia. Eso grandes ojos le veían de una forma extraña, mientras sus propias facciones parecían confundidas. Un intenso rubor cubrió sus mejillas. Esto se había salido de control. Deslizó su mano a sus espaldas de forma temblorosa, creía que al darle la espalda al actor, este podría intentar sujetarlo de nuevo y no quería darle esa ventaja.

 

Abrió la puerta y salió corriendo rumbo al baño. Necesitaba calmarse, necesitaba tranquilizarse y pensar ¿qué iba a hacer ahora con Minho? Abrió la llave del agua y dejó caer un gran chorro en su cara, tenía que tranquilizarse.

 

La presencia de Minho en el colegio iba a ser un infierno.

 

Comenzó a sentirse furioso. De nuevo le había asaltado. Era como liarse a golpes con alguien, solo que Minho usaba, en lugar de los puños, sus labios. Si usara los puños, tenía más oportunidad de ganarle. ¿Es acaso que ese actorcillo le estaba ganando? ¡No!, jamás iba a dejarse vencer por ese maldito.

 

Cerró la llave del agua y se dispuso a regresar al salón. Esta vez no iba a dejarse. La vez que lo besó en el cuarto lo había dejado pasar. La vez del gimnasio estaba demasiado asustado como para responderle. ¿Pero ésta vez? esta vez no se iba a dejar. Minho podía ser gay, pero él no lo era. Quizá su cuerpo respondía a las caricias, como respondería ante las de cualquier chica, pero no era que él fuese gay, claro que no. Y ahora se lo iba a demostrar.

 

Podía escuchar voces dentro del salón, faltaban pocos minutos para que la primera clase diera comienzo. Así que ya habían llegado algunos cuantos alumnos. Abrió la puerta y pudo ver a Luna y Jonghyun platicando al final de la cuarta fila. En los primeros bancos de las últimas filas había otros tantos chicos sumidos en su mundo. Y al final de la primera fila, estaba su enemigo: Choi Minho leyendo su maldito libro.

 

Enarcó las cejas con disgusto al verle, esta vez no se iba a dejar. Así que camino de nuevo de forma decidida. Se había acomodado el saco y cerrado de nuevo la camisa. El infeliz lucía como si nada hubiese pasado, ¡pero claro que había pasado! El maldito hasta se había tomado la molestia de recoger los libros que había tirado y los había dejado sobre su banco.

 

Se detuvo delante de su silla al tiempo en que Luna y Jonghyun voltearon a verlo confundidos. Minho levantó la vista al ver los zapatos negros de alguien frente a él. Y al tiempo en que subió la mirada pudo ver unos ojos café oscuro cargados de enojo y sintió como algo se azotaba fuertemente contra su rostro.

 

El fuerte golpe lo tomó de sorpresa lanzándolo al suelo.

 

– ¡DEMÁNDAME, NO ME IMPORTA!

 

– ¡Taemin! – gritó Luna al verlo a los pies de Minho, mientras Jonghyun detenía al modelo por ambos brazos para evitar que se le fuera a golpes al actor.

 

Los ojos sorprendidos de Minho contemplaron las facciones molestas del castaño. Sus ojos café parecían negros por el enojo, sus cejas estaban arqueadas con disgusto mientras un color carmesí pintaba sus mejillas blancas. La pasión le embriagaba por dentro, podía verle respirando de forma agitada y luchando contra los brazos de su amigo para que le soltara.

 

“Hermoso” pensó para sí mismo, mientras limpiaba el hilillo de sangre que escapaba de su labio reventado.

 

Notas finales:

Cada vez esto se colocará más lemon ;) 


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