He pensado mucho sobre esto, y no sé, tal vez solo sean reflexiones, un diario cutre en el que yo personal y exclusivamente descargaré mis censurados pensamientos con total calma.
Tampoco sé muy bien lo que escribiré, se supone que esto es solo una introducción, aunque está claro que ya estoy dando rienda suelta a mi verdadera personalidad. Sentirse obligado a sentir felicidad día tras día agota. Solo esperan sonrisas y respuestas cortas por mi parte, lo que parte resulta fácil para mí y mi vida social, pero irritante para mi lado real, no tenía muchas ocasiones, por no decir ninguna, de demostrar mi labia oradora, mi filosófica y enrevesada mente, de decir lo que en muchas ocasiones siento respecto a los demás y a sus actitudes conmigo.
Por alguna razón soy alguien al que todos hablan pero al que nadie escucha. Pero eso me considero a mí mismo falso, cínico, hipócrita, como quieras llamarlo, en resumen, no me considero real. Metafóricamente claro.
No es algo complicado, no nos equivoquemos en las conclusiones precipitadas. No pretendo que nadie lea esto, por lo que no tengo que preocuparme por esto, pero aun así necesito tener la certeza de que me comprendo a mí mismo y soy capaz de aplicar los valores éticos y críticos sobre mi propia actitud.
Me acompañan diez y siete primaveras, Casi diez y ocho, ya que la primavera se acerca de nuevo. Mi madre suele decir que es el destino, que el día veintisiete decidiera nacer, el día del inicio de la más bonita estación.
Las amapolas llegan a su momento más bonito en este tiempo, por eso me atraen tanto, o eso dice ella, es su, con poco sentido real, teoría de mi mínima obsesión. Sólo me gusta la flor, no hay porque preocuparse. Matar gente en secreto con la maléfica y estúpida firma de "DonAmaplola" no está en mis planes de futuro. Aunque mentiría si dijera que no lo había pensado en algún momento.
Mi preciosa y alegre personalidad de paja era famosa y popular en el instituto, a ultimo año de bachillerato admito que había bajado bastante mis atenciones a mi reputación, la universidad me esperaba impaciente, por lo que no, sabiendo que esto acabaría pronto y que podría empezar de nuevo en otro lugar preferiblemente lejano, mantener una buena imagen y la amabilidad y el compañerismo no era una de mis prioridades. Llamadme hipócrita entonces, no me importa, al fin y al cabo, lo soy.
Resulta casual también en casa, Mi madre sabe cómo soy en verdad, aunque sigue pensando que soy un niño tierno, no lo des miento, tengo mis momentos ñoños, y más aun con esa mujer perfecta que me parió, admito que todavía sufro una severa "Mamitis". Pero ante todo me estoy convirtiendo en un adulto, aunque para ser sincero madure a muy temprana edad, solo con catorce años era todo un "Sonrisa-De-Plástico".
No pongo excusas, nunca las he puesto, podría decir que fue a causa del divorcio de mis padres, pero mentiría. Quiero a mi padre, no lo culpo, ni a él ni ella, no tengo ningún derecho a hacerlo, al fin y al cabo ya no se querían, dejaron de sentir el fuego, la presión en el pecho. Y no era un problema para mí, quería a mi padre, no tanto como a mi madre, una madre es una madre ahora y siempre. Pero lo quería, charlaba con él a menudo, pero no era tan real, era algo alegre y tontorrón con él, no tanto como con los demás, pero lo era. Lo conocía, y una de las cosas que le dolería seria ver a su hijo siendo un chaval joven aburrido a ojos de la sociedad e hipócrita. No por nada, solo se culparía, y no quería eso por nada del mundo, nada de mi personalidad era por su culpa, el divorcio nunca fue algo muy importante para mí, tan solo había crecido así, con actitud algo rara. Hay dos personas importantes en mi vida, y aunque no quisieran tener nada que ver la una con la otra eran mías, y les querría le encima de mí mismo. Ahí no había hipocresía.
Pero, volviendo a mi descuido social eventual, todo seguía de la misma manera, había logrado casi involuntariamente convertirme en un punto algo importante en el instituto, tenía una buena reputación, todos me conocían, era respetado, tenía buenos compañeros a los que no tenía ningún interés de ver fuera de allí y recibía cartas casi a diario, las cuales me molestaba en contestar en persona, con una sonrisa y un "Lo siento, quiero centrarme en mi futuro" Por alguna razón nunca vi a ninguna reaccionar mal. Eso pasa cuando idolatras a alguien, lo pones en un pedestal irreal, invisible y ridículo del que cuesta bajar. Mantente ahí, Chanyeol, mantente ahí. Hace todo mucho más fácil.
Bueno, explicada un poco la situación y la finalidad de este enano libreto azul que posiblemente guarde en el lugar menos original del mundo para que nadie lo lea, bajo el colchón, ya puedo empezar seriamente a relatarme a mí mismo lo que hay detrás de mis sonrisas.
Empezaré diciendo que ese día me había levantado con el pie izquierdo, por no decir que me había levantado de morros, porque si, por alguna intrínseca razón del destino o del karma amanecí haciendo ridículamente la croqueta por la cama y estampándome contra la alfombra de mi habitación.
Después de levantarme escupiendo pelos de alfombra mi madre no estaba, genial, lo mejor para animarme era que mi consuelo, mi madre, se hubiera ido antes a trabajar.
Media tostada, un sorbo del brick de leche, anúdate la corbata rápido, coge la mochila que llegas tarde. Y salí de casa corriendo.
El panorama que me esperaba en clase era más corriente que otra cosa. Saludos y poco más. Poco tardo D.O en unírseme, tenía un nombre mas convencional, pero la verdad jamás lo llame por él, y ahora no sería el momento de comenzar ¿no?
Él era un completo conflicto personal para mí. El único que me conoce un poco mejor, pero si conocer realmente nada relevante. El que sabe que tengo genio, lo que lo demás ignoraban que existía, pero que jamás lo había visto. El que sabía que no decía todo lo que pensaba, pero que creía que mi constante felicidad era normal y corriente en mí. Pues eso, un dilema extraño. No sé a lo que atenerme con este chico.
- Alumno nuevo - Comento el profesor de física, nuestro tutor. - Quiero un buen trato y aceptación - Bueno vale, nuestro instituto no era de los más dóciles del país, al contrario, estaba ente los tres más peligrosos. Pero tampoco era para advertir de esa manera tan descarada, asustaría al pobre chico que entrara nuevo. - Chanyeol, a tu cargo - volvió a hablar, no me sorprendió, solían dejarme a mí el trabajo de enseñar y situar a los nuevos alumnos en el instituto. Y no me molestaba, al contrario, me gustaba conocer y examinar a la gente nueva. Era observador, otra cosa que nadie sabía. Asentí. - Pasa Baekhyun - Ese chaval algo bajito entro en la clase, espere las reacciones de los demás antes de sacar las mías. No resulto impactante, ni nerd, ni como yo, popular, ni mucho menos, de eso que se libraba. Tan solo era uno más de la afortunada clase social escolar, el montón, tan solo era del montón para los demás.
A mí? Soy Hipócrita de profesión, la gente me juzga por lo que me esfuerzo en aparentar, pero yo, en realidad, nunca juzgo por las apariencias, hay que esperar para sacar conclusiones sobre ese moreno de carita infantil.