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(LSDC) LOS SECRETOS DE CARAMEL por sank

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Desde que Mi mejor amigo Max comenzó a salir con una niña de quinto año de primaria, un año mayor que él, su celular no paraba de sonar o al menos eso me parecía. En los momentos menos esperados timbraba e interrumpía nuestras conversaciones: cuando mirábamos películas en su cuarto, durante un interesante enfrentamiento de videojuego, cuando estábamos de salida en un centro de la ciudad, durante todo el tiempo no dejaba de sonar. Su timbre me escarapelaba la piel  y me ponía muy tenso porque sabía que al otro lado se encontraba azul, su enamoradita,  con la esperanza de hablar con Max horas y horas.  Nunca antes nadie nos había interrumpido por eso esas timbraditas empezaron a ser muy odiosas y cada día que pasaba lo odiaba más.

— ¡Te gane, genial! —Me dijo después de varios intentos por derrotarme en un juego de video.

—No te alegres, la próxima no dejaré que me ganes.

—Caramel, no seas problemático, te gané limpiamente…Espera.

Ese sonidito empezó a irritarme. Era azul nuevamente con sus ansias de tener a Max pegado a su celular. Sabía que se demorarían hablando hasta que ella se despidiera y terminara la llamada así que solo respiré hondo y me puse a jugar a solas.

—Sí ya lo sé, pero si no puedes entonces mejor ya no y quedamos otro día. Que problemática, entonces después de salir del colegio pero rápido porque tengo que almorzar y eso es impostergable para mí. Sí, sí, impostergable…

Yo estaba siendo un desastre. No había ganado ningún juego contra la máquina. Mi atención estaba puesta en cada palabra de mi amigo Max. Sus planes de citas también eran programadas con frecuencia por azul y por su culpa ya no regresaba a casa junto a Max porque ella  se le acercaba cada vez que podía.

—Ok, voy a colgar, ahora estoy jugando videojuegos con Caramel así que no llames. Sí, sí ya lo sé, Chau­— colgó.

—Si quieres me voy —le dije aun jugando a solas— para que sigas hablando con tu enamoradita.

—Está solucionado, No volverá a llamar. Le dije que estoy contigo así que no lo hará.

Yo no le respondí nada. Me mantuve mirando la pantalla del juego con el mando en la mano intentando ganar.  Mi mal humor me hacia quedar en ridículo en el juego porque estaba perdiendo. No solía molestarme muy seguido con Max, pero cuando me resentía no podía hablarle fácilmente, solo provocaba un silencio incómodo.

—Le voy a comprar muchos caramelos a Caramel para comerlos juntos y también galletas, muchas galletas­—Me dijo con su tono de voz como si no pasara nada aunque él sabía muy bien que mi humor estaba por los suelos.

Max salió de su habitación. Yo me sentí muy mal por no poder hablarle, pero sabía que Max regresaría, buscaría hacerme reír  y todo regresaría a ser igual entre nosotros. Respiré hondo otra vez.  Sentí muchas ansias, me sentí ridículamente estúpido por querer todo el tiempo de mi amigo cuando sabía que la mitad era de Azul.

¡¡¡Ring!!, ¡¡Ring!!

Volvió a sonar. El timbre era intenso y no se detenía. Me puse de pie y  caminé hacia la cama, el lugar donde Max había dejado el celular. Lo agarré y leí en la pantallita el nombre de Azul. Sin darme cuenta apreté el botón para contestar  y de inmediato empecé a escuchar a Azul parlotear incoherencias.

—¡¡Ya deja  de llamar, Max está conmigo!!

— ¿¡Qué!? ¿¡Caramel, eres tú!?

De inmediato apagué el celular, pero no pasó ni más de un segundo para que volviera a timbrar. Salí muy rápido hacia la cocina, dejé que el lavadero se llenara de agua y  aun con el celular sonando lo sumergí.

—Qué haces.

Max había regresado. Me sentí de lo peor. Su celular estaba en el fondo sumergido y yo parado como si hubiera cometido el peor de los asesinatos. Él se acercó junto al lavadero y saco su móvil inservible.

—Que mal, esto no se ve nada bien­—dijo sacando la batería del equipo.

No supe que decir, solo guardé silencio.

—Ella llamó, ¿verdad?

—Max­ —pronuncié con dificultad—Lo siento, yo juntaré dinero y te compraré uno nuevo, lo prometo.

— ¿Llamó?

—Sí

—Qué molesta, le dije que no lo hiciera.

—Max…te compraré uno nuevo—insistí con la esperanza de que se diera cuenta de lo arrepentido que estaba.

—No importa, de todas maneras mamá me iba a comprar uno nuevo. Vez, no hay problemas, no te preocupes.

Max fue hacia la mesa de la cocina, dejó su celular y agarró una bolsa con muchos caramelos de diferentes marcas. También había galletas de diferentes sabores que había dejado en la mesa cuando había regresado sin que me diera cuenta. Su actitud tranquila me ponía nervioso. Yo no podía ignorar el hecho como si nada hubiera pasado. En algún lugar de su casa Azul habría de estar preguntándose sobre sobre el hecho.

—Ella me va a odiar porque le dije que no llame y…

—Sí ella te odia yo la odiar a ella ­­— me interrumpió dándome los caramelos y galletas—No voy a cambiar a mi amigo por una chica, eso nunca.

Al poco rato su mamá regresó de su trabajo y Max le dijo que su celular se había perdido. Ella prometió comprarle otro en esos días como había tenido pensado hacerlo. Yo deseé que el día de la compra nunca llegase porque después del incidente del celular nuestra tarde restante fue  muy tranquila como antes de que Max saliera con Azul.


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