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Corazón enfermo por SoundlessSorrow

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Notas del fanfic:

Pueees, esto nace como un rol entre yo (vhalko) y mi compañera de cuenta, Jonas. El rol que hicimos está como más adelante, estos capítulos son todas las historias que yo me dediqué a escribir basado en este rol. 

El personaje Klaus me pertenece a mí, y Sean a Jonas. Te dedico estos drabbles a ti, perra

Están ordenados en orden cronólogico -valga la rebundancia-, empiezan desde pequeños y a medida que publique los capis irán creciendo los mocosos~

ni preguntéis por el titulo, fue lo que más me costó decidir Dx

Notas del capitulo:

Este es el primer drabble o capítulo, como quieran verlo. Como se conocen, o como se hacen amigos. Está situado cuando ambos tienen once años. 

Era una lluvia tan malditamente fuerte que nadie quería levantarse ese día, un lunes que pretendía ser una mierda de día, y de semana también. Con suerte irían a la escuela ese día, si es que no faltaban todos. Seguro estaría sólo él en el salón; leyendo algún cómic que le habría quitado a un ñoño semanas atrás, o comiéndose los restos de pastel que había logrado comprar con su mísera mesada.

Suspiró cuando llegó al colegio, tenía los pies mojados y el pantalón húmedo. El cabello rubio se le pegaba a la frente por el agua y la nariz la tenía roja del frío, no le alcanzaba ni para ropa decente de invierno. Quizá debía considerar quitarle a alguien alguna bufanda o algo, pero sus pensamientos se difuminaron cuando estornudó. Entró a regañadientes, no es que no pudiera faltar, pero odiaba tanto estar en casa que prefería mojarse como indigente que quedarse allá.

El portero lo saludó y él devolvió el gesto con la cabeza, para entrar rápidamente al salón. Se jodía de frío, sólo quería secarse el pelo y poder sentarse a hacer algo. Cuando entró se encontró plenamente solo, y eso que él siempre llegaba tarde. Mierda, sólo él había ido. De 29 estúpidos, sólo había ido él. Miró a la profesora que leía un libro, y la saludó en voz baja. Cuando notó a alguien más en el salón, un compañero.

Estaba sentado solo en un rincón, abrigadisimo y concentrado leyendo quién sabe qué cosa. Alzó unos instantes la vista para mirarlo, y se encontró con los ojos azules del misterioso chico en el rincón. ¿Quién era? Sabía que lo había visto, bueno, era obvio eso. ¿No? Si al fin y al cabo iban en la misma clase, luego comenzó a reír por su estupidez, él jamás se fijaba en alguien que no sirviera para intimidar.

Decidió sentarse a su lado, total, eran sólo ellos dos. Y la maestra dijo algo como "No piensen que haré clase con dos mocosos, hagan algo en silencio y déjenme leer" y volvió a su lectura, un libro bastante aburrido para su gusto. Aunque él no leía, de hecho lo único que hojeaba eran los cómics, ¡Y es que adoraba los súper héroes! Con poderes para derrotar la maldad, para acabar con los monstruos, para salvar a la damisela en peligro, aquellos héroes que tanto admiraba que aun pudiendo elegir ser monstruos, hacían lo bueno. Y es que él tenía ese sueño, ser alguien en su vida, porque detrás de toda esa fachada de monstruo que tenía, él sentía.

Bueno, bueno, ¿y quién era él? Era un muchacho de once años, con cabello rubio muy claro y ojos oscuros, ya a su prematura edad contaba con una perforación en la oreja y en la lengua, siendo bastante alto y de piel trigueña, con una personalidad antipática y brusca, con difícil temperamento y con problemas de controlar la ira, él se consideraba un monstruo, sentía que a su corta edad no tenía inocencia alguna, se sentía asqueroso y…  bueno, una maraña de sentimientos negativos le aturdían siempre, bueno, él era Klaus Killiët.

¿Y quién era el otro mocoso, qué le miraba con curiosidad? Oh sí, era Sean, Sean... no recordaba su apellido, no lo consideró importante en ese instante, a ver, ¿qué podía recordar de Sean?

Oh sí, eran compañeros de salón desde hace un año y sólo habían hablado unas dos veces por trabajos en grupo; Sean era callado y calmado, no solía armar mucho lío como Klaus y sonreía mucho, de cabello negro y ojos claros que variaban entre el celeste y el verde, ojos bastante bonitos pero se ocultaban detrás de aquel flequillo,  Sean no se notaba mucho, para Klaus siempre había sido invisible. Aun así se sentó a su lado y contempló el libro del otro, y descubrió que no era un libro. Era un cuaderno, un cuaderno donde el otro estaba escribiendo.

 No le dio mucha importancia y sacó su cómic, era uno de los volúmenes de Súper Man, empezó a leer cuando ya se sabía el comienzo de memoria, cuando sintió que a su lado le tocaban el brazo. Miró al más bajo que le sonrió amable y se confundió, ¿qué quería? Y cuando sintió que le pasaban una… ¿toalla húmeda? Por el brazo, se alarmó tan sólo un poco.

—¿Qué se supone que haces, niño? —retiró el brazo de las manos de Sean, pero él volvió a insistir, Klaus rodó los ojos y volvió a preguntar—. ¿Qué?

—Tus manos están sucias, debes limpiarlas. Dan asco —fue lo único que dijo. El rubio rodó los ojos para dejarse hacer, no tenía ganas de pelear, estaba sucio y sentía que iba a enfermarse, además no tenía por qué comportarse mal, si no había nadie para llamar la atención—, ahora sí,  mucho mejor; tus manos me daban asco. En realidad también deberías considerar ducharte antes de venir, y no sé, limpiarte el barro del cabello.

—¿Tengo barro en el pelo? —Klaus preguntó, tocó algunas puntas y efectivamente sí, oh, era como un indigente cualquiera—. ¿Y eso a ti qué te importa?

—Odio la suciedad —confesó el más bajo, el de ojos oscuros lo miró divertido mas no se río, cualquiera tenía sus manías—. ¿Y por qué no has faltado a clases? Pensé que sería el único que vendría.

—Odio estar en casa —desvío la mirada, no le gustaba contarle de su vida a nadie. Sean sonrió, y siguió escribiendo—. ¿Y tú? Nadie en su sano juicio viene con esta lluvia.

—Quiero mantener mi asistencia perfecta, me ayudará a mis notas, aunque sea con una sola materia eso me bastará —contestó y miró a Klaus, que a su vez le devolvió la mirada. Se miraron un rato y sonrieron con tímido afecto, como haciendo un contrato. La verdad es que Sean es un chiquillo muy solitario, que disfrutaba el estar con la gente mas no encajaba, no podía funcionar bien. Siempre quiso conversar con alguien sin ser juzgado por su extraña manía, y quería ayudar también. Pero eso nunca fue notado, y se volvió invisible. Todo lo contrario a Klaus, que era el monstruo de la escuela, con once años y ya tenía una mala reputación hasta con los más grandes. Ambos eran totalmente opuestos, pero quizá lo único que comenzarían a tener en común, era el cariño que ambos iban a llegar a sentir el uno por el otro.

Aquella lluvia tormentosa había creado un ambiente de sólo dos personas (sin contar a la maestra que los observaba con infinito desprecio) y había unido a dos mocosos totalmente diferentes, que iban a necesitarse mutuamente.

Después de aquel día habían comenzado a hablar más seguido, se veían en recreos y Sean ayudaba bastante a Klaus, le daba almuerzo y le curaba las heridas que se hacía, que eran generalmente todos los días. Y Klaus lo protegía, pues había descubierto que curiosamente la gran mayoría molestaba a Sean por aquella manía que tenía, lo protegía y bueno, era como su guardaespaldas. El monstruo y el freak de la limpieza, un dúo bastante extraño. Nada en común, sólo… sólo se necesitaban.

De alguna forma, era inevitable Klaus no se enamorara de Sean, pero aún eran muy mocosos para si quiera saber las diferencias, de todas formas, él sabía que siempre había tenido un problema.

Siempre había sabido que algo estaba mal con él, y nunca se dio cuenta que Sean era el detonante para que esto se empeorara.

Notas finales:

Espero les haya gustado:) Sé que es corto, pero los próximos serán más extensos. Gracias por leer, reviews? no os mataría. <3 


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