Desperté con ambas manos en la cabeza, tirando de mi cabello. Había tenido ése sueño de nuevo. No sabía precisamente qué era lo que había soñado, pero estaba seguro de que no era nada bueno. Relajando mis brazos, los dejé caer sobre mi colchón, causando que rechinara.
Nota mental: Tengo que conseguir un nuevo colchón.
Estaba exhausto, el cuerpo me pesaba; toda la semana me había desvelado estudiando y revisando mis apuntes, casi inexistentes, para los exámenes de fin de semestre. Ahora tendría medio mes para hacer lo que se me dé la gana. Lo que sea.
Suspiré. ¿Qué haría? Más deporte, supongo. Nada parecía invitarme lo suficiente como para dedicarle mi tiempo libre, así que decidí salir a dar un paseo. Me levanté y estiré las piernas con la expectativa de quitarme ése peso extraño en el cuerpo que uno tiene luego de una pesadilla – y mucho más, luego de una semana como la mía. No funcionó, y terminé arrastrando los pies cual oso perezoso hacia la ducha; con el agua fría no podía equivocarme.
Mientras el agua caía sobre mi cabeza, formando gotas que de deslizaban por mi rostro, se me vino a la cabeza la idea de un café antes de ir a alguna cancha a jugar un par de partidos. Era un café o nada; mi cerebro no parecía estar en ánimos de marchar correctamente.
Me apresuré en ducharme y volví a mi cuarto, dirigiéndome hacia mi teléfono que, oh sorpresa, estaba completamente perdido. Revolví las sábanas, levanté la ropa, busqué en el closet… nada. El bendito no quería aparecer.
Beep!
Quedé inmóvil. ¿Dónde estaba ése pedazo de…?
Beep!
El cajón. Claro. Me di una palmada mental en la cara mientras me dirigía hacia el muy maldito, levantándolo para leer el mensaje que había llegado.
Jjong
nos vemos en el café de siempre en 20 minutos?
Reí un poco para mí mismo, era sorprendente la cantidad de veces que Jonghyun había leído mi mente de esta manera, o yo la suya. Rápidamente, me puse una polera, un jean medio gastado, y el primer par de zapatillas que vi, y salí a la calle, no sin antes responderle el mensaje a mi hyung.
Minho
Te veo allá
Caminaba tranquilo, el café era cerca y no tenía ninguna prisa; dudaba mucho que Jonghyun estuviera teniendo algún tipo de crisis de vida o muerte. De todos modos, si así era, no llegaría tarde a este paso. Pude distraerme con algunos escaparates en el camino que promocionaban aparatos deportivos, uno que otro disco de música, algunas películas de terror... Nada fuera de lo normal.
Casi llegando al café, algo llamó mi atención. No era nada especial; solo un chico mirando una tienda. Pero vaya que se preocupaba bastante por su imagen. Su cabello rubio me recordó al de mi amigo que probablemente estaba por llegar ya al café. -De seguro está pintado.- Pensé.
No me molestaba el hecho de que un chico se pintara el pelo. De hecho, muchos de mis compañeros en la universidad lo habían hecho. Pero por alguna razón el cabello de este chico me hacía querer decirle un par de palabras no muy lindas. ¿Estaba acaso mirándose las uñas? Sacudí la cabeza y seguí con mi camino, no era de muy buena educación quedársele mirando a alguien.
Llegué al café para ver a mi amigo esperando en la entrada. Al verme, frunció el ceño.
- Hey, Minho, ¿Pasa algo?
- ¿Qué?
Me inspeccionó con la mirada. - Tienes una expresión seria, te ves raro. - Inquirió.
- Estoy bien hyung, no entiendo de que hablas.
Pareció dudar un poco, pero cedió y fuimos a sentarnos a una mesa cercana a la ventana.
No era el café más conocido del barrio, siempre encontrabas algún espacio para sentarte y la atención no estaba nada mal. Era, sin duda, el lugar más tranquilo que conocía; nadie hacía mucho ruido, pero tampoco era silencioso como la tumba de Tutankamón.
Pedimos un cada uno, y armamos una conversación como la de cualquier otro día. Excepto que hoy Jonghyun parecía más nervioso de lo normal.
- Hyung, escúpe lo que sea que dirás; te conozco suficiente.
Se rascó la parte de atrás de la cabeza. A cambio, lo miré directamente para hacerle saber que no dejaría que cambie de tema como tantas veces hacía cuando nos conocimos en la secundaria.
- Iré a Japón por estas vacaciones. - Arqueé una ceja. ¿Esto es lo que no me quería decir?
- Hay más. - Deduje, tomando un sorbo de mi café.
Jonghyun, por un momento, pareció sacado de sus casillas. - ¡No! Bueno... No exactamente...
- Estas preocupándome, hyung.
- No es nada... ¡En serio! - Exclamó al ver mi cara de incredulidad.
Decidí que sería más fácil creerle por el momento; era mi mejor amigo y eventualmente tendría que contármelo. Dejé pasar el tema levantando un brazo para que deje de intentar explicarse a si mismo, y comenzamos a hablar acerca de cosas de todos los días. Al menos hasta que la puerta se abrió, haciendo sonar la campanilla que anunciaba la entrada de alguna persona.
Era el rubiecito de más temprano.