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La melodía del silencio por Celeste Nyx

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Notas del capitulo:

Muchas gracias por leer n_n aquí tienen la actualización. Nos vemos~

¿Por qué?


 


¿Por qué hay tanta gente en mi casa?


 


¿Por qué están esas fotografías de Shuichi colgadas en la pared como si fuese una exposición?


 


¿Qué demonios ocurre?


 


No…


 


¿Esto es…?


 


Sus caras tristes, esos trajes negros…


 


No. Tiene que ser una maldita broma…


 


 


Yuki avanzaba lentamente en medio de la multitud. Todos se hacían a un lado conforme daba los pasos. Pronto, todos formaron dos filas y él quedó solo en medio. Podía ver a los amigos del cantante y a su familia, también estaban Tohma y Mika. Todos lo observaban, todos parecían atravesarlo con sus miradas. Yuki se detuvo por algunos segundos, su corazón palpitaba tan rápido que pronto se volvió en una fuerte taquicardia. El escritor se llevó una mano al pecho, el aire le faltaba y más, cuando se dio cuenta que al final de aquel camino que las personas habían hecho para él, se encontraba un ataúd de color marrón claro. Sus ojos se clavaron en aquel cajón decorado con guirnaldas de flores, sus labios se entreabrieron para decir algo pero no salió sonido alguno, y sus manos comenzaron a temblarle sin que pudiese controlarlas. Yuki avanzó rápidamente hacia el ataúd, corrió con todas las fuerzas de sus piernas y la distancia le pareció muy larga. Cuando llegó pudo ver a Shuichi dentro de aquella maldita caja, parecía estar dormido. El joven tenía las manos cruzadas sobre el pecho y el color de su piel era muy pálido. Yuki estaba aterrado, estiró lentamente una de sus manos para acariciar aquel rostro que tantas veces contempló, estaba tan frío como el mismo hielo. Yuki observó alrededor, todos estaban demasiado tranquilos, aquel silencio lo irritaba por completo, pero ya no tenía fuerzas para nada. El rubio sintió como las lágrimas inundaban sus ojos y empezaban a resbalar por sus mejillas, su voz se liberó y empezó a gritar llamando al pelirosa en un intento en vano por despertarlo. Pero no, Shuichi estaba muerto… nada de lo que hiciera le devolvería la vida.


 


- ¡Por favor!, ¡por favor despierta de una vez! – gritó Yuki aferrándose al cuerpo helado de su amante.


 


- Así que, ¿ahora lloras por él? ¿Ahora te importa? – dijo una voz conocida, era Hiro que había dado un paso adelante. - ¿Ahora que está muerto te preocupas por él?


 


- Yo…


 


- ¡Tú lo mataste!, ¡fue tu culpa! ¡Lo detestabas tanto que lo mataste! – gritó Suguro desde el lugar donde estaba.


 


- No fue así…


 


- Vamos Eiri, siempre estabas quejándote de ese mocoso. Ahora estás libre, puedes venir conmigo, iremos a New York y pronto te olvidarás por completo de esto – dijo Tohma apareciendo a su lado.


 


- Tohma… ¿fuiste tú? ¿¡Tú mataste a Shuichi!?


 


- Te equivocas hermano. Tú fuiste quien lo hizo… te molestaba tanto que te deshiciste de ese juguete tan escandaloso – dijo Mika tranquilamente.


 


- ¿Yo? Jamás haría algo así – dijo Yuki sintiéndose débil y cayendo al piso de rodillas.


 


- Solo eres un asesino… ahora te quedarás solo por el resto de tus días. ¿Qué se siente saber que nadie volverá a quererte?, ¿Qué nadie volverá a mencionar tu nombre? – dijo Hiro sonriendo burlonamente.


 


- No, no quiero volver a quedarme solo… por favor…


 


Las personas empezaron a rodearlo, iban acercándose más. El aire comenzaba a faltarle y Yuki se abrazó a si mismo en el piso. El pecho le dolía con horribles punzadas, solo podía escuchar aquellas voces repitiendo lo mismo una y otra vez. El escritor ya no podía distinguir aquellos rostros a causa de las lágrimas. Todo estaba muy confuso y borroso, pero las voces iban volviéndose más fuertes. Su cuerpo se estremeció, sus ojos se nublaron… quizás eso era lo que deseaba…


 


Después de todo, sin Shuichi su vida no tenía el menor sentido…


 


Ni el dinero, ni la fama, ni los lujos… nada podría volverlo a la vida…


 


Y antes de caer al vacío, a la nada… sus labios pudieron articular una frase:


 


- No quiero quedarme solo, no puedes dejarme solo. Te amo tanto, te amo demasiado… Shuichi…


 


 


~ * ~


 


 


Yuki abrió los ojos y se encontró sobre la cama de su habitación en el hospital. Le habían inyectado suero y cubierto con dos mantas bien gruesas. Se sentía más cansado que el día anterior. Para haber tenido semejante pesadilla se encontraba tranquilo, quizás se debía al hecho de haber despertado y darse cuenta que todo no había sido más que un sueño. No obstante, su pulso estaba acelerado y podía sentir sus ojos mojados. Yuki se limpió lentamente aquellas lágrimas que aun asomaban por sus ojos y lanzó una mirada molesta a la aguja que tenía clavada en el brazo. Realmente, odiaba los hospitales y más aquellas horribles agujas. Pero no se quejó. Las imágenes de aquella pesadilla estaban muy claras en su mente, tan nítidas que unos escalofríos lo invadieron en esos momentos. De repente, alguien abrió la puerta y el escritor pudo ver a aquel guitarrista de la banda de su amante. Hiro se acercó lentamente hasta él.


 


- Te desmayaste en la sala de cuidados intensivos, justo a pocos pasos de donde está Shuichi.


 


- ¿Cómo es que…?


 


- Fui yo quien te encontró. No podía dejar solo a mi amigo, por eso le rogué al doctor para que me dejara quedar. Al parecer tú y yo tuvimos la misma idea, esperar a que todos se fueran para poder verlo. Aunque, me sorprendió encontrarte ahí… cuando llegué estabas en el piso. Fui yo quien llamó al doctor y con ayuda del personal te trajimos de regreso.


 


- ¿Cómo está él? – dijo Yuki ignorando la mirada del joven de cabello largo.


 


- Aún no despierta…


 


- Ya veo.


 


- Pero, ayer sucedió algo…


 


- Habla de una vez, no me gusta el suspenso – dijo Yuki intentando no perder la calma.


 


- Al parecer, el amor que Shuichi siente por ti va más allá de lo que podemos comprender. Estoy seguro que ayer sintió tu presencia.


 


- No entiendo lo que quieres decir.


 


- Después que te trajéramos a la habitación, la enfermera nos llamó y nos dijo que el ritmo cardiaco de Shuichi había mejorado. Su corazón estaba latiendo muy despacio y por ello se le había bajado la presión pero, después de tu visita, su pulso se ha normalizo y sus latidos son más fuertes. Es como si te hubiera visto en realidad…


 


- Pero aún no ha reaccionado – dijo Yuki con voz baja.


 


- No, pero esto es un avance. Shuichi está luchando para regresar contigo, ¿no te das cuenta? Él te ama demasiado pero, es una lástima que tú…


 


- Si tienes algo que decirme Nakano-san…


 


- Es una lástima que tú no lo valores. Me pregunto ¿qué harías si él muriese? ¿De verdad el gran Yuki Eiri podría con todo eso? Shuichi ha hecho muchas cosas por ti, se ha arriesgado tantas veces por ti… ¿y tú que has hecho por él? En fin, no diré más por respeto a sus sentimientos. Y descuida, te mantendré informado de lo que suceda.


 


Hiro salió de la habitación y Yuki se quedó solo, atormentado por sus pensamientos. No se había sentido de esa manera desde los acontecimientos de su adolescencia, es más, podría decir que el dolor que sentía en estos instantes superaba en mucho al del pasado. Yuki se quedó tendido sobre la cama, sin moverse ni pronunciar palabra alguna. Al parecer el suero no era lo único que le estaban administrando porque empezó a sentir mucho sueño y en pocos segundos estaba profundamente dormido. Lo que el escritor no sabía era que Tohma en persona había ordenado que lo mantuviesen bajo calmantes, para evitar otra aventura a la sala de cuidados intensivos. Así, Eiri podría curarse correctamente y abandonar ese hospital lo más pronto posible. Los planes de Tohma eran alejarlo de ese lugar y que dejase a Shuichi ahí, convenciéndolo de que los doctores lo cuidarían bien. Nada podría salir mal, mantendría alejado a su amado Eiri de ese mocoso al menos por un par de semanas y eso era suficiente para él, y con un poco de suerte, lograría convencerlo de que ese cantante solo le ocasionaba problemas. Estaba seguro de que por culpa de Shuichi, Eiri había tenido ese accidente. Y pronto, Tohma vio los resultados que esperaba. Al permanecer en cama Yuki había logrado establecerse, pero el escritor no se percató de los días que habían pasado por haber sido constantemente dopado. Una mañana al despertar, se llevó con la sorpresa de que había sido dado de alta y que pronto llegarían sus familiares por él. Yuki logró moverse después de varios días, no entendía lo que estaba sucediendo, pero, cuando la enfermera trajo su ropa para que se cambiase aprovechó para ponerse al día de todo. El escritor no era tonto, sabía muy bien que algo extraño había sucedido, y más, sabía quien era el responsable de todo eso.


 


- ¿Fue Seguchi Tohma? ¿No es verdad?


 


- ¿Eh?


 


- El que ordenó que me mantuviesen prisionero en esta cama.


 


- No sé de que está hablando – dijo la enfermera dándole la espalda.


 


- Bien, no tiene porqué decírmelo. Y ahora que estoy dado de alta, puedo ir a donde se me antoje – dijo Yuki cogiendo su ropa rápidamente y empezando a ponérsela sin importarle que la enfermera estuviese presente.


 


- Espere, no puede salir de aquí hasta que vengan por usted – dijo la joven avergonzada pero sintiendo su corazón palpitar a mil. Si bien era alguien contratada especialmente por Seguchi, no podía negar que era fanática de Yuki Eiri, y verlo semi desnudo era algo que jamás se imaginó.  


 


- Ya soy grandecito para salir solo de un hospital, además… si me hace el favor de hacer como si hubiese encontrado la habitación vacía, podría firmarle ese ejemplar de mi novela que tiene en el bolsillo de su mandil. Así saldremos ganando los dos, y usted no tendrá problemas con sus superiores – dijo Yuki con una mirada coqueta, una de esas miradas que usaba exclusivamente con sus fans para conseguir lo que quisiera.


 


- Pero, pero… - la chica se puso nerviosa al verse delatada. Intentó esconder el libro pero ya era tarde, los ojos del rubio estaban clavados sobre aquel bolsillo de su mandil.


 


- Por favor señorita, a menos que… no le agraden tanto mis novelas como pensaba. Solo imaginé que llevando un ejemplar de mi libro desearía obtener una firma. Contando que no volveré a publicar otra novela hasta en un par de meses… y las filas para los autógrafos son en verdad muy largas.


 


- ¡Espere!, ¡claro que me encantaría! ¡Haré lo que me pide! – dijo la joven sin poder más con la tentación. Y una vez que obtuvo el autógrafo salió de la habitación flotando en una nube. Totalmente ausente del mundo. Yuki sonrió satisfecho, esta táctica nunca fallaba y a pesar que detestaba usarla, agradeció mentalmente a su editora por habérsela sugerido. Una vez a solas, rápidamente se cambió de ropa y salió del cuarto. En verdad se encontraba mejor, su cuerpo ya no le dolía tanto, sus heridas habían cicatrizado y solo tendría que seguir tomando los medicamentos que le pusieron en la receta que encontró sobre la mesa antes de abandonar la habitación. En esos momentos, lo único que quería era ver a Shuichi, no sabía cuanto tiempo había pasado y se sentía muy fastidiado por ello. Pero, al llegar a la sala de cuidados intensivos las enfermeras se sorprendieron mucho al  verlo. Yuki ignoró por completo sus miradas y avanzó hasta donde recordaba haber visto al pelirosa la última vez. Encontró su cama vacía, esto le dio la esperanza de que hubiera sido dado de alta antes que él. Quizás, en verdad había ocurrido un milagro. Pero, al voltear para regresar al piso principal y pedir información sobre él, se encontró cara a cara con Tohma. Al parecer, el rubio había previsto esta situación y había ido más temprano aquel día, solo le bastó ver a la enfermera de lejos para saber que Yuki se había escapado. El escritor frunció el ceño, conociendo a su cuñado sabía que tarde o temprano lo encontraría.


 


- ¿Qué pasa Eiri?, ¿no te alegre haber sido dado de alta? – preguntó Tohma inocentemente.


 


- Claro que sí. Lo que no me alegra en absoluto es no saber cuantos días estuve drogado en esa maldita cama por tu culpa.


 


- Tenías que reposar adecuadamente, solo lo hice por tu bien. Además, gracias a estas dos semanas has podido recuperarte, ahora solo que…


 


- ¿¡Dos semanas!? – dijo Yuki sorprendido. Había pensado que solo había transcurrido una semana como máximo. Era lo que recordaba haber escuchado de boca del doctor.


 


- Lo siento Eiri, después de tu aventura nocturna decidí que lo mejor sería que te quedases aquí hasta tu completa recuperación.


 


- En fin, supongo que Shuichi también ha sido dado de alta ¿no? ¿Dónde está?


 


- ¿Qué tal si vamos a mi casa y te quedas un par de días? El doctor recomendó que descansarás unos días más – dijo Tohma ignorando su pregunta por completo.


 


- ¡Ya! ¡Dímelo de una vez! – exclamó Yuki empezando a perder la paciencia. –Espera… no, no querrás decirme que… -, Eiri se puso pálido, había recordado el único sueño que había tenido desde que llegó a ese hospital. Sus ojos se clavaron en el rostro de su cuñado, Tohma se veía demasiado tranquilo.


 


- No te asustes, ¿qué crees que soy? Si Shindou-san hubiese muerto ya te lo habría dicho. Él fue transferido a una habitación, hace un par de días que despertó y ahora le están practicando unos análisis. Y sí, también se está recuperando de sus heridas pero…


 


- ¿Pero qué?


 


- No puedes verlo en estos momentos.


 


- ¿así?, pues intenta detenerme…


 


Yuki desapareció rápidamente por el corredor. A pesar de sentirse agitado y débil aun, por causa de haber permanecido tanto tiempo recostado, corrió hacia la sala principal. Cuando llegó respiró profundamente, se sentía un poco mareado pero eso no le importaba. Iba a llamar a la señorita que atendía en informes a gritos, pero pudo divisar no muy lejos de ahí a los amigos del pelirosa. Hiro y Suguro estaban a punto de entrar al elevador pero fueron detenidos por el escritor.


 


- ¿En qué piso está?, ¿qué ha pasado con él? ¿No quiere verme? ¿¡Es eso!?


 


- ¿Qué hace aquí Eiri-san?, se supone que mi primo debió haber venido por usted – dijo Suguro sorprendido de verlo en esas condiciones.


 


- ¡Ya déjense de juegos! Quiero saber como está Shuichi, me enteré que salió de cuidados intensivos. ¿Qué me están ocultando?


 


- Eiri-san, es que…


 


- Déjalo Suguro, él tiene derecho a enterarse. Vamos, te llevaré a su habitación y lo verás con tus propios ojos – dijo Hiro hablando con voz baja.


 


 


Yuki guardó silencio mientras el elevador los llevaba al quinto piso. Las expresiones de ambos chicos lo ponían muy nervioso. Suguro estaba muy ausente, su rostro mostraba preocupación y nerviosismo, cosa extraña en él. Mientras que, Hiro lucía muy cansado, como si no hubiese dormido en días. Yuki estaba muy ansioso por ver a su amante, no sabía como pero le pediría perdón por haberle causado tanto daño, a ese punto ya no le importaba lo que los demás pensaran de él, solo quería tener a Shuichi entre sus brazos y asegurarse de que se encontraba estable. El elevador pareció tardarse más de lo normal, pero una vez llegado al quinto piso se abrieron las puertas mostrándoles el corredor. Yuki respiró profundamente, estaba preparado para ver al pelirosa en cama, de seguro aun estaba con aquellas vendas envolviendo su cuerpo. Los tres caminaron por el pasillo hasta llegar a una puerta en donde se podía leer el nombre del cantante en los informes que estaban colocados cerca de la pared. Hiro abrió la puerta y pudieron ver al chico sentado sobre la cama, terminando de desayunar lo que la enfermera le había traído. Yuki se alegró, Shuichi se veía mejor y con fuerzas, el chico aún tenía aquella venda que protegía su cabeza pero parecía encontrarse mucho mejor. Yuki iba a acercarse cuando en eso, Shuichi volteó a verlos y el escritor se dio cuenta que su mirada era diferente, una mirada que había perdido por completo aquel brillo que la caracterizaba.


 


- ¿Cómo te sientes hoy Shu-chan? – preguntó Hiro con voz suave. El joven se acercó hasta la cama, haciéndole una señal a Yuki para que permaneciera en donde estaba.


 


- ¿Por qué está ese tipo aquí?


 


- Tranquilo, él ha venido a verte…


 


- Me da… miedo.


 


Yuki lo escuchó claramente a pesar de que Shuichi hablaba en susurros. No podía creer lo que había oído. Ahora estaba seguro que Shuichi lo odiaba, ni siquiera quería darle la cara y eso hacía que se sintiese peor. Hiro intentó mantener a Yuki apartado hasta convencer a Shuichi para que hablase con él pero, el escritor no pudo soportarlo más. En esos instantes, se acercó y se sentó sobre la cama para abrazarlo. Yuki estaba dispuesto a pedirle perdón aunque fuese de rodillas, pero no podía soportar que lo ignorase de esa manera. Solo que, mientras lo abrazaba, escuchó una frase que ni en sus peores pesadillas imaginó oír…


 


-  ¿Quién eres tú? Por favor, suéltame… me estás haciendo daño – dijo Shuichi débilmente, pero en su rostro podía verse reflejado el temor.


 


- ¿Qué estás…?


 


- Nakano-san, le dije que no quería ver a nadie más… llévate a esa persona de aquí.


 


- ¡Shuichi! ¿¡Qué demonios te sucede!? – gritó Yuki sintiendo otra vez aquella molesta presión en su pecho.


 


- Por favor, Eiri-san contrólese – dijo Suguro intentando sujetarlo para alejarlo del cantante. Pero solo recibió un golpe que lo derribó al suelo.


 


- ¿¡Esto es una broma!? ¿¡Estás haciendo esto porque estás molesto conmigo!? ¡Perdóname!, ¡te juro que no pensé que esto sucedería! ¡Jamás quise hacerte daño!


 


- Nakano-san… ¿quién es este hombre? Yo…


 


Shuichi estaba demasiado débil y no pudo evitar desvanecerse en los brazos de su amigo. Hiro lo acomodó  en la cama y lanzó una mirada de advertencia al rubio para que se tranquilizara. Yuki no tuvo de otra opción que calmarse.


 


- Escucha, Shuichi tiene una grave lesión en la cabeza… él estuvo en coma casi dos semanas. Así que, por favor, te pido que seas amable con él y no le vuelvas a gritar.


 


- ¿Por qué?, ¿por qué no me recuerda? – dijo Yuki intentando controlar el temblor en sus labios.


 


- Porque él ha perdido la memoria. El golpe fue muy fuerte… el doctor dice que solo nos queda esperar. Pero, estos desmayos continuos… si sigue así podría…


 


La voz de Hiro se quebró y no pudo decir nada más. Yuki estaba desesperado, le era imposible aceptar esa realidad. En eso, el escritor no pudo más y salió rápidamente de la habitación, iría a hablar con el doctor, las cosas no podían quedarse así. Lo peor de todo, era que aquellas imágenes de su pesadilla, cada vez iban volviéndose más nítidas en su mente. Yuki tuvo que detenerse por algunos segundos antes de bajar las escaleras, se llevó una mano al rostro sintiendo aquellas lágrimas de dolor que empezaban a caer…


 


 


Continuará…


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