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Say My Name por OnlyBekah

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Notas del capitulo:

HOLA! Bueno, este es un fic que tengo hecho desde hace mucho tiempo, pero no me atrevia subir porque creia que necesitaba pulirlo mas, y aun lo creo, pero aun asi aqui lo dejo.

Es largo, las cavilaciones de Yongguk son extensas, detras de la decepion de Yongguk y el encuentro que habra entre Himi y Guk, hay una historia, la historia de como fueron niños y adolescentes juntos, lo que vivieron y como los separaron hasta llegar a este punto, Espero que sean pacientes y disfruten el fic :D

La noche era ligeramente cálida y fría, otoño, una gran época en su opinión.

Su mullida cama lo llamaba, y su cuerpo reclamaba un buen descanso, pero no, por más que intentaba relajarse y cerrar los ojos siempre volvía a levantarse, paseando por la habitación, por la cocina, por el salón.

Nada, algo no le dejaba relajarse, hacía años que no le pasaba esto, su insomnio había desaparecido hace al menos cinco años, pero ahora de nuevo no podía dormir.

Sabía lo que pasaba, algo lo alteraba, aun sin estar pensando en algo que provocara dolor de cabeza en ese momento, era como si su subconsciente le prohibiera pegar ojo hasta dar por zanjado aquello que lo atormentaba.

Se sentó en el sofá del sillón, intentando sacar información de sí mismo, "¿Qué coño pasa?" se preguntaba a sí mismo. "¿Que has olvidado?", "¿Que has hecho mal?".

Normalmente su insomnio aparecía cuando era consciente que algo, no iba bien, o en el caso que algo faltaba, que algo sin solución aparente lo martirizaba. Pero ahora, que el creyera no había nada que estuviera mal, al contrario, hace poco había cerrado un contrato, una formación exquisitamente brutal, unos tratos con un par de bandas, y le había comunicado a su asqueroso jefe los beneficios que a ellos correspondería. Aunque no tuviera nada que ver en ese momento, al pensar en eso se dijo de nuevo a sí mismo la típica frase “Yo no me aliste para esto”. Cierto también –Aunque no se hubiera “alistado” literalmente-, pero estaba fuera de lugar ahora mismo, tiempo atrás hubiera pensado que ese era el motivo de su falta de sueño, pero ahora ni se le pasaba por la cabeza, había superado todo eso y con el tiempo había perdido toda su integridad por completo, no tenía remordimientos ni escrúpulos, teniendo un trabajo como el suyo era lo contrario a lo correcto, pero aun asi cuando empezó a trabajar, rozados los diez y seis años, había ido perdiéndolo todo por el camino.

Se sentía destrozado, ¿es posible que aun pudiendo desmayarte de cansancio no puedas quedarte dormido ni un minuto?

Los días pasaban, una semana sin dormir.

Al menos no tenía trabajo que hacer. Todo estaba bien, terminado correctamente. Pero aun así, faltaba algo que arreglar.

 

Sin embargo el cuerpo es el cuerpo, y tarde o temprano vence, fue casi una semana y media después de que reapareciera el insomnio, callo literalmente en el suelo, cayendo inconsciente.

Por suerte había sido una mañana, antes de salir de casa dispuesto a dar por hecho su trabajo.

 

~ Era bonito ir allí cada tarde, aun sabiendo que podía llover y calarse, aun sabiendo que tal vez el no estaría allí, era bonito aun así.

Normalmente hubiera sido difícil escapar, un niño de apenas seis años no podía caminar con tanta libertad por la calle, poder salir de la casa “familiar” cuando quisiera, pero para él lo era, no hacía falta decir donde iba al salir por la puerta, ni siquiera informar de su salida, nadie le prestaría atención al fin y al cabo. Solo su Tío, y este le daba libertad sabiendo que ese niño había crecido demasiado rápido, y aun con seis años era muy consciente de lo que pasaba a su alrededor. Su familia había dado un cambio radical ara unos un año, su infancia cambio, y un niño al que aún no tiene una personalidad definida es muy fácil cambiarle por completo y adaptarle a una situación diferente respecto a todo.

Eran sobre las siete, según la rutina, el estaría allí, con su madre, jugando en el parque. No sabía aun porque iba, por encontrarle, eso está claro, por ver a su madre también, claro, pero en realidad no lo sabía del todo, contando con que aún era un niño era entendible.

Una tarde más allí estaba, deslizándose juguetón por el tobogán, riendo a carcajadas como el niño que era. Su madre lo miraba disfrutar de la diversión animada. Sonrió al verle venir por la calle, directo al parque, ese niño despertaba en ella un sentimiento de cierta… pena, lo compensaba ejerciendo de madre durante la hora que su hijo pasaba en el parque.

Alegremente diviso a su compañero de juegos, ese chaval que le aceptaba, que no se alejaba de el por el simple hecho de que sus a padres no les gustaba que sus hijos estuvieran cerca de un niño como él. ¿Cómo era un niño como él? Se preguntó el mismo como era, “un niño como el” repitió en su mente, años después, cuando entendió las palabras que los padres le dedicaban a sus hijos como advertencia.

Se acercó a él corriendo con una sonrisa adornando su rostro, ese niño, llamado Himchan, lo recibió con otra sonrisa, antes de pasar otra tarde más con su Amigo favorito, ese extraño que solo veía una hora, de vez en cuando, algunos días.~

 

Había pasado demasiado tiempo, no necesito mirar un reloj para saberlo, estaba descansado, pero con el cuerpo cansado al levantarse del suelo, bueno, mirando lo positivo al menos su propio cuerpo se ocupaba de saldar las deudas de descanso que su mente le negaba.

Con lentitud se sentó en el suelo, hacía años que no tenía insomnio, hacía años que no se desmayaba, hacía años que no detenía su propio tiempo para pensar, en todo, en cómo había llegado ahí, en cómo se había convertido en la escoria que era, en cómo era un mentira frente a los demás, hace tiempo que no se había parado a pensar en Himchan. En ese punto tal vez pudiera decir que era el quien volvía a provocar calentones en su cabeza. ¿Porque? Había pasado tanto tiempo, lo había superado. ¿No? Había superado que se marchara, que se lo arrebataran de los dedos como si el no fuera importante para nadie.

Joder Yongguk. ¿Otra vez?¿Que se suponía que significaba eso? Recordar eso. ¿Acaso eso era lo que le faltaba?

Obviamente, Yongguk no puedes aislarte más, no te gusta tu trabajo, odias tu cinismo día a día, y tu poca lealtad con la propia ley que predicas, no hay nadie a tu lado, familia, La única persona a la que le importabas ha muerto, los demás están a saber dónde viviendo felices sin el, amor, para que comentar sobre eso, serian solo más dolores de cabeza.

Entonces, era el, lo que le faltaba, ¿podía ser feliz con todo lo que no tenía, pero con él a su lado de nuevo, reviviendo toda su historia día a día? Tampoco había mucho que pensar, al fin y al cabo, Yongguk seguía siendo de Himchan, y esperaba que Himchan, siguiera siendo de Yongguk.

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Avanzaba estrepitosamente por la oficina zarandeando un fajo de papeles arrugados, se había dejado de gilipolleces poco oficiales y se dirigía derechito al despacho de ese mal nacido que se creía que podía manejarle. Nadie decía nada a su paso, todos lo miraban con cierto miedo. Eso no es que le gustara, pero se había acostumbrado hasta el punto de darle igual. La mayoría de los que lo veían pasar lo consideraban la segunda persona más importante de cuerpo, aunque en realidad para ellos suponía no la más importante pero si la más poderosa con diferencia, como buen agente lo respetaban con cierto miedo. La otra minoría lo consideraban como lo que era, un tipo peligroso que no tenía problema ninguno en despachar a cualquiera si se interponía en sus asuntos, por esa minoría que conocía los verdaderos asuntos turbios en los que el cuerpo de policía nacional de Corea estaba inmerso, ese hombre era posiblemente el ser más frio, manipulador y capaz de lidiar con todo que hubiera existido jamás. Siguió caminando, esquivando a todo el que se cruzaba, estaba en el edificio general de la ley en todo el país, una risilla irónica apareció en su mente. Legal, ya, claro.

Un par de pasos más y el ascensor se abrió, dejando salir a todos los empleados y visitantes que este transportaba. Al entrar pulso la tecla del último piso, y a continuación una más, una nueva que suponía ir directamente, sin ninguna parada entre medias.

Sus dientes se cascarían si seguía apretándolos de esa forma. Con sus nervios de punta fue contando los segundos que el artefacto tardaba en llegar al piso indicado.

Las puertas se abrieron, dejando a la vista un pasillo blanco y azul desierto de humanidad, por raro que sonara muy pocas personas subían hasta allí a no ser que fuera excesivamente importante. La mayoría se conformaban con hacer llegar informes, mensajes y llamadas. Solo la secretaria ocupaba ese piso todo el tiempo junto con el supuesto jefe, para desgracia de la joven.

 

Precipitadamente salió del ascensor dirigiéndose a la izquierda del pasillo, al otro lado una puerta con una mesa y una joven frente a ella. Estaba cerrada, como siempre.

Ignoró a la secretaria que le indicaba que el jefe estaba trabajando y sin dilación abrió ruidosamente la puerta, dando un portazo y cerrándola tras de sí.

 

-        ¿Estas por un casual vacilándome? - Dijo por fin, después de deleitarse con el brillo de sorpresa entremezclada con cierto temor que podía verse en los ojos del barrigón sentado frente a él.

 

Su "Jefe" era un asunto diferente para él, el modo en que creía poder guiarle lo molestaba, y a menudo se aseguraba a indicarle que él no era un empleado más al que se ordena y paga. Él era diferente. Por esa razón ese que ocupaba el sillón del despacho del piso más alto del edificio de la "Policía nacional de Corea" tenía miedo de ese joven, no era miedo en verdad, tan solo temor por no poder controlar lo que este hiciera si se le cruzaba el cable. Sabia el estado perfecto en el que Yongguk estaba, pero sabía perfectamente el odio que guardaba hacia el y su capacidad para alterarlo todo con un solo movimiento.

 

-        ¿Por qué irrumpes así Yongguk? - Dijo fingiendo tranquilidad - Podría haber estado ocupado, como comprenderás.

 

-        Con la desgraciada de tu secretaria? - Bufo con una mueca irónica.

 

-        ¿A qué has subido Yongguk?- Pregunto algo más alterado, que ese niñato controlara cada uno de sus movimientos sin esforzarse demasiado resultaba irritante, lo limitaba.

 

-        ¿Porque Coño me has enviado esto? - Grito zarandeando los papeles que portaba.

 

-         Es tu trabajo. - Volvió a contestar tranquilo, Yongguk chirrío de nuevo los dientes.

 

-        No, de eso nada - negó lanzando los papeles a la mesa de escritorio del jefe.

 

-        Yongguk, Me has tocado mucho los huevos pidiendo el traslado a Busan, que por otra parte no sé qué coño tienes tu que hacer allí, y te lo he concedido, aun cuando te necesito aquí - Explicaba con una mueca de exasperación mirando y ordenando los papeles que Yongguk acababa de maltratar - Dado todo eso, lo mínimo, es que tú te ocupes de los asuntos que me conciernen allí.

 

-        Eso no es lo que yo Exigí.

 

-        ¿Esperabas desempeñar un cargo policial normal? - ironizó - Yongguk sabes muy bien porque estás aquí, porque eres miembro del cuerpo de policía. Allí las cosas están más candente que aquí en este momento, hemos descuidado mucho esa zona, y no mentiré, me jode que pidas irte de esta forma tan súbita, pero me viene al pelo que te vayas a Busan aun con mi cabreo. Y tú te encargaras de ello como buen "Policía" que eres. Es mi condición para mandarte fuera de mi vista. – termino cruzando los brazos e intentando relajarse, manteniéndose firme para que el otro no rechistara.

 

-        ¡Tengo cosas que hacer allí! - Vocifero empezando a perder los estribos, ese viejo enano y barrigón lo estaba sacando de sus casillas, esa no era su petición, era siempre, "mándame a Buscan, mantenme tranquilo por un tiempo y después volveré dispuesto a sacarte las castañas del fuego" Se lo debía.

 

-        Pues las haces después, y yo que tu tendría cuidado - Advirtió -  A alguien como tu no le conviene tener amigos, por su propia suerte. - Le dejo los papeles ordenados en el filo de la mesa, esperando una afirmación en cualquier momento.

 

-        Puedo hundirte Soo. - Mascullo con voz más ronca de lo normal. - Y tú no podrías ni tocarme.

 

-        Cierto, por alguna razón ni en nuestros propios expedientes hay nada sobre ti, no sé cómo te las ingenias pero ni los pocos hombres que te llevas para las misiones saben dónde coño te metes, que haces y cuáles son tus métodos exactamente, pero siempre vuelves con los deberes hechos. - Explico - En tu historial solo figuras como miembro del cuerpo de policía Nacional de Corea, nada más. difícilmente pone datos tuyo que no sean los físicos, y tuvimos que conseguirlos gracias a las revisiones médicas. Pero dudo que quieras dejar esto Yongguk, ¿tienes algo más? Aunque lo odias, es lo único que te hace seguir vivo. Y eso es de lo poco que se de ti.

 

Cierto, supongo que aun dándole asco todo eso podía ser cierto. Era bueno manteniéndose escondido, todos sabían quién era pero nadie lo conocía. Odiaba su trabajo porque sabía que era falso, que no ejercía lo que su uniforme simbolizaba. Pero era lo único que lo obligaba a levantarse cada mañana, manejar toda esa mafia que era la propia ley del país detrás de los focos. Ese hombre, que sonreía triunfante. Pensó en salir de allí con un portazo, y olvidarse de todo, dejar atrás ese trabajo que lo consumía e ir a Busan por sí solo, encontraría algo allí y arreglaría todo lo que lo atormentaba y lo impedía dormir. Pero no, esa sería una satisfacción demasiado grande para demasiada gente. Seguiría adelante, y aun contra los pocos ideales que le quedaban se encargaría más tarde de eliminar una a una a todas las cucarachas que dirigían ese edificio y que aparecían frente a la sociedad como algo que no eran.

Pero todo eso no era ignorado por ese barrigón, sabía de sobra que si un día moría a manos de alguien serían las de su mejor agente "Especial" Bang Yong Guk, y no se alteraba por ello, era consciente de lo que el mismo era y de lo que merecía.

 

-        Haré las cosas como me plazca, a mi paso, Solucionaré esto, no esperes una fecha exacta. - Concluyo a regañadientes. Sin mirar la sonrisa triunfante del desgraciado que ocupaba el despacho cogió los papeles ahora ordenados, arrugándolos de nuevo y dio la vuelta, desapareciendo de su vista sin dejarle contestar. Algún día se encargaría de él, y se aseguraría de hundirle en la miseria antes de matar a ese ser corrosivo que envenenaba el país.

 

De camino de vuelta Saludo a la secretaria dándola una compasiva mirada mientras intentaba descubrir el porqué de que esta joven siguiera allí, sometida a humillaciones y trabajos que no merecía. Pero bueno, él tampoco estaba allí por puro placer.

 

Entro de nuevo en el ascensor algo más tranquilo, tenía preparadas demasiadas cosas últimamente para alterarse demasiado, habría tiempo más adelante para encargarse de la escoria que lo rodeaba y que creía tener algún tipo de poder sobre él. Ahora debía mudarse, encontrar al motivo de sus dolores de cabeza.

Paro esta vez en el segundo piso, allí camino pausadamente hasta las zonas personales, Saludo un par de veces con un simple gesto de cabeza antes de llegar a su taquilla. Metió la combinación y con poco cuidado saco su equipo de equitación personal, un par de pistolas, un estúpido aparatito de descargas eléctricas que jamás había usado, le resultaba inútil, su placa, un cinto para portarlo todo -Aunque él nunca lo usaba- y el busca, el cual planeaba dejar abandonado en un oscuro rincón de algún armario cuando pudiera. Reviso su armamento, era ridículo, menos mal que en casa estaba bien servido de todo lo necesario, llevaba un par de recargas, no pensaba usar más, ya que en un principio no pensaba utilizar nada, de todas formas seguro que el imbécil de Soo le había preparado una especie de equipo -O respaldo como el barrigón llamaba- para ayudarle en un momento dado, por lo que no necesitaría ir mucho más preparado.

 

-        ¿Te vas? - Una voz irritante a sus oídos se dejó oír pocos pasos detrás de él.

 

-        Sí. - contestó escueto, no le gustaba en absoluto ese hombre, ya fuera por su asquerosa voz, por su aliento a mentol, por su egocéntrica personalidad, o por ser reconocido como el chivato oficial del cuerpo, no le gustaba.

 

-        Tiene algo que ver con que hayas estado hurgando en los registros? - Pregunto. Yongguk se dio la vuelta, quedando frente a frente con el moreno que lo miraba con los brazos cruzados, a una distancia preventiva.

 

-        Sí. - Volvió a decir sin inmutarse. No es que fuera necesario ocultar nada, no había peligro con ese topo cobarde - ¿Porque? ¿Tienes intención de sacar provecho de eso? ¿Decir que accedo a los datos que me están completamente permitidos como agente especial y segundo de la PNC? - Preguntó con una sonrisa de serpiente, dando un paso adelante.

 

-        No. - Retrocedió. Algo asustado.

 

-        ¿Entonces? - Pregunto de nuevo, borrando la sonrisa y sustituyéndola por una mueca de asco.

 

-        Curiosidad.- Chocó con la fila de taquillas paralela, haciendo soltar una risilla baja a Yongguk.

 

-        Curiosidad - Repitió con voz ronca - ¿Hace falta que te recuerde el refrán? - Amenazo descaradamente, eso pasaba normalmente si te inmiscuías demasiado o sentías demasiada curiosidad y la demostrabas en lo que se trajera entre mano Bang Yong Guk.

 

El otro negó rápidamente, intentando mantener una compostura, que no resulto muy creíble.

-        Pues Que tengas un buen Día Joon. - Dio por zanjada la conversación agarrando la mochila donde había metido todo su equipamiento y despareciendo de la planta.

 

Le asqueaba, esa pandilla de seres sin amir propio que lo miraban con cierto recelo y que rezaban cada día esperando a que diera un paso en falso, "Que deprimente puede resultar alguien que necesita los fracasos de otro para sentir el placer del triunfo". Joon era uno de tantos, lo conoció hace años, comadreja acostumbraba a llamarle en sus pocos pensamientos referidos a él, mientras el pasaba las noches en las celdas del cuartel de policía, pagando por sus malos actos, Joon se dedicaba a hacerle la pelota a los dirigentes de la policía en aquellos tiempos, a hacer los deberes e informarse de cosas que no le incumbían para tener algo que ofrecer y así una posibilidad para ser elegido en un futuro para algo grande, aunque ese momento aún no había llegado al parecer. Las pruebas de acceso fueron fáciles para los dos, pero por desgracia solo Yongguk lograba llamar la atención aun sin quererlo, Joon por el contrario si destacaba en algo era en ser una especie de perrito faldero. En verdad, si a lo largo de los años había avanzado algo era meramente por los chanchullos y los chantajes que movía, si algo sabía hacer bien, era enterarse de todo -Aunque Yongguk estaba fuera de su alcance- y a continuación dar medios para sacar un provecho.

La competencia que los dos compartían era solo seguida por la comadreja dado que a Yongguk le era indiferente el otro en todos sus sentidos.

 

Bajo hasta el vestíbulo recibiendo una serie de reprimendas por un viejo veterano que ni siquiera venían al caso, -Pero a él le gustaba darlas- a penas lo escucho antes de palmearle la espalda al anciano y asegurarle que sería responsable de ahora en adelante y salir del edificio a la velocidad de la luz.

A pocos metros, en un aparcamiento se encontraba su Jaguar negro, dispuesto como siempre a llevarle hasta el fin del mundo. Era un viaje bastante a su gusto, no demasiado largo pero lo suficiente como para que no fuera rápido y corto.

Pensándolo ¿bien, como había cambiado tanto? Un día fue un niño, normal, algo desgraciado en el ámbito familiar, pero era normal al fin y al cabo, sus notas llevaban un buen rumbo, se comportaba con todo el mundo, tenía un amigo, que aunque lo veía pocas veces lo valoraba como a nada, tenía un Tío, que detrás de todas las peleas familiares se ocupaba medianamente de él. Joder, tenía hasta un perro, no es que cambiara nada, pero vamos que era un muchacho normal. Supongo que podía decirse que fue cuando hubo crecido más, a la edad de unos diez años, más o menos, cuando su carrera se debió hacia otro rumbo. Y cuando todas las advertencias que los padres se encargaban de darle a sus hijos se hicieron necesarias.

 

~Era el sexto, el sexto aniversario. El ambiente era asqueroso en casa, si hubiera sido cualquier otro día hubiera salido por la puerta como alma que lleva el diablo para desaparecer de todo lo que en esa casa se estaba acumulando, pero hoy no, hoy debía estar allí al menos hasta que las cosas empeoraran, por respeto más que nada. Las cosas estaban cambiando, crecía demasiado rápido, aprendiendo demasiado rápido, enterándose de demasiadas cosas demasiado pronto. A no podía ser considerado un verdadero niño, aun con una mente inmadura era consciente de absolutamente de todo, y sabía perfectamente que no le gustaría esa casa nunca. Sus padres estaban hundidos en los sofás, su tío apoyado en la puerta, alerta ante todo, Yongguk solo estaba sentado en la escalera, esperando. Poco a poco se fue levantando, al oír como sus padres empezaban a gritarse, Su tío lo miro con una mueca. Entonces no se movió, puede que hoy fuera diferente, puede que por fin pudieran superarlo y no pagarlo con él.

Eran iguales, por eso él tenía la culpa de todo al parecer. Eran completamente iguales. Aun intentando empanizar y sentir el dolor de sus padres en ese momento no podía, él no tenía la culpa ni de su muerte, no tenía la culpa de que fueran iguales, no tenía la culpa de que un día su Gemelo muriera, no tenía la culpa de que sus padres lo odiaran por pensar en el cuándo lo miraban.

En un momento se distrajo, no ello el grito de su madre, el golpe que su padre le dio a su tío apoyado en la puerta, no vio la miraba con la que ese hombre se acercaba a él. Cuando reacciono su cuello era envuelto por los dedos de ese hombre que se hacía llamar su padre. Dio un grito ahogado al ver como su madre no hacía nada, con la marca del golpe en su mejilla se mantenía quieto mientras Yongguk era elevado y estrangulado. Pataleo, golpeando a su padre con una patada y cayendo al momento sobre las escaleras, aun ignorando el golpe contra dos de los escalones hizo lo posible para levantarse y corres hacia arriba, la última vez escapo por la puerta, las cosas estaban difíciles ahora. Se decidió por ignorar los voceríos de su padre contra él, insultándole.

¿Cuándo esta familia había caído en esta decadencia? ¿Desde su muerte o después? Cuando cargaron con su imagen día a día? ¿Tan difícil era olvidarlo?

La ventana fue al primer lugar de su habitación al que llego, no lo pensó demasiado al girar y ver a su padre avanzar a pasos largos. Se apoyó en la cornisa, eran un segundo piso, no era para tanto verdad? No lo dudo, y salto. Callo de cuclillas y después de rodillas, Dedico un momento para asegurarse… nada fallaba en su cuerpo. Listo. Ahora corre. Ya corriendo, a lo lejos oyó a su madre, Su tío no tardaría en irse se la casa hasta al menos dos días, el volvería mañana por la tarde, dormiría fuera.

Ya había corrido demasiado, no lo pensó demasiado y se dirigió al parque, ya no jugaba allí, pero muchas veces el mismo Himchan se pasaba un tato por él, tal vez esperando verle. Yongguk era diferente, se pasaba cada día, por si acaso lo veía y podía pasar un rato ameno con él.

Pero ese día no estaba, nada saldría bien hoy, verdad? Aunque claro, hoy era el aniversario, nada podía salir bien hoy.

Hacia frio esa tarde, y no llevaba abrigo en absoluto, se cruzó con múltiples personas por la calle, que lo miraban de forma lastimera tal vez, eso lo mataba, aun si era cierto no tenían razones para tener piedad de él ni pensar en una patética vida detrás de ese rostro.

Fue cuando llego la noche que se desesperó, no tenía ni idea de donde pasaría la noche. En ese momento todo se descontrolo, ¿verdad?

Sonrió, enfadado, era un niño aun, solo eso.

Se agacho cogiendo una piedra del parque, camino con ella en la mano, haciéndola volar y volver a caer en sus manos, sonrió de nuevo. A lo lejos diviso una tienda, no vio de lo que era ni le intereso antes de lanzar la piedra, que impacto contra el cristal del escaparate rompiéndose en un millón de pesados.

Esa, fue la primera anoche que paso en la celda de la comisaria. Nadie fue a buscarle. ~

 

 

Aparcando el coche salió de él, con paso tranquilo cargado con una maleta negra de un material parecido al cuero, su aspecto serio y duro concordaba completamente con su pelo negro y castaño, y como no con los pantalones oscuros y la camisa blanca que se había puesto esa mañana, quería crear una buena reacción allá donde fuera, si sus cálculos nos fallaban no tardaría demasiado en buscar a Himchan.

Al entrar en el vestíbulo del bloque de pisos se dirigió calmado al conserje que se encontraba sentado cómodamente leyendo una revista detrás de una mesa algo cutre. No perdió demasiado tiempo y tras obtener la llave del que había catalogado “el Ceporro del Conserje”, piso cuatro, era un bloque de clase media-alta, sin lujos pero sin carecer de nada. Entro en el ascensor y pulso la tecla.

Bien, las cosas estaban medianamente solucionadas, tenía que revisar los papeles que el imbécil de Soo le entrego, pero para eso ya habría tiempo, se dedicaría a eso después, cuando estuviera despejado y pudiera confirmar sus sospechas de que él estaba aquí. Hace unas semanas, casi tres meses después de que el insomnio apareciera se había molestado en entrar en los registros de población, poco tardo en encontrar a su chico preferido, lo más difícil fue buscar la información necesaria para todo, dado que al parecer tampoco había demasiados datos suyos. Lo encontró registrado en el ayuntamiento de Busan, más tarde vio que residía en una de las zonas residenciales más lujosas, Típico, sus padre siempre estuvieron bien armados de dinero, de eso se dio cuenta desde pequeño, Sobre todo en el momento en que sus padres se encargaron de llevárselo de su lado, alejarlo de el al darse cuenda de lo que yongguk seria algún día, aun siendo la persona más bonita del mundo junto a Himchan, supongo que era obvio que eso no era así con todo el mundo, que su vida no sería exactamente “Digna”.

No pudo conseguir mucho más de la policía, y ya no quedaba ni rastro de ellos en Seúl, ni un familiar, ni un amigo, tenía que arriesgarse e ir a la aventura, a buscarle el mismo sin nada que le resguardara las espaldas si no lo encontraba.

Se dejó caer en la cama, seguía sin dormir prácticamente nada, se notaba algo en su rostro. Se estiro sintiendo que las cosas iban a cambiar de ahora en adelante, cuando lo encontrara, todo sería diferente, cuando pudiera verle de nuevo, cuando el… dijera su nombre. ¿Se sentiría vivo entonces? Cuando recordaran su infancia, cuando himchan le sonriera y rememorara los momentos en que sus manos se tocaba, cuando él le acariciaba el pelo, cuando rememoraran juntos como fue su niñez juntos.

Solo su móvil sonando fue capaz de borrar su sonrisa. Número desconocido.

-        ¿Sí?

 

-        ¿Bang Yongguk? – pregunto una voz al otro lado de la línea, sonaba completamente suave y masculina.

 

-        Servidor – contesto volviendo a recostarse en la cama.

 

-        Soy Jung Daehyun, su compañero de ahora en adelanto en los asuntos de PNC. – Una mueca de molestia surco su rostro, ese joven no tenía la culpa de nada supongo, pero estaba a punto de soltarle un improperio por no dejarle ni un ruinoso día de descanso.

 

-        Lo siento Daehyun pero pienso tomarme esto con mucha calma, te llamare yo cuando me decida a solucionar esto – Y a continuación, sin dar tiempo a que el joven contestara, colgó la llamada cansado.

 

“Ahora lo primero es encontrarte Kim Himchan” Pensó para sí mismo.

Notas finales:

gracias por leer y espero opiniones :D


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