El viaje no fue tan largo para los aventureros, pero era tortuoso para Finn. El pensar que su novio estaba a punto de morir sólo lograba que su corazón llegara a su garganta y no pudiera hablar. Al llegar, Finn se bajó de su amigo y lo miró, tratando de evitar que en su vista esté el príncipe.
- ¿Por donde crees que sea? - Preguntó Jake.
- No lo sé. - Le contestó con sinceridad el aventurero, quien iba caminando por la gruta.
Al perro se le hacía mortalmente aburrida la situación, a pesar de lo extrema que era. Su mente empezó a divagar y no veía por donde iba, así que cayó a un enorme agujero.
- ¡WOOOOO! - Dijo al caer, pero reaccionó rápido y trató de sostenerse. - ¡Uff! Eso estuvo cerca.
- ¡Jake! - Exclamó Finn, acercándose. - ¿Estás bien?
- S-sí... - El perro empezó a subir con la ayuda de Finn, suspiró al estar ya arriba. - Ahhh... - Empezó a ver a su al rededor. - ¡OH, DIABLOS! ¡Solté al príncipe!
- ¡Voy por él! - El humano sólo se lanzó al agujero sin pensarlo.
Logró ver que el lugar estaba lleno de islillas, o mejor dicho, montones de tierra rodeados de líquido. El príncipe estaba en una de ellas, así que se empezó a acercar. Poco a poco, la islilla comenzó a moverse, dándole señal al humano para moverse más rápido y llegar. Debido al movimiento, el príncipe cayó a los líquidos que rodeaban al montón de tierra, activando algo en el cerebro de Finn para ir a toda velocidad y tomarlo en brazos. El príncipe seguía sin reaccionar, Finn no sabía si tomárselo como una buena o una mala señal, mientras pensaba. un gran monstruo salió del agua, abriendo enormemente su boca y rugiendo descomunalmente. El humano sacó su espada de demonio para proteger a su novio, pero el monstruo sólo golpeó la mano de Finn con su gran y descomunal cola para que este perdiera su espada fácilmente. Aún desarmado, el humano siguió con una posición de defensa ante el príncipe, mientras el monstruo seguía rugiendo, abalanzándose contra él. Justo antes de poder llegar, un gran puño amarillo se estampó en su cara y lo derribó.
- ¡Hmp! - Dijo Jake, tomando a ambos chicos y subiéndolos.
- Gracias, amigo. - Agradeció Finn, relajado.
- De nada, hermano. Ahora hay que encontrar a ese anciano...
Ambos siguieron caminando durante horas, pero no lograron encontrar absolutamente nada más que monstruos. A Jake ya le estaba empezando a molestar la situación, y pensó que a Finn también.
- Hermanito, ya estoy cansao... - Dijo, tirado en el suelo. Finn no dijo nada, y sólo suspiró.
- Fue en vano... - Dijo. - Jake... ¿Puedo quedarme solo con el príncipe?
- Lo siento, hermano.
- Sólo déjame solo un momento, por favor... - Pidió, deprimido.
- Bien...
Apenas el perro se retiró, Finn abrazó fuertemente el cuerpo frío y blanco de su novio. Empezó a llorar debido a la agonía que llevaba encima, era demasiado doloroso para él perder a la persona que amaba de esa forma.
- Perdóname... Esto fue mi culpa, si no me hubieras protegido... - Chilló un poco. - Flama, tú merecías vivir, eres una buena persona... Yo... Yo... Yo sólo quería estar a tu lado y ser feliz contigo... Te amo... - El príncipe seguía sin reaccionar ni un poco, seguía frío y pálido. - Perdóname.
Finn abrazó un poco más fuerte al príncipe y le dio un beso, mientras seguía llorando. Cerca de él había una pequeña florecilla que sobresalía del suelo, recogiendo las lágrimas del rubio. Poco a poco, la flor comenzó a moverse y un anciano algo senil y barbudo salió del suelo, gritando, y haciendo que Finn se alejara del susto. Se sacudió un poco el polvo y miró al chico.
- ¡Finn! - En el hombro del anciano había un pequeño gorro, pequeñín, el gorro de Finn. - ¿Por qué estás llorando?
- Mi novio... Él... Él... - La garganta se le cerraba al pobre muchacho.
- ¿Sí...?
- Murió por mi culpa... - Complementó, con los ojos inundados de lágrimas. El anciano lo miró un poco sorprendido y colocó su mano cubierta con un guante de cocina sobre el hombro del chico. - No te preocupes... Yo puedo ayudarte ¡Recuerda que soy el anciano durmiente que otorga la vida! Veamos... - Empezó a ver al príncipe y tocó su frente. - ¡Mami!
Con esa simple palabra, el príncipe empezó a encenderse mágicamente. Finn se quedaba sin aliento al ver como se levantaba el flamoso, quien estaba confundido.
- ¡Finn! -Dijo el príncipe, abriendo sus brazos. - ¡Dame un abrazo! - Y paso seguido, abrazó a su novio con fuerza, mientras que el anciano los veía fijamente.
- Espera... ¿No eres el príncipe flama?
- ¿Eh? - El príncipe lo miró. - Pues sí ¿Quiere un abrazo?
- ¡Ay, mira que cosas las mías! - Exclamó el anciano, tocando al príncipe. - Amim. - Y con esas palabras, el chico de fuego volvió a desmayarse. - Debe ser malvado ¿Cierto?
- No... No lo sé, él siempre es bueno conmigo. - Confesó Finn, algo confundido.
- Bueno... Haré todo lo que pueda... Aléjate. - Cuando Finn se alejó hasta un lugar seguro, pudo ver como el anciano extendió sus manos hacia el príncipe y empezó a encenderlo con un extraño fuego de color purpura. El flamoso se levantó ya listo.
- ¿Flama?
- ¿Q-qué pasó...? - el príncipe estaba desubicado.
- ¿No te acuerdas? - Finn se acercó poco a poco.
- No sé... No sé qué pasó...
- Peleabas con la princesa Flama.
- Sí... Lo sé... Pero ¿Qué pasó después? Estábamos en una cueva... Y no recuerdo más.
- Te apagaste.
- ¿Me apagué? - Pensó un poco. - Cierto... Ella me arrancó el núcleo... - Antes de que pudiera decir algo más, Finn se abalanzó contra él y lo abrazó, sin llegarle a importar si se quemaba o no. - ¡Finn, no! - Se separó lo más rápido que pudo. - ¡No! Te quemas...
- No me importa.
- Pero... No... Sólo... -Empezó a hacer su hechizo e hizo que Finn se volviese azul, abrazándolo con suavidad. - Así... -Finn sólo sonrió. - Te amo.
- Yo también. - Correspondió mientras se sonrojaba.
El barbudo sólo se fue poco a poco, sin hacer ningún ruido para no interrumpir, mientras pequeñín se retiraba con él, mientras los enamorados sonreían y se acariciaban.
- Deberíamos salir... - Dijo Finn, sonrojado. - Jake debe estar preocupado.
- Sí...
Ambos se levantaron y se fueron caminando hacia la salida, tomados de la mano. Flama miraba fijamente al humano y pensó un poco, para luego depositar un pequeño beso en la punta de su nariz, arrancándole un enorme sonrojo.
Al salir de la cueva, Jake los miró con una gran sorpresa.
- ¡Wow! ¡El príncipe ya está bien! ¿Cómo le hiciste?
- Lo encontramos. - Contestó Finn, mirando con una sonrisa a Flama mientras este hacía lo mismo.
- Uuuuuhhh... Ya entendí, traviesillos. - Dijo Jake, con una sonrisa picarona. - Veo que tienen cosas que decirse, así que yo me voy. - Se retiró, mientras los otros dos tenían un notable sonrojo.