Después de que el perro se fuera, la pareja se quedó sola. Ambos se miraron, sonrojados, en silencio. Finn fue quien rompió el silencio.
- ¿Quieres dar un paseo? - El príncipe asintió y tomó su mano.
El rubio le dedicó una linda sonrisa, sacándole otra al chico de fuego. Ambos se fueron a caminar un rato para poder descansar, despojando sus mentes de las horribles cosas que acabaron de pasar. Sin que el príncipe se diera cuenta, habían llegado hasta un lago, donde Finn comenzó a quitarse la ropa y a meterse. Se bañó mientras Flama lo veía, alejado del agua. Este se sonrojó al ver al chico sólo en calzoncillos. A pesar de que disfrutaba la vista, le daba vergüenza, así que inventó una excusa para sacarlo y que se vistiera.
- Finn.
- ¿Qué ocurre?
- ¿Podrías salir? No quiero estar aquí solo...
- Claro. - Esa excusa sí que fue buena. - Sólo me bañaba, es que, bueno... Apestaba. - Ante esta última confesión, se sonrojó un poco.
Flama se rió ligeramente y vio como el chico salía del agua. Se sonrojó al ver su cuerpo goteando agua, aparte de que estaba casi totalmente desnudo. Pensó un poco, y se acercó al humano para secarlo con su calor.
- Gracias. - Dijo Finn, mientras se sacaba el exceso de agua con una toalla que sacó de su bolso.
- Por nada... Deberías... Deberías ponerte tu ropa. - Flama trató de no ver al chico.
Finn empezó a sacar ropa limpia de su bolso, mientras el príncipe lo veía por detrás. No se había dado cuenta del lindo trasero que tenía su humano, pensar que se veía así con una tela encima, ¿Cómo se verá sin ella? Se sonrojó mucho ante el pensamiento y trató de ignorarlo. Finn terminó de vestirse y el príncipe lo vio de arriba hacia abajo.
- ¿A donde vamos? Preguntó el príncipe.
- A donde tu quieras. - Flama pensó por un momento.
- No hay lugar donde quiera ir realmente.
- ¿Entonces caminamos por ahí esperando no conseguirnos con mi ex?
El chico de la realeza asintió y ambos empezaron a caminar. El príncipe iba detrás del rubio. Finn lo miró y empezó a correr un poco para jugar con él. Flama se dio cuenta y corrió detrás, mientras que el chico se reía.
- ¡Voy a cacharte! - Exclamó el príncipe, mientras Finn se reía. Flama también empezó a reír hasta que lo atrapó. - ¡Te tengo!
- No, suéltame, monstruo. - Dijo Finn, riendo. Esa frase hizo que Flama cambiara su expresión de diversión a una seria en cuestión de segundos.
- Finn... No me digas monstruo.
- Perdón... -Se disculpó Finn, completamente apenado.
- Sí, lo que sea... - Desvió su mirada ligeramente. - Ya sé que soy malvado, pero no me gusta que me digan monstruo.
- Era broma... No eres malo para mi. - Flama miró al suelo.
- Sí, pero... - No pudo terminar, ya que Finn lo interrumpió.
- No me importa lo que piensen los otros. - Flama lo miró algo sorprendido, mientras el chico sonreía. - Tú eres la mejor persona que he conocido y eso es lo único que me importa. - La declaración ocasionó una sensación en el estómago del peliflameado. Se sentía extraño, pero era agradable. Se encendió un poco y tapó su cara debido a la vergüenza. - ¿Flama?
- Nada... Sólo... - No sabía qué decir. - Eres adorable...
- Y-y-yo no s-s-soy adorable... - Ahora era Finn quien se avergonzaba.
- Sí lo eres...
- ¡Amigo, no!
- Sí. - Lo tomó de la cara y besó su frente. - Lo eres.
Ambos seguían sonrojados, totalmente avergonzados por el momento. Era una sensación muy agradable, acogedora. A ninguno le hubiese gustado terminar con el momento, era muy lindo. La vista de Finn se dirigió hacia otro lado para poderse distraer, divisando algo y alertándolo.
- ¡La princesa flama! - Dijo alertado. - ¡Escóndete!
Antes de que el humano dijera una palabra más, ya estaba siendo arrastrado por el chico de fuego. Corrieron rápidamente para perder de vista a la hembra de fuego. Flama quería evitarse otro enfrentamiento contra ella, no quería que pasara lo mismo de antes, había acabado de salir de esa horrible situación. Finn corría detrás de él, tratando de seguirlo como podía.
- Ya no la veo... - Dijo el príncipe, mientras Finn jadeaba. - No quiero que me quite mi núcleo de nuevo...
Al ver que ya no había peligro, Finn sonrió e hizo sonrojar nuevamente al otro.
- Flama... ¿Cómo era tu novia? - Preguntó el humano de repente.
- ¿Mi novia? - La pregunta sorprendió un poco al príncipe. - Igual a ti.
- ¿Mucho?
- Bastante.
- ¿Tenemos algo diferente? ... No quiero ser un sustituto. (*)
- Finn... No eres un sustituto.
- ¿Estás seguro? - Preguntó con inseguridad el muchacho humano.
- Claro que estoy seguro. - Ambos sonrieron. - A que sean similares no significa que seas un sustituto.
- ... ¿Puedo abrazarte?
Sin responder nada, Flama abrazó al chico con amor. Finn sonrió y lo abrazó de igual forma, pero el abrazo duró sólo unos cuantos segundos.
- Vamos a jugar cartas. - Sugirió el príncipe.
- Claro... - Finn lo miró algo raro. - Pero... ¿Cómo evitarás quemarlas? - Flama se miró las manos un poco dudoso.
- Podría envolverlas en aluminio.
- ¿Tus manos?
Flama asintió. - Cuando jugaba con Fionna, eso era lo que hacía.
- ¿Fionna?
- Mi ex novia.
- Oh...
- Ella me ponía papel aluminio en las manos y jugábamos por un buen rato.
Se decidieron por jugar cartas, así que ambos fueron a la casa del árbol. Apenas entraron, Finn se dio la tarea de buscar el aluminio para su novio. Mientras el fogoso esperaba, miraba las cosas de la casa. No eran muy distintas a lo que había en la casa de Fionna: Tesoros, espadas, jarrones... La única diferencia es que Finn tenía el cuadro rasgado de una mujer, parecía que estaba desnuda, no podía decirlo con seguridad. Fionna tenía el mismo cuadro, pero en él había un hombre, no una mujer. El humano volvió con el aluminio, y sin que le digan ni una palabra, el príncipe puso una de sus manos en frente del rubio. Finn empezó a envolverla con cuidado, tanto por el príncipe como para no quemarse él, pero era más por la primera a pesar de ser algo innecesario. Terminó con su mano, y Flama colocó su otra mano en frente de Finn, pero cuando este iba a iniciar, se detuvo al ver que le faltaba el papel.
- Se acabó el papel. - Anunció.
- Uhm... Bien, creo que podría jugar con una mano.
- Buscaré más aluminio, seguro queda en alguna parte.
Se retiró y al poco tiempo volvió.
- ¡Conseguí un poco! - Dijo con alegría, envolviendo su mano. Al terminar, se quemó un poco. - Ouch.
- ! Perdona.
- No importa, fue algo pequeño. - El rubio sonrió para despreocuparlo.
Ambos pasaron varias horas jugando, no creían que un simple juego de cartas los distraería tanto, pero también servía de somnífero, ya que se estaban durmiendo.
- Volví a ganar... - Dijo Flama, sonriendo de forma soñolienta.
Finn no lo escuchó, ya que estaba durmiéndose en su propio asiento. Flama lo miró y se acostó a su lado. Miró a Finn por un momento, el cual se desplomó en el mismo lugar donde estaba sentado. El príncipe se levantó para buscar una manta, pero en el camino miró las fotos familiares que estaban por allí. Todos aparecían, pero ninguno parecía familiar de Finn. Antes de que pudiese pensar algo más, a la casa entró un Bulldog.
- ¿Aún aquí? - Preguntó Jake. - Bueno, no hay problema.
El perro tomó a su amigo y se lo llevó hacia el cuarto de arriba para que este durmiera de forma tranquila. Cuando Finn tocó la cama, se metió en su saco inconscientemente, tal vez era un hábito dormir dentro. El príncipe subió a verlo, tan sólo para darle un beso en su frente y retirarse.
Finn caminaba tranquilamente hacia el campo, donde el príncipe Flama tenía su casa. A veces lo iba a visitar para irse de aventuras con él, era lindo. Al horizonte, logró ver un resplandor. Creyó que era el príncipe, pero era alguien similar.
- ¡Finn! - Dijo la chica de fuego.
- P-princesa... - Finn se puso algo nervioso, no sabía qué podría hacerle aquella chica.
- Te recomiendo no ir hacia donde ibas. - Finn la miró confundido. - No te gustará ver...
Y con esas palabras, la Princesa Flama se fue, haciendo que Finn corriera asustado a la casa de su novio.