Al llegar, Finn no lograba ver a nadie en la casa. Entró y buscó, pero no lo buscó. Empezó a gritar su nombre una y otra vez, pero nunca llegó una respuesta.
- No…. No…. ¡NO! – Finn no quería aceptar esa realidad, así que siguió buscando.
Su búsqueda fue inútil, así que terminó volviendo a su hogar, completamente decepcionado y destrozado por dentro. Cuando entró a la casa, Jake lo miró de forma extraña.
- ¿Finn?
- Desapareció.
- ¿Quién?
- El príncipe flama….
- ¿Cómo? Si apenas ayer lo revivimos.
- Desapareció. – Volvió a repetir, aún con los mismos ánimos.
- ¿Ya lo buscaste?
- Sí.
- Qué extraño…. Pero ahora es muy tarde, te prometo que lo buscaremos mañana.
Finn asintió nada más, sin querer hacer más nada que acostarse a dormir.
Al día siguiente, ambos hermanos ya estaban buscando desde muy temprano al príncipe desaparecido.
- Si esto sigue así, la reina de fuego armará un escándalo. – Comentó Jake.
El rubio no quiso decir nada, y sólo calló ante el comentario. Siguió buscando, ambos siguieron buscando, pero aún así no tuvieron ningún éxito, a pesar de que estuvieron medio día buscando.
- Estoy cansao…. – Volvió a abrir la boca Jake. – Igual que el otro día.
- Nada….
- ¿Y si se fue de viaje?
- Hubiera dejado una nota o nos hubiera avisado a alguno de los dos.
- Tal vez se fue con apuros. – Pensó Jake de forma algo lógica para tranquilizar a su hermano.
- Espero….
- Venga, Finn. Sabes que el príncipe te quiere mucho, debe ser eso. Te apuesto que cuando venga, te traerá regalos.
- ….
Pero el príncipe jamás volvió. Pasaron las horas, los días, las semanas, los meses, pero él nunca volvió a presentarse. Sin duda alguna, Finn se encontraba en una gran depresión al no poder ver ni encontrar a su novio. Se sentía realmente horrible, lo extrañaba. Mientras estaba sentado, pensando en él, Jake se sentó a su lado sin previo aviso.
- Finn, hice Espagueti.
- Gracias Jake. – Finn le sonrió. El perro le devolvió la sonrisa y le entregó un plato de los espaguetis. - ¿Quieres salir hoy?
- Claro. – Finn comía mientras contestó.
Cuando Finn terminó de comer, Jake salió junto a él. Ambos se subieron al techo de un granero a mirar el ocaso. Era realmente hermoso ver cómo esa luz de fondo se apagaba poco a poco y causaba maravillosos colores. Todo debido a ese gigante llamado sol, un gigante de fuego. Finn miraba de forma pensativa y melancólica la escena, una mirada de la cual Jake se dio cuenta.
- ¿En qué piensas, Finn?
- En nada.
- ¿De veras?
- Bueno….
- ¿Sí….?
- Pensaba en el príncipe flama.
- ….. – Esas palabras hicieron que la tristeza llegara a Jake. – Lo siento por lo del príncipe.
- Simplemente…. Se lo tragó la tierra.
- Sí….
- ….
- Uhm…. – El perro se empezaba a sentir incómodo, así que trató de buscar un tema de conversación. – ¿Quieres jugar cartas?
- No, iré a dar una vuelta por allí.
- Bien, nos veremos luego.
Los pies de Finn tocaron el suelo al tirarse desde el techo. Se tambaleó un poco al caer, pero luego recuperó el equilibrio y empezó a caminar sin rumbo alguno. Sus pies lo llevaron hasta la gruta donde había revivido al príncipe flama, pero Finn quedó en silencio. Miró el lugar, sin percatarse que alguien lo observaba desde adentro de tal lugar. Al notar un resplandor, pudo ver a la persona. Esta se asustó y se escondió, escapando del campo de visión de Finn. Esto le causó curiosidad al héroe, así que empezó a caminar hacia donde vio la persona. La Figura misteriosa empezó a moverse, y con ella, un gran resplandor. La curiosidad de Finn era grande, así que lo siguió rápidamente. Ambos empezaron a correr, uno huyendo del otro.
- ¡DÉJAME! – Gritó la persona desconocida, con una voz muy conocida.
- ¿Flama?
Ante las sospechas del héroe, no hubo respuesta alguna. El sospechoso se empezó a alejar cada vez más, perdiéndose de vista, y con él, el resplandor. Finn se quedó solo en medio de la oscuridad, sin nada para iluminar. Mientras pensaba en aquella persona, una luz acompañó al héroe rubio, pero no podía ver de dónde provenía. Finn trató de ver el origen de la luz, pero no obtuvo ningún resultado.
- ¿Hola? – Preguntó a ver si había alguien, pero sólo había silencio.
Al ver que se encontraba solo, siguió tratando de buscar el origen de aquella misteriosa luz, mientras escuchó un ligero ruido. Esto llamó su atención y se acercó hasta donde creyó haberlo escuchado. Al llegar, vio otro gran resplandor, resplandor el cual siguió. Se escucharon pasos que se alejaban, y con ellos, la luz. Era esa persona de nuevo. Finn aumentó su velocidad, al igual que la persona desconocida.
- ¡Espera, por favor! – Pidió el rubio.
- ¡Ya déjame!
- ¡No!
- ¡Deja de seguirme!
- ¡No!
- ¡¿Por qué me sigues?!
- ¡Quiero saber quién eres! – Cuando dijo esto, la persona se detuvo y empezó a lanzar fuego a todos lados.
- ¡DEJA DE SEGUIRME! – Gritó, ya enojado.
Desde ese momento, Finn lo supo. Sabía que era su príncipe, sabía que era flama. Después de meses de no haberlo visto, estaba allí, frente a él. Pudo haberse lanzado encima de él debido a la felicidad, pero la situación no era la apropiada.
- ¡Flama, cálmate! – Pidió. El príncipe al darse cuenta de que Finn ya sabía quién era, salió corriendo. - ¡Flama! – Gritó Finn detrás de él.
- ¡DÉJAME!
- ¡No! ¡Quiero saber por qué desapareciste!
- ¡SÓLO DEJA DE SEGUIRME!
- ¡No si no me das una razón!