Al día siguiente, Loki trató de reunir su magia, pero aún se encontraba demasiado agotada y lo único que hacía era agitarse débilmente. El Jinete era una sanguijuela, vivía de la energía vital de otras criaturas, en este caso, de su magia. Su magia regresaría con el tiempo, pero a esta velocidad, tendría que esperar días, quizá incluso semanas para que se fortaleciera lo suficiente como para volver a transformarse y tener una reserva que le permitiera defenderse de un asalto más.
Por el momento, canalizó la poca magia que tenía tratando de curar la piel quemada y descompuesta de su brazo —bueno, técnicamente, de su pata delantera. Después se preguntó qué hacían los gatos para conseguir comida en esta ciudad, resistiéndose a la idea de perseguir roedores mientras regresaban a sus guaridas.
Resolvería este problema más tarde. En ese momento, descubrió que se encontraba terriblemente sediento.
Había un poco de agua de lluvia estancada en una de las canaletas de la mansión. La observó con desconfianza antes de agacharse a lamer su contenido. El agua se sintió bien en su seca garganta, lo suficientemente bien como para que ignorara, por un momento, cuán degradante era toda esta situación.
El chasquido de tacones sobre el pavimento le alertó de una presencia humana acercándose. Era temprano, apenas amanecía, y Loki pensó que quizá podría estar tranquilo, hundiéndose en su mal humor, al menos por unas cuantas horas más. Después volteó y se encontró con la mirada de Pepper Potts. Vestida en un sobrio traje de negocios, la mujer sostenía una taza de café en una mano y una libreta y un bolígrafo en la otra. El constante chasquido de sus tacones se desaceleró a pocos metros de donde Loki se acurrucaba, y la sensación que experimentó al tener que estirar su cabeza para mirar hacia arriba, hacia ella, fue un poco extraña.
Los labios de Pepper se curvaron en una suave sonrisa y lentamente, muy lentamente, se inclinó para situar su café, libreta y bolígrafo en el suelo junto a ella.
—¡Hola, qué tal, gatito! —saludó a Loki con un molesto y mimoso tono de voz.
Trató de tocarlo, muy despacio, pero Loki gruñó en el fondo de su garganta. Estaba acostumbrado a infundir a primera vista miedo en los corazones de los mortales, no este tipo de infantil... ¿júbilo?
—Está bien —susurró ella—, no voy a hacerte daño.
Loki la miró con desconfianza pero permitió que las yemas de sus dedos acariciaran el pelaje de su cabeza. En su mente, los engranajes comenzaron a agitarse. Los seres humanos tenían gatos como mascotas, ¿cierto? Tal vez si actuaba lo suficientemente patético, podría aprovecharse de Pepper por un tiempo y conseguir un poco de información sobre los Vengadores o al menos sobre Tony Stark.
Sí... esto podría funcionar.
Tras considerarlo por un momento, Loki hizo lo que mejor sabía: se trasformó en todo un encanto. Cuando Pepper empezó a rascarle detrás de las orejas, Loki se dejó llevar por el toque, vacilante al principio antes de acariciarse directamente contra su mano. Sus uñas se sentían bien rascándose suavemente sobre su pelaje, deslizándose después por sus hombros y espina. Repentinamente, Pepper se detuvo y con cautela levantó su herida mano —pata, su lesionada pata.
—Pobre amiguito —murmuró. Loki permitió su toque por un tiempo y después retrocedió. Esto estaba empezando a ponerse nauseabundo.
Pepper observó sobre su hombro por un momento, mordiendo su labio, antes de recoger a Loki de un rápido movimiento. El estómago a Loki le dio un vuelco mientras la mujer lo levantaba y resistió el impulso de enterrar sus garras su sus ojos. Además se encontró apaciguado de cierta forma cuando Pepper le rascó bajo la barbilla.
—Creo que sé exactamente qué hacer contigo —dijo, y su sonrisa fue lo suficientemente sinuosa como para incluso hacer vacilar al Dios de la Travesura.
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—¿Qué es esto?
—Es un gato, señor Stark.
Tony puso los ojos en blanco y suspiró.
—Sí, puedo notarlo. Pero, ¿qué está haciendo aquí?
En ese momento, Loki estaba haciendo todo lo posible por ser nauseabundamente lindo. Limpio y seco, con su pierna recién vendada, estaba acurrucado en el regazo de Pepper, arqueándose y ronroneando ante el ligero toque de sus dedos a través de su espina dorsal. Sentada en una poltrona de respaldo alto y acariciando al gato en su regazo, Pepper lucía como toda una maligna emperatriz.
Aparentemente, en ese momento, esta comparación también cruzó por la mente de Tony, ya que la estaba favoreciendo con una mirada obscena. Pepper le devolvió la mirada durante un buen rato antes de reírse. Loki podía sentir su risa a través de su estómago mientras miraba a Tony Stark imperiosamente.
—Lo encontré en la puerta —dijo ella, sonriendo con cariño hacia Loki—. He hecho un montón de llamadas, pero nadie está buscando un gato perdido de esta descripción en esta área de Nueva York. Es casi tu cumpleaños, y pensé que podrías necesitar un amigo. —Sonrió inocentemente a su jefe.
Tony la miró con la boca totalmente abierta, como si fuera un pez. Loki estaba acostumbrado a verlo con una máscara ocultando sus facciones, por lo que fue bastante divertido ver la cruda y manifiesta reacción en su rostro. Después, el mortal cerró los ojos y gimió.
—Pepper —dijo, su tono de voz era cansado y resignado—, ya hemos pasado por esto. ¡No necesito una mascota!
—Lo sé —le dijo, abrazando a Loki de una forma que le haría ganarse una bofetada después—, ¡pero es tan lindo!
—Entonces, ¿por qué tú no te lo llevas a tu casa?
—Mi novio es alérgico.
Tony cruzó los brazos sobre su pecho y miró a Pepper de una forma en la que probablemente pensaba era autoritaria. Incluso Loki supo de inmediato que en unos cuantos minutos estaría cediendo a sus demandas.
—¡Oh, vamos! —le dijo Pepper—. No querrás enviarlo a una perrera, ¿cierto?
Su ceño fruncido vaciló.
—No voy a tener un gato.
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—Tengo un gato.
Tony pronunció las palabras como si fueran una sentencia de muerte. Se sentó en la mesa y observó al gato echado sobre la mesa.
—¿Y ahora qué? ¿Haces trucos como un perro o algo por el estilo?
Loki le devolvió la mirada al humano, irónicamente entretenido por la incomodidad en su expresión y actitud. Sus ojos se entornaron en una especie de sonrisa gatuna. Disfrazarse como el gato de Tony Stark era incluso mejor que ser el de Pepper —¡oh, las travesura que iba a causar!— pero también más peligroso, en caso de que uno de los otros Vengadores llegara a reconocerlo. Pero, bueno... el peligro era parte de la diversión.
Tony suspiró y se pasó una mano por el cabello.
—Imagino que ahora debo ponerte un nombre, ¿cierto?
«Sí, buena suerte con eso, mortal».
—Pepper quiere llamarte «Sprinkles».
Las orejas de Loki se aplastaron contra su cabeza.
—Sí, a mí tampoco me gusta. —Se rio. Lo estudió durante un largo momento y sonrió—. Delgado, con pelaje negro y ojos verdes. —Rascó un dedo debajo de la barbilla de Loki. Le hacía un poco de cosquillas, por lo que su cola empezó a moverse—. Y quisquilloso. Eres como una versión gatuna de Loki.
Al escuchar su nombre, Loki se congeló, tieso como un tornillo. ¿Acaso el humano sospechaba...?
Tony resopló y frotó sus dedos suavemente por la espina de Loki. Sus oscuros ojos eran suaves, casi cariñosos, y Loki se obligó a relajarse. ¿Tal vez su última batalla simplemente lo había puesto en el primer plano de su mente?
Considerándolo por un segundo, Tony rio malvadamente.
—Sí, creo que Loki te queda. ¿Qué te parece, gato?
Observó al humano durante un largo momento, tratando de encontrar cualquier indicio de sospecha. Al no encontrar ninguna, se acarició contra la mano de Stark haciéndole saber que sí estaba de acuerdo con el nombre.
—Loki será entonces. Supongo que tendré que conseguirte una caja de arena y otras cosas, ¿cierto?
Loki habría fruncido el ceño de haber podido. ¿Qué era una caja de arena?