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Kokoro no yasashi-sa por eigengrau

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Notas del fanfic:

Un regalo de cumpleaños para mí, de parte de mí *sob*.

 

K Project no es de mi propiedad y me imagino que nunca lo será. Pertenece totalmente a GoRA y a sus mentes creativas.

Notas del capitulo:

Lamento que esté tan corto, lo escribí en menos de dos horas y creí que era todo lo necesario para el primer capítulo, que en realidad es el prólogo.

Misaki es un maldito idiota.

 

 

Lo único que alcanzas a ver de reojo son los rostros borrosos, asombrados y furiosos del personal médico, sus bocas abriéndose exageradamente, probablemente gritando que no se puede correr por los pasillos o algo igual de molesto. Un paso acelerado tras otro, la vibración del suelo cada vez que tus pies chocan contra él, tu respiración urgida y el corazón palpitándote en la garganta, todo en absoluto silencio, como siempre. Crees que nunca has estado tan asustado en tu vida. Asustado y desesperado. Algunos enfermeros intentan detenerte, pero es inútil: siempre has sido extremadamente rápido. Eso te ha salvado de un montonal de problemas.

 

 

Sin pensarlo dos veces entras por la puerta que reza "Recuperación", la enfermera tras el mostrador contiguo levantándose inmediatamente, probablemente pidiendo que te detengas. No lo harás. Cuando muy disimuladamente buscaste entre los papeles del personal, agradeciendo infinitamente la distracción de los practicantes, descubriste que el chico estaba en el área de recuperación, habitación 56A. Nunca has estado en este hospital en específico, pero eres lo suficientemente listo como para descifrar su diseño. Suponiendo que el orden es el mismo que el de cualquier otro, las habitaciones se cuentan de izquierda a derecha hasta cierto punto y, después, derecha a izquierda. El patrón se repite. No te toma mucho tiempo decidir qué camino tomar.

 

 

Corres entre habitaciones con pacientes medio muertos, algunos anestesiados, otros tan deprimidos que apenas se mueven, pero no les prestas atención alguna. Estás contando mentalmente, no te detendrás hasta que llegues a la habitación adecuada. Si tus cálculos son correctos -y lo son-, debes dar vuelta en esta parte a la izquierda y, en el siguiente pasillo, la segunda habitación a la derecha es la que buscas. Tragas con dureza y haces lo planeado. Cuando das la vuelta en la esquina, a escasos metros de tu destino, ves a un pequeño círculo de médicos afuera. Parecen estar discutiendo algo importante. Sientes que pierdes algo de fuerza.

 

 

Mierda, no puede ser bueno.

 

 

Uno de los doctores te ve por el rabillo del ojo y alerta a los demás. Puedes ver en sus rostros que están asustados, lo que te parece ridículo porque, en serio, ¿qué puede hacer un muchacho de quince años contra cinco hombres adultos? Aún así, tus pies no paran. Los hombres extienden los brazos mientras mueven los labios con rapidez, como si eso fuera a impedir que te acerques más. No lo hace, pero cuando intentas cruzar por el marco de la puerta los hombres te sostienen por detrás y eso sí que te detiene. Forcejeas, claro, pero te tienen entre todos y no hay manera de zafarse. Vuelves el rostro ligeramente y te das cuenta de que se ha formado una pequeña multitud de enfermeros que intentaron detenerte y, obviamente, no lo lograron a tiempo. Uno de los doctores, un hombre alto de unos cuarenta años, quien tiene el agarre más firme sobre ti, te grita algo al oído mientras intenta sacarte de ahí. Pero en cuanto ves la pequeña y temblorosa figura en la cama del hospital, su rostro cubierto de moretones, el brazo derecho colgando sin vida de un cabestrillo y sus hermosos ojos avellana vidriosos y perdidos en algún punto inexistente, plantas los pies con firmeza y, por pura fuerza de voluntad, no hay manera de que te muevan.

 

 

Liberas uno de tus brazos, con el que empiezas a señalizar como poseído. Extiendes los dedos índice, medio y anular de manera horizontal, el pulgar separando estos del meñique y luego, con el puño cerrado, lo presionas contra tu cien para después bajarlo, mostrándoselo de frente.

 

"¡Misaki (idiota)!" comienzas, tu rostro completamente desencajado con preocupación. Este chico es, después de todo, el único que puede hacerte sentir emociones tan intensas y completamente diferentes a la aburrición o la molestia. "¡¿Qué estabas pensando?! ¡Es lo que te ganas por ser un idiota sin remedio!" los doctores se miran entre ellos, como dudando. Puedes sentir la fuerza de su agarre disminuír ligeramente. La enfermera que se encuentra junto al pequeño castaño reacciona primero.

 

 

"¿Será sordo?" le lees en los labios. Esto parece despertar a Misaki, que busca con mirada perdida pero no te mira directamente. Pero por qué... el pequeño mueve su único brazo sano y lo empuña, el pulgar sobre los demás dedos cerrados. Luego posiciona la mano sobre las costillas, simulando que se rasca.

 

 

"¿Saru (mono)?" exterioriza vocalmente al mismo tiempo, provocando que todas las miradas se posen sobre él. La enfermera corre a su lado, con la sorpresa firme en su rostro. Comienza a hablar apresuradamente y aunque no alcanzas a distinguir los movimientos de su boca sabes que le está preguntando sobre ti. El chico asiente vehementemente y comienza a hablar, señalizando sus palabras al mismo tiempo. Está acostumbrado a eso.

 

 

"Sí, sí, es mi mejor amigo. ¡Déjenlo, por favor, quiero hablar con él!" dice, y puedes ver que se le están humedeciendo los ojos. Pero la mirada sigue perdida y vacía, como si no pudiera centrarla. No puede ser... la enfermera mueve ligeramente la cabeza, como tratando de recordarle algo. El chico se enoja, siempre ha tenido mal genio, pero algo en su furia no cuadra. No es igual. No es el mismo. "¡Es mi única familia! ¡Por favor!"

 

 

Te sueltas completamente de donde te tienen atrapado y comienzas a señalizar, no en un lenguaje oficial, sino en uno que crees que podrán entender. Juntas las manos frente a ti en señal de petición. Te aprietas una mano contra el pecho y luego mueves los labios, aireando con las manos como si estuvieras conversando. Señalas brevemente a la figura temblorosa y golpeada sobre la cama y, de nuevo, juntas las manos e inclinas la cabeza en señal de respeto. Normalmente no lo harías, no tendrías por qué estar pidiendo a un montón de brutos engreídos que te dejen ver a tu Misaki, pero estás desesperado en extremo y necesitas saber qué sucede.

 

 

Por favor, déjenme hablar con él.

 

 

Los doctores se miran los unos a los otros, indecisos. El hombre alto de cuarenta pone una mano sobre tu hombro, llamando tu atención. Él tampoco puede entenderte, pero igual intenta expresarse con señas universales. Oculta sus ojos tras una mano y articula con los labios, bastante lento como para que le comprendas.

 

 

"Está ciego," dice, y ya lo sabías. Ya lo sabías, pero no querías aceptarlo. Tu rostro empalidece y fijas la mirada en el chico. Tu Misaki. Tu bello y perfecto Misaki, que ya no puede ver. Un sollozo se atora en tu garganta.

Notas finales:

Uwaah lo lamento...

Uh, para información del tema, todo esto sucede en Estados Unidos, así que el lenguaje de señas utilizado es el Americano, que es con el que estoy más familiarizado.

Respecto a los nombres, es común que en lugar de señalizar todas las letras del nombre sólo lo hagan con la primera, para después hacer un ademán que represente un poco de la personalidad del otro. Es como un apodo, por decir algo.

Idiota se representa con el puño cerrado contra la cien, como diciendo "eres desesperante", mientras Mono se hace con ambas manos sobre las costillas, rascándose como lo haría un primate.

Fin de la lección, ojalá lo disfruten.


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