El despertador me despertó de mi cama. Otro maldito día lleno de trabajo y por supuesto, otro día teniendo que soportar a esa pelirrosa que siempre me saca de quicio.
Me levanté, saludé a mi gatito Conan y me metí al baño. Me vi en el espejo y efectivamente, tenía unas ojeras horribles. Creo que ya me estoy empezando a parecer demasiado a mi hermano, el trabajo para él es su vida. Desde que llegó aquella pelirrosa, Sakura, la hija de mi jefa, he tenido que trabajar el doble.
Ella me deja todo su trabajo para mí, y luego dice que me ama. Ya basta de pensar en esa bruja, no quiero comenzar el día de esa manera. Salgo de la ducha y me preparo un café sin nada de azúcar. ODIO las cosas dulces.
Afuera me espera mi chofer Rock Lee. Un cejotas con ojos DEMASIADO redondos. Siempre dice cosas raras. No estaba de humor para aguantarlo hoy, así que pasé de largo. Al parecer se dio cuenta y me llamó varias veces. Me puse mis audífonos, no quería escucharlo.
De camino al metro, me encontré con una pareja de estudiantes enamorados besándose en una banca.
No entiendo el amor, simplemente es algo que no existe para mí. ¿Cómo es que puedes querer tanto a alguien que darías la vida por él? Ni modo, mejor me apuro, justamente YO no puedo llegar tarde.
Como siempre, el metro estaba inundado de gente. Después de varios minutos de espera al fin llegó el metro y cuando estaba por subir, una cabellera rubia me interrumpió el paso.
– Con permiso, por favor. Señora, muévase por favor.
Él se me adelantó y se sentó en el último asiento vacío, que yo había visto desde antes por supuesto, y esperaba sentarme allí.
– ¿Quién te crees que eres? – le dije sacándome mis audífonos. ¿Acaso no sabe quién soy?
– Lo siento – dijo mirando al suelo una vez que cerraron las puertas del metro. Luego levantó la mirada y miró. Me quedé helado. El chico tenía ojos celestes y hermosos como el cielo, pelo rubio desordenado y 3 marquitas a cada lado de su cara, como si fuera un gatito.
– Es que hoy es mi primer día y no quiero llegar tarde. – respondió rascándose la nuca y sonriendo. Creo que es la sonrisa más hermosa que he visto en años. Realmente me quedé embobado con ese chico, pero obviamente, no dejé que se notara. Sólo le lancé una mirada fría para luego girar la cara. Si seguía mirándolo se me iba a caer la baba.
– ¿Y dónde trabajas? – preguntó viendo el maletín que llevaba en mi mano. En ese momento el metro paró de golpe, haciendo que pierda el equilibrio hasta casi caerme. El rubio se levantó de su asiento para sostenerme, pero casi se cae conmigo. De todas formas no caímos, choqué con la puerta del metro y el quedó delante mío. Me quedé admirando esos ojos hermosos, hasta que me di cuenta de nuestra posición y de que toda la gente en ese vagón nos estaba mirando.
– ¿Piensas correrte dobe? – le dije. Él rápidamente se movió hacia atrás, y se dirigió a su asiento, pero se dio cuenta que alguien ya lo había ocupado.
– El que se va a Sevilla, pierde su silla. – le dije burlonamente. El sólo hizo una sonrisa forzada.
– Naruto Uzumaki. – se presentó. ¿Acaso esperaba que yo le diga mi nombre también?
– Sasuke Uchiha. – dije casi susurrando. En ese momento todos los del vagón se me quedaron mirando. Creo que tengo un deja vú.
– ¿Sasuke Uchiha? ¿El famoso abogado? – gritó una señora desesperada. Todas las personas en el vagón se juntaron a mi alrededor. Afortunadamente, la parada en la que paró el metro era en la cual tenía que bajar, así que rápidamente salí de ahí.
– Emm... disculpa – miré detrás de mí y me di cuenta que ahí estaba Naruto.
– ¿Qué haces aquí? ¿Me estás siguiendo acaso? – pregunté. No creí que ese rubio me hubiera reconocido para venir a pedirme un autógrafo
– De hecho tú me trajiste – dijo mirando su mano sonrojado. La miré también y efectivamente, lo estaba tomando de la mano. ¿Lo traje hasta aquí arrastrándolo y ni me había dado cuenta? rápidamente solté su mano. Creo que le debo una disculpa, pero obviamente no lo iba a decir directamente. Tengo mi orgullo.
– No me di cuenta de que te traje hasta aquí. ¿Quieres que llame un taxi por ti? – realmente estaba rojo. ¿Es que nunca le dio la mano a alguien?
– Está bien, esa era mi parada, pero... –
– ¿Qué sucede? – pregunté casi al mismo tiempo.
– Es que... la bragueta de tu pantalón está abierta – miré mi pantalón y era verdad. La subí rápidamente y seguí caminando. Realmente tenía vergüenza.
– ¡Espera! – me alcanzó de la nada
– ¿Ahora qué quieres? – pregunté fríamente.
– ¿Qué te sucede? hasta hace unos segundos eras amable conmigo – dijo algo molesto.
– ¿Vas a responderme o no? – no puedo creer que pasé tanta vergüenza con este chico. No quería verle la cara de nuevo.
Naruto suspiró y preguntó – ¿Sabes dónde queda la compañía Sharingan? es que me habían dicho que es en esta calle pero... –
Se calló enseguida cuando lo tomé de la mano y lo arrastré unos 50 metros más.
– ¿Te gusta tomar mi mano, cierto? – dijo chistoso. Yo lo miré con una cara que asustaría a cualquiera, pero el solo sonrió.
– Aquí es – dije y me fui a mi oficina. Espero no tener que ver a ese rubio de nuevo. Tendría lindos ojos pero de verdad, era muy quejoso.
- Señor Uchiha, la señora Tsunade lo requiere en su oficina ahora mismo. - Dijo mi secretaria Hinata. Tsunade era mi jefa. Me dirigí a la oficina.