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Bring me to life por nothingtofix

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Notas del capitulo:

Hola :3 Bueno, este es mi primer fanfic de SNK, además amo esta pareja y siempre quise hacer uno sobre ellos ;_; Así que aquí está.

Al principio la trama es un poco aburrida ya que cuenta toda la historia, lo digo con anticipación (?)

Una vida así no era bastante buena, ni menos para un adolescente que apenas había cumplido los quince hace menos de un mes. Eren, precisamente ese adolescente, se sentía completamente miserable. Sentía esa opresión en el pecho la cual le hacía pensar que jamás saldría adelante y que toda su vida sería una completa desgracia, que el día a día debía soportarlo a duras penas hasta poder sacar todo mal recuerdo de su mente. Pero por más que quería olvidar, no podía. Era imposible, incluso cuando dormía sus sueños le hacían recordar todo.

Por un momento pensó en la muerte, el cómo se sentiría dejar ese cruel mundo que lo atormentaba desde pequeño. Ya no le quedaba nadie que le quisiera y esa sería una buena opción, pero también estaba presente ese sentimiento de inseguridad, de que sucedería después de la muerte, si en realidad existía eso que todos decían: El cielo y el infierno. Debía admitir que era un cobarde, pensaba en la muerte pero no se atrevía a morir de la forma en que fuera. No quería más dolor del que ya tenía psicológicamente.

Sentado en una esquina de su habitación y apoyando la espalda contra la pared, sollozaba con la cabeza gacha, evitando que la mujer que tenía en frente lo viera aunque era bastante evidente que estaba llorando, pero no podía evitarlo. Todo el dolor que sentía lo había estado acumulando desde hace mucho tiempo, y simplemente todo finalmente colapsa hasta que no queda más opción que estallar. Quería correr, ir a un lugar en que nadie lo viera en ese estado y olvidar de lo que se trataba la vida, de que debía salir adelante sí o sí o simplemente sería un don nadie. Nadie aceptaría a alguien que pasaba la mayor parte del tiempo llorando por cosas que sucedían comúnmente en la vida de las personas, pero Eren a pesar de que ya era todo un adolescente, no procesaba toda la información por completo. Se sentía como un niño indefenso, el cual había perdido todo lo que tenía y ahora no había más opción que seguir solo, soportando la lástima de la gente.

— ¡Eren, vamos, levántate! —por más que trataba la mujer de animar al muchacho, no lograba hacerlo. Hace más de dos horas que estaba sentada frente a él e intentando que con sus aburridos chistes soltara al menos una risa, pero él seguía en la misma posición sin dar señales de moverse. Dio un largo suspiro, pasando su mano derecha por su frente y pensando que haría.

Hanji Zoe, era una de las amigas de la madre de Eren, Carla. Ésta siempre había confiado en ella, sobre todo le había confiado a su único hijo, lo único que le hacía seguir resistiendo aquella enfermedad que tenía hace más de cinco años, y que le hizo morir en tan solo unos días. Hanji sabía que eso pasaría algún día, que Carla moriría y que Eren quedaría completamente solo, precisamente eso había pasado y no sabía manejar mucho la situación ya que sucedió rápidamente. La mamá del chico le había dicho todo lo que debía alguna vez saber Eren, todo lo que no le quiso decir ya que no quería verle preocupado, quería verlo feliz. Ahora la mujer debía decirle todo a él y esperar a que aceptara la situación en que se encontraría probablemente dentro de unos días, pensando que Carla en lugar de arreglar todo escondiéndoselo a su hijo, en realidad lo había empeorado aún más.

— Carla… —dio un segundo suspiro, desviando la mirada hacia algún punto de la gran habitación. Aun así miraba de reojo al muchacho, el cual había alzado su rostro al escuchar aquel nombre que era especial para él. Dejó escapar una sonrisa ladina al notar que había captado la atención de éste. — ¿Sabes? Ella no hubiera querido verte así, Eren. —sabía cómo se sentía él, perder a su madre hace menos de tres semanas era algo duro de aceptar, así como lo fue para ella perder una gran amiga. — No estás solo, créeme. Hay alguien allá afuera que está esperando verte, pero no de esa forma. —el ojiverde no hizo más que sorprenderse, mirando incrédulo a la de lentes. ¿Era verdad lo que decía? No tenía ningún amigo o familiar rondando por ahí… A excepción de alguien.

Su padre.

Aquel hombre que los había abandonado a él y a su madre hace más de diez años, el cual se había ido con una cualquiera en lugar de elegir a su familia. Carla no tenía a sus padres con vida, por lo tanto debía trabajar mientras Hanji se hacía cargo de Eren. La única vez que le veía era en la noche al momento de llevarlo a dormir y los fines de semana. La mayor parte de su infancia no pudo estar con él, algo que le hizo maldecir por dentro al momento de verlo por última vez en su lecho de muerte, el día en que éste se convertía en todo un adolescente de quince años. Ese era un mal día para morir, el cumpleaños de su hijo.

—… ¿Hanji? —con la voz quebrada de tanto llorar, intentó pronunciar alguna palabra, pero solo logrando decir su nombre. Dio un suspiro y cerró los ojos fuertemente, preparado para lo que posiblemente escucharía debido a su pregunta. — ¿Q-Qué quieres decir con eso? —alzó la vista hacia la mujer, la cual con una sonrisa se levantó del suelo y sentó en la orilla de la cama del muchacho, cruzando las piernas y dejando sus manos entrelazadas descansar sobre ellas, preparándose para explicar todo.

— Verás, Eren. —carraspeó, siguiendo con la vista al ojiverde el cual también se había levantado del suelo y se había sentado al lado de ella. — Tu padre se enteró la muerte de tu madre, por lo tanto quiere que te vayas a vivir con él. —aunque el muchacho se lo esperaba, y pensaba que eso era lo único que iba a decir, para su mala suerte no lo fue. Quedó petrificado al escuchar lo último que había dicho Hanji, eso definitivamente nunca pensó en oírlo. — Vas a vivir junto a él y tu medio hermano.

"Medio Hermano" Repitió en su mente, aún sin creerlo. ¿Había tenido tiempo para criar otro hijo, pero no lo hizo con él? Sabía que cuando lo viera sentiría de nuevo ese rencor que había guardado en su interior durante años, y más con la nueva información que se le había dado. Hanji por su parte, no pensaba decirle a Eren todo de una vez, claramente ella mintió. No quería ver al chico más destrozado aún al decirle que su madre sabía que iba a morir, que tenía planeado todo con su padre una vez que lo hiciera y que ya sabían el futuro de Eren. Suspiró, soltando una carcajada al ver de nuevo al joven.

— ¡Deberías ver tu cara! —palmeó la espalda del muchacho que aún seguía sorprendido, el cual solo se removió incómodo. — No tiene tu sangre, si es que ese es el problema. Es hijo de la mujer con la que estuvo tu padre, pero al parecer lo dejó abandonado. ¿No crees que esa sea una buena forma de pagar todo lo que hizo? —seguía con esa sonrisa burlona debido a lo perplejo que estaba Eren, al menos ya le había explicado todo, de alguna forma. Lo difícil sería obligarlo a que dejara su hogar, el cual sería un gran paso para dejar a un lado los recuerdos. — Ese enano es un amargado, lo deberías ver. Con el tiempo se llevarán bien. —por su puesto que la de lentes ya le conocía, no podía llevar a una de las personas que más apreciaba a la casa de un extraño que de padre solo tenía el título. Se dio el tiempo de investigar y conocer a las personas que vivirían con Eren, queriendo que no pasara un mal rato ahí.

En el transcurso de la tarde y con toda la paciencia del mundo, pudo convencer al muchacho que empacara sus cosas y se fuera con su padre que vivía en otra ciudad. Empezaría una nueva vida, con nuevos amigos y distintos lugares los cuales no le darían recuerdos dolorosos. Aunque no lo admitiera, para Hanji también era doloroso separarse del muchacho. Era soltera y vivía sola, la mayor parte de su tiempo había cuidado de Eren y ya le veía como un hijo adoptivo, por así decirlo. Pero como buena madre adoptiva que era de él, debía aceptar que se debía ir y que con eso él estaría bien, no como le había visto hace unas horas atrás. Al menos eso creía ella.

Por parte de Eren, esa sería una larga semana o largos meses para poder acostumbrarse. Sentía una peculiar sensación en el estómago que le indicaba que estaba nervioso, no había visto en años a su padre y sabía que las cosas no serían como lo eran antes, ni menos si estaba un "medio hermano" de por medio. Suspiró, mirando por la ventana del auto al cual se había subido hace más de dos horas, con Hanji al volante. Cada vez estaban más cerca, algo que le hacía aumentar los nervios al punto de querer salir del auto y vomitar, o posiblemente correr. No quería llegar a su destino, quería volver a su hogar por más doloroso que fuera, quería estar solo sin que nadie le viera por mucho tiempo; Pero ya era tarde. Habían llegado hace más de quince minutos, simplemente no se atrevía a bajar del auto y poner un pie en la casa de ese hombre.

— ¿Estás listo? —Hanji miró al muchacho, el cual asintió levemente aunque por dentro no pensaba lo mismo. Tomó sus maletas y bajó del auto, tragando saliva constantemente mientras caminaba hacia la puerta de aquella casa. — Tranquilo, tranquilo. —sonrió la mujer, para luego buscar con la vista el timbre y encontrándolo exitosamente, presionándolo y creando una feliz musiquita no muy acorde al momento.

Unos fuertes pasos se acercaban más y más, Eren estaba con náuseas y sabía que en cualquier momento saldría todo de su estómago, quizás cuando su padre apareciera. La puerta se abrió, alzó la vista y vio a cierto hombre que no había cambiado mucho con los años. Grisha Jaeger, su padre.

— ¿Eren? —exclamó con cierto tono de pregunta y felicidad debido a estar sorprendido por su notorio crecimiento, la cual fue ignorada por el más joven. El hombre los invitó a pasar, algo que aceptaron al instante ya que querían que eso terminara lo más pronto posible.

Aquella casa era acogedora, debía admitirlo. Olía bien, estaba bien cuidada y amueblada con las cosas precisas, todas las paredes estaban repletas de cuadros y había un silencio casi incómodo, podía creer que si caía un alfiler en medio de la noche haría eco en toda la casa.

Intentando hacer una buena acción, Grisha le enseñó toda la casa a su hijo, aunque no esperando que se aprendiera de memoria donde estaba cada habitación de la inmesa casa. Luego de unos minutos, terminaron de recorrer todo, la última habitación que faltaba era la sala de descanso en la cual suponía que estarían ahí para hablar por un rato sobre lo que había hecho los últimos años. Mientras se dirigían a ella, logró divisar una silueta de una persona sentada en el sofá, la cual no podía distingir mucho ya que estaba de espaldas y la puerta a medio abrir lo impedía. Su padre por suerte la terminó de abrir, lo cual hizo que aquella persona soltara un sonoro suspiro y se levantara del sofá.

— Rivaille, ¿Tan mal educado eres como para no saludar? —el hombre soltó una risa, sabía que el muchacho no lo haría debido a su carácter. No era de muchos amigos, ni se esmeraba en conseguir uno aunque fuera a vivir con él por quizás un par de años más, pero realmente éste no planeaba dejar la casa. El pelinegro no hizo más que mirar a Eren de la cabeza hasta la punta de los pies, haciendo que el más joven se le erizara la piel al sentir tanta atención sobre él.

— Eren… —musitó, con un peculiar rostro inexpresivo. Se acercó al recién nombrado, el cual era unos diez centímetros más alto que Rivaille, algo que le hizo chasquear la lengua y hacerle enojar más. Sabía que debía estar con un mocoso de siete años menos que él en su propia casa, pero no que lo humillaría de esa forma al ser más joven e incluso más alto. Le dio una última mirada y se fue de aquella habitación, no quería saber de la persona que apenas conocía y que estaría invadiendo su privacidad por mucho tiempo.

Definitivamente esos serían unos largos años, y Eren no dudaba que en realidad lo serían.

 

Notas finales:

Gracias por leer, un comentario significaría mucho para mí<3. *además me pueden decir los errores que tuve, o sugerencias, lo que sea sdjk.*


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