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Nadando entre mis recuerdos por Akarui Draconis

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Notas del fanfic:

Hola!! Aquí presetado esta historia, de mis primeras creaciones de yaoi... Un gusto que lean. Y nada espero les guste :D

Notas del capitulo:

Una historia algo empolvada, espero les guste C:

Capítulo 1- UN AMOR

 



El atardecer caía; por toda la tranquilidad después de un día muy difícil por fin llegaba a esa hora del día. Justo cuando el crepúsculo emprende su conteo regresivo para que llegue la noche, esa era la hora (siempre la hora perfecta) para encontrarse lejos del agobió cotidiano; allá en su lugar preferido.

Cuando los rayos naranjas coloreaban el cielo, un par de jóvenes sabían bien (ya por rutina) que era el momento para ir y encontrarse. Vivían en la misma calle, uno en la esquina del lado izquierdo; y otro en la más alejada del parque que era la del lado derecho. Lo grandioso para ambos era que al cruzar la avenida se extendía un parque tan grande y era de los pocos que estaban repletos por grandes viejos árboles que cubrían todo cuanto podían con sus sombras.
Al final del parque había un quiosco a medio derrumbar, oscuro y bien escondido por los árboles viejos que lo rodeaban. Y justo en ese lugar, ahí era donde ese par de muchachos se reunían como los buenos amigos que eran desde pequeños y en donde jugaban, soñaban, fantaseaban con mundos alternos, donde podían ser más felices; ahí era dónde se contaban sus secretos y sería el lugar perfecto para hacerse una gran promesa.


Un muchacho delgado, de estatura aproximada al metro setenta y dos; con el cabello castaño chocolate y unos ojos del mismo color dulce; una boca llena con una sonrisa tímida, pero muy linda. Todo él era una exquisitez al mirarlo.
Hacía pocos minutos que había logrado escaparse de su gran familia, sentía lo retrasado que iba, pero cuando su madre más se lo proponía, llegaba a ponerse difícil (y aun más cuando de esos encuentros se trataba).
Por un segundo al levantar la vista, aquello que estaba a su alrededor se esfumo. No veía nada que no fuera la alta figura recargada en un muro al costado del quiosco dándole la espalda. Con sus hombros ligeramente encorvados, su cabeza agachada y una de sus delgadas piernas dobladas recargada en la pared tras el. Era tan guapo como lo había sido desde siempre; porque aunque fuera un niño para él ya era hermoso.

Emprendió más deprisa el camino que aun le faltaba y llegó a su lado. Se quedó en silencio mientras su amigo abría los ojos a través de esas enormes pestañas siempre lograba ver las lucecitas que habían alumbrado su vida esos últimos años; pero que ahora, en ese momento parecían húmedas y había un rubor alrededor de esos bellísimos ojos que también se repartía por las mejillas.
Por segunda vez el castaño sintió que desfallecería; algo tenía triste a su amigo, pero él no sabía nada… “¿qué podría hacer?”


— ¡Jirafa! —grito el castaño mientras iba acercándose a pellizcar el brazo de su amigo. —Siento llegar hasta ahora… mi madre, ya sabes cómo se pone de histérica cada vez que vienen los parientes. No sé porque sigue invitándolos a todos lados… Eh, ¿pero qué te pasa?

—Porque gritas idiota. Además deja de llamarme así… soy una persona. Solo porque tú no hayas crecido, no quiere decir que los demás nos quedemos enanos—dijo el mayor de cabellos negros, pestañas y cejas pobladas; pero con unos ojos hermosos color miel.

—Sabes que lo digo jugando. Pero es que… eres un gigante o una jirafa… o tal vez una rara mutación de ambas… (No es normal que seas taan alto) —dijo el castaño sonriendo y murmurando para él lo último.

—No soy nada extraño ni soy alguna rara mutación, cómo quieres pensar… Es solo que me toco ser alto—contesto el moreno con pesadez. A él muchas veces también le incomodaba su estatura, aunque en ese momento era lo que menos le importaba.

—Una estatura de 1.98 no es normal… Pero no vine a pelear, sino a qué me digas porqué tanta urgencia en vernos.

—Es que…—el pelinegro se detuvo, no podía continuar. Pensó deprisa en algo que decir. —Solo quería contarte que fui aceptado en la escuela superior a la que deseaba entrar. “Al otro lado de la ciudad muy lejos de ti.”

— ¡Que bien! Ya sabíamos que lo conseguirías, pero no quisiste oírme cuando te lo dije… En ese caso, también tengo buenas noticias que darte. Logre ingresar a la preparatoria mejor nombrada de la ciudad… ah, y también estoy tratando de convencer a mis padres… en especial a mamá, para que financien unos cursos de idiomas que vi cuando fui a recoger los resultados.

—Genial, ¿no? Ambos logramos entrar a las escuelas que deseábamos y esta misma mañana nos hemos graduado por fin de la secundaria. Estoy tan emocionado por entrar—dijo el pelinegro sonriendo, pero cuando sus ojos se cruzaron con los a chocolatados; el menor vio lo vidriosos que estaban y la gran tristeza que oscurecía las lucecitas color miel que tanto amaba.

— ¿Emocionado? Pues no lo parece compañero—dijo el menor con todo el sarcasmo del que era capaz. —Yo más bien diría que lloras como bebé. Compa para que te pongas así; nadie de la escuela te caía muy bien… salvo yo, claro.

—No es por eso. Es porque ya somos mayores y porque no estarás ahí para hacer bromas conmigo… Además es seguro que no volveremos a vernos.

— ¿Eres retrasado o qué? Vinimos en la misma calle ya verás que frecuente nos veremos, y sabes que debemos venir a este lugar siempre que podamos.

—Siempre seremos amigos…—dijo el adolescente ojimiel.

—Entre nosotros nada puede cambiar, aunque nos alejemos por algún tiempo siempre seremos amigos. Sabes que siempre vas a ser mi mejor amigo—respondió sonriendo el de ojos como chocolate, derretidos por la sinceridad de las palabras.

—Puedo vivir la eternidad solo siendo tú amigo—dijo sonriendo ligeramente el moreno que hecho a correr un instante después, sintiendo que no podría contener más tiempo el agua que correría de sus ojos.

—Yo también puedo vivir la eternidad solo siendo tú amigo…—dijo murmurando el castaño, viendo a su amigo alejarse.


Él hacía algunos años que descubrió lo mucho que le gustaba y amaba a su amigo. Desde niños habían estado juntos; pasando de los últimos años de escuela, luego directo a la misma secundaria, al mismo salón; y ahora una maldición los tocaba dispuesta a separarlos.

Eran ya cinco años desde que se conocieron; desde que él, Diego se había mudado a la calle con sus padres y unos ruidosos hermanos mayores (que hacían reuniones con sus amigos cada que podían XP). Se presento a los otros niños vecinos y se llevaba muy bien con ellos, pero cuando vio al niño más lindo que había visto en su vida ya no hubo más personas en el mundo.
Ese niño simpático, amable, a veces solitario, pero con una sonrisa chimuela* y unos grandes ojos color miel; algo en el interior del castaño se lleno de calidez aunque a su corta edad no entendía porqué, ya estaba seguro que desearía estar siempre a su lado.

Sería el amigo de Aníbal todo el tiempo que el lo permitiera.
Aún recordaba cuando a los diez años se hicieron amigos en ese mismo lugar derrumbado. El día cuando jugando con los otros niños se habían quedado ahí cuando al llegar el atardecer habían regresado a casa, excepto ellos dos.
Sentados en medio del quiosco, miraban la forma en que el día se terminaba; en un momento sus ojos se cruzaron, sonrieron y después se marcharon platicando cosas típicas de alguien de esa edad. Luego cada día que paso, siempre terminaban sentados a la hora del crepúsculo, juntos y felices.

El día más feliz de la vida de Diego. Que bien lo recordaba, ahora solo tenía esos recuerdos; y siempre los tendría porque eran su más grande tesoro. Regreso a su casa sintiendo por las ideas que tenía y por lo mucho que le había gustado la reacción de su amigo, que sin querer ya lo estaba extrañando y aun no estaban separados.



Al otro lado de la calle en la casa de la esquina; Aníbal estaba tirado en su cama mirando (cuando le era posible) el techo de su habitación, aún con lágrimas en los ojos.
Se odiaba mucho en ese momento por haber sido un cobarde en el instante en que se iba a confesar; no entendía porque se ponía de aquella manera, solo le diría a su amigo… no, a su mejor amigo desde la infancia quería decirle sus sentimientos.
Pero todo a su alrededor le decía que no…

Primero: eran hombres y no estaba bien que se sintiera atraído por otro hombre.
Segundo: sus padres se enfadarían muchísimo con él… y los padres (en especial la mamá) de Diego serían capaces de cualquier cosa y lo que menos quería era lastimarlo o que lo alejaran de su lado; (suponiendo que Diego lo correspondía).

El pobre ojimiel se reprendía por no ser tan fuerte como su amigo lo había sido hacía un año ya…
Él lo recordaba. Porque en una reunión con varios compañeros, ambos habían tomado su primer par de cervezas; y cuando regresaban a casa sucedió lo impensable…


…se habían detenido a mitad del parque para tratar de componerse y que no se notara mucho lo “relajados” que andaban por el alcohol. Ninguno había tomado antes y parecía que dos vasos les causaba un poco de adormecimiento en el cuerpo, el cerebro y también que se rieran como locos por todo… estaban felices y no pensaban bien.
Pero su amigo estaba raro desde que salieron de la casa; se reía con él, si pero, su mente parecía volar lejos de su cuerpo y no le gustaba que quisiera estar en otro lado que no fuera con el ojimiel.

—Chaparro… ¿qué ra… hip… rayos tienes? Hace rato… que no dices nada…hip—dijo Aníbal hipando por la risa de ebrio, mientras ponía un brazo sobre los hombros de su amigo menor y lo acercaba a su cuerpo.

—No… no es nada. Solo pensaba…—respondió el castaño mirándole a los ojos un poco ruborizado.

— ¿En qué puedes… estar pensando? La noche es fresca y muy buena…

—Bueno es que… imaginaba lo bueno que sería… un beso en este momento… ja, ja, ja… pero solo estoy contigo y… ja, ja, ja, ja…

— ¿Un beso? ¿Por qué piensas en eso? ¿No te basta estar aquí conmigo?

—Aníbal, sabes que no es eso… Solo pensaba. Tengo muchas ganas de besar a una persona, pero no encuentro a la que si, quiera besarme. Desearía poder encontrar a una persona que me quiera mucho para compartir ese momento—dijo el castaño enrojeciendo más al tiempo que se encogía de hombros.

—Si tantas ganas tienes…


El moreno se interrumpió, le tomo la cabeza al castaño y lo beso.

Fue solo unos momentos, pero su corazón estallo de emoción y latía tan fuerte que parecía que en algún segundo saldría volando de su pecho.
Sus labios unidos, luego ligeramente fueron moviéndose en los otros, abriéndose camino para probar más esa boca; pero no había empezado a besarlo enserio, cuando el otro ya no estaba…

Molesto abrió los ojos (¿en qué momento los cerro?) para ver donde estaba su amigo… ¿Por qué había hecho algo así?
Había besado a Diego… ¡BESO A SU MEJOR AMIGO! ¿POR QUÉ?
Solo sabía lo irritado que se puso al saber que su amigo quería que “alguien” lo besara, él no quería compartirlo con nadie, pero llegar a ese punto… ¿por qué razón?

Diego se había separado de su lado cuanto pudo. Lo busco con la mirado pensando que había caminado en dirección a su casa, pero no, el estaba más delante recargado en un árbol dándole la espalda.

—Lo siento… Diego… No era… Debe ser por… Es qué… Lo siento mucho, ¿amigo? —el moreno no podía articular una frase coherente por la impresión.

—Aníbal ven—dijo el menor castaño y no volvió a decir algo hasta que el moreno estuvo frente a él. —Te lo diré una vez y esperaré cinco minutos a que lo pienses, luego decidiremos ¿de acuerdo? —el ojimiel lo veía confundido pero asintió— Bien. Tienes que saber que ese fue mi primer beso. El primero y se lo di a la persona más importante para mí… Aníbal te quiero mucho, no sé porque siento esto, pero necesito sacarlo de mi mente y de mi corazón. Hoy es el único día que te lo digo… esta noche te digo que mí mejor amigo me robo mi primer beso y también quiero que sepas lo mucho que te quiero. Con el paso de los años me he ido dando cuenta… te quiero, pero… PERO, no quiero que te sientas extraño. Solo dime que sí puedes corresponder mis sentimientos en este momento, sino es así… prefiero que intentemos ser los amigos de siempre ¿sí es qué aun quieres serlo? Seremos solo amigos, pero yo buscaré el amor de otro hombre… (Si de otro hombre porque me he dado cuenta que me gustan), y no volveremos a repetir esta situación. ¿Qué piensas?


Aníbal no sabía que decir, estaba muy sorprendido. A sus 14 años un hombre se le estaba declarando; a su edad la primera persona que le confesaba sus sentimientos era el único mejor amigo que tenía y él no sabía que decir.
Aunque le molestaba un poco esa situación, sabía que no podía hacer nada; eran dos muchachos del mismo sexo y eso no debía pasar. No le disgustaba que su amigo fuera gay, podía vivir con eso, pero, que saliera con alguien más…
El castaño le paso el pulgar por la mejilla y al sentir el contacto se retiro, pero se dio cuenta que estaba llorando… Su amigo retiro su mano temblorosa dándose por vencido. “¿Por qué lloraba? ¿Por qué se estaba sintiendo tan mal? ¿Por qué demonios sentía tanto dolor de no poder corresponderlo?”
El muchacho de ojos chocolate solo espero; dejó que su amigo pensará.


—Diego, yo… no puedo…—logro decir, pero eso causo que el llanto brotará más deprisa. —No siento lo mismo… para mí siempre haz sido mi mejor amigo y… y solo puedo quererte como a un amigo o un hermano… Yo lo siento mucho Diego.

—No hay problema Aníbal. Ya sabía que esto pasaría. Intentaré no volverme a cruzar en tu camino, así ya no podrás verme…

— ¡Cállate! —grito el moreno y se lanzo a los brazos del pequeño, sintiéndose tan indefenso como nunca en su vida y tan confundido por sentir tanto dolor.

Volteo a mirarle el rostro a su amigo. El castaño lo abrazo con los ojos cerrados pero con lágrimas corriendo por sus mejillas.
El moreno no supo por qué, pero un impulso de algo lo hizo comportarse así esa noche…

Estrecho más ese cuerpo cálido; rodeaba fuertemente con sus brazos la cintura y la espalda.
No sabía cuanto tiempo estuvieron de esa forma, solo dejaban salir los sentimientos que no podían ser y todo el dolor que sentían.
Un poco más calmado, Aníbal tomo el mentón de su amigo y espero a que lo mirara; cuando sucedió el menor asintió levemente sabiendo lo que le pedían con esos ojos calidos de miel.

El moreno llevó sus labios a los del castaño, unos segundos ahí, así juntos; luego de una forma lenta se fue abriendo paso, recorriendo esos suaves labios inexpertos, sintiendo la calidez y el dolor.
Un segundo después el castaño percibió la lengua intrusa en su cavidad bucal, pero le dejo ser y tomando valor, también uso la propia. El moreno marcaba un ritmo y el castaño lo seguía bien, así pasaron los minutos hasta que sus pulmones les exigían aire, fue hasta ese momento cuando llegó la verdadera separación. Con las respiraciones agitadas, los corazones enloquecidos, las mejillas mojadas y coloradas, esos amigos fueron separándose.
Se miraban fijamente esperando a que alguno rompiera el silencio que se había formado en tan íntima escena.


—Esto… no volverá a repetirse—dijo claramente el moreno con unos ojos de miel derretida, pero aun llorando. Su mirada era de amor y dolor.

—Lo sé. Siento que tuvieras que pasar por esto… Cumpliré mi promesa, ya no volverás a verme. Me mantendré alejado de tu camino.

—No te atrevas imbécil… ¡Que mal amigo resultaste ser Diego!

— ¿Aun quieres ser mi amigo?

—Claro tonto. Solo seremos amigos. Esta noche entiendo tus sentimientos, pero lamento mucho no sentir igual. Perdón por lo del beso, pero tú me provocaste… Esta noche es el inicio y el final de tus sentimientos. Yo solo quiero ser tu amigo, y no puedo darte más—dijo convenciéndose que debía ser egoísta y que su amigo dejara esos sentimientos por la paz, aunque el pecho le estuviera escociendo de dolor.

—Gracias por entender amigo. Pero yo no te provoque, tú te lanzaste sobre mi sin dejarme hablar… parecías un perro urgido. Ja, ja, ja…

—Me dices perro, idiota. Yo que me preocupo por tus malditos sentimientos…—repuso el ojimiel limpiándose el rostro y echando a caminar para su casa.

—Gracias Aníbal. Eres un buen amigo—dijo el castaño sonriendo y con un brillo extraño en los ojos. Al pobre le dolía más de lo que aparentaba, pero prefería ser el amigo a no volver a estar a su lado… Masoquista, tal vez, egoísta sin duda. Pero lo prefería a no tener ni eso.


Después de esa noche ninguno volvió a tocar el tema.

Diego solo a veces le mencionaba cuando le atraía algún muchacho, pero nunca supo si logro tener pareja.
El tiempo pasó y paso como tiende a suceder…
Aníbal siguió llorando encerrado y no supo cuando se había quedado dormido recordando, luego soñando con algo que ya no podría cumplirse, pero fue bueno perderse en sus sueños.



Los muchachos se despidieron esa tarde. Los dos ya se habían graduado de secundaria, e iban directo al siguiente nivel.
El verano termino y dentro de unos meses estarían en escuelas diferentes, carreras opuestas y caminos separados.

Aníbal (el ojimiel), entro en una escuela privada; que era preparatoria y casi al final (al año y medio) comenzabas con la carrera de dos años. Eso le limito el tiempo; tareas, presentaciones, proyectos, prácticas y estudiar para los exámenes. En ocasiones ni comía y dormía menos de tres horas diarias, pero le animaba mucho lo que hacía.

Mientras que Diego (el de ojos chocolate), hizo la preparatoria y también trabajaba para juntar dinero y pagar la carrera universitaria. El último semestre de preparatoria inicio unas clases de ingles y alemán para afianzar mejor su carrera. Igual que su amigo, no tenía tiempo para nada y en ocasiones pensaba que ni respirar podía porque eran segundos que perdía al día.

Estudios y trabajo eran lo importante, tanto que no volvieron a verse o si lo hacían era escasamente cuando cruzaban el parque para de salida o entrada a su calle. Pero con horarios diferentes era esporádico cuando eso ocurría.


Luego de tres años, al castaño le ofrecen irse a estudiar y trabajar hasta Alemania y sin pensarlo acepta. El viaje sería por dos años en los que terminaría la universidad, mientras aprendía cuanto pudiera del trabajo.
Los profesores de sus clases de alemán le vieron potencial y por esa razón le ofrecen la vacante.
Al moreno con ojos miel también le pasan cosa buenas; en uno de los proyectos del final de su carrera, lo elige una empresa para que trabaje con ellos al finalizar los estudios y que se convierta en supervisor de una parte importante de la empresa.


Ambos muy felices nuevamente se citan en su lugar favorito para ponerse al día de sus vidas.
Y así lo hacen, platican por horas todo lo que les ha sucedido en tres años, mucho tiempo en que habían estado separados, fue grandioso volver a estar juntos.

 

 

Notas finales:

Gracias a quienes leyeron. Comenten que les ha parecido. Nos vemos en el siguiente capítulo :D

See you!


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