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Llámame por Naradeille

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Notas del fanfic:

¡Hola! En este fic hago las escenas Malec que no se toman en cuenta en los libros. En cada capítulo agreraré exactamente donde toma lugar cada una, para que sea fácil de ubicar. ¡Espero que les guste!

 

Todos los porsonajes pertenecen a Cassandra Clare.

Contiene miles de spoilers de los libros de Cazadores de sombras.

Notas del capitulo:

Este capítulo toma lugar después de que Magnus dice a Alec que lo llame, en el primer libro, Ciudad de Hueso.

Cuando un brujo extremadamente guapo te guiñaba el ojo en una fiesta, consiguiendo verse perfecto de esa forma en que sólo la gente hermosa puede lograrlo al guiñar un ojo, y te pedía que lo llamaras, haciendo que te sonrojaras a morir por la siguiente hora seguida… ¿Qué se suponía que debías hacer?

—Llamarlo, imbécil—había dicho su hermana Isabelle, poniendo los ojos en blanco, claramente exasperada por las reservas de Alec. Le parecía ridículo que a los dieciocho años de edad su hermano aún ni siquiera hubiese besado a alguien en su vida. Ser un Cazador de Sombras, dedicado a proteger el mundo de los demonios, y encontrarse en medio de una crisis, luchando contra un psicópata dispuesto a matarlos a todos, no era una excusa válida para no tener novio, en opinión de Isabelle.

—Pero no tengo su número—respondió Alec.

—Cierto, gran problema. No es como si Magnus fuera el Gran Brujo de Brooklyn y el Instituto tuviera una guía telefónica con la gente importante del mundo subterráneo. Qué mala suerte tenemos—dijo Isabelle en tono sarcástico, dejando un plato de comida delante de él.

Alec miró el plato y no pudo reconocer qué era lo que estaba viendo, pero Isabelle lo estaba mirando amenazadoramente con los brazos en jarra, de modo que tomó el tenedor y empezó a comer intentando no pensar en nada.

 

*

 

Te has comunicado al teléfono del magnífico Gran Brujo de Brooklyn. Si esto es una verdadera emergencia, comienza a gritar qué sucede luego del beep. Quizá eso me despierte. Si no, llama luego de las once de la mañana, cuando probablemente esté consciente. Beep.  

Alec colgó inmediatamente, sonrojándose a pesar de que no había conseguido hablar con el brujo. ¿En qué estaba pensado? Seguramente Magnus sólo se había estado burlando de él. Un brujo como él, de alto rango, con cientos de años y además guapo jamás podría fijarse en serio en alguien tan patético como él, un Cazador de Sombras que nunca había matado un demonio y que además de ser gay, estaba enamorado de su parabatai, quien a su vez estaba enamorado de la chica más inútil del planeta, con la cual acababa de pelearse. Sí, tal vez a Magnus le gustaba jugar así. Tal vez…

El teléfono comenzó a sonar en sus manos repentinamente y comenzaron a temblarle al ver que era el número al que había estado llamando antes.

— ¿Ho-hola?—murmuró tímidamente.

—¿Quién es? ¡El repique del teléfono me despertó!—exclamó una voz que no sonaba muy alegre.

—Soy… Alexander… Lightwood—consiguió responder a pesar de todo. Hubo un silencio en el que Alec estuvo a punto de colgar.

—¿El de los ojos azules?

—Sep.

—¿Te gustaría venir a mi apartamento?—preguntó Magnus, como adivinando que Alec simplemente colgaría si le preguntaba por qué había llamado o intentaba conversar más.

—¿…Ya?

—Sí, ya. Son sólo las once. Intentaba dormir temprano, pero no me importaría hablar contigo un rato. Te espero—dijo y colgó.

Alec comenzó a hiperventilar mentalmente cuando escuchó las últimas palabras de Magnus, a las que ni siquiera le había dejado responder, no que hubiera sido capaz de todos modos.  Se levantó de la cama y se dirigió a la calle, aún indeciso. Tomó un taxi y dio la dirección de Magnus, convenciéndose a sí mismo de que siempre podía devolverse antes de tocar el intercomunicador del edificio.

Se quedó de pie frente a la entrada. No podía dejar mal al Gran Brujo de Brooklyn, podía ser tomado como un insulto y al Instituto no le convenía en absoluto tenerlo de enemigo. Por otro lado, le daba pánico estar a solas con Magnus en el apartamento. ¿Qué iba a decirle? ¿Cómo iba a mirarlo? Respiró profundo y llamó.

¿Alexander?—preguntó la voz de Magnus.

Alec asintió con la cabeza antes de recordar que Magnus no podía verlo y asentir en voz alta. Sintió la puerta abrirse con un clic y entró, subió las escaleras y Magnus abrió la puerta justo cuando llegó al piso correspondiente.

El Cazador de Sombras lo miró. Su cabello negro ya no estaba peinado con pinchos, ni tenía escarcha. Se veía suave, con un mechón cayendo sobre su frente. Tampoco tenía maquillaje, pero sus ojos se seguían viendo igual de impresionantes, con sus pupilas verticales y su color vede y dorado.

Solo entonces se dio cuenta de que se había quedado mirando al brujo sin decir nada por demasiado rato.

—Buenas noches, Alexander—dijo y se apartó de la puerta para dejarlo entrar—. ¿Cómo estás? ¿Sobrevivieron tus amigos?

—Sí, están bien. Salvaron al mundano, también —respondió, bajando la vista y sin saber qué hacer en la sala.

—Siéntate —Magnus señaló el sofá y se sentó allí también, lo más lejos de Alec posible para no espantarlo—. ¿Y tú cómo estás?

Alec se encogió de hombros.

— ¿Para qué… para qué me pediste que te llamara?

—Pues —el brujo subió una pierna al sofá para volverse hacia él más cómodamente—, para eso, para que llamaras—vio su expresión confundida y suspiró—. Me pareció que sería agradable verte de nuevo, conversar un poco.

—¿Por qué?

—Estaba tratando de no ponerte incómodo, pero tú preguntaste —arqueó las cejas—. Eres hermoso, tus ojos son increíbles, me encanta tu aspecto inocente. Pareces una persona reservada y me dio curiosidad qué escondes. Llamaste mi atención. Sexual e intelectualmente —agregó la última frase para que no quedara duda de sus intereses, puesto que Alec no parecía muy diestro con las indirectas.

Tampoco parecía saber manejar los comentarios directos. Se sonrojó completamente y se quedó como en shock.

—¿Quieres algo de tomar?—dijo Magnus un rato después de silencio, decidiendo que estaba siendo cruel al disfrutar de la vergüenza de Alec.

—¿Hablas… en serio?—inquirió el joven, sin alzar la vista.

—Claro que sí, puedo hacer aparecer lo que quieras—Magnus hizo ademán de chasquear los dedos.

—No, digo, lo de antes…

—Claro que sí. ¿También me pides pruebas? —se acercó a él en el sofá.

Alec se alejó de él hasta que se topó con el apoyabrazos del sofá. ¿Por qué no había mantenido la boca cerrada? Sin embargo, a pesar de sus nervios, sintió un pinchazo de deseo al sentir a Magnus tan cerca. Alzó la vista hacia él, sus rostros a centímetros el uno del otro. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Y por qué sus ojos parecían mirar su boca ahora? ¿Por qué se estaba acercan-…?

El brujo se inclinó y lo besó fugazmente, sólo rozando sus labios. Pero eso bastó para que Alec se quedara paralizado una vez más. Magnus rió y se levantó del sofá.

—No te preocupes, sé que soy impactante—le dijo con una sonrisa burlona.

—Creo que volveré al Instituto —Alec se levantó del sofá y se dirigió hacia la puerta algo torpemente para un Cazador de Sombras. Magnus bloqueó su camino.

—¿Volveré a verte?—susurró, sonriendo un poco.

—Sí—respondió el chico rápidamente, antes de evadirlo e irse a toda velocidad, reviviendo una y otra vez todo lo que Magnus le había dicho… y hecho. Sonrió como un idiota hasta llegar al Instituto nuevamente, dándose cuenta de que, por primera vez en las pasadas semanas, no había pensado en Jace en varias horas.

Notas finales:

Gracias por leer! Por favor háganme saber qué les parece, los reviews me animan a escribir!


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